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[15] La princesa y el Arquero

Maratón 3/?

Osaka  Japón. 














Sus zapatos de charol resonaban apurados por el pasillo, estaba ansioso y sus labios enrojecidos de tanto morderlos lo delataban.

Sin tocar la puerta, sin siquiera avisar su presencia en la habitación, entró sorprendiendo al hombre que yacía ahí empacando lo necesario para la pronta estadía en Busan que tendrían.

—¿Es verdad, señor? ¿Nos vamos a Corea? —preguntó mostrándole al hombre su evidente emoción.

—Es verdad, muchacho, es la ciudad natal de JeongYeong, ellas deben estar allí —asintió cerrando la mochila en donde solo llevaba los artículos personales. Miró a su fiel guerrero desde hace años, décadas— Primero hay que encontrar a mi hija, luego podrás hacer lo que quieras, ¿entendido?

—Si, señor —asintió— ¿Enviará a todos los guerreros? —preguntó sintiendo su corazón latir con fiereza dentro de su pecho, cada vez estaba más cerca, cada vez la posibilidad de abrazarlo era más real.

—No, en un momento iré a seleccionarlos, por ahora ve a guardar tus cosas —dijo haciendo un ademán con su mano. El guerrero hizo una leve reverencia y salió de ahí desbordándose en emoción, tanta que al querer abrir la puerta de su dormitorio una fuerte propulsión de aire salió disparada de su palma, averiando así la cerradura.

—Uh, lo siento —dijo cerrando sin éxito la puerta a sus espaldas, soltó una risa y se dispuso a guardar las pocas cosas que necesitaba para aquel viaje.

La princesa y el Arquero, era lo que querían encontrar, no se detendrían hasta que los encontraran, harían todo lo posible por tenerlos de nuevo con ellos.

Tal vez sea para bien, tal vez sea para mal.









Daegu — Corea del Sur.




Sana y JeongYeong iban caminando por las calles de Daegu, en busca de algún lugar en donde vendieran boletos directo a Busan, eran nuevas allí y aunque la de cabello corto hubiera estado ahí en su infancia era totalmente diferente, todo había cambiado y estaban como turistas en ese instante.

—Creo que es por aquí —habló JeongYeong jalando a Minatozaki a la entrada del aeropuerto.

—No muestres tus tatuajes —pidió la japonesa tapando con su mano el tatuaje que se lograba ver en el antebrazo de la mujer que chasqueó la lengua.

—¿Por qué? Él tiene tatuajes y no los está ocultando —señaló a un muchacho que iba pasando a su lado, apurado mientras arrastrábamos una maleta.

—Pero los de él son diferentes... —murmuró mirando todo con ojos brillantes.

JeongYeong le restó importancia y se acercó a lo que parecía ser en donde compraban los boletos.

—Eh, hola, por favor dos boletos a Busan —pidió sacando el dinero que, por cierto habían tomado prestado de el cofre del padre de Minatozaki, a la mujer que le sonrió y empezó a pedir sus nombres— Kim JeongYeong.

—¿Y usted? —le preguntó a Sana que abrió en grande los ojos.

—U-uh... Yo me llamo... Uh, si yo me llamo... ¡Me llamo Kim Sana! —asintió con su cabeza una y otra vez, la mujer asintió y colocó su nombre en el boleto. Conocía a su padre, así que no podría dar su nombre real, debía prevenir antes que lamentar.

—¿Son hermanas? —preguntó la mujer recibiendo el dinero, lo contó y le devolvió una diferencia a JeongYeong que asintió— Necesito sus identificaciones, por favor —pidió, las chicas se quedaron de piedra.

¿Identificación? Ellas no tenían de eso.

—Pues... Nosotras no tenemos identificación —confesó JeongYeong colocando su brazo encima del mostrador, por así decirlo, que las separaba. La mujer alzó las cejas y dirigió su vista a su brazo tatuado.

—Son Seres Elementales —afirmó haciendo a un lado el cuello de su camisa para revelar un tatuaje que la identificaba como un Ser de Aire— Tengan, vengan mañana a la hora que indica el boleto y búsquenme —les sonrió con normalidad y siguió con su trabajo como la humana que aparentaba ser.

Había tenido suerte aquella mujer pues era muy pero muy difícil que un Ser Elemental hiciera una vida humana, el gobierno no les permitía trabajar ni sacar aquella gran documentación que los humanos debían tener, no era que lo necesitaran mucho pero en algunos casos en donde era necesario como el caso por el que estaban pasando Sana y JeongYeong en ese momento, ¿qué hubiera pasado si quien los atendiera no fuera un Ser Elemental?

Las dos mujeres se fueron directo al hotel en donde estaban hospedándose para guardar las cosas que habían usado en las pocas maletas que les había dado tiempo de tomar. Cuando partieran, irían directo a la APRSE .

Aunque no sabía donde quedaba. Esperaban encontrarse con alguien que supiera.








Busan, Corea del Sur. 






SooBin limpió sus manos en sus pantalones saboreando aún las ricas galletas que había comido.

—¿Quieres más? Creo tener algunas por ahí —dijo YeonJun amable.

—No, gracias, estoy bien así —dijo con una pequeña sonrisa, el peliazul se levantó de su lugar y miró a la ventana, no estaba incómodo pero creía que lo mejor era irse de ahí...

Aunque un rato más no hacía daño, ¿verdad?

—Ya yo te conté algo sobre mi. Ahora tu cuenta algo sobre ti —pidió sentándose de nuevo mirando el perfil de YeonJun que hizo una mueca mirando el techo de su habitación.

—¿Qué quieres que diga? —preguntó levantándose para recoger algunas cosas que tenía fuera de lugar, eran mínimas pero no estaba de más organizarlas.

—¿Por qué eres policía? —preguntó acomodando su cabello con sus manos, rara vez hacía eso.

—No me gustan las injusticias, me gusta mantener el orden de las cosas y no sé... Siempre me he sentido atraído por la profesión, ¿sabes? Además me gustaría ser de ese porcentaje de policías que no son corruptos —concluyó haciendo una seña a SooBin para que lo siguiera a la cocina.

—Amas tu profesión, no cabe duda —opinó mirando al oficial que sonrió mientras asentía.

—Me gusta mucho, a pesar de no estar de acuerdo en algunas cosas. Ten, es café frío —dijo tendiéndole una lata, SooBin la aceptó con agradecimiento y bebió de ella decidiendo en confiar, además de que había visto que el oficial había sacado la lata y la había destapado en frente de él.

—No estás de acuerdo con el nuevo proyecto —afirmó el hada recibiendo un asentimiento del oficial que bebió de su lata antes de seguir hablando.

—Tu, como ser elemental, ¿cómo te sientes con los humanos? —preguntó mostrando curiosidad.

—Aveces con miedo —en otra circunstancia SooBin habría contestado algo hostil, o simplemente lo hubiese ignorado pero simplemente se sentía lo suficientemente cómodo para hablar de ello con YeonJun— Otras veces, asqueado, es raro sentirme seguro o confiado con un humano. Hay seres que si pueden llevarlo con normalidad pero a mi me cuesta demasiado, ¿por qué quieres saber?

—Pues... Porque hace unos días salió una nueva película de terror, me preguntaba si...

—No —contestó SooBin negando con su cabeza una y otra vez.

—¿Por qué? —preguntó el oficial con un suspiro, pensaba que ya habían avanzado, ¿o acaso se había adelantado?

—No iré a ningún lado que no sea este o la agencia contigo, olvidate de eso —dijo con el ceño fruncido, de repente el ambiente se volvió algo incómodo— Ir al cine implica ser amigos, somos conocidos solamente. Tenemos una relación de entrenador y entrenado, no hay que pasar de allí.

—Entonces, ¿qué haces bebiendo café conmigo? —preguntó YeonJun con el ceño fruncido. Tanto avance, para que SooBin le dijera que sólo eran conocidos, para él ya eran amigos y su mente le recalcaba que con SooBin las cosas eran diferentes pero la molestia que le había causado esas palabras cortantes del hada le estaba jugando en contra.

—Tienes razón. Nos vemos mañana, a la misma hora de siempre —dijo antes de desaparecer por su habitación, posiblemente para bajar por la ventana como costumbre suya, aún no entendía porque no usaba la salida común y no lo iba a entender ni a sentarse a analizarlo en ese momento por la molestia que tenía.

¿Había sido muy rápido o SooBin se la estaba poniendo difícil?

YeonJun bufó arrojando su lata vacía al cesto de basura mientras tomaba la que había tenido el peliazul, la observó mientras caminaba al sillón en donde se arrojó rendido.

Se estaba desviando de su objetivo.

Su objetivo principal era enseñarle a SooBin que no todos los humanos son iguales, sólo eso, no más, ni menos.

Pero ahora, ¿por qué sentía necesario hacerlo su amigo? Para demostrarle que no era necesario hacerlo su amigo, es decir, si bien era una de la opciones que tenía para ejecutar su plan, ahora se estaba volviendo una prioridad para él.

¿Por qué?

Él podía empezar a socializar con los demás seres de la agencia, no había problema en eso, así podía aprender más y por supuesto tener una respuesta a sus dudas sin una amenaza de por medio, eso sonaba bien, ¿verdad?

Pero, ¿por qué sólo era SooBin? SooBin. SooBin, SooBin.

Al entrar a la agencia, su objetivo era buscar a SooBin, a nadie más, no buscar más conocidos, no, buscar a SooBin y preguntarle qué harían ese día.

Estaba confundido.

Miró la lata en sus manos, pasó su dedo por la lata y suspiró.

—¿Debería cambiar de entrenador? —se preguntó en voz alta. ¿Cómo se sentiría SooBin si cambiaba de entrenador?

El hada, nada, ya le había mostrado mucha parte de su personalidad y si cambiaba de entrenador sería hasta un alivio para el de cabello azul.

Pero, ¿y para él?

YeonJun había cometido el error más grande que una persona pudiera cometer.

Acostumbrarse.

Se había acostumbrado tanto a SooBin que su mente no le mostraba ningún escenario en donde no estuviese siendo entrenado por SooBin.

¿Por qué era tan difícil?

Aún no comprendía lo que pasaba con él mismo, lo averiguaría, si que lo haría.

Pero necesitaba de SooBin para ello.

—Mierda —se quejó dejando la lata en la mesa de noche. Su mente le había jugado una mala pasada.

La vez en la que estaban en la terraza, SooBin en una silla al borde del edificio y luego...

—No —se levantó y empezó a desvestirse mientras iba caminando en dirección a su habitación.

Estaba solo en boxers, revolvió sus cabellos frutado y entró a la habitación.

—¡Mierda!

—¿¡Qué haces en ropa interior!? ¡Ponte algo de ropa! —SooBin cubrió sus ojos y YeonJun buscó torpemente una sábana con la que cubrirse.

—¿¡Qué haces aquí!? ¡Pensé que te habías ido! —dijo envuelto en la sábana. SooBin bufó descubriendo sus ojos, miró al oficial con el ceño fruncido.

YeonJun estaba tan familiarizado con ese ceño fruncido que lo encontró tierno.

No, deja de pensar en eso, no seas un imbécil.

¡Tuve que ir al baño! —se excusó el hada, sin querer decir la verdadera razón.

Luego de subir, no sabía por qué no había sido capaz de cruzar la ventana.

Había querido bajar a disculparse por su actitud, pero no podía, su orgullo se lo impedía, orgullo y miedo a verse vulnerable le impedían bajar de nuevo con YeonJun así que se quedó en la habitación del oficial pensando seriamente las cosas.

Hasta que este llegó en ropa interior.

Y ustedes saben lo demás...

—¿¡Y por qué me gritas!? —YeonJun también frunció el ceño.

—¡Yo no estoy gritando, tu estás gritando! —contestó SooBin dirigiéndose a la ventana— ¡M-me voy!

—¡Bien! —ninguno de los dos sabía porque estaban gritando pero mientras el otro no dejará de gritar ellos no lo harían. SooBin desapareció por la ventana, YeonJun suspiró y se acercó para ver cómo el peliazul hacia eso.

O eso tenía pensado pues la misma cabellera azul apareció junto a unos ojos achinados, sólo eso podía ver YeonJun de su cara, eso y sus dedos sujetados a cada lado de la ventana.

—Adiós —dijo SooBin mirando fijamente a YeonJun que apretó los labios.

—Adiós, nos vemos mañana —le contestó moviendo la mano que no sostenía la sábana de su cuerpo. SooBin asintió y ahora si desapareció.

Y ahora si, YeonJun suspiró.

¿Qué había sido eso?

Ninguno de los dos lo sabe.

Pero ambos tenían sus latidos rápidos y no era precisamente por lo sustos que se llevaron.

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