Capítulo: 1. "Aurora"
El comienzo de la historia de una mujer poderosa, un ser que desde su nacimiento fue forjada entre la luz y la oscuridad, con una tragedia inesperada en un mundo fantástico. Su don heredado de los dioses, su maldición que la perseguiría en un camino de dolor con el fin de un destino de divinidad. Pero como todo ser existente ella empezó desde el vientre de su madre, una gran mujer que fue reducida a escombros por amor, decidiendo vivir el día a día en decadencia por no rechazar a el amor de su vida. Y su padre, un muchacho que muchos denominarían un ser de luz, pero con un pasado que lo hizo madurar para que ese hombre surgiera.
Una cabaña deplorable en medio de un bosque desolado, perfecta para esconderse de las miradas de la gente que apunta con el dedo, pero que no ve la realidad del alma. En ese pequeño hogar nacía la pequeña Aurora, la niña que reflejaba su poder en los ojos, destellando la naturaleza del mundo en sus ojos inocentes. Su madre aun exhausta después de su nacimiento solo pudo llegar a darle el pecho unas horas, hasta que su cuerpo cedió ante la liberación de su destino, a pesar del dolor del parto pudo sentir a Aurora.
La noche fue larga pero los días fueron de pura felicidad. la cabaña de apoco fue volviéndose más acogedora gracias al trabajo incesante del joven patriarca de la familia. La madre seguía en cama, aunque pasaban los años y la pequeña Aurora se hacía una niña fuerte y traviesa.
Como Aurora fue dotada de un poder divino, le llego con una medida, dolorosa y complicada, para pasar por momentos que la convertirían en la encarnación humana del poder. La niña ya cumplía 8 años y su padre no podía darle la noticia, ella jugaba en el bosque, feliz de la naturaleza que la contemplaba, pero su padre moría por dentro sabiendo que había dejado de respirar la otra parte de su alma. No podía pasar el tiempo llorando la reciente perdida de su amada, los gritos de miedo de su hija lo llamaban desde el bosque y con paso apurado para llegar a socorrer a su hija, pudo descubrir que el escondite se reveló ante los seres humanos con los que antes vivía.
No pudo hacer nada, lo asesinaron lentamente frente a la niña, luego quemaron el pequeño hogar que formaron con amor. La niña ahora estaba bajo el dominio de seres que para ella eran demonios, pero a pesar de que otros querían arrebatarle la vida el destino dicto lo contrario. Un gran destello desde el cielo, un rayo destructivo resonó sobre el suelo, del estallido eléctrico surgió un hombre avejentado que destellaba de sus ojos la furia de los cielos. No quedo demonio vivo, pero la niña paralizada fue tomada en brazos por el anciano y llevada con otro rayo titánico.
Los ojos de la niña se abrían de apoco por una resolana que la reflejaba en su rostro, despertando en unos aposentos muy extravagantes, con muebles que nunca había visto. Gateo sobre la enorme cama en la que descansaba llegando al suelo de madera, camino hacia la puerta y con pequeños saltos trataba de girar la manija para abrir la puerta, pero se giró sola, abriéndose la puerta. Una muchachita entro, viendo asombrada a Aurora, quien la miraba con un puchero de miedo y aun que trato de tranquilizarla la niña se largó a llorar llamando a su mama. La muchacha estaba en completa desesperación tratando de calmar a Aurora, su angustia paro cuando alguien le toco el hombro, el anciano de antes apareció por detrás de la joven para luego caminar hacia la niña que sollozaba desconsoladamente. La tomo en sus brazos, apoyándola en su pecho con un gran abrazo de amor, para la niña esta interacción se le hacía conocida, este calor de amor lo sentía de la misma manera que con su madre y no pudo evitar sentirse un poco aliviada. Paso el rato y el anciano la sentó suavemente en el respaldar de la cama, agachándose levemente sobre su rodilla.
-Yo soy Aldric, es un gusto conocerte niña. - La mirada amable y el temple de paz que transmitía. -Se que has pasado por mucho, pero estoy dispuesto a ayudarte en este camino que tomaras. Desafortunadamente ahora tu vida va a ser diferente, vivirás en este lugar y espero que algún día puedas sentir este lugar como tu hogar.
-Mi nombre es Eli y espero que te sientas cómoda. -Una sonrisa nerviosa acompañada de una vergüenza en su postura. -Cualquier cosa que necesites me lo haces saber.
La mirada seria de la niña no podía significar otra cosa que confusión, había demasiada información en la mente de una niña que apenas podía experimentar la pérdida de su familia frente a sus ojos, la abrumadora realidad en la que vivía la abundaba con un velo de amargura que recorría todo su cuerpo. La incertidumbre del dolor y las ganas de llorar constantes se cruzaban con total impunidad en su mente.
A pesar de que se le hablaba la niña no respondía, luego de descargar parte de su dolor en llantos desgarradores su único sentimiento era el vacío emocional. A tan corta edad experimentaba sentimientos que no comprendía ni sabia como expresarlos. Su alma vagaba por todo el sitio buscando a su ser, pero lo único que había era un cuerpo vacío de alegría y lleno de dolor.
-Mi nombre es Aurora, gracias por salarme señor. -Su voz aguda y titilante hacía notar el dolor y la confusión a cada palabra que daba. Sus manos comenzaron a temblar sin razón y aunque trato de detenerlas la niña no podía parar.
-Es normal Aurora, no te preocupes por los temblores. -Tomando sus manos temblorosas.
Merlín se retiró para poder darle su espacio, pero no sin antes decirle a Eli que la atienda en lo que ella necesite, yéndose muy preocupado por la niña y con dolor en su corazón.
Eli la ayudo a bañarse, ya que tenía la ropa rasgada y con manchas de sangre. La vistió con la ropa más fina que había, la niña obedecía a todo lo que se le ordenaba y comportándose como toda una señorita, luego se sentaron a comer un delicioso estofado, aunque a la niña le costaba sostener los cubiertos por los temblores en sus manos. Eli se sentó al lado de ella para ayudarla, dándole la comida en la boca con los cubiertos de plata que estaban en la mesa.
A la joven le parecía fascinante y agradable poder ayudar a la niña, le encantaba poder ser la hermana mayor de alguien, aunque a penas la conocía, se podría decir que la inmadures emocional de una preadolescente podía hacer imaginar cosas. Eli trataba de hablarle a Aurora, pero esta solo se limitaba a no responder, ya que su mente no le daba para hacerlo, no podía parar de pensar en la que le paso.
-Es un placer tener a alguien más en esta casa, la única compañía que tengo son los árboles consientes, pero solo son sirvientes sin poder expresarse, además que Merlín siempre está ocupado con asuntos del reino. -Miro levemente a Aurora dándose cuenta de que la agobio con información.
-Lo siento, pero no se me ocurre que responder. -Miro fijamente a Eli sin poder expresar ningún sentimiento en el rostro cansado que poseía.
Eli no tuvo nada que responder, se sentía horrible sabiendo que pudo agobiar a la niña con sus problemas, la agonía que podría estar sintiendo en ese instante no se podría comparar a los problemas banales de una adolescente con lujos. Pero ¿Como tratar con ella? Tal vez dándole su espacio, pero como dándoselo en un lugar que apenas conoce y una nueva vida que descubrir.
-Merlín aun no llega, así que te tengo una propuesta. -Entrelazaba sus dedos con mucho nerviosismo, temiendo de poder ofender o molestar a Aurora. -Este lugar es un poco grande, sobre todo el basto bosque donde estamos y un gran jardín muy particular a pocos metros de la hacienda.
-Me encantaría conocer este lugar, pero más aun donde está ubicada. - Sus rasgos sombríos de dolor y angustia fueron tapados con una máscara de felicidad, pero la sonrisa falsa que demostró solo fue un velo más añadido al alma agrietada de su ser.
-¿Conoces los reinos? -La respuesta tomo desprevenida a la joven.
-Mi madre me enseño todo lo que tenía que saber para poder viajar por el mundo, no conozco a detalle todo, pero se guiarme con un mapa. -Bajo la mirada con algo de vergüenza, ya que sus emociones negativas afectaban a cada palabra que daba.
No podía parar de pensar en su hogar quemándose, la mención de su madre hizo volver los recuerdos que trataba de reprimir, pero el dolor era algo que ella no podía evitar. Hasta que luego de comer Eli rompió el hielo para llevarla por el recorrido. Le mostro rápidamente las habitaciones de la hacienda, luego se fueron al bosque y como era de esperarse este recibió a Aurora como si la adorara. Las plantas se inclinaban hacia ella, como si quisieran tocar a la niña y los arbole hacían caer sus ramas sobre ella. Todo el bosque buscaba su atención, como si necesitaran de ella.
Eli estaba asombrada de como el bosque la recibía, no podía parar de ver como la naturaleza la recibía con honores.
Llegaron a un arroyo en unas rocas, Aurora se quitó los zapatos y sumergió sus piecitos en el agua cristalina, haciendo reaccionar al agua instantáneamente, el agua que recorría las ramas de la tierra y que cruzaba por las rocas ahora está quieta.
-Me alegra que puedas disfrutar de la naturaleza de una manera tan hermosa Aurora. - Merlín apareció caminando lentamente por el sendero que ellas habían seguido. -Sabía que eras una elemental.
-Eso siempre me dijeron, pero como serlo si no controlo la naturaleza, a mí me dijeron que los elementales controlan algunos elementos. -Empezó a chapotear en al agua y esta reacciono de manera brusca, haciendo que se convierta en unas aguas turbulentas.
-Al principio el elemento reacciona a ti, luego lo dominas, pero eso se hace con estudio y práctica. No te aflijas niña. -Se sentó en una roca cerca de ellas. -¿Me permites enseñarte?
Aurora giro su mirada hacia él, mirándolo con ilusión de ser algo más, ella sentía en lo profundo de su ser que algo cargaba en su alma, algo que dormía y que quería liberar. Una gran necesidad de ser poderosa, de estar en lo más alto y guiar a los demás. Aun que ahora tiene que seguir con un nuevo camino, adaptándose a su nueva vida y dominar ese ser dormido en ella. **
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