Capítulo II: Ejecución
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Un estruendo retumbó en la puerta de los jardines, captando la atención de todos. De inmediato los reyes y sus hijos intentaron escapar por un pasaje secreto, pero no tuvieron tiempo. La puerta se abrió y una oleada de enemigos irrumpió aniquilando a todos los soldados de Virgo. Pronto los gritos de los heridos se mezclaron con el chocar de las espadas, y el aire se llenó con el olor a sangre fresca.
Los reyes Bronte y Arsen, junto a las reinas Melanie y Dysis. Lograron tomar las armas de los soldados que habían caído. Estaban dispuestos a dar batalla con tal de proteger a sus hijos y amigos, pero lo único que lograron fue que a quienes deseaban proteger fueran testigos de como eran brutalmente heridos en el abdomen.
Una noche de cena para hablar sobre una sequía se convirtió en una noche sangrienta para todos los habitantes de Virgo.
—¡Ríndanse ante el resurgido reino Ofiucano y sus aliados o asesinaremos a sus hijos ahora mismo!— habló con voz amenazante un hombre musculoso de armadura negra.
Todos los presentes de bando contrario se sorprendieron al escuchar de donde eran, se suponía que los antiguos reyes habían aniquilado a todos los de las tierras oscuras, pero resulta que ahora estaban siendo invadidos por ellos. Ningún rey deseaba que asesinaran a sus herederos, por lo que se rindieron, habrían dado batalla como sus cuatro amigos, pero si eran heridos seguro morirían y sus hijos quedarían indefensos ante esos guerreros.
Una sonrisa llena de satisfacción por ver cómo los grandes reyes y reinas se sometían se formó en los labios del general del ejército Ofiucano.
—Soldados, maten a todos los hijos de las familias importantes de este reino, no debemos permitir el resurgimiento del nuevo elemental— Hizo una breve pausa para observar la cara sorprendida de los regentes al mencionar al elemental.
—Encierren en calabozos distintos a estos repugnantes reyes junto a sus hijos, y lleven a estos heridos al sanador, los necesitamos con vida, cuando nuestro rey llegue, él nos dirá que hacer con ellos.
Los soldados se dividieron en tres grupos, uno salió de los jardines y se dirigió hasta las casas de las familias más importantes en Virgo para cumplir con la orden de matar a todos los hijos de estos, sin importar si eran recién nacidos o no. El otro grupo se llevó a cada rey y reina junto a sus hijos, los encerraron en calabozos distintos, ya que si los encerraban juntos podrían idear algo para escapar, y el tercer grupo se llevó a los cuatro heridos a donde estaba el sanador del ejército aliado Corvus, no podían permitir que murieran sin que el rey Drakon se los ordenara.
—Mamá, papá, tengo miedo— comunicó con la voz entrecortada la niña de cabellos blancos, aún estaba en shock por haber presenciado como los padres de sus amigos eran heridos.
—Tranquilos, todo va a estar bien— respondió su madre abriendo los brazos para que la infante se acercara y de esa manera poder abrazarla, cosa que la niña sin dudarlo hizo.
—No quiero que ustedes mueran— dijo con lágrimas en sus ojos verdes.
—Tranquila Vasiliki, te prometo que nada malo pasara, siempre estaremos con ustedes— comentó su padre acariciando la cabeza de ambos niños, su hijo mayor se acercó a él y lo abrazó como su hermana abrazaba a su madre.
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Los días transcurrieron con lentitud y se convirtieron en semanas, el rey Drakon de Ofiuco había llegado tres días después de la invasión, desde entonces envío ejércitos a invadir a los otros once reinos, mataba a toda persona que fuera capaz de dominar la magia y esclavizaba a personas jóvenes para que hicieran trabajos de construcción.
En todo ese tiempo los reyes y sus hijos habían sido tratados de mala manera, la comida que les llevaban eran sobras de las que Drakon y los demás se alimentaban, además tenían que comer poco para que los otros también pudieran comer algo, el agua que bebían era la única que permanecía limpia, se bañaban una vez a la semana.
Erasmus y Ariadne se la pasaban todas las tardes hablando de cualquier cosa con sus hijos, y cuando los soldados se dormían, sigilosamente ellos les decían algunos de sus conocimientos sobre la magia, les contaban leyendas sobre el magnífico pueblo elfico del que su madre provenía.
Una mañana los soldados se llevaron a los gobernantes y dejaron a sus hijos en las celdas.
—Vasilis, ¿dónde están papá y mamá?— cuestionó la niña al despertar y notar que sus padres no estaban.
—No lo sé, los soldados vinieron muy temprano y se los llevaron— contestó el niño mirando el techo con un poco de nostalgia por los tiempos en dónde aún vivía en el palacio, la infante se levantó, se acercó hasta él y lo abrazó, el niño no dudo en corresponder el abrazo de su hermana pues ambos lo necesitaban.
Vasilis y Vasiliki se la pasaron todo el día hablando sobre las travesuras que habían hecho en años anteriores con los demás príncipes, a veces los soldados hartos de escuchar sus voces llegaban y los reprendían, sin embargo, ambos niños continuaron charlando, por la tarde los soldados volvieron con los reyes y los dejaron nuevamente en las celdas, los niños corrieron hacia ellos para abrazarlos, gesto que fue correspondido fuertemente por ambos padres.
Esa noche todos se acostaron en la cama junto a sus hijos para recordar los viejos tiempos, cuando hacían actividades juntos como comer en los jardines, los desastres que hacían cuando les enseñaban sobre la magia, cuando aún vivían en sus palacios. Hubo muchas risas, hicieron todo lo posible por distraerse de lo que estaban viviendo. Una hora después de media noche, todos se quedaron dormidos.
Algo andaba mal, los niños sintieron como si todo fuera una despedida, aún así decidieron ignorar ese sentimiento negativo.
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Muy temprano por la mañana, todos los pequeños fueron despertados por sus padres, estos les dijeron que pasara lo que pasara , siempre recordaran que eran hijos de reyes, la sangre y la magia de los antiguos corrían por sus venas, que cuidarán de los más débiles, y confiaran en los hijos de los otros reyes.
Un beso, fue depositado en la frente de los infantes por parte de sus padres, los niños lloraron preguntándoles porqué decían eso, sus padres les entregaron una de las joyas que tenían puestas, los soldados ingresaron en cada celda y sacaron a los reyes alejándolos de sus hijos.
Los gobernantes fueron llevados hasta donde se llevaría a cabo la ejecución, todo el pueblo asistiría, habían sido obligados a asistir, cada regente subió los escalones para poder estar en donde estaba la soga que les tocaba.
—Esta mañana, las personas que ustedes admiraban tanto, serán colgadas desde una soga hasta morir, espero que los vean como ejemplos, pues esto es lo que les pasará a todo a aquel que decida desobedecerme o contradecirme —de giró hacía los reyes—. Yo soy Drakon de Ofiuco, el nuevo rey de Virgo.
—¿Últimas palabras, reyes?— Los mencionados simplemente lo miraron con tranquilidad, aceptando que morir era su destino, levantaron sus rostros con orgullo.
—Si este es el deseo de los dioses — Arsen y Hesper de Aries
—Entonces que así sea — Athan y Chloe de Tauro
—Pase lo que pase — Eustace y Graeae de Géminis
—Sin importar cuán difíciles sean los tiempos oscuros que vendránb— Karan y Erianthe de Cáncer
—Al final la luz como un sol naciente volverá a surgir — Bronte y Dianthe de Leo
—Nuestro esperado elemental volverá — Erasmus y Ariadne de Virgo
—Todo lo que está pasando es parte de la profecía de la oráculo Yelena — Damián y Circe de Libra
—Sean pacientes y no pierdan la esperanza — Damon y Melanie de Escorpió
—Los dioses no nos dejarán solos — Damea y Dysis de Sagitario
—Ellos jamás permitirán — Exryl y Hiedra de Capricornio
—Que seres tan repugnantes — Eudor y Eileen de Acuario
— Como los habitantes de las tierras oscuras gobiernen este mundo — Aetos y Astra de Piscis.
Drakon llevó su mano hasta su bolsillo izquierdo y de este saco unas pequeñas Gladiolos rojas que por estar secas se veían de un de color oscuro. Sonrió de lado y miró a los verdugos.
—Cuelguenlos, después traigan a sus hijos para que vean lo que les pasará si en algún momento me desobedecen— dijo Drakon.
—¡Prometiste no hacerles daño!
—Oh, Ariadne, solo lo haré si ellos me fallan.
Los reyes trataron de soltarse las ataduras de las manos y pies, pero todo fue en vano. Los verdugos tiraron de la palanca y los veinticuatro fueron colgados hasta morir.
El de cabello negro guardó la flor, los soldados fueron hasta las celdas y trajeron a los hijos de los difuntos.
Los pequeños se quedaron inmóviles al ver los cuerpos de sus padres, las lágrimas humedecieron sus ojos, Vasiliki fue la primera en gritar y sollozar. Vasilis apretó sus puños hasta el punto de sentir como sus uñas se clavaban en su piel. La lluvia cayó, como si incluso el cielo lamentara sus muertes y lo que se avecinaba.
Los infantes intentaron acercarse hasta sus padres, pero fueron detenidos por los soldados.
—Escúchenme eso es lo que les pasará, si en alguna ocasión deciden desobedecerme, yo soy su nuevo rey —
Sabía que todos estaba experimentando el dolor y odio que él sintió hace varios años y eso le satisfacía.
Para sorpresa de Drakon, los trece niños no dijeron nada, pero al mismo tiempo lo escupieron en la cara. Causando que la furia dentro de él creciera.
—¡Guardias! ¡Llévense a estos mocosos y enciérrenlos en sus celdas, no les den de comer durante cuatro días, solo denles agua y no los lleven a bañarse hasta la próxima semana! — Se limpió la saliva mientras veía como los niños eran llevados hasta las celdas.
El tiempo transcurrió con lentitud cada hora que pasaba ellos se sentían débiles, sus celdas además estaban húmedas y había moscas en las partes sucias y humedas, no es de extrañar que la mayoría enfermará. Timoleon de Tauro, Egan de Escorpio, Axelia de Aries y Vasilis de Virgo, fueron llevados con el médico del reino Ofiucano, él les dio la medicina que necesitaban para poder mejorar.
—Necesitan comer urgentemente, tienen que reponer sus fuerzas— Los soldados lo miraron antes de responder.
—Señor, el rey nos dijo que no podían comer hasta que se cumplieran los cuatro días, y aún falta un día para ello— El hombre de ojos ámbar solamente sonrió antes de responder.
—Ve y dile al rey Drakon, que si no comen ahora, no podrá cumplir "esa" parte de su plan— Ellos rápidamente fueron hasta la sala del trono y le comentaron lo sucedido al rey.
Drakon no tuvo más que permitir que comieran, ya que si morían no podrían casarse en un futuro con los hijos de sus aliados, tal y como se lo prometió a los reyes de las tierras oscuras al hacer la alianza. Sin mencionar que si alguno de los virgos moría, no podría traer de regreso a cierta persona.
Todos fueron alimentados y los enfermos fueron mejorando de a poco, pero hubo uno que en lugar de mejorar simplemente iba empeorando. Cuando sus padres aún estaban vivos él había dejado de comer para que su pequeña hermana Vasiliki comiera un poco más, además durante las noches frías se quitaba su manta y se la daba a la niña, por ello en más de una ocasión durmió siendo picado por los mosquitos. Ahora estaba pagando las consecuencias, pero ciertamente no le importaba, si tuviera que volver a hacerlo, lo haría las veces necesarias.
Pero Vasilis si tenía miedo de algo, y eso era morir y dejar sola a su hermanita en este lugar dónde probablemente sufriría muchísimo. Los días siguieron pasando y la salud del joven de Virgo no mejoró, el doctor hizo todo lo posible, al final solo le dijo que solamente le quedaban pocas horas de vida, y que si quería que hiciera algo en sus últimos momentos que le dijera.
—Trae a mí hermana— Fue lo que Vasilis pidió.
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