Capítulo 13
A dos semanas de la Noche del Heraldo, se decidieron a poner el plan en marcha. Aprovecharon que el último día de clases antes de los dos de descanso la escuela se vaciaba más rápido. Los cuatro se reunieron al acabar sus respectivas lecciones y esperaron apoyados en las balaustradas de la galería principal a que los alumnos salieran del edificio. Les convenía que nadie les viera entrar en la conserjería, así que fueron pacientes. Se aseguraron dejando pasar unos minutos de más.
-Bien, parece que ya no queda nadie en los pasillos ni en la entrada principal.- apuntó Neela mirando a Dalia y a Xeil.- Por favor, ceñiros al plan. Si os pillan dentro de la conserjería, adiós. Spiro y yo intentaremos daros el mayor tiempo posible, pero tenéis que daros muchísima prisa. Ya hemos analizado qué forma tiene la llave del despacho de Aether para que os sea más sencillo encontrarla.
-Para ti es fácil decirlo, sólo tienes que distraer a los Celadores. Yo tengo que ocuparme del vejestorio de Gheor...- se quejó Spiro.- Si tengo pesadillas con él, ¡será tu culpa!
-Sabes que nadie puede hacerlo mejor que tú.- intentó ganarse el favor de su hermano con halagos.- Gheor te tiene ya fichado, eres el blanco perfecto para que te persiga. Y bueno... si sueñas con él te dejo que me lo reproches las veces que quieras.
-¡Trato hecho!
Miraron el recibidor. Sólo quedaba el portero Gheor escribiendo en unos papeles y los dos Celadores que se encargarían de cerrar las puertas del colegio.
-¡A por él, campeón!- animó Xeil a Spiro dándole una palmada en la espalda.
-Fue un placer haberos conocido.- se despidió. Cerró los ojos y lanzó un profundo suspiro.- Bueno...¡Vamos a ello!
Empezó a correr por el pasillo hasta llegar al comienzo del recibidor. Sus violentos pasos enseguida alertaron al portero.
-¡No está permitido correr en la escuela!- protestó Gheor nada más escuchar las pisadas.
El conserje levantó la mirada y en cuanto comprobó que se trataba de Spiro Silvore, acentuó su gesto de enfado.
-¡Hasta la semana que viene, señor Gheor!- le gritó sin detener el paso.
Levantó una mano como si se estuviera despidiendo del conserje, pero en realidad lo hizo para invocar una brisa sobre el mostrador. Esto hizo que los papeles en los que estaba escribiendo Gheor volasen en su cara y el tintero cayera manchándolo todo.
-¡Deténgase ahora mismo, Silvore!- ordeno con una voz más severa y amenazante. Se levantó y como buenamente le dejaba su vejez y se apresuró a alcanzarle.- ¡Guardias!
Los Celadores se giraron y cruzaron sus varas metálicas, cerrándole el paso. Spiro se detuvo antes de que chocase con ellos por la inercia y giró bruscamente, esprintando hacia el pasillo contrario. Gheor le perseguía con paso ligero, pero la cojera no le permitía atraparle. El anciano carraspeó fuertemente y chasqueó los dedos. Spiro sintió como algo le anclaba las botas al suelo y tropezó al instante. Gheor había anclado los pies del joven al suelo creando dos eslabones de tierra en ellos. Por suerte, ya estaban lo suficientemente lejos de la entrada principal.
-¡Ya te tengo, granuja!- gruñó Gheor agarrándole fuertemente de la oreja.- ¡Esta vez te enterarás, Silvore! ¡Tendrás tu merecido, sí señor! ¡Vamos! Camine al despacho de la directora.
Gheor le fue arrastrando hasta el tercer piso, descuidando la portería.
-Es un verdadero héroe.- dijo Xeil cuando escuchó los gritos de quejido de Spiro.
Las dos chicas coincidieron, arqueando las cejas como si ellas mismas estuvieran sintiendo el dolor del pellizco en la oreja.
-Bien.- dijo Neela cogiendo tres gruesos libros llenos de papiros y hojas entre las páginas.- Es mi turno. Como hemos acordado, Xeil.
El joven asintió con una mirada segura y estirándose la corta coleta que caía después de su cresta.
-Sobre todo que se vea bien la identificación.- apuntó Neela.
Empezó a caminar con los tomos que le llegaban casi a la altura de los ojos. Atravesó despacio todo el recibidor. Cuando estuvo a punto de cruzar entre los dos Celadores, Xeil agitó su mano. Levantó un viento que agitó los cabellos de Neela y levantó la tapa del primer libro. Volvió a mover la muñeca más bruscamente y esta vez el viento pasó las páginas e hizo volar los papeles que habían entremedio. Se concentró en que la identificación de Neela quedase en el suelo cerca de los guardias, mientras que los papiros se perdían fuera de la escuela.
-¡Oh, no!- exclamó Neela actuando torpemente.- ¡Mis apuntes! Por favor, ¿Podríais ayudarme a recogerlos antes que se los lleve el viento?
Uno de los Celadores se agachó a recoger la identificación y se la mostró a su compañero. Al leer el apellido "Silvore" y darse cuenta de que era la prodigiosa hija de la Maestra del Agua, ambos accedieron y salieron ayudarle.
-¡Muchas gracias! ¡No, no! Este es de historia, va dentro de ese libro...-dijo Neela, que intentaba ralentizarles lo máximo posible.
-¡Vamos, rápido!- instó Xeil.
Agarró el brazo de Dalia, obligándola a correr junto a él. Esto hizo que a la rubia se sobresaltara, pero estaba tan inmerso en el plan que no se dio cuenta. Entraron en la conserjería. Se encontraron un pasillo estrecho con dos estanterías a cada lado llenas de registros de alumnos antiguos y actuales.
-Aquí no puede ser.- dijo Xeil mirando un par de folios.
Pasaron al final de la habitación. Al cruzar la esquina se abría un modesto despacho. Había una puerta cerrada con llave que seguramente sería donde vivía Gheor. Los jóvenes se pusieron a buscar por los cajones.
-Aquí no hay nada.- dijo Dalia indagando en el último fichero.- Son todo los formularios de acceso de los estudiantes.
-¡Lo tengo!
Xeil sacó un pesado cajón y volcó todas las llaves encima del escritorio. Habían por lo menos media centena de ellas, la mayoría con un cordel y el nombre de la clase que abrían y unas pocas recogidas en un gruesos llaveros.
-Ayúdame a buscarla, rápido.- pidió Xeil.- No nos debe quedar mucho tiempo.
-¡S-sí!
A Dalia le temblaban las manos mientras separaba las llaves. Se puso aún más nerviosa cuando la mano de Xeil coincidió con la suya y se rozaron. Era la primera vez que se quedaban solos sin los hermanos Silvore acompañándoles y eso aceleró más el pulso de la joven. Pensó que quizás sería una locura declararse en ese mismo momento, pero no sabía cuándo podrían volver a coincidir solos.
-Xeil... yo... tú...
-¡Aquí está! ¡"Despacho Aether"!- bramó Xeil.- Vamos a guardar todas, ¡Rápido!
-¡Sí!- obedeció Dalia.
Mientras guardaban de nuevo las llaves, la joven tomó una más y se la guardó en el uniforme. Xeil fingió no haberse percatado y encajó de nuevo el cajón en el escritorio y arrastró las demás llaves dejándolas caer dentro. Procuraron que todo quedara como estaba y salieron pitando a la entrada.
-Uff...- exhaló Xeil asomándose a mirar a Neela. Aún seguía ordenando papeles con los Celadores.- Parece que lo conseguimos. Perdona, ¿antes me has dicho algo? Estaba tan ensimismado buscando la llave que no te he escuchado.
-Mmm... Ya lo he olvidado. No sería nada importante.- sonrió.
-Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?- dijo una voz fría y contundente.
A Xeil le recorrió un escalofrío ardiente por la espalda cuando escuchó detrás suyo esa voz y sintió una fuerza quitándole la llave de la mano.
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