Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10

La clase quedó sumida en un absoluto mutismo. Todos los elementales de Agua se encontraban de pie frente a unos atriles en el aula. Estaban dispuestos en un círculo y en medio de ellos, frente a una somera fuente redonda que brillaba con luz celeste, Lubvia daba su lección. Los estudiantes se concentraron en cómo la profesora Silvore ejecutaba la técnica de invocación. La creación de un elemento era de lejos el ejercicio más complejo, difícil y fatigoso, mucho más que cualquier control o encantamiento de algo material ya existente.

-Prestad atención. Este ejercicio requiere seguridad, aguante y un dominio muy severo del agua.- explicaba Lubvia después de haber creado y formado una perfecta esfera líquida. Rotaba delicadamente sin tocar la palma de su mano hasta que relajó los dedos y la muñeca y la esfera desapareció.- Recordad que la invocación irá consumiendo vuestra energía hasta que la hagáis desaparecer. De igual manera, el agua menguará a medida que os estéis quedando sin fuerzas.

Las miradas de los estudiantes parecían más de incredulidad que de admiración. La facilidad con la que la Maestra del Agua había creado agua delante de sus narices en segundos y dominado de una forma tan refinada les dejó a todos boquiabiertos. A todos, menos a Neela. Ya estaba acostumbrada a ver la virtuosidad de su madre en los veranos que se veía obligada a practicar con ella, siendo angustiosamente supervisada en cada uno de sus avances.

-¿Alguna pregunta?- preguntó Lubvia recolocándose las gafas con el índice. Ningún estudiante se pronunció.-Bien, entonces es vuestro turno. Os podéis ayudar de los cuencos que tenéis delante. Intentad llenarlos primero, mantened la concentración y cuando logréis estabilizar el elemento, moldeadlo. Imaginad que estáis condensando la humedad del aire. Adelante.

Los alumnos procedieron con el ejercicio, pero la mayoría se quedó en el intento. Pocos conseguían formar unas gotas dentro del cuenco, como Dalia. Otros más habilidosos llenaban medio cuenco, pero la forma del agua era agitada e indomable. Los dos más aventajados de la clase consiguieron colmar el recipiente, sin embargo agotaron todas sus energías en ello y quedaron exhaustos como para formar la esfera.

Neela suspiró de mala gana. Si su madre no hubiese sido la profesora, habría podido al menos fingir que le costaba, al igual que a todos los demás. Le incomodaba sentir la mirada de su madre esperando que destacase sobre el resto. Llenó sus pulmones de aire y se concentró para terminar lo antes posible.

No usó el cuenco. Juntó sus dos manos dejando un hueco entre ellas y a medida que las separaba se agrandaba la gota de agua había formado. En pocos segundos y sin fatiga alguna, consiguió completar la práctica con una esfera un poco más grande que la de su madre.

-Excelente, Neela.- se acercó a ella y posó una mano sobre su hombro. A una distancia en la que sólo ella, o como mucho Dalia desde el atril contiguo, pudiera oírle, le susurró.

-Aunque a estas alturas ya deberías ser capaz de hacerlo con una sola mano.

Neela evaporó la esfera en cuanto tuvo su calificación. Ya tenía las miradas inquisitivas de los demás compañeros clavadas en ella. Cuando Lubvia se alejó, se centró en ayudar a su mejor amiga con el ejercicio. Por mucho que le aconsejase, Dalia no conseguía siquiera llenar un tercio del cuenco. Neela pudo notarla inquieta. Imaginó que también le había intimidado la soltura con la que ella misma lo logró y trató de calmarla.

-Tranquila. Es el primer día que nos enseñan esto, no te agobies.- le cedió una cálida sonrisa.

-Lo sé. No debería preocuparme, pero... ¡Agh! Mira esto, el cuenco apenas está húmedo.

Aunque no lo expresase, a Neela le entristeció profundamente la mirada derrotista de su amiga. Aún sabiendo que Dalia no era una alumna brillante, no quería que se rindiera tan pronto.

-Déjame ayudarte.

Neela se puso a su lado y agarró sus manos, enfocándolas al cuenco.

-Vamos, las dos juntas.

Entre las dos llenaron el recipiente. Ambas sabían que fue Neela la que hizo todo.

-Bien, concéntrate. Voy a dejarte a ti sola. Intenta mantener el máximo agua posible.

-S-sí.-tartamudeó Dalia insegura.

Dejó de tocar sus manos y las fue separando y el cuenco se fue vaciando. Neela atisbó la preocupación de Dalia. Por la forma en la que arqueaba sus cejas temía que se fuera todo el agua.

-Muy bien.-animó Neela.- Un tercio. No está nada mal. Ahora viene lo complicado. Vamos, yo sé que puedes. Cree en ti.

Dalia continuó en silencio. Relajó su ceño y se enfocó en el elemento que creó. Poco a poco, el agua se levantó, colocándose entre sus manos. Consiguió darle forma de una esfera bastante inconsistente, pero notable para ser la primera vez.

-¡Sí!- Exclamó Dalia.

Dio un brinco y la esfera se esfumó en cuanto perdió la concentración. Igual que todos los estudiantes sobresaltados, Lubvia se giró, pero no llegó a ver el progreso de su alumna. Vio a Dalia abrazando a su hija y se levantó una ceja sin terminar de cree que lo hubiera logrado.

-¡Enhorabuena!-le felicitó Neela por haber sido la segunda.- ¡Sabía que lo conseguirías!

-¡Gracias! ¡Eres genial!

-Vale, vale. Afloja un poco que me vas a ahogar.- rio Neela.

Las campanas del torreón sonaron, dando la clase por finalizada. Cada adepto cogió el cuenco de su atril y en fila fueron a guardarlo en uno de los estantes.

-Seguid practicando, en dos semanas os examinaré y quiero ver avances.- concluyó la profesora Silvore.- Podéis marchar.

Salieron ordenadamente comentando lo imposible de dominar algo tan complejo en dos semanas.

-Neela, espera.- le pidió su madre cuando la joven estuvo a punto de dar un paso fuera del aula.

Todos habían abandonado la clase menos ella y Dalia.

-Tenemos que hablar sobre la prueba.

Neela y su mejor amiga se detuvieron en seco.

-Si fuera tan amable de dejarnos a solas, señorita Bunth.- dijo con un tono más disciplinario y una escueta sonrisa.

Dalia asintió dos veces con la cabeza ya que la primera vez se paralizó al ver la penetrante mirada de Lubvia a través de sus gafas.

-No te preocupes.- le susurró Dalia a Neela.- Iremos nosotros a la biblioteca, quizás averigüemos algo sobre los alquimistas. Te esperaremos ahí y si encontramos algo te lo haremos saber.

-Está bien. Ahora os alcanzo, no creo que tarde mucho.

Lubvia creyó que se estaban despidiendo así que ni se molestó en intentar escuchar mientras se sentaba en un escritorio apartado de la sala. La joven de cabellos rubios salió cerrando la puerta. Neela se giró hacia su madre. Hubo un silencio bastante típico entre ellas. Se acercó esperando que se pronunciara, pero se mantuvo quieta revisando unos papeles en su mesa.

-¿Y bien...?- se impacientó Neela- ¿Ya está decidida la fecha del examen?

-Será en un par de meses, pero aún no está concretada.

Neela hizo cuentas mentalmente esperando que no coincidiera con los preparativos de la Noche del Heraldo.

-Pero quería hablar de otra cosa.- Lubvia se quitó las gafas y las dejó sobre la mesa.- Estás demasiado adelantada para estar en el sexto curso y no se me permite enseñarte diferente materia que a tus compañeros. Aunque suene contundente, estás perdiendo el tiempo en mis clases, así que tendré que instruirte fuera de mi horario. Sólo serán unas horas después de cada clase conmigo. También le pedí a la profesora Vermillia que me deciera alguna que otra clase para que puedas practicar para la prueba. Las crónicas de Asheya pueden esperar. O si prefieres, puedes estudiar la historia del continente en tus ratos libres.

Neela sentía cada palabra como un peso que le iba agobiando más y más. Se preguntó cuánto tiempo estuvo su madre organizando cada día que iba a pasar en La Academia. Y eso que a penas había pasado un mes desde el inicio del curso.

-Quiero que empieces hoy.

Se levantó y cogió de una estantería varios libros. Los fue colocando en los atriles alrededor del pozo.

-Te tomará tiempo, pero cuando lo consigas ya habrás aprendido todo lo que un Maestro puede enseñarte. A partir de ahí todo se basará en entrenamiento personal.

Neela soltó un suspiro irónico. Ella misma se rio por dentro al haber pensado durante un segundo que iba a dejarla salir tan pronto. Enseguida abandonó esa fantasía.

-¿Qué es lo que me queda por aprender?

-La consistencia.- le contestó.

Aunque estaba acostumbrada al semblante serio de su madre, le estaba costando aguantarle la mirada. Con la ausencia de los cristales de sus gafas, sus pupilas azuladas se volvieron más feroces.

Lubvia se quedó con un tomo en la mano después de haber colocado uno en cada atril. Se acercó a la fuente y con un delicado movimiento de muñeca elevó tres burbujas de agua de la fuente. Las acomodó haciendo un triangulo debajo del libro y lo soltó.

Para sorpresa de Neela, no se cayó. No atravesó el agua, sino que se quedó suspendido encima de ella.

-Se trata de darle densidad suficiente para que sea capaz de soportar el peso. Debes darle fuerza al elemento, que una gota tenga el impulso de un torrente.- volvió a agarrar el tomo y retiró el agua a la fuente.- Comienza con un libro. A medida que vayas controlándolo, ve sumándole uno más hasta que consigas levantar todos.

-¡¿Todos?!- saltó Neela desbordada.- ¡No puedo hacer eso! Estoy segura de que me tomará años. No voy a poder dominarlo para dentro de dos meses.

-Confío en ti.- dijo con voz seca y una vaga sonrisa.

-¡Es imposible!- exclamó empezando a enfadarse por tanta presión.

En ese momento Lubvia se arremangó y extendió sus dedos a la fuente. Elevó una nueva burbuja mucho más pequeña que las anteriores. Separó los brazos violentamente. El agua se separó en gotas que de no ser por como reflejaban la luz, hubieran sido imperceptibles para Neela. De la misma manera que levantaba las manos, todos los tomos de los atriles empezaron a flotar delicadamente.

-No lo es.- rebatió Lubvia concentrada.

Esta vez sí se quedó asombrada con el poder de su madre. Reconoció una destreza que escapaba a sus propias aptitudes. No obstante, eso le irritó más aún; sintió ira en un escalofrío ardiendo por su columna. La soberbia con la que le contestaba, la constante imposición por mejorar y la falta de libertad que sentía. No quería hacerlo... pero no tenía otra opción.

Los tomos volvieron a posarse relajadamente sobre la piedra de los atriles.

-Esta bien.- accedió Neela sin mostrar su disconformidad.- Daré lo mejor de mí.

-Y lo conseguirás.

Esa era una frase que su madre le repetía una y otra vez. Y de las que más odiaba. Lejos de ser una forma de dar ánimos, ella lo sentía como una imposición.

-Quédate aquí practicando. Yo tengo una reunión con la directora Aether.-dijo Lubvia despreocupada.- Acuérdate de cerrar la puerta cuando termines.

Neela se mordió el labio inferior. Sintió que iba a explotar de rabia de un momento para otro. Apretó os dientes y se contuvo de contestar. Le dio la espalda ocultando unos ojos que empezaban a humedecerse de impotencia. Antes de que su madre saliera a los pasillos, Neela asintió. Lubvia se detuvo unos segundos con los ojos como platos cuando en lugar de escuchar "mamá", su hija pronunció con un tono frío:

-Sí, madre...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro