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14| El Habitante de las "Planicies"

Con un movimiento lento y precavido la chica se puso de pie sin apartar sus peculiares ojos de las pisadas, huellas frescas sobre la tierra. Aran vio a Mike y le dio dos pequeños golpes con sus dedos en la frente, esperaba despertarlo, y lo logro; con pereza el joven abrió los ojos y esbozo una pequeña sonrisa, pero al notar bien donde estaba se apartó con rapidez y un notable rojo se apoderaba de su rostro, tal fue su pena que en ese movimiento rápido su rostro golpeó el piso.

—Y-yo.—se apresuró a hablar hasta que fue interrumpido.

—No es el momento Mike. No estamos solos.—le interrumpió con rapidez la chica.

—¿No estamos solos?.—repitió aturdido el chico.

En vez de contestar la chica señaló el tronco. Aún desconcertado el chico vio el tronco... La marca. Ahora pálido volvió a ver a su hermana y el piso delante de ella, huellas recientes.

—Debemos salir de aquí, ya.—se apresuró a decir Aran.

Con rapidez y preocupación el trío se alejó de la zona, sus pasos cuidadosos les permitió ver bien el panorama, marcas en los árboles señalando con una flecha un camino a seguir y huellas en la dirección contraria. En ese momento sus instintos lo empujaron a poner en peligro su vida, siguieron el camino que señalaban las flechas, sin rechistar ni poner oposición alguna siguieron a Aran quien los guiaba siguiendo las señas. Después de una media hora habían llegado a una especie de cabaña sin casi nada a su alrededor, unos cuantos árboles se alzaban, pero no los suficiente para ocultar la morada; la "cabaña" parecía estar hecha sin mucho cuidado, era pequeña, solo una persona podía vivir ahí.

—Bien, Mike espera aquí, si alguien viene silba.—le indico Elizabeth.

El chico no dijo nada, solo dio un pequeño asentimiento. Por su parte Aran tomo su mano y le dedicó una pequeña mirada de preocupación, no le agradaba la idea de dejarlo solo.

—Estaré bien.—soltó Mike como susurro para calmar a Aran.

El elemental solo asintió con su cabeza y soltó su mano. Ambos elementales dejaron al antiguo afuera y se adentraron a aquella morada, la luz provenía de pequeños faroles que colgaban de unos ganchos toscos de madera, se escuchó el rechinar de la mamadera cuando ambos entraron, las paredes estaban cuidadas y unos pocos muebles de madera nada refinada se mostraron en el interior, el exterior la hacia parecer una morada lúgubre, pero por dentro era decente. Aran se dirigió a una de las puertas y se encontró con un almacén, sobre unos ganchos reposaba carne, carne ahumada que se conservaba mejor, lista para comer, y sin pensarlo dos veces el elemental tomo lo suficiente para el y sus amigos, se lo comerían ahora. Por su parte Elizabeth entro por la puerta contraria a Aran, ahora estaba en un cuarto que sólo contaba con una base para cama, sin colchón y unas mantas, y un pequeño armario entre abierto, la chica reviso un poco la desolada habitación, en realidad no había nada que ver. Mientras ambos seguían en lo suyo escucharon a alguien silbar... ¡Mike!, Alguien venía.

Con una velocidad casi sobrehumana ambos salieron de la cabaña. Un poco aparatado de la misma yacía Mike, pálido, sin apartar sus ahora temerosos ojos de la cabaña; al ver a ambos salir recuperó un poco de su color, pero el miedo seguía habitando en él.

—¿Mike?.—lo llamo Aran y se acercó unos pocos pasos.

—No, un paso más y lo quemo vivo.—replicó una voz monótona desconocida.

Los elementales se congelaron al oír esa otra voz, estaba bastante claro de quien era. Una figura hizo acto de aparición desde la espalda de Mike y se puso a su lado. Un chico de cabello particular y lleno de cicatrices... Un chico de ojos anormales para cualquiera.


La sorpresa seguía dibujada en el rostro de Aran, quien veía los ojos de aquel chico que los miraba de reojo. Un ojo naranja y el otro blanco, otro híbrido. Elizabeth también lo veía con sorpresa, siempre pensó que era la única...

—¿Quién eres?.—le pregunto Aran aún en shock.

—Las preguntas las hago yo, majestad.—le contesto aún con tono monótono.—¿Qué hace tan lejos de su reino, y por qué invade mi hogar?.—les pregunto con molestia.

—Creímos que estaba abandonado.— mintió Mike con rapidez.

—Claro, y yo soy normal chico.—le dijo sin perder su tono de voz y tomó su cuello.

Por unos pocos segundos Mike sintió como su cuello se quemaba y como todo el aire escapaba de sus pulmones. Por unos pocos segundos sintió que moría. Los elementales al ver la escena se apresuraron a lanzarse contra el desconocido, pero antes de poder tocar al chico quedaron suspendidos en el aire, un pequeño torbellino los había alzado y privado de movimiento.

—Dejemos la hostilidad de lado, solo quiero saber porque están aquí.—les indico con aburrimiento el chico.

—Solo queremos ver las tierras de fuego.—se apresuró a contestar la chica.

Justo en ese momento, el desconocido posó su mirada sobre Elizabeth por primera vez, y una expresión de sorpresa se apoderó de su rostro. Aprovechando el desconcierto Elizabeth logro manipular el metal abajo de ellos para crear una lanza y lanzarla contra el chico. Un pequeño hilo de sangre se deslizó por la mejilla izquierda del chico, pero parecía ajeno a esto, a su herida, no le importaba; antes de que Elizabeth pudiera hacer otro movimiento el torbellino la hizo flotar más alto.

—Así que es cierto, un híbrido especial apareció en su tierra majestad.—le dijo el desconocido con una chispa de ánimo.—Creí que era un simple rumor, un mito, pero vaya que es cierto.—añadió y vio a Elizabeth.

—¡Bajanos ya!.—ordenó Aran.

En ese momento los torbellinos bajaron su intensidad y dejó a ambos elementales sobre el piso. Mike se apartó con rapidez del desconocido y se arrojó a brazos de Aran, quien lo abrazo con fuerza y vio con odio al desconocido, por su parte Elizabeth vio al desconocido expectante.

—Okey, empezamos con el pie izquierdo, pero estaban allanando mi casa.—les dijo con calma.—Soy Joash, ¿Ustedes?.

—Elizabeth, ellos son Mike y Aran.—se presentó la chica.—Lamentamos haber entrado así a tu casa.—se disculpó por los tres.

-Lamento haberlos atacado.—se disculpo Joash.

-Dame una razón para no matarte ahora.—replicó Aran lleno de ira y sin soltar a Mike.

-No hay, mátame si quieres.—le respondió con su tono monótono.—Aunque matarme no calmara al chico claro.—añadió viéndolos.

Un gruñido se escapó de los labios de Aran mientras veía a Joash, por su parte ambos hermanos permanecían en silencio viéndolos a ambos.

—Miren si alguno de ustedes dos entre a la tierra de fuego, les irá mal.—les indico señalando a los hermanos.—Esas personas... Son una bola gigantesca de orgullo. No aceptan a nada que se diferente a ellos, a los grandes guerreros del clan del fuego.—añadió serio.

—Voy con ellos, no les harán nada.—le replicó el elemental de tierra.

-Tal vez no les hagan nada, tal vez si. El mejor consejo que les puedo dar es que no entren a la tierra de fuego.—respondió sin apartar la vista del trío.—Pero si igual irán... Iré con ustedes.—añadió con una sonrisa torcida.

—¿Qué te hace creer que dejaré que vengas con nosotros maldito?.—le gritó Aran.

—¿Por qué quieres venir con nosotros?.—se apresuró a preguntar la chica antes de oír la respuesta de Joash.

—Porque es aburrido estar aquí solo, y ustedes son interesantes.—le respondió el chico aún con esa sonrisa.—Además, no les vendría mal otro guía, ¿No?.

Aran bufo ante la actitud del híbrido delante de él, un completo idiota desinteresado, no podía describirlo de otra forma sin ofenderlo, solo era un idiota sin aprecio a su vida. Por su parte Elizabeth asintió con desconfianza sin apartar la vista de él.

—Bien, te dejaré venir... Pero si intentas algo te matare.—le indico la chica mientras le dedicaba una mirada asesina.

—Entendido, Elizabeth.—le contesto volviendo a su tono monótono.—En una hora va oscurecer, y no es bueno andar de noche por estas tierras, pueden quedarse a descansar.—les invito.

Sin decir una palabra Aran entro aún abrazando a Mike, el antiguo no volvió a abrir la boca luego del atentado que sufrió, aunque ya lo había vivido no podía olvidar como se sintió, sintió que moriría y no fue para nada agradable, le era imposible siquiera ver a ese híbrido. Por su parte la chica le dedicó una mirada de desconfianza al híbrido antes de entrar a su "casa", aunque tenía razón en su actuar violento nunca le perdonaría ese ataque, casi mata a su hermano, y solo por eso demostró no ser digno de su confianza... Aún. Por su parte el chico solo se quedo viendo a la nada, aún poseía esa expresión desinteresada.

—Esto será interesante.—soltó para sí mismo en su tono monótono.

Y así, sin dirigirse de nuevo la palabra cada quien se fue a una zona de la cabaña y descanso allí, el trío descanso en la pequeña sala de estar y Joash en la habitación casi vacía que era suya. Solo se vieron de nuevo cuando fueron por un poco de carne para comer... Nadie durmió mucho esa noche, y al despertar debían llegar a la tierra de fuego.

Continuará....

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Hasta aquí este capítulo, ya saben cómo es, estrellita y comentar ayuda mucho, sin más que decir hasta otra.

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