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12| Todo Cambia

Los cuatros portadores de magia recorrieron la Colonia mientras eran visto por los trolles, varios veían con intriga a los invitados de Aran, otros le dirigían mirada de respeto y reverencias, y unos pocos los veían con una combinación de miedo y odio, ambas cosas tan naturales y existentes en cualquier lado. Por raro que pareciese muchos trolles susurraban entre sí al ver a Atena, ninguno había visto a su majestad en persona, solo habían visto al joven rey Aran.

—Veo que volvió mi señor, y con invitados.—indico una voz gruesa y profunda.

Un troll yacía delante de ellos, de color marfil y con una notable joroba, empuñando un bastón de madera blanca con un cristal negro en su punta.

—Así es Drall, ella su majestad, la reina Atena.—dijo con un tono respetuoso que por poco lograba ocultar la burla en su voz.—Y ellos son Mike y Elizabeth, invitados especiales.—añadió con tono neutro.

—Que gran placer es verla majestad.—saludo respetuoso y bajando un poco su cabeza.—¿Y qué hacen aquí los cuatro?.

—Quería mostrarles el paisaje a mis acompañantes. Además de querer que Elizabeth practique un poco en este sitio.—le respondió de forma tranquila.

—Será un placer que los acompañantes de mi señor y mi majestad practiquen y vean los alrededores.—indico con una sonrisa sin mucha vida.

—Gracias por la hospitalidad Drall.—dijo con una pequeña sonrisa Aran.

—Es rey Drall.—aclaro con una sonrisa espeluznante.

—Claro, que gran hospitalidad rey Drall.—repitió Aran con molestia y burla y se fue antes de recibir respuesta.

Con pasos rápidos el trío lo alcanzó y se quedaron detrás de él.

—¿Practicar?. ¿A dónde vamos Aran?.—pregunto una incrédula Elizabeth.

—Ya lo verán chicos, serán unas hermosas vistas.—le respondió sin muchas ganas y siguió su andar.

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La tierra irregular había acabado y las chozas de roca habían quedado atrás, ahora los chicos yacían en un sitio con piso pulido y parejo con un techo en forma de cúpula, las paredes y el techo del mismo sitio estaba repleto de cristales de diversos colores y uno que otro material asomándose de forma discreta, era un sitio bastante amplio, como un estadio. Ahora estaba claro, estaban aquí para que Elizabeth siguiera entrenando, y que mejor forma que hacerlo que rodeado de minerales que podrían ser futuras armas letales.

—Ingenioso ¿No?. La mejor forma de entrar.—dijo Aran con una sonrisa llena de soberbia.

—Vaya, enserio es perfecto.—se limitó a decir Atena.

—Bueno, empecemos.—dijo manteniendo su sonrisa Aran.—Mike, sígueme.—añadió.

Como siempre los hermanos se separaron, Mike se fue junto a Aran a uno de los extremos del campo de entrenamiento y Elizabeth junto a Atena al otro.

Atena posó su mano sobre uno de los cristales y vio a Elizabeth, está seguía viendo el gran terreno con sorpresa. Parecía una niña mientras veía todo, estaba encantada con el paisaje, con los cristales, con todo; pero una lanza que cayó a sus pies la distrajo. Elizabeth vio la lanza con atención, era en su totalidad azul, como los cristales que la rodeaban... Atena solo sonrió al ver que Elizabeth había entendido el mensaje, la chica de ojos bicolor cerró sus ojos sin apartar la mano del cristal, este se volvió líquido y escurrió sobre sus dedos hasta haber creado varios anillos azulados no muy refinados; que mejor sitio que este para practicar con la manipulación de minerales.

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Sin dar mucha explicación Aran escaló varió de los cristales y vio desde lo alto a Mike, este solo le dedicó una mirada confusa al elemental mientras lo veía de abajo.

—Sube, Mike.—se limitó a decir Aran.

—¿He?.—salió con confusión de sus labios.

—Sere sincero Mike, eres peso muerto. La magia de los antiguos no es la más indicada para pelear, y por lo que veo tu solo la usas para conectarte con el mundo y para controlar las emociones; no puedes seguir así, no puedes depender de Elizabeth en los conflictos, debes hacerte fuerte.—le indico tranquilo.

—¿Te refieres a?.—pregunto viéndolo.

—Entrenamiento físico, lo necesitarás, te lo aseguro.—le respondió a secas.—¡Ahora sube!.—replicó con autoridad.

Mike vio a la cima con duda, ¿Enserio por eso estaba aquí?. Aran yacía con una expresión sería y molesta mientras lo veía.

—¿Pero qué esperas?. ¡Sube!.—le gritó con molestia.

Un suspiro se escapó de los labios de Mike mientras su vista seguía sin despegarse de la cima, esto iba a ser difícil. Con dificultad, Mike emprendió su subida, era algo torpes y se resbalaba, pero no caí, ni tampoco se daba por vencido, subiría, se haría fuerte.

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Dos, tal vez tres horas habían pasado desde que empezaron a entrenar. La manipulación de minerales de Elizabeth había mejorado al estar rodeada de los mismos, ayudaba ver el mineral que tomabas para manipular, la había ayudado mucho, ya no solo creaba pequeños anillos, había logrado crear algunos collares y una pequeña daga. Por su parte Mike sudaba y jadeaba después de tanto esfuerzo físico, no solo había escalado usando los cristales de apoyo, Aran le había hecho levantar unos cuantos como pesas y lo hizo ejercitarse sin parar, el pobre casi vomitaba toda su comida en dos ocasiones. Justo ahora los cuatro descansaban sobre el frío piso, Mike acostado mientras respiraba con agitación, Aran a su lado viéndolo con una sonrisa de burla, a su otro lado Elizabeth veía su nuevo collar, simplemente hermoso, y por último Atena veía los cristales con una pequeña sonrisa.

—¿Sigues vivo amigo?.—pregunto con una notable burla Aran.

—Casi... A medias.—le respondió con voz entrecortada Mike.

—Vamos Mike, no es para tanto, antes solíamos correr por el bosque.—dijo con algo de nostalgia Elizabeth.

—S-si pero tomábamos descanso.—le respondió Mike con una expresión de molestía hacia Aran.

—Pero fue divertido, ¿No?.—pregunto aún sonriendo con burla.

—Si, fue divertido.—respondió Atena antes que el resto.

Los tres solo miraron a Atena, quien seguía sonriendo mientras veía los cristales. Por mero instinto el trío también sonrió y se acomodo para ver los cristales, de cierta forma era hermoso, realmente hermoso, no como la zona muerta.

—Atena.—la llamo la chica de cabello bicolor.

—¿Si?.—dijo sin apartar su vista.

—¿Qué ocurrió en la zona muerta?.—soltó al aire y ambos hermanos le vieron una expresión de confusión y algo de terror.

—Cuando llegamos... Lo hicimos por mar, desde la playa de los humanos llegamos a la zona muerta... Playa de aguas grises y arenas del mismo color, palmeras muertas.—añadió Mike al ver la expresión de ambos hermanos.

—Y... Mike invadió la memoria de una de las palmeras, se conectó con ella... ¿Qué ocurrió ahí?.—pregunto de nuevo Elizabeth pero más nerviosa..

La expresión de ambos hermanos aún no se borraba, aunque la confusión los había abandonada el terror seguía intacto. Al notar las miradas de ambos hermanos Aran tosió para desviar la atención y Atena se puso seria, muy seria para el gusto de los hermanos.

—Ahí empezó todo, la primera batalla... El comienzo del Gran Cisma.—solto sin rodeos Atena.—Nuestros padres nos contaron la historia. Hace mucho tiempo, antes de la guerra, este sitio era llamado América Latina, en este sitio vivíamos los elementales, todos, separados entre nosotros pero unidos a los humanos y al resto del mundo. Hasta que los problemas empezaron, elementales contra humanos, cada elemental por su cuenta. Pero realmente todo empeoró cuando las fuerzas humanas se unieron y todos los países nos declararon la guerra, llegaron por esa playa por la que ustedes llegaron, nuestra gente los esperaba... Pero no bastó.—contó con suma seriedad y luego vio a Aran.

—Nuestro abuelo nos contó que paso... El caos, llegó el caos. La magia volaba contra los humanos y los asesinaba, las balas volaban contra los elementales y cegaba su vida, muerte por todos lados. La pólvora estaba en el ambiente, se unió a la tierra, al mar, igual que el caos y la muerte, todo eso se unió a esa tierra.—les contó Aran mientras veía a la nada.—Los elementales ganaron, pero su magia junto a la destrucción los hizo perder esas tierras; y la guerra siguió, siguió y siguió hasta que nuestras tierras fueron arrancadas y separadas de los humanos y se firmó el tratado de paz.—finalizó Aran y los vio.—Nuestro abuelo vivió todo eso, y deseaba poder olvidarlo.—añadió aún viéndolos.

La tensión se sintió en el ambiente, esa sensación reconfortante y de paz se había quebrado con tan solo una pregunta. Ambos hermanos se vieron y luego vieron a los elementales; El Gran Cisma, la guerra que había acabado el viejo mundo y formado el nuevo... Con un gran misterio tras si, ¿Por qué comenzó realmente?. Era un misterio, pero por este día había sido suficiente, no podían seguir hablando de la guerra.

—¿Nos vamos?.—pregunto Elizabeth para romper la tensión y los elementales solo asintieron.

Se pusieron de pie sin decir nada y emprendieron camino. Aran se veía disperso, temblaba, y sin perder el tiempo Mike tomó su mano y le dedicó una sonrisa cuando este volteo a verlo, le daba su apoyo. Atena por su parte mantenía un semblante serio, bastante anormal en ella. Elizabeth solo se acercó a ella y le mostró los anillos que había hecho, sin entender mucho Atena se detuvo y lo siguiente que supo fue que Elizabeth le había puesto uno de los anillos.

—Es una señal de que somos amigas.—se limitó a decirle con una pequeña sonrisa y siguió caminando.

El ambiente se relajo, la tensión se disminuyo. Pero el nerviosismo de ambos chicos era obvio para las chicas, y estás solo soltaron unas pequeñas risas. La paz había vuelto.

Continuará...

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Los problemas nos ayuda a evolucionar, las guerras nos llevan al futuro del mundo. Espero les haya gustado este capítulo, estrellita y compartir ayuda mucho, y hasta otra amigos.

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