Aran caminaba de forma lenta mientras se alejaba de la mansión; se había detenido para ver a ambas chicas practicar y eso le había sacado una sonrisa a Mike, Elizabeth mejoraba. Pero ahora seguían su andar, se alejaban de la mansión y del pequeño poblado, una vez afuera Mike volvió a ver el bosque por el que habían llegado, una sola pregunta se formó en su cabeza, ¿Me matará?.

—¡Kali, ven pequeña!.—gritó el chico y después silbo.

Después de unos pocos segundos de silencio la gran bestia hizo acto de aparición y se abalanzó contra Aran, una vez en el piso lamió el rostro del chico mientras Mike veía la escena confuso.

—Chica, confío en ti, eres mi guía.—le dijo a la bestia y está solo soltó un corto aullido como respuesta.

Kali se apartó del elemental y emprendió una pequeña carrera, rodeo el bosque en el que se encontraba el pueblo de los elementales; Aran lo siguió con pasos lentos y Mike se quedó viéndolos.

—Muévete chico.—gruñó Aran.

—¿H-he?, Claro.—respondió algo temeroso Mike.

Mike se movió de forma torpe y siguió a Aran, este solo soltó un bufido en señal de reclamo y siguió caminando; Kali los veía a ambos desde la distancia, si se rodeaba el gran bosque que resguarda el poblado se podía ver una larga pradera, algo hermoso; Kali volvió a emprender carrera hacia la gran pradera de pocos árboles y ambos chicos la siguieron, más allá de la pradera había un bosque, grandes árboles se alzaban de forma imponente y su follaje turquesa resplandecía con el sol, árboles mágicos.

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Kali descansa sobre una de las raíces de los árboles mientras que ambos chicos veían los árboles, el bosque estaba lleno de cerberos, trolles, centauros y hombres mitad toro mitad humanos que vestían tapa rabos y harapos; minotauros, estos median casi lo mismo que ambos chicos, otros eran más altos, y todos eran fornidos. Ninguna de las criaturas se acercaba a Aran, lo veían desde la lejanía, tal vez con miedo o respeto; Mike por su parte veía a todas las criaturas asombrado, era realmente maravilloso, increíble.

—Se que es la primera vez que ves tantas criaturas mágicas juntas, pero verlas así es de mala educación, las asustas.—le dijo en forma de reclamo pero tranquilo Aran.

—L-lo lamento.—se disculpó Mike y apartó la mirada.—¿Por qué estamos aquí?.—se ánimo a preguntar.

—Necesitaba aire fresco.—se limitó a responder y sentarse bajo la sombra de un árbol.

—Tu… Atena y tú mandan en estas tierras, ¿Cierto?.—pregunto algo temeroso.

—¿Tu qué crees?.—le respondió sin ganas.

Mike permaneció en silencio al recibir esa "respuesta" tan vaga; tal vez no era la mejor idea preguntarle cosas privada a alguien tan inestable como Aran, y más en este momento.

—¿Hace cuanto tiempo viajan ustedes dos?.—le pregunto Aran para romper el silencio.

—Desde que tenemos memoria, se podría decir que somos aventureros.—le respondió con una leve sonrisa.

—Que gran mentira, Mike.—dijo con un tono neutro el chico.

—¿Qu-qué?.—pregunto temeroso.

—Se que ocultan cosas, los dos; al menos podrías ser sincero con eso, ¿No?.—le dijo de forma directa.

De los labios de Mike salió un gran suspiro, enserio que se le daba mal mentir, y necesitaba que él confiara.

—Viajamos desde que cumplimos 12 años.—respondió de forma sincera Mike.—No hemos tenido un hogar desde que cumplimos esa edad, no hemos podido dejar de movernos…—añadió de forma triste.

De nuevo silencio; Mike tuvo un viaje a sus propios recuerdos, sus viajes, sus "aventuras", mejor dicho sus desventuras, el sufrimiento... Solo había aguantado por algo; Elizabeth, ella era su pilar.

—Nuestros padres… Nuestros padres murieron.—soltó Aran.—Solo Atena sabe que paso, nunca ha tenido el valor para decírmelo; y desde sus muertes nosotros hemos sido los líderes, yo cazo, investigo, y hago ropa.—dijo señalando su propia vestimenta.—Esto está hecho de piel de jabalí y piel de unos minotauros, eran rebeldes, es cómodo; y Atena dirige, nos dirige al futuro como buena líder.—añadió viendo el paisaje.

—Entonces, tu exploras, cazas, eres el visionario; y Atena cuida el fuerte y los dirige.—dijo como repaso Mike.

—Así es.—le indico más calmado.

De nuevo ambos se quedaron en silencio, viendo el ahora solitario bosque; las bestias se habían alejado.

—¿Enserio son hermanos?.—lanzó al aire Aran.

—¿Eso importa?; No hace falta compartir sangre para ser hermanos.—le respondió Mike serio.

—Entonces no.—dijo a secas.—¿Como nació ella?.—pregunto con duda.

—Eso no te lo puedo decir Aran, te lo debe decir ella.—respondió viendo sus manos.—Lo único que te diré... Es que ella odia ser lo que es, ella es quien más se odia.—añadió triste.

—¿Tu cabello?.—lanzó al aire.

—Lo pinté así por ella, para que no se sintiera extraña.—respondió para agarrar un mechón de su cabello.—Ya me acostumbré a verme así, bicolor.—añadió y luego rió.

Aran solo mostro una pequeña sonrisa, algo casi invisible para Mike, pero logró verla por poco.

—¿Harías lo que fuera por Elizabeth?.—pregunto Aran.

—Daría mi vida si con eso logro verla feliz.—respondió sonriendo Mike.

—Ella tiene un buen hermano.—se limitó a opinar.

—Deseas proteger a Atena ¿No?, Así te cueste la vida.—pregunto Mike y recibió un asentamiento como respuesta.—Somos buenos hermanos.—añadió sonriendo.

—Con hermanas problemáticas, ¿No es así?.—pregunto Aran con burla.

—Así es.—respondió Mike y rió.

Ahora de nuevo había silencio, pero ya no era ni incómodo ni molesto, solo era un silencio tranquilizador. Ambos se quedaron viendo el silencioso bosque y las bestias que lo habitaban, estás se iban con pasos lentos dejando totalmente solos a ambos chicos; Mike veía el interminable follaje de los árboles mientras que Aran solo lo veía a él, era un sujeto de lo más interesante, daría todo por su supuesta hermana a pesar de ser mucho más débil, ¿Por qué harías tanto por alguien?, Para el joven rey eso no tenía sentido.

—¿Como fue tu niñez?.—soltó su pregunta al aire sin dejar de ver al chico.

—Mi niñez...—repitió Mike.—Mi niñez no fue la mejor.—soltó sin ánimos.

Aran le dedicó una mirada repleta de intriga, quería saber más del antiguo que tenía delante de él, no le podía haber ido tan mal en su vida, ¿Cierto?.

—Toda mi niñez... La viví encerrado; n-no recuerdo que edad tenía cuando llegue a ese sitio, pero nunca lo olvidaré. Piso frío, goteras, humedad, soledad... S-su son-sonrisa, esa ma-maldita sonrisa; todos esos ojos clavados sobre mi, esa comida que parecía vomitó, esa agua tan amarga... E-el dol-dolor, sus ma-manos, su-sus palabras...—con cada palabra su voz parecía romperse más y unas lágrimas amargas bajaban de su rostro.—Y-yo nu-nunca podré, nunca po-podre olvi-dar lo qu-que me hizo... Su-su mal-maldi-ta son-sonrisa.—y en ese momento su voz termino de romperse y empezó a soltar susurros inentendibles.

No le podía haber ido tan mal en su vida, ¿Cierto?. La pregunta se había grabado en la mente de Aran... Y justo ahora sonaba tan estúpido verlo así, era obvio que había sufrido, era imposible que hubiera llevado una buena vida; todos los poseedores de magia estaban malditos. Una que otra lágrima acompañada de un sollozo salía de la boca de Mike, aún dolía; pero antes de que pudiera recuperarse sintió que unos brazos le rodeaban, Aran lo abraza con fuerza para consolarlo... Sentía pena por él.

—Chico, vamos, te mostraré el bosque.—le dijo Aran con una sonrisa de lado para animarlo.

—Cla-claro va-vamos.—contesto Mike aún sin recuperarse por completo pero sonriendo.

Aran solo hizo su mejor esfuerzo para sacarle una sonrisa al chico, le hablaba de las bestias mágicas, le contaba de los hermosos bosques turquesa, le hablaba de las grandes cavernas donde vivían los trolles y los cristales que habían en ellas; le contaba acerca de su mundo, y eso parecía alegrar al chico, por alguna razón le encantaba oír de las bestias y como estás diambulan por un mundo libre... Pero también quería verlas, y el joven rey se ofreció a mostrárselas, haría lo mejor que pudiera para alegrar lo.

Continuará...

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Hasta aquí el capítulo, espero que les haya gustado. Ya saben estrellita y compartir ayuda mucho, hasta otras amigos.