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05| Las Secuelas Del Caos

—Por unos segundos todo estuvo oscuro, no había nada más allá de la oscuridad; pero entonces gritos, por todos lados, sufrían. La luz me cegó por unos momentos, pero luego pude ver todo bien; tantos elementales "unidos", peleando contra los humanos, la magia y los disparos volaban, oía como el metal de las espadas y escudos se encontraban, pero más allá de ellos podía escucharlo bien, escuchaba sus súplicas, muchos querían dejar de pelear... Sufrían; para ese entonces la palmera debió ser una pequeña planta, y fue regada por la sangre de muchas personas.-le contó con un tono vacío.

—Mike.—Elizabeth se limitó a llamarlo y este lo vio.—Este sitio... Lo que viste fue parte del gran cisma.—le informo algo seria.

—La guerra.—dijo de forma distinta después de unos segundos.—Podía oírlos, sus gritos, querían abandonar la pelea, no querían morir.—repitió llevándose las manos a la cabeza.

Elizabeth solo se acercó a su hermano para abrazarlo y consolarlo; vio al sitio donde alguna vez estuvo la palmera de hojas negras y Mike lo noto.

—Era mágica... Estaba maldita, se mantenía de pie solo por la magia... Quería olvidar todo lo que vio.—soltó como susurro.

—Ya, ya está descansando.—le recordó de forma inquieta mientras lo consolaba.

Pasaron una media hora descansado sobre la arena, recomponiendo se de esa experiencia tan anormal; de su bolso Mike saco algo de comer, lo último que les quedaba, lo compartió con su hermana; ambos comieron viendo como el sol intentaba reflejarse en las grisáceas aguas, realmente no era la escena más linda, de hecho era una escena inquietante, esas aguas grises parecían tragarse cualquier rastro del sol. Descansaron un poco luego de haber comido y vieron al frente, el camino que debían tomar; grandes árboles se alzaban de manera impotente ante ellos, era claro que todo rastro de luz desaparecía después de adentrarse al bosque, el follaje de los árboles lo cubrían todo, definitivamente no sería un viaje muy agradable.

—¿Enserio es por ahí, no hay un mejor camino?.—pregunto Mike viendo el sendero del bosque.

—Es el único camino.—le dijo seria.—Vamos, entre más rápido entremos más rápido saldremos.—añadió decidida.

Un pequeño quejido escapó de los labios del chico al ver como Elizabeth se adentraba al bosque, y sin más que hacer la siguió, mejor estar juntos en ese lúgubre lugar que estar solo en esa horrenda playa.

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Con pasos lentos ambos recorrían el tétrico bosque, Elizabeth caminaba al frente con su mano extendida; de su palma una llama de fuego se daba a relucir, gracias a ella podían ver el camino a seguir; por su parte Mike iba detrás, con pasos algo torpes ya que no veía muy bien, su mano tocaba ocasionalmente la áspera madera de los árboles y en ese momento las memorias invadían su mente sin permiso alguno; gritos, muerte, caos; el chico sacudía su cabeza cada vez que ocurría, no quería seguir viendolo, le había quedado claro, este sitio fue el hogar del caos y la desesperación. La chica había notado el extraño caminar de su hermano hace unos momentos, le preocupaba, realmente le preocupaba.

—¿Quieres descansar Mike?.—le pregunto de forma preocupada.

—Puedo seguir.—se limitó a responder.

—¿Seguro?, Se que no estás bien.—le dijo más preocupada.

—Tranquila, estoy bi.—decía de forma insegura el chico hasta que vio algo.

—¿Mike?.—lo llamo la chica.

El nombrado solo señaló entre los árboles con incredulidad, Elizabeth llevó su mirada al punto con rapidez, ¿Corrían peligro?. Pero al ver lo que merodeaba entre los árboles su expresión también se volvió de incredulidad; un perro, pero no uno cualquiera, un perro con tres cabezas; un cerbero; el perro se movía entre la oscuridad que le brindaban los árboles, su pelaje negro se veía desaliñado y sus costillas se marcaban un poco; estaba muriendo de hambre. El cerbero se alzó en dos patas apoyándose de un árbol, con dos de sus cabezas golpeó la madera del mismo y luego vio arriba esperando recibir algún fruto... Nada. Un gruñido se escapó de las bocas de la bestia y luego vio a sus invitados, los hermanos; Mike y Elizabeth retrocedieron unos pocos pasos de forma lenta, pero por su parte el cerbero se acercó con lentitud, se preparaba para atacar, los iba a devorar.

Sin previo aviso la bestia se lanzó al ataque, con un movimiento rápido Elizabeth cubrió las patas del animal con una fina capa de hielo y seguido a eso unas enredaderas amarraron sus patas y lo hicieron acostarse en el suelo de forma gentil. Mike se acercó con pasos lentos al animal, en ese estado no se veía tan rabioso; pero al ver a su antigua presa acercarse gruñó y luego ladró, el chico solo cerro su puño y en ese momento las enredaderas se hundieron en las patas del animal y soltaron un tenue brillo amarillo; el pequeño brillo calmo al animal y lo hizo dormir, descansar; ambos hermanos se dedicaron una mirada de pena, ese pobre animal moría de hambre en esta zona... Moriría.

—No podemos hacer nada.—le informo algo dolida la chica.

—Lo se.—soltó como susurro el chico.—Solo sigamos por otros rato.—añadió de forma calmada.

Elizabeth solo dio un débil asentimiento y siguió caminando; Mike por su parte volvió a ver al animal, indefenso y débil en el oscuro bosque.

—Lo lamento amigo.—comento el chico viéndolo.—Tu amo no volverá, murió en la guerra... Lo vi, los vi.—añadió de forma nostálgica.—Solo tu te salvaste.

Después de esas palabras lanzadas al aire Mike siguió con su andar, era doloroso, pero ese animal ahora estaba solo, se había vuelto una bestia; esas eran las secuelas de la guerra.

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Habían caminado por un buen tiempo por ese bosque que parecía no tener fin; su aspecto lúgubre había disminuido, ahora entraban unos pocos rayos de luz naranja e iluminaban un poco; se habían topado con otros cerberos, con aspectos igual de descuidados que el anterior, pero estos no se acercaban a los hermanos, eran temerosos. El hambre había irrumpido en ambos, tanto caminar sin tomar descanso era algo dañino; Mike se recostó contra un árbol mientras que Elizabeth se quedo viendo a la copa de los mismos.

—¿Crees que haya algo de comer?.—le pregunto la chica viendo las hojas.

—No... Está zona, quedó muy afectada por el gran cisma, la tierra está media muerta.—le respondió abrazando sus piernas.—la única esperanza que tenemos es seguir avanzando y ver que encontramos.-añadió serio.

—No podemos seguir Mike.—le informar Elizabeth y se sentó a su lado.—Tenemos unas tres horas caminado, no hemos dormido bien en dos semanas, y no hemos comido bien; ya no podemos seguir._añadió con cansancio.

—Entonces, ¿Qué haremos?.—le pregunto de forma débil.

—Dormir, aprovechemos que está vez no estamos en el mar y durmamos.—respondió y se acostó sobre la tierra húmeda.

—En realidad... No es mala idea.—respondió Mike y se acomodo dejando su espalda contra el árbol.

—Descansa hermano.—se despidió la chica y se acomodo para dormir.

—Tu igual, hermana.—se despidió el chico y cerró sus ojos.

Abrazados por el hambre y sed, ambos hermanos se dispusieron a dormir, con las pocas fuerzas que tuvieran al despertar seguirían... Igual no era la primera vez que pasaban por algo así; pero está vez, sufrían por lo que había ocasionado el gran cisma. Las disputas nunca traen nada bueno.

Continuará...

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Y hasta aquí el nuevo capítulo; espero que les haya gustado, estrellita y compartir ayuda mucho lo saben, y hasta otra mis amigos.

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