04| Zona Muerta
Esto es horrible, este frío, está soledad; quiero volver a casa, quiero ver a mis padres... Sentí como unas lágrimas se deslizaban por mis mejillas, no podía evitar soltar uno que otro sollozo aunque sentía un nudo en mi garganta, tan humillante, tan doloroso, tan vergonzoso; esos hombres... No pude soportar más y más lágrimas junto a sollozos salieron, ya no lo soporto, solo quiero volver, ¡Quiero volver a casa!.
—O-oye.—me llamo una voz tímida proveniente de la nada.
Mis cabellos se pusieron de punta, me habían oído... Me habían oído llorar tan patéticamente; las lágrimas amargas rodaron por mi rostro dejando una especie de ardo tras si, había logrado callar mis sollozos, pero no detener la cascada de lágrimas.
—¿Es-estas bien?.—pregunto la misma voz de forma insegura.
Estaba por responderle cuando un sollozo contesto por mí, no estaba bien, para nada bien, los extraños.
—Tu también...—dijo con voz apagada
—¿Yo tambien?.—pregunté entre sollozos.
—Te secuestraron.—sentenció serio.
Una corriente eléctrica recorrió toda mi espalda mientras mi cuerpo se tensaba, ¿No estoy sola?. Me arrastre por el frío piso de mi celda, el frío penetraba contra mis costillas apesar de mis harapos blancos, apoye mis manos contra la fría pared y cerré los ojos, imaginando a la persona que estaba del otro lado. ¿Un niño? Tal vez lo era, de mí misma edad, vistiendo igual de mal que yo... Una sonrisa apareció en mi rostro, lo pude sentir, me sentía algo feliz, no estoy sola, no estoy sola aquí, ahí otros... Y también sufren; mi sonrisa desapareció y quedé apoyada contra esa pared, viendo al otro rústico muro mientras el silencio reinaba.
—¿Estás dormido?.—le pregunte al desconocido.
—No... No quiero dormir.—me respondió temeroso.
—Pero debemos dormir, ¿No?.—le recordé con una voz vacía.
—Quiero salir de aquí, cuando salga dormiré.—me dijo de forma rápida.
—¿Salir, es posible?.—pregunte con interés... ¿Si puedo huir?.
—Debe ser posible, pero nadie lo ha intentado, tienen-tenemos miedo.—me respondió con vergüenza.
—Mi papá decía que el miedo solo es el precursor del valor.—dije de forma nostálgica.—Dices que debe ser posible huir, pues huyamos.
—Eres muy valiente, si tú nos guías tal vez si podamos.—dijo con más ánimo.—Oye, ¿Como te llamas?.-añadió con interés.
—Yo soy...
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—¡Elizabeth!.—gritó Mike mientras la veía.
—¿Qué ocurre?.—respondió la chica aún adormecida.
—¡Mira!.—gritó con una mezcla de sorpresa y algo de miedo.
La chica de cabello bicolor vio a su alrededor de forma tranquila, o al menos fue así hasta que vio bien el mar que los rodeaba; las aguas cristalinas ya no los acompañaban, habían quedado atrás, en su lugar habían arribado en un mar de color grisáceo, ya no podía ver la arena dorada debajo del mar, no habían peces que los siguieran, y el calor, no lo había notado, pero el calor empezaba a ser intenso, ¿Habían llegado después de una semana de interminable mar?.
—Es horrible.—comento el chico viendo el nuevo ambiente.
—Es zona muerta.—aclaro la chica viendo al cielo ahora lleno de niebla.
—¿Estamos cerca?.—pregunto con interés.
Elizabeth solo alzó sus hombros en señal desconcierto y vio al frente, en realidad ya casi no se veía nada. La chica creo una pequeña bola de fuego en su palma para alumbrar su camino mientras que las olas volvían a moverlos con cierta rapidez; por su parte Mike yacía en posición de meditación, tratando de ignorar su nuevo ambiente, intentando captar una señal de vida... Algún rastro.
—Más adelante.—indico el chico con ambos ojos brillando.
—¿Vida?.-pregunto con cierta esperanza.
Después de unos segundos de silencio el chico miro a Elizabeth, con una expresión extraña, no era dolor, tampoco era miedo, muchos menos felicidad, su expresión estaba entre sorpresa y desconcierto.
—Creo... Algo parecido.—respondió de forma vaga confundiendo a su hermana.
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Ambos habían arribado en una pequeña playa, pero para sorpresa de ambos no era la típica playa que se pintan para obras de arte, no era para nada linda; la arena de la misma no era dorada, parecía tierra muerta, grisácea al igual que el mar, no habían palmeras altas, por el contrario habían pequeñas palmeras que parecían esforzarse por crecer pero no lo lograban, las pocas que había crecido tenían todas sus hojas marchitas, pero no terminaban de morir... Se aferraban a su vida. Ambos hermanos se bajaron de su balsa, y mientras la chica jalaba la balsa para poder desarmarla, el chico se acercó a la "palmera muerta" y posó sus manos sobre ella.
Un pequeño grito se escapó de la boca del chico, la chica se movió con rapidez para ver bien que le había pasado; los ojos de Mike brillaban de un intenso amarillo mientras veía y tocaba el árbol, era como si su vista fuera sido atrapada por la corteza del mismo.
—¿Qué ocurre Mike?.—pregunto Elizabeth con cierta preocupación.
—Duele.—susurro con dolor.—Le duele.
—Ya basta.—dijo con autoridad.
Elizabeth tomó su mano decidida a hacer que dejara de tocar el árbol, pero está seguía firme sobre el; con una expresión de molestía ya que Mike se había dejado llevar de nuevo tomó su brazo con sus dos manos, y lo jalo con todas sus fuerzas para que dejara de tocar el árbol... Nada, sus manos seguían firme sobre la corteza, como si sus palmas fueran sido pegadas al árbol. La chica se preocupo más y se puso detrás de su hermano, abrazo su cintura y con todas sus fuerzas de nuevo jalo, debía despegar lo; pero no paso nada, sus manos seguían ahí, pegadas; murmullos de parte del chico se empezaron a oír, lo único que se escucho con claridad fue "duele".
—Lo lamento Mike.—se limitó a decir la chica y posó su mano sobre la corteza.
Una pequeña llama salió de su palma, la corteza fría del árbol ahora era cálida, y pocos segundos luego se sentía como tocar un metal al rojo vivo; un gritó de dolor salió de la boca del chico y este despegó su mano del árbol, vio su palma con cierto terror al notar como unas raíces sobresalían de su propia mano,¿El árbol lo estaba reteniendo?. Con pasos lentos Mike se alejó de la palmera, Elizabeth por su parte dejó su mano ahí por otros segundos, los suficientes para que toda fuera consumida por fuego; mientas las cenizas y el humo se alzaban de la palmera incendiada un gritó se oyó, recorrió toda la playa muerta y espanto a sus únicos pobladores, ese gritó tan espantoso... El gritó de un moribundo.
—¿Qué ocurrió Mike?.—le pregunto a su espantado hermano que descansaba en la arena.
—Sufría... Moría lentamente... Lo vio todo.—soltó como murmullos.
—Mike, ¿Qué viste?.—le pregunto preocupada.
—Muerte. Guerra.—le respondió a secas.
—Es díficil... Pero cuéntame, ¿Qué pasó aquí?.—pidió de forma tranquila.
Mike alzó su vista hacia su hermana, aún se podía ver el terror en sus ojos, fue tan vivido, tan real... El chico asintió de forma débil con su cabeza, le contaría lo que vio, muerte.
Continuará...
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¿Una playa gris sería horrible?, Yo me la imagino espantosa la verdad. Bueno chicos hasta aquí este capítulo, espero les haya gustado; votar y compartir ayuda mucho, y ¡hasta otra amigos!.
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