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03| Punto Sin Retorno

—Debemos irnos.—indico la chica después de comer.

—¿Tu crees?.—se limitó a preguntar el chico mientras comía su última fruta.

—Es la quinta vez que esto ocurre, no creo que nos soporten más tiempo.—le recordó con calma.—Debemos irnos hoy.—añadió.

—Esta bien, iré a empacar.—le informo el chico.

El chico fue con pasos lentos hacia su habitación, en el piso yacía esparcido el líquido y vidrio de aquellas botellas, manchando las maderas, era casi seguro que la madera se llenaría de moho una vez que ambos abandonaran el apartamento; este sitio había sido el hogar de ambos en los últimos meses, y ahora debían irse... Como siempre debían huir, pero al menos esta vez estuvieron más tiempo. Con nostalgia se dedicó a guardar sus ropas en una mochila y las de ella en otra, no eran las mochilas más lindas ni ostentosas, pero funcionaba; el día que ambos llegaron a esa ciudad pudieron pasar desapercibidos, vivir en paz, hasta que perdió el control gracias a sus sueños  y los descubrieron, no les demostraban tanto odio, pero si pavor, le temían a ambos, hasta que poco a poco la situación se salió de control, ya no les temían, los odiaban, y esto había sido el colmo, si no se iban... Lo más probable es que quemaran todo su edificio mientras dormían. Perdido en sus pensamientos el chico termino de organizar sus mochilas, tenían todo listo; sin pensarlo mucho salió de la habitación y vio a Elizabeth, había dejado la comida de ambos sobre la mesa, les alcanzaría para una semana de viaje.

—¿En mi mochila?.—pregunto Mike.—Tengo menos ropa que tu.—añadió con una pequeña sonrisa.

—Claro, guarda eso y nos iremos por la entrada de emergencia.—le respondió seria.

—¿Iremos al mar verdad?. ¿Seguiremos ese camino?.—pregunto con cierta intriga.

—Si, es la única forma de llegar.—le respondió a secas.

—No habrá vuelta atrás una vez entremos al mar Iza.—recordó serio.

—Lo se Mike, pero debemos seguir, debemos verlos con nuestros propios ojos.—le respondió igual de seria.

—Bien, solo veía si era definitivo.—comento el chico y esbozo una pequeña sonrisa.—Vamos.—añadió listo.

Elizabeth vio a su hermano por unos segundos; no pudo evitar mostrarle una pequeña sonrisa y luego darle un golpe amistoso en su brazo, Mike solo sonrió otro poco y camino listo para irse; la situación podría ser pésima, pero si estaban juntos podían superarla, sin importar que.

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El dúo de hermanos se adentró a la ciudad natural, habían logrado irse de su apartamento sin llamar la atención, desaparecieron cual fantasma; pero había algo raro, muy raro, ningún ciervo los había recibido, ningún animal estaba cerca, la ciudad estaba sola. Mike camino viendo los altos edificios bañados de enredaderas, era realmente hermoso, podría subir por una de las enredaderas del edificio y ver todo desde lo alto, sería útil... Y divertido.

—¿Seguro que es por aquí?.—dijo una voz misteriosa.

—Claro que estoy seguro.—reclamo otra voz de forma tosca.

—No peleen.—indico con calma una tercera voz.—No miente, cerca hay un pequeño pueblo, no creo que encontremos algo grande, pero bastará por ahora.—les informo sin perder la calma.

—Ya la escucharon.—dijo la primera voz después de segundos de silencio.—¡Vamos!.

Seguido a esas palabras se escucharon gritos de afirmación, cazadores, eran los cazadores, iban a saquear el pueblo; los pasos se escuchaban con eco por todo el sitio, ambos hermanos voltearon con rapidez a los lados, podían escucharlos cada vez más cerca. Mike señaló las enredaderas y ante esto Elizabet asintió con la cabeza, subir por ellas era los más seguro, escalar. Ambos subieron con rapidez y lograron huir de los cazadores, estaban en la cima del edificio viendo todo, desde este sitio podían ver el "árbol mágico", el bosque, y más allá de él el mar, pintado en el horizonte de forma imponente, como si no tuviera fin... Y pensar que debían atravesarlo.

—¡Mike!.—llamo la chica y seguido lo jalo para que se alejara del borde.

—¿Qué ocurre?.—pregunto desconcertado.

La chica solo posó sus dedos sobre sus labios para callarlo y luego ladeó la cabeza hacia un lado, en la calle habían varios cazadores, pasando muy cerca del edificio, y uno de ellos se había quedado mirando al edificio, y no exactamente apreciando la madre naturaleza.

—¿Viste eso?.—pregunto un cazador.

—¿Ver qué?.—pregunto otro con interés.

—En la cima del edificio.—indico la primera voz.

—Yo no vi nada, estás paranoico amigo.—le resto importancia el otro y siguió su andar.

—Escuche que en ese pueblo se escondes dos elementales.—comento otro cazador.

—¿Elementales?. Eso sí sería un gran botín.—le respondió otro con entusiasmo.

—Un elemental da mucho dinero, imaginen dos, ¡Seríamos ricos!.—dijo otro más animado.

—Podríamos comprar dos autos, tener una mansión, teléfono.—empezó a enlistar uno mientras sonreía de forma estúpida.

La conversación de todos los cazadores se volvió un delirio, decían que harían con el dinero si enserio encontraban a dos elementales; robar comidas y pertenecías era algo, pero llevarle un elemental a sus superiores era otra historia... Mientras todos seguían hablando animadamente Mike y Elizabeth yacían en silencio, escuchando todo, lo más seguro era seguir con su plan, huir.

—Vamos.—susurro el chico y señaló un camino.

De forma sigilosa ambos se movieron por los tejados, Elizabeth creaba pequeños puentes de tierra para atravesar el vacío, tras cada paso se alejaba más de los cazadores, hasta que llegaron al punto que nisiquiera los escuchaban; está vez habían tenido suerte. Ambos se adentraron con pasos lentos al bosque, ahí yacían varios animales ocultos, y olía a quemado; Elizabeth se guío con el olfato hasta el olor... Era de esperarse, cuando Mike se acercó lo único que vio fue lo que quedaba de los ciervos que recorrían la ciudad, los habían matado para comer, el chico solo mostro una expresión afligida al ver a los cadáveres y siguió con su andar, no podían detenerse, no era seguro.

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La luz naranja del atardecer invadía por completo la playa, y en la arena de esta yacía dibujada la silueta de ambos hermanos; estos solo veían alfrente, el mar parecía interminable, era el punto sin retorno. La chica reconstruyó las pocas palmeras que habían en la playa y formó una balsa, lo suficientemente grande para ambos, estaban listos para partir; por su parte Mike solo miraba al bosque, o más bien más allá de él, podía ver cómo el cielo se llenaba de humo, las casas de la ciudad... Los cazadores habían borrado todo su rastro.

—No podíamos hacer nada.—le recordó Elizabeth.

—Era más peligroso para nosotros que para ellos.—dijo a secas con una expresión afligida.

—Si, vamos, esta listo.—señaló la balsa en el mar que los esperaba.

—¿Qué encontraremos más allá del mar?.—pregunto con cierta intriga.

—Solo hay una forma de saberlo.—le respondió para entrar a la balsa.

Con pasos lentos Mike entro a la balsa junto a su hermana, una corriente de agua empezó a empujar la balsa hacia el interior del mar, y mientras eso pasaba ambos veían hacia la playa, el bosque, imaginando que justo ahora su casa debía ser cenizas, casi siempre acababa así... Pero ahora no tendrían casa por un tiempo, estaban a la deriva; un punto sin retorno.

Continuará...

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Hasta aquí el nuevo capítulo, si les gusto dejen estrellita y compartan, dejen comentarios los leo ;v, y bueno, hasta otra amigos.

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