02| Mal Dormir
Esto se siente muy raro, no puedo moverme bien, está todo oscuro... ¿Dónde estoy?. Una tenue luz iluminó la oscuridad interminable que me rodeaba; no, esto no... ¡No!. ¿Por qué estoy aquí?, ¡No quiero estar aquí!, Baje un poco la vista y solo pude ver mis pequeños senos sin desarrollar, mis piernas desnudas, y un montón de intravenosas que se hundían sobre mi cuerpo... Yo no quiero esto, yo no pedí esto; pude sentir como las lágrimas se deslizaban por mis mejillas mientras soltaba un sollozo. En ese preciso momento una mano se posó frente a mi, sobre el vidrio que me separaba del mundo; esa mano le pertenecía a un hombre regordete de aspecto desagradable y calvo, vestía una simple bata de laboratorio y me veía con deseo, su sonrisa lujuriosa hacia que todos mis cabellos se erizan, me daba tanto asco; cubrí como pude mi cuerpo desnudo con mis manos, pero apenas lo hice el hombre regordete golpeó el vidrio con fuerza y hablo, pero su voz nunca llegó a mis oídos, no oía nada.
Mi vista recorrió todo el lugar en busca de alguna salvación, pero al hacerlo me sentí humillada; no había un solo hombre viéndome, habían mínimo unos quince hombres viendo mi cuerpo desnudo con interés y otros se veían desinteresados. Me estaban exhibiendo como si yo fuese una especie de animal salvaje, me veían con el mismo interés con el que se veía una obra de arte abstracta, me examinaban; la vergüenza me estaba matando, esto es realmente horrible, toda mi dignidad acababa de ser pisoteada. Mientras sentía como un río de lágrimas salía de mis ojos vi al frente de nuevo, otro científico acababa de llegar, pero este se veía distinto, estaba en buena forma, alto, y con una mirada fría y calculadora; el recién llegado se acercó hasta el hombre regordete que seguía tocando el vidrio, y de un jalón arrojó al hombre al piso, vi como sus labios se movieron, estaba hablando mientras tenía una expresión de asco puro; luego el hombre recién llegado volteo a verme, se veía indiferente.
—Empiecen ya.—dijo con una voz gruesa y lo suficientemente alta para que oyera.
Vi arriba de forma rápida, de ahí venía un chirrido bastante desagradable, y al ver bien grité; estaba cayendo agua cual cascada dentro del sitio donde estaba, si esto seguía así moriría ahogada. Intente golpear el vidrio para librarme pero no tenía la suficiente fuerza para cerrar mi puño, dolía, iba a morir... El agua me cubrió por completo y en ese momento pude ver de reojo como por las intravenosas corrían líquidos de distintos colores... Grité, aunque ningún ruido podía salir de mi boca toda el agua entro, y seguía gritando; ¡Dolía!, Sentía como mis venas ardían y se rompían, sentía que todo mi cuerpo se quemaba desde el interior haste el exterior, sentía como mi cabeza estaba siendo aplastada por la presión del aire, ¡Dolía demasiado!, Así que así se sentía morir, así moriría, de forma tan dolorosa... ¡Moría mientras todos me veían como a un animal!. Mi cuerpo se retorcía mientras gritaba y tragaba más agua, podía sentir como me faltaba el aire, moría... Pero en ningún momento dejaba de doler.
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El sonido de vidrio explotando despertó a Mike, pero apenas intento ponerse de pie fue arrojado al piso cual muñeca de trapo; todo el edificio estaba temblando con intensidad, en las paredes se dibujaban largas grieta que continuaban hasta el techo y de ellas salía polvo, todo el edificio se iba a derrumbar. El chico dirigió su vista directo a su hermana, seguía acostada, dormida, retorciéndose mientras el temblor se hacía más fuerte, estaba pasando de nuevo.
—¡Iza!.—gritó con esperanzas de ser oído pero nada paso.
El temblor se ocupó de hacer que el chico cayera sentado, cada segundo que pasaba se hacía más fuerte, iba a destruirlo todo. Mike como pudo se puso de pie y con pasos torpes se acercó a Elizabeth, la chica gemía de dolor mientras se retorcía y soltaba susurros, era peor que la última vez; el chico puso sus manos a ambos lados de su cabeza y cerró los ojos, de las palmas de sus manos salía un tenue brillo amarillo.
—Vamos hermana, despierta.—susurró con preocupación.—Por favor.
El pequeño brillo se volvió un gran resplandor que podía cegar a cualquiera; pocos segundos después el temblor fue perdiendo toda su intensidad hasta desaparecer por completo, como si nada fuese pasado... Pero las grietas eran la clara señal de que algo había pasado. Lo primero que sintió Elizabeth fue dolor, ese claro dolor que nunca olvidaría, como ese líquido le destruía el cuerpo desde dentro y la explosión de fuego lo hacía desde afuera, pero luego el dolor fue cambiado por paz; para cuando abrió sus ojos lo primero que vio fue el rostro de Mike, preocupado, pero al verla la expresión del chico se mostró aliviada.
—¿Paso de nuevo?.—se limitó a preguntar la chica cuando se apartó.
—Si... Esta vez fue un temblor.—respondió con una sonrisa nerviosa.
—Lamento que esto pasará, de nuevo.—se disculpo viéndolo.
—No, no importa, no es tu culpa.—le indico con una sonrisa radiante.
La sonrisa de Mike fue contagiosa, ya que Elizabeth mostró una pequeña sonrisa de alivio mientras lo veía, su hermano era lo más cercano a un ángel.
—¿Qué hora es?.—pregunto con interés la chica.
—Las, siete y media, aún es temprano, podríamos ir a la biblio.—respondió el chico cuando fue interrumpido.
Una botella entro por el agujero donde alguna vez estuvo la ventana y explotó contra el piso, el susto hizo que Mike soltara un pequeño grito, pero por su parte Elizabeth se movió con rapidez y vio por la ventana, estaba por gritar, cuando vio bien hacia afuera; los postes de luz yacían en el piso tirados y todas las calles agrietadas, unos cuantos edificios yacían sin pedazos grandes de su estructura y amenazando con caer contra el piso, la ciudad había sufrido por el temblor... Por su culpa.
—¿Por qué hiciste esto?.—gritó con molestia un hombre.
—¿Qué demonios te hicimos.—gritó otro.
—Monstruos.—dijo entre sollozos una pequeña.
—¿Por qué no se largan de nuestra ciudad?.—gritó con furia otro hombre y lanzó otra botella.
Elizabeth logro esquivar el objeto por poco y vio como también explotó contra el piso, ya los odiaban, pero ahora era peor... Los gritos siguieron acompañados de maldiciones contra ambos hermanos, no iban a parar; la chica creo un pequeño muro de hielo en el lugar donde alguna vez estuvo la ventana, los ciudadanos retrocedieron asustados esperando un ataque... Que nunca llegó, Elizabeth solo los vio detrás del muro de hielo, era temida, como si fuese el peor monstruos que hubieran visto en sus vidas. La chica se apartó de la "ventana de hielo" algo dolida y vio a su hermano.
—Vamos a comer.—dijo a secas y se fue a la cocina.
Mike por su parte miro por unos pocos segundos hacia afuera, los humanos los odiaban, le temían, pero no sabían la verdad... Ni la creerían, esto no era aproposito, pero a los humanos eso no le importaba, solo importaba su odio.
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Segundo capítulo del nuevo proyecto, espero les haya gustado, estrellita y compartir ayuda mucho, y hasta otra amigos.
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