Capítulo 03
Motivos.
....
— ¿Señorita Eleine ... eres tu? Me llamó una voz entre la multitud, me quite las gafas de sol y lo mire sorprendida. No imaginaba encontrarlo... Y mucho menos que me encontrará.
— Señor... Headey ... usted..‐ le dije sorprendida. El señor Headey era un señor alto ya de unos 70, su cabello plateado estaba peinado hacia un lado, vistiendo un traje negro perfectamente planchado, trague en seco porque no me lo esperaba encontrar cerca del las terapias.
— ¿Va a alguna reunión? Pregunto mirándome desde arriba abajo, si... las miradas que juzgan mataran, ya estuviera muerta.
— Y-yo...— dije nerviosa.. – ¿Esta el abuelito cerca? Pregunte buscándolo a mi alrededor, si este hombre estaba aquí, el abuelo debía estar en algún carro observándome.
— No Señorita... tu abuelo esta en una reunión, solo pasaba para ver si no habías incendiado algún edificio—me respondió de forma burlista. ¿Acaso nadie olvida cuando uno la caga? Me lo han recordado por mas de 10 años Algo que ... ¡Joder! —¿ Señorita Eleine estás comiendo bien? Me Preguntó suavizando su voz con esa pregunta y yo lo mire apenada.
— SI, estoy comiendo bien. Si es lo que quiere saber, adiós .- respondí evasiva girándome hacia un lado, él me tomó del brazo y carraspeo.
— Señorita Eleine.. venga un momento conmigo.
— .... Pero.. yo... — dije nerviosa, mientras me arrastraba con firmeza en la calle, por lo visto pensaba que seguía teniendo 5 años — Yo voy a ir a un sitio...a...
— Usted señorita me sigue, yo se que usted nunca tiene nada que hacer y un viernes seguro va ir a beber hasta olvidar quién es. Me regaño y yo giré los ojos.
A quién le tenía mas miedo, incluso al nivel que a mi abuelito, era al señor Headey, Oliver Headey. Él había sido la mano derecha de mi abuelo desde sus comienzos, poco sabíamos de él y de que por jamás se había casado o tenido hijos y yo lo consideraba la persona mas inflexible que mi abuelo y siempre estuvo detrás de mi persiguiéndome para castigarme o regañarme cuando el abuelo salía, era ir a escaparme de sus regaños y los del abuelo.
Arrastrándome a un café cercano él se sentó apartando su sobretodo negro. Nada había cambiado desde que tenía 3 años de memoria, aquél rostro frío que te desafiaba y juzgaba, llamó a la camarera y ordeno un café negro sin azúcar y un latte con caramelo y un pedazo de pastel de chocolate negro.
— ¿Acaso no has olvidado mis gustos? Pregunté riéndome.
— Eres la única nieta del señor, siempre tengo que estar pendiente de usted, así no le guste ni a mi tampoco— se burlo.
— Me hubieran dejado en la cárcel, era feliz alli- murmure mientras jugueteaba con la servilleta.
— Solo a ti se te ocurrió destrozar un carro en plena vía publica— señalo y yo levanté la vista de mi servilleta.
(....)
Ese día de haber conocido a Ghelbert, pasaron varios días y lo volví a ver en la oficina, ese sexo casual que había tenido jamás me había imaginado que me acostaría con alguien tan mayor y lo peor que seguiría viéndolo. Con esa sonrisa brillante se acercó hasta mi escritorio y dejo una pequeña caja en forma de corazón.
Entrando en la oficina de mi jefe, yo escuche la puerta cerrarse detrás de mi, tomé los bombones en mi mano y los mire
— ¿ le gusto? Me pregunte sonriendo mientras probaba uno, y por su sabor y textura me di cuenta que eran bastante finos.
Una caja de 100 bombones se reducían con rapidez mientras él estaba en reunión, luego de un rato salió acompañado de mi jefe, salieron hablando y riendo y hasta que escuché mi nombre de los labios de mi jefe.
— SEÑORITA BROOKE. ¿QUÉ HACE ALLI TONTEANDO Y COMIENDO? Me grito el jefe haciendo que se me cayera un chocolate al piso y yo lo mire furiosa.
— Pero....
— No te molestes con la señorita,- intervino George,— Mi amigo, deberías ser más flexible con ella, déjala disfrutar sus chocolates. ¿Están buenos? Preguntó curioso haciéndome sonrojar.
— Están deliciosos, ¿quieres? Pregunte enseñándole la caja y me di cuenta que si Apenas había dejado algunos y el sonrió con ternura al verme sonrojar ante mi glotonería.
— No te preocupes, tranquila. ¿Ves? Apenas es una niña linda no te molestes con ella— me halago para intentar calmado a mi jefe, este refunfuñando siguió de largo no sin antes mirarme casi que advirtiéndome que me había salvado gracias a las visitas.
— Señorita Brooke, espero que haga su trabajo y cancele las citas de hoy y las pospone para el día de mañana, las de mañana las arregla ¿ entendido? – ordenó desde la puerta de mala gana y antes de hacer puchero intervino el sexy contador.
— Vamos , deja a la niña tranquila no uses el trabajo como venganza Harry, — le dijo sonriendo con aquella voz melosa que a pesar de ser ronca y bastante masculina se notaba el cariño, y me guiño el ojo — Usted pequeña ten un buen día— se despidió, el señor Ghelbert.
....
Al día siguiente, ya cuando terminaba el día volvió a aparecer el señor Ghelbert en la oficina. Desde nuestro encuentro, no volvemos a cruzar palabras sobre eso y solamente con esas miradas cómplices que nos me hacían recordar la primera vez tan extraña que habíamos tenido en esa oficina y en ese mismo sofá donde se sentaba a esperar ser atendido.
— Buenos Días, señorita Brooke- dijo con ese tono pícaro que lo caracterizaba al verme que regresaba de sacar copias.
— El doctor no se encuentra, ¿Acaso tenía cita? No me diga que no la cambie... ¡Mierda! dije preocupada mirando la agenda. Él se rió y se apoyo del escritorio y tomó la agenda en sus manos.
— vengo a verla a usted, no a mi amigo.
— ¿ Y-yo? ¿Acaso soy importante?. Le contesté riéndome, yo tenía todo bajo control y con una sonrisa apartó la agenda y guiño su ojo.
— veamos... mmm si, podría ser... — ante aquella respuesta sentía que quería desnudarme y arrojarme a sus brazos... Bueno tan " en control no estaba —Usted tendrá algún momento dispo en su agenda?.
— Veamos. —Dije pensativa.... Claro que si tenía, y era sumergirme en mi miseria... — ¿ tiene algún plan para mi? Le Pregunte de forma seductora.
Aquel momento entre nosotros era mágico, no iba a negar que él no era mayor que yo, pero me sentía tan atraída por alguna forma... el hombre debía decir que era bastante "histriónico"
— ¿Me concedes una salida a comer?.
.....
— Y si, La salida de comer le salió bastante costosa— murmure ante mi realidad, mientras tomaba un trozo de torta y lo comía , el señor Headey suspiró y me miro decepcionado.
— Señorita, un carro no es nada, una nariz tampoco... ni lo que le hiciste cuando publicaste su miembro en una revista. Pero tú, Dañaste tu reputación y te manchaste con varios meses de cárcel.. tu... — me regaño decepcionado y yo me hundí entre hombros.
— Todos tienen expedientes policiales en New York, hasta tú, seguro no eres tan perfecto— señale — Y solo fueron unos meses mas o unos menos . Lo que si fue que no debí haber publicado lo malo que era en la cama. — respondí insatisfecha, el señor Headey tosió incomodó y yo le sonreí.
— Vamos no seas tan odioso... si yo se que hice mal— me detuve nerviosa— Pero ... es algo que... no lo puedo evitar. hundiéndome entre los hombros, vi la decepción en su mirada... Y si, para todos yo era la real decepción.
— Haces las cosas sin pensar, jamás piensas en las consecuencias de tus actos. Mejor dicho... jamás piensas en tus actos. ¿Acaso dejar la casa de esa forma fue lo conveniente? Dejar la universidad... A tu madre...
— ¡Ay! no empieces ahora... me vas a amargar mi pastel— refunfuñe .
— Señorita, eres mucho mas que ese torbellino de desastre que quieres presentar a la sociedad.—
— Yo solo soy un barco perdido, para tener tantos ojos sobre mí. Además , mi tía va a tener su bebé... deberían estar pendientes de ella y no de mi. — me quejé.
— Tu siempre has sido mas débil de lo que quieres aparentar... solo tienes que aceptar.... La ayuda— Apartándo mi plato me levanté de la mesa y arroje la servilleta.
— Me quitaste el apetito con tu charla. Me voy...— me quejé y luego volví al plato a comerme lo que quedaba de postre.
— ¿Vas a trabajar en un café de mala muerte cuando puedes elegir entre cualquier hotel del país o un restaurante 5 estrellas?
— Jamás comería la basura de esos restaurantes. Prefiero quedarme en la cafetería de mala muerte. ‐ respondí sarcástica.
— Al menos el niño ese Taylor si supo aprovechar la vida. No como tu. Aprovecho tu dinero y se fue. Eso demuestra lo inteligente que era.
— ¡Callate anciano! No sabes nada! Le grité y todos se giraron ante nosotros. Dije molesta.
— Eres igual que tu padre, quien esta haciendo bien trabajo con su bastardo y pensar que no es suyo y le va a poner todo du patrimonio a su nombre. ¿ irónico no? Pequeña si sigues asi....
— bien por él, ¡que se quede con su mierda.! Espeté llena de rabia.
Al salir del local, me sentía estresada, quería tomar una copa, una copa para olvidar lo que me ocurría, mire mi bolso y saque la billetera..
— tengo algo para tomar, pero no lo suficiente para olvidarme....— sin la ropa ideal para ir a sacar algún trago gratis, me fui a la casa y me acosté molesta en el sofa mientras miraba mi alrededor.
No podía negar que había algo de cierto en lo que decía ese viejo, mi padre había demostrado con sus acciones que ese niño que ya incluso iba a comenzar la universidad era el preferid de la familia paterna, y por mas dinero que metiera en mi cuenta, mas yo la regala... No quería ese maldito giro semanal de millones, y más cuando me reclamó por ellos sin yo entender el motivo de su molestia.
¿No eran para mi acaso? me acurruque deprimida mientras jugueteaba con la sabana hasta quedar dormida.
Por lo visto ni el dinero que me daba era para gastar.
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