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No todos los comienzos son geniales
....
En la quinta avenida de Nueva York se paseaba aquel presente que yo era, si aquella delgada y hermosa mujer con un bronceado que parecía natural, todos la miraban con envidia y deseos de tener su numeró.
La alta modelo que cruzaba la calle con un bolso de diseñador caro y maquillaje perfecto al igual que su peinado ondulado y largo negro.
Si... Esa no era yo, ¿Se la creyeron?
Detrás de ella me encontrabas, sí, aquella que seguía alistándose en medio de la calle, para ir a la entrevista que definiría su presente, con su cabello que a pesar de estar alisado por químicos, la humedad del verano había hecho que creciera casi inflándose como un perro sin pedigree.
¿Lo había lavado acaso con levadura? Ya que se inflaba como por magia.
Terminándome de meter la blusa por la falda, corría entre los carros para no perder la cita, esa era yo... Eleine, la chica que seguía siendo un desastre. Y por lo visto, también había olvidado usar brasier. (...)
— ¿nombre? —Preguntó desinteresada la secretaria mientras tecleaba rápidamente en la maquina.
— Eleine Brooke ... Con dos O, mi número social 0332281666. Yo..— contesté y está levanto la ceja.
—Ya veo que estuvo en prisión – comentó con gesto de desagrado. — Y no podemos darle el empleo. Yo creo que tendrá que buscar uno que se adecúe a sus "necesidades" — respondió la secretaria.
— ¿Estás de coña solo eso me va a decir? En mi expediente dice que fui liberada bajo fianza— señalé molesta ante la forma que me trataba como si fuera asesina— Usted de verdad...— me detuve antes de mandarla a comer mierda levantándome de la silla.
La señora se hundió entre hombros y yo rechiné los dientes molesta . Mi expresión se suavizó luego de contar hasta tres.
— Disculpe, ¿ese hermoso carro plateado con asientos de animal print no es suyo? Creo que su placa terminaba con el 898 ¿no?—- agregué sonriendo y la señora se sacó los lentes sorprendida —Le diré un secreto, estuve en prisión por problemas de ira. Se lo advirtió. Puedo ir una vez más a prisión y no me importa.— la amenacé guiñándole el ojo mientras me iba cerrando de un portazo, desde el otro lado escuchaba las maldiciones de la señora.
(...)
Aún no había cambiado mi personalidad, o mejor dicho no había cambiado en nada. Vivía sola con un gato que recogí de calle, incluso el maldito animal no me amaba y siempre lo veía en casa del vecino, Al llegar a mi edificio me encontré al propietario en la entrada y lo ignore.
— Buenas tardes señorita 3 D – dijo el señor mirándome con recelo.
— Buenas Tardes— respondí mientras subía las escaleras.
Sabía que el viejo quería decirme algo
— Señorita, — me llamó y me giré a verlo—Señorita, usted no ha pagado la cuota del ascensor y estamos esperando ya... — insistió y yo giré los ojos agotados, él era un señor ya de unos 60 o más delgado y encorvado con un aspecto que se veía como el profesor de Harry Potter, esos elfos feos.
Él me hacía recordar a mi profesor de matemáticas de secundaria, era narizón y calvo.
Y lo peor tenía una amabilidad de doble filo, en eso me recordaba a este, por eso lo odiaba.
— Mi contrato dice que no pagaré ascensor. Yo vivo en el tercer piso y no me molesta usar la escalera
— Pero señorita usted necesita . — me interrumpió y yo levanté la ceja,
"viejo de coña" pensé.
— ¿Usted necesita? Subí un sofá y una cama en 3 pisos. Yo subo y bajo por las escaleras. ¿Me has visto usar el ascensor?.
— pero el condominio... — insistió puntualizando toda la frase.
— Yo firmé un contrato que dice que no pagaré ascensor. — le agregué rápidamente.
El señor me miró aún aturdido, no sabía que decirme para ganarme mi discusión, lo veía cambiar su rostro de pálido a rojo enfurecido y yo sonreí triunfante.
— Lo siento, pero adiós— siguiendo a mi puerta me detuvo.
— Señorita es un deber...— esbozo el señor tratando de disfrazar su ira con amabilidad.
— ¿Mi deber? No señor tengo un contrato especificado dónde aclaré que no tengo que pagar una cláusula. Espéreme un momento.— le detuve entrando al departamento.
El departamento estaba desordenado y habían cajas a un lado todas revueltas, en un cajón al lado del sofá busqué lo que necesitaba para alejar al viejo.
— ... Veamos.. —dije buscando en las carpetas y encontré una fotocopia de un contrato, tomándola en mis manos, sonriente fui a la entrada.
— veamos — busqué la cláusula y saltando entre las cosas que estaban en el piso: zapatos, camisas, entre otras, se lo entregue en las manos temblorosas del señor.
— ¿ Qué es esto?— Sacudiendo el papel me miró, y yo triunfante le enseñe la parte necesaria. —¡ "Clausula 4".! Allí dice todo lo que debe saber— el hombre saco sus lentes y en silencio empezó a leer en silencio refunfuñando y rápidamente me entregó el contrato molesto.
— No voy a pagar un ascensor por un apartamento donde hubo un asesinato y que mi cláusula lo dice así que.. Yo gano hoy — le dediqué una sonrisa y gruñendo me miró furioso.
— que pase "buen día señorita del 3 D" buscaré una forma de cobrarle — dijo alejándose.
Yo cerré la puerta riéndome por mí "triunfó del día" y dejé mis cosas en una silla al lado de la puerta y mientras caminaba me iba quitando los zapatos.
Ya era bastante molesto encontrarme todos los días al administrador del edificio para intentar cobrarme desde hacía tres meses que había comprado este departamento el maldito viejo seguía molestando con el pago. Arrojándome en el sofá con mi teléfono en mano y me puse a ver las redes sociales.
— ¿Acaso no me pensara llamar?— me quejé molesta mirándo su foto, no era que me gustara mucho, pero haber sido tratada de esa forma e incluso presentar cargos contra mi no había sido agradable.
— ¡Idiota.! ¡Cabrón! — Maldije arrojando el teléfono a un lado, este reboto cayendo en la silla del frente y de allí al suelo, levantado la mirada lo vi y suspiré aliviada, por lo que no se había roto. Yo me sentía mal, era simplemente una perdedora.
Mi "exnovio" o mejor dicho "exnovia" Taylor era feliz, en su luna de miel, mientras yo estuve en unas cortas vacaciones en la penitenciaría de mujeres. ¿A poco no se esperaban esto? Pues hacía 3 meses, yo tampoco lo esperaba.
Me levanté buscando al gato y asomándome por la ventana, vi al maldito infiel disfrutando la compañía de la familia del edificio del frente. Ni un gato callejero me quería. Por lo visto, seguía siendo un desastre...
Aún recuerdo cuando toda mi vida no se había vuelto una mierda como lo era actualmente. Pesaba 7 kilos menos, era posiblemente amada, estaba algo orgullosa y feliz. Había pasado solo 6 meses saliendo con George, este tipo era un famoso contador de todo New York y no era que lo amaba como tal, solo pasaba tiempo con él y amaba sentirme amada y mimada como siempre quise.
El lugar donde floreció y encontré "el amor" fue en una imprenta, lo había conocido mientras trabaja en una editorial, específicamente en el área de control de impresión de un conocido de mi tía que me había dado el trabajo.
Trabajaba en algo que no entendía, era una revista superaburrida de economía y pasaba mis días como asistente en el departamento de edición de los artículos que enviaban, allí tenía que corregir cualquier palabra mal escrita o mal redactada. ¿Pero como coño lo hacía? Apenas llevaba 3 meses aunque sentía que iba a salir corriendo lo más pronto que pudiera luego de mi chequecito.
27 años y ya había recorrido varios puestos laborales y dejado a los meses, sin contar los hombres. Aburrida de la vida universitaria o más bien "temerosa" de entrar en un nuevo mundo, había desertado en el semestre final justo antes de presentar la tesis. Yo vivía como una veleta sin rumbo sin saber qué hacer con mi vida.
.....
Pero, Un día lo vi y fue "sexo a primera vista" a pasar de tener casi unos 55 o más, aún conservaba su físico saludable y era bastante atractivo, ese hombre donde pasaba todos volteaban a mirarlo por su presencia.
Este tipo Media 1.75 y con el cuerpo ejercitado, que se le notaba debido a como se le ceñía la ropa en su cuerpo, con su cabello entre rubio y canoso y unos ojos profundos azules que ocultaban una pasión, de joven había sido un hombre bastante atractivo por lo visto, ya que al verlo por primera vez me llamo la atención. Él llevaba un hermoso y costoso un traje azul marino y un maletín marrón se acercó a mi escritorio con una sonrisa en su rostro, era una bocanada de aire fresco en aquella fea oficina donde todos eran unos viejos verdes que te volteaban a ver el culo sin dar nada a cambio por el.
— Señora... Disculpe, ¿Se encuentra el doctor Ghelbert?— preguntó con una voz un poco ronca pero educada.
Yo levante la mirada de mi revista de modas y lo mire sorprendida casi que la baba se me salía, siempre tenía una debilidad por hombres afeminados y mayores, pero era bastante atractivo a pesar de sus canas, la deje a un lado y me arregle nerviosa el cabello, "Aún seguía confiando en aquellos consejos de las revistas"
— Señorita... Estoy muy soltera‐— insistí con una sonrisa y él esperó la respuesta de la pregunta que había hecho y lo repitió otra vez.
— No, él me dijo...— traté de recordar lo que maldito viejo había dicho corrí a buscar la agenda de citas. — volverá a las 3 pm. Tiene un almuerzo con... Un doctor.— le respondí por fin recordando con quien estaba el viejo — mire el reloj de la pared y sonreí con picardía.
— Si quiere esperar unos minutos.— propuse al ver que solo faltaban una hora, el hombre sonrió y miró a su alrededor las revistas que estaban colgadas. Yo nunca me paraba de mi asiento si llegaba alguien, ¿Para qué voy a ir? Me coloque los tacones y me arregle el uniforme en mi puesto, aquel vestido encima de la rodilla ceñida al cuerpo de color ladrillo, antes de pararme lo doble un poco más para dejar ver mis piernas.
— Puede sentarse allí. — le señalé el pequeño sofá él asintió y se dirigió a este. – ¿café? ¿Un té? ¿Agua?— le preguntaba ¿Mi número? Pensé y este me sonrió gentilmente.
— Tranquila, puedes quedarte leyendo tu "Cosmo" tranquila.— bromeó y no pude evitar sonrojarme.
— No, no, no es molestia, en serio. Yo insisto —
El hombre me sonrió de forma agradable haciéndome sonrojar, si por mí hubiera sido me le arrojaba encima, mirándome desde los pies y deteniéndose en mi busto bastante tiempo se notaba que le gustaba.
— Eres muy joven para este trabajo, ¿eres alguna sobrina del señor Ghelbert? No luces como su antigua asistente — pregunto curioso y yo me sonroje halagada .
— No, claro que no. No se crea, en esta oficina lo que más sobra es trabajo y soy muy "buena" asistente, no soy de solo leer revistas — pronuncie con tintes de doble sentido en voz y él me miró satisfecho, tan buena asistente que era que ni su nombre le había preguntado y tan buena era que a veces solo me escondía en los archivos para pintarme las uñas.
— Yo soy muy enfocada adoro esta revista las finanzas y todo eso... – mentí intentando sonar interesante.
— ¿En serio? A mí me parece un poco aburrida la revista pero tengo que venir porque soy accionista — sonrió y yo aparté mi cabello colocándolo detrás de la oreja.
— ¿De verdad? — Pregunte sorprendida y me di cuenta de algo muy importante. —Por cierto usted jamás me dijo su nombre o si tenía una cita con el doctor.— me dirigí hacia el escritorio para ver la agenda, apoyándome intentando mover mis caderas de lado a lado tratando de lucir lo más seductora posible, sentía su mirada siguiéndome, por lo visto ya él había caído en el anzuelo.
Yo había pasado una racha pasada de malas relaciones y aunque este parecía lo bastante mayor para ser mi padre, no le quitaba lo atractivo que se veía, tragando en seco colocó el maletín sobre sus piernas.
— Me llamo George Eldric, soy Contador.
— veamos.‐ dije mordisqueando mi bolígrafo tratando de coquetear — Sí, tiene una cita con el doctor, pero para las 3:20... tendría que esperar un buen rato ¿No quiere ir y regresar?— Pregunte curiosa.
— No hay problema, tengo una muy buena compañía — agrego con galantería, me sonrojé y me senté en el escritorio para observarlo mejor, era un hombre con estilo y aparentemente se ejercitaba por lo que tendría resistencia, el cuerpo y la postura hablaba por si solo, viéndome que lo examinaba sonrió.
— ¿Qué edad tienes? Luces bastante joven.
— Soy lo suficiente mayor para ti. No te preocupes — respondí mordiendo mi labio inferior y entendí su mirada, estaba interesado en mí.
— ¿Cómo te llamas?
— Eleine brooke .
— ¿Con k como el restaurante no? —Bromeó haciéndome arrugar el rostro.
— Sí. Con k y las dos "O" igual. Pero no soy familia de los dueños.— mentí rápidamente.
Sí, ¡demonios!... quién me conocía me hacían la misma pregunta ¿Eres familia de la maldita cadena de restaurantes? Y si lo era, ese malnacido era mi padre que solo servía para dar dinero en una cuenta que tenía a mi nombre.
— Entiendo. Podemos salir a comer allí un día, claro si gustas — propuso.
— No me gusta ese lugar... Escuche que tienen cucarachas en la cocina— mentí otra vez y el hombre empezó a reír a carcajadas. — Pero... pero me gustan otros, —
— Lo tomaré en cuenta— dijo sonriéndome con picardía, aquel lapicero que tenía en mis manos se me resbaló y rodó hacía sus pies tomándolo en sus manos, me levanté y lo fui a tomar.
El tacto de su mano me hizo erizar la piel, sosteniendo mi mano para entregarme el bolígrafo, yo me encontraba completamente hipnotizada por sus ojos.
— Aún te queda casi una hora—sonreí y me incliné hacía él.
— ¿Qué propones? Preguntó de forma seductora.
Tomándolo de la corbata, sostuvo mi mentón, su suave y cálido tacto despertaban la pasión dentro de mí.
A esta hora nunca entraban a este lugar y muchos menos si el viejo no estaba. Montándome encima de sus piernas, agradecía al menos haber estado depilada y que el día de hoy había elegido mi ropa interior presentable y no la ropa interior de abuelita que siempre usaba cuando no tenía ropa limpia.
Sus brazos rodeándome la cintura, buscaban el cierre de mi vestido mientras sus labios me besaban los labios y bajaban hacía mi cuello erizándome completamente, no era que me acostara con el primer hombre que conocía siempre, bueno...
Casi siempre, pero este anciano:
Sabía prenderme.
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