Recuerdos. 

— Abuelo, no me gusta este lugar... ¿Por qué tenemos que venir? Le reclamé molesta mientras me rascaba el estomago por el vestido ajustado en el pecho que tenía.

— Tenemos que brindarle respeto a nuestra religión, somos católicos.. aunque tu madre y tu tía sean unas descarriadas, tu tienes que entender que no puedes huir de quien eres. Esta iglesia ha estado aquí desde que se fundó el hotel.. y tanto como nuestro negocio, esta iglesia ha sido mi segunda casa.

— Abuelito.... No quiero irme con papá.

— Tienes que hacerlo hija...— Yo mire todo el lugar, una amplia ala con decoraciones góticas me hacían sentir mas pequeñas de lo que mas era.

— Eleine, cada uno es un ser individual pero en nuestra individualidad estamos conectados ... tienes que creer en ti antes que los demás podamos hacerlo. Tienes que creer y así buscaras la paz y perdonaras al desgraciado de tu padre.

— No Parece que tu lo perdonaras — respondí haciendo puchero y mi abuelo empezó a reírse, de camino a casa miraba todo el barrio, aquel lugar lleno de pobreza y riqueza justo en el mismo lugar.

— Allí está papá...

Me solté de su mano y corrí hacia la salida del hotel, Sentía todo a mi alrededor como si me presionaba, quería salir y huir...

¿Por qué mi padre me odiaba? Solo tenía 8 años...

"Nosotros no elegimos el camino fácil.. somos...

 somos " las palabras que siempre repetía.

Pero yo escuchaba la voz de mi abuelo como un eco y no me importaba, corría hacia donde mis zapatos me llevaran molesta, no quería nada de religión, ni de mi padre en su restaurante, ni nada que me tuviera que tener sentada en un asiento sin decir nada.

Una mano me tapo la boca y me cubrieron los ojos arrastrándome de la acera.

—¿es ella? Confirmado— Mientras el carro iba a encender, escuche un ruido y una presencia cerca, por encima de la venda la intente subir y mirar quien era.

— Cálmate... estoy a tu lado.. ten te lo devuelvo.— Dijo dándome la pequeña cruz en mi mano, recordaba su voz...

— El monaguillo.

Al despertar Aturdida sin saber que había soñado que me había perturbado tanto, senti como si mi cuerpo hubiera sido golpeado por varios sacos de boxeo. Yo estaba empapada en sudor.

Tratando de incorporarme me senté en el sofá. Yo estaba en mi sala y me pase la mano por el rostro sintiendo lo grasoso del sudor y la grasa de mi rostro.

Gire el rostro y mire al reloj:

 jueves.. 22... hora... 3.. pm...

Un momento, ya va ¿Qué pasó aquí? pero si ayer era 20, me dije a mi misma. Me trate de incorporar y me temblaban las piernas, al levantarme tropecé con varios vasos en el piso vacíos.

Era obvio que yo lo había realizado.

Había tenido una fiebre alta, entre los delirios había ido al baño y dejado la tina llena de agua sucia, incluso no había bajado la poceta llena de orín, mirando a mi alrededor me dio un retorcijón en mi estomago.

— Demonios.. tengo hambre.

Fui a la cocina buscando que comer y me serví una sopa instantánea y suspiré.

— No te mato el agua de un lago contaminado y menos lo haría una gastritis — me dije en consuelo.

Comí todo lo de mi tazón y me volví a recostar en el sofá con aquel fuerte dolor de cabeza. Me sentía débil, al menos la debilidad física me hacia distraerme de la debilidad mental.

Mire la cruz en la mesa y la tome en mis manos. ¿ Acaso fuiste real o un producto de mis alucinaciones?. Sintiendo un dolor fuerte en el estómago y tiré la cruz a un lado.

"Maldita la suerte mía". Me quejé molesta apretando mi estómago. 

(...)

Me quede dormida de nuevo y al despertar mire a mi alrededor. Seguía en casa ¿Qué esperaba? ¿Qué alguien encontrará mi cadáver?

Pasaron varios días solamente vomitando, lo único que me preguntaba ¿ De donde sale tanto vómito? y con mis ojos tan irritados que parecía haber fumado un kilo de hierva que solo si no los abría me sentía "bien".

Casi todos los días con fiebre y un maldito vecino que solo escuchaba Elton John para deprimirme, que un día me desperté y extrañamente estaba viva.

Oh si Dios y gracias a Elton Jhon.... 

Todavía había Eleine para rato.