Capítulo Veintidós: "Tinnitus en el alma"
Cuando estás cansado y te recuestas a la sombra de un árbol, la brisa que te refresca... ¿Estás seguro de que es el soplo del viento? Dicen que en la fe y la ignorancia está la felicidad... Quizá también la paz... Solo mantente ahí, no dejes de creer ya que, aunque al final te dieras cuenta de que en realidad es un jadeo, igual ya sería demasiado tarde y la poca sangre que de ti quede sobre el pasto no podrá gritar por tú auxilio.
...
Día 04 del mes 02 del año 2001 a las 7:00 de la mañana en una de las 3 ciudades principales del pueblo de Hielo.
«¿Dazz?, ese soy yo, al menos es el nombre por el que todos me llaman... Siempre me veo aquí cuando dicen mi nombre... En un barco aunque nunca he estado en uno, en medio del lago... Todo es gris y las aguas no se sacuden... Sin embargo, allá está el. Flotando sobre el agua, sin dejar sombra o reflejo; con sonrisa inquietante, boca ancha y manchada de sangre, ropaje rasgado por gusanos e insectos que están pegados a él... No se mueve, solo me observa mientras escucho voces que no entiendo... El sueño se acaba cuando él sonríe y cuando me percato, en su mano tiene algo importante para mí... Ayer por ejemplo, tenía la cabeza de mi perro.» Pensó Dazz al recapitular un sueño que tenía todas las noches.
—No, no suelo soñar mucho... Quizá sueño con caballos trotando en colinas a las 3 de la tarde... No lo sé, cosas triviales. —respondió Dazz mintiendo un amigo suyo, Ikrev.
—No pareces alguien que sueñe cosas del estilo pero, al final así son los sueños... ¡Yo sueño con comida deliciosa por montones! A veces la comida tiene patas y habla pero eso no me detiene... Incluso sueño que estoy transformado en Dragón para comer más. —contestó Ikrev Grutl, único amigo de Dazz mientras estaban en un banco en el centro de la ciudad.
La ciudad en la que estaban era Kriztlar, la más cercana al Reino de fuego. Distinta a Roklaz, la ciudad de Lortz y distinta a Falyrz, la ciudad de Dornny y Lú. Cada ciudad, tenía sus distintivos claros que marcaban de por vida a quienes nacían en ellas.
Roklaz era una ciudad llena de proletarios, gente que se deja la vida en las minas a cambio de poder comer ese día y tener algunas cosas. Está llena de almacenes, casas sin lujos, varias incluso en mal estado y muchos mecanismos especiales que facilitan la minería como poleas y rieles. Normalmente el aire de la ciudad está lleno de humo y las calles teñidas por la tierra de los cargamentos con metales. La nieve es oscura ahí porque se mezcla con el hollín.
Falyrz es la ciudad de la industria y el consumo. Todo lo que se hace en el reino de hielo se hace ahí. Desde espadas hasta vestidos de la seda más fina. Normalmente ciudadanos de clase media y poseedores de negocios viven ahí, es una ciudad con mucho movimiento y con mucho que ofrecer. Sus trabajos en artesanía así como las comidas frías que se preparan son excelentes pues, desde reyes anteriores a Nerraug se le exigía calidad a todos sus habitantes... Por eso es la ciudad seleccionada para ser el epicentro del festival porque desde sus inicios fue concebida para soportar a mucha gente y satisfacer sus exigencias con su masiva producción.
Y por último, Kriztlar. Esta era la ciudad de los funcionarios, los gobernadores, los generales, los empresarios, los terratenientes, los banqueros y los nobles de la casa real. El lujo y el exceso abundaba, los indigentes no estaban permitidos y se pagaba con penas horribles a quien se atreviera a vagar por las calles sin tener una cuenta de banco con más de varios cofres de oro en ella. Una ciudad exclusiva para la casta más alta y prestigiosa, la comodidad y el placer mayor del reino de hielo radicaba ahí por lo que las fiestas que organizaba Nerraug llenas de sustancias, mujeres, hombres o otro tipo de criaturas o objetos... De día, la arrogancia y lo pomposo dominaba las pulidas calles y de noche, el exceso y la banalidad grotesca del desenfreno vicioso de quienes todo tenían se hacía presente. Eso era Kriztlar.
Al menos, eso era así antes de la llegada de Conor. Ahora Roklaz estaba siendo reconstruida, mejorando las condiciones de todos los que ahí trabajan y mejorando la calidad de vida de los mismos con mejores políticas de sueldos, infraestructura y salubridad. Falyrz, aunque la gente aún tenía sus valores sobre la eficiencia arraigados, empezaban a disfrutar la vida y dejar de lado el trabajo pues la incorporación de la fuerza de producción y trabajo del reino de fuego aligeró sus cargas. La ciudad empezaba a recuperar la cultura del festejo que durante casi un siglo se desvaneció. Pero, la ciudad que definitivamente cambió más en menos tiempo, fue Kriztlar, la ciudad nativa, por increíble que parezca, de Dazz y Ikrev.
—Sabes, también hay otros tipos de sueños... Esos que tienes cuando estás despierto, el tipo de sueño que siempre van tras un “ojalá”... —agregó Ikrev a su conversación.
—¿Ah, sí? ¿Cómo cuales? —respondió Dazz con una mueca de confusión.
—Pues, un ejemplo que yo recuerde es a un joven Dazz de hace... ¿Cuánto? ¿15? ¿20 años? No importa, lo importante es que hace ya bastante tiempo te recuerdo diciendo “Ojalá algún día podamos derribar estos edificios de mierda y que sus escombros cubran los restos de sus dueños” o algo así... No puedo recordarlo tan bien. —contó Ikrev mientras sonreía al ver la expresión de Dazz cambiar al recordar aquellos tiempos.
—¿Cómo diablos recuerdas eso? ¿Es de antes de entrar a la pandilla? Mierda, ya lo había olvidado pero... ¡Carajo! De verdad que me trae recuerdos... —mencionaba Dazz con cierta euforia al pensar en su pasado pero, cuando ya sentó cabeza, agregó—: Sí, recuerdo cuando dije eso, y aunque ese maldito edificio sigue ahí al frente al final de la calle, ahora está hecho mierda y eso es mejor que nada.
En ese momento, Dazz y Ikrev estaban sentados en una banca al rededor de una fuente congelada que estaba en medio de una plaza cuando, sin avisar, una de las casas que les quedaban a la izquierda explotó esparciendo escombros por toda la plaza.
—¡Carajo! Eso estuvo durísimo, se pasan estos tipos... Oigan, tengan un saqueo más cuidadoso, ¿Vale? Una de sus explosiones hará que una viga me pegue en la cara y con este bello rostro no se juega. —advirtió Ikrev a unos chicos menores que ellos los cuales se divertían en las casas abandonadas.
—Las explosiones asustan mucho... Aún recuerdo la guerra, he tenido pesadillas con eso... Que bueno que por ahora se terminó aunque ni idea de lo que nos espera allá afuera y por lo poco que has contado, la que se viene es grande... —expresó Ikrev algunos de sus temores en un tono más serio.
Tras esas palabras, ambos guardaron silencio y evitaron verse a los ojos ya que, por sus particulares razones, a cada uno le resultaba incómodo pensar en aquellos hechos pero de los que no podrían escapar. Al observar su entorno era claro que no se podía tapar el sol con un dedo ni hacer una sopa con una sola papa... Las cosas fueron tal como recordaban y así sería hasta la muerte o la locura.
El desconcierto de la situación proviene de que en aquella mañana de primavera aún había gente realizando saqueos a aquélla ciudad que en su momento fue una muy elegante y llena de elitismo pero que estaba manchada con sangre de inocentes. La ciudad era hermosa, la mejor arquitectura del reino estaba en ella pero, sus habitantes eran de lo más déspotas, insufribles, clasistas, degenerados y perversos posibles... Dazz y Ikrev vivían ahí desde hace mucho... ¿Entonces son iguales? Ya legaremos a eso...
Cuando ocurrió la guerra de Nerraug contra Guarren, muchos de los sujetos importantes que vivían aquí fueron eliminados por nadie más y nadie menos que el mismísimo Conor. El le dio caza a todos los funcionarios y líderes militares importantes que pudo y el resto del ejército hizo el resto con los familiares de esos sujetos. La gran mayoría de la población de el reino de hielo no coincidía con los pensamientos de Nerraug, realmente la gran mayoría era oprimida pero, ese sector especial que vivía en Kriztlar era muy afín a Nerraug siendo su trabajo y labor real más significativo el mantener bajo yugo al resto del pueblo. A cambio de esa enferma lealtad, Nerraug les recompensaba con obsequios tan enfermos y macabros que eran difíciles de creer.
Estos y más hechos desagradables fueron los que sembraron el odio y resentimiento en las demás personas del reino que, hoy en día, cada cierto tiempo, especialmente en días libres, suelen venir a Kriztlar a saquear vandálizar y destruir cuanto edificio deshabitado encuentren. Obviamente, toda la población de la ciudad no desapareció, aún quedan quienes viven ahí como es el caso de Dazz y Ikrev por lo que, Conor quién está enterado de esto, tiene causas investigativas abiertas para todos los supervivientes de la guerra y todo el que es encontrado culpable es mandado a prisión o trabajo forzoso según los crímenes que haya cometido y fuese dejado impune.
—Esto realmente se ha vuelto una ciudad fantasma, todo es un caos y pocas cosas funcionan realmente... ¿No has pensado en mudarte? —preguntó Dazz tras reflexionar ante el disturbio.
—Es broma, ¿Cierto? ¿Crees que alguien como tú o como yo podríamos ser aceptados con la gente de allá? Solo mira nuestras manos izquierdas, ¡Están marcadas con una cicatriz con la forma de un cráneo de Dragón! —mencionó Ikrev recordándole a Dazz que tenían la marca de ciudadano y que difícilmente podrían deshacerse de ella.
—No puedo creer que después de tanto este maldito lugar me siga jodiendo la vida... Lo único bueno de toda esta escoria de ciudad es que te conocí porque me trajeron a vivir aquí... De ahí en más... Solo recordarlo me da náuseas. —afirmó Dazz con cara de asco.
—Oh vamos... Hubo un tiempo dónde no estuvo tan mal... —dijo Ikrev con cierta emoción tras de un salto pararse frente a Dazz quién lo veía confundido.
Ikrev siempre desprendía mucho ánimo aunque su apariencia no pareciera la más... Amigable.
Físicamente era un chico delgado, tenía musculatura marcada pero era delgado. Su cuerpo no era tan alto como los demás, medía unos 1.90 centímetros aproximadamente, el nunca se quiso medir formalmente y afirmaba que, si le iban a medir algo, que fuese su miembro viril; parecía estar orgulloso de ello. Su piel como dragón de hielo era muy blanca, llena de cicatrices, tenía algunas marcas que por sus complejas formas parecían auto infligidas y además parecía tener algo no muy común de ver entre dragones y era un tatuaje de una rosa en un color negro profundo en su pectoral derecho. Su rostro estaba sorprendentemente bien cuidado, una sonrisa perfecta, unas cejas tupidas, muy bien definidas, unos ojos azules oscuros con algo de ojeras y tenía el cabello super liso, con un corte degradado por todo lo bajo, la parte de arriba estaba doblada hacia la izquierda, era de un largo medio corto pues no alcanza a llegar tan bajo como para tocar las orejas y el color de ese corte tan cuidado era de un blanco con mechones celestes opacos y azules intensos.
En cuanto a vestimenta, rara vez le verías con camisa o algo que cubra su pecho, siempre iría de pantalones medio ajustados de mezclilla rasgados y con cadenas pequeñas atadas de los sujetadores para cinto del pantalón, además siempre le verías con sus indispensables botas de cuero negro de suela gruesa perfectas para la nieve. Confianza que se diga confianza precisamente no transmitía... Pero quienes le conocían, lo mencionan como un sujeto muy peculiar pero increíblemente gentil, quizá un poco pesado pero bastante agradable luego de encontrarle el truco, incluso Dornny en algún momento sugirió que en los entrenamientos era disciplinado y nunca llegó a meterse con ella... En cambio, llegó a intentar coquetearle de forma agradable alguna que otra vez. Pero, ¿Qué hay de la opinión de Dazz?
—¿Te vas a poner como un viejo a decir “antes las cosas eran mejores”? Vamos, un sujeto como tú es todo menos conservador como para andar con esas payasadas... —dijo Dazz rechazando la nostalgia que podría inferir Ikrev en el tras apelar al pasado.
—Puff, sabes de lo que hablo, hermano, fue, de hecho, esos tiempos los que nos convirtieron en eso, en hermanos... ¿No lo recuerdas con aprecio? —infirió con mayor carga emocional el joven de pecho descubierto con una sonrisa pequeña.
—Eres un viejo romántico, ¿De verdad me sacas esas cosas tan temprano? —dijo Dazz y añadió entre risas —: Eres un idiota pero mierda, eres mi hermano idiota, ¡Vengan esos cinco!
—Eso es lo que quería ver, un Dazz alegre en la mañana, ¡No pido más! —expresó Ikrev contento tras chocar sus manos.
—Muy bien pero ya tiene lo que quería, don romántico, ¿Ahora qué sigue? Me empiezo a aburrir mientras solo veo como destruyen la ciudad sin mi. —comentó Dazz.
—¿Okey? Pues... ¡Vamos a destruir cosas! ¡Igualito que antes pero sin lame culos! —sugirió con emoción Ikrev.
—Aunque hubieran soldados me valdría un carajo, el problema es que no puedo usar mi poder de hielo aún o eso creo... Ja, ja, yo colapsé, recuérdalo y debo guardar el reposo en cuanto pueda... Nunca sabes cuándo puede surgir una emergencia. —explicó otra vez Dazz pues ya hace unos días le había explicado eso.
—¿De verdad me vas a poner eso de excusa cuando tú y yo sabemos que nunca nos faltó algo como el poder de hielo? —dijo Ikrev mientras dio un salto mortal hacia adelante cayendo dentro de la fuente inactiva que estaba detrás de Dazz y justo después la sujetó con fuerza pero sin mucho esfuerzo para arrancarla y lanzarla contra una de las casas del frente generando mucha destrucción y estruendo en el proceso.
—¿Y bien? Tal parece, aquí el viejo es otro... —dijo Ikrev provocando a Dazz.
—Que maldito ¡Esa fuente me gustaba! Pero ya que insistes ¡El que destruya 15 casas al 70% o superior gana! —Dazz propuso las reglas y tras ponerse de pie saltó con gran fuerza para estrellarse a sí mismo contra una casa.
—Yo sabía que tú salud no podía estar tan mal. Bien, acepto el reto. —respondió con determinación Ikrev.
Esa mañana sí que hubo ruido, al final de cuentas, ambos eran destructores y aunque Dazz fuera un tanto más fuerte que Ikrev, ambos tenían el mismo rango, incluso podrías considerarlos rivales justos pues, desde que se conocen han entrenado a la par para ser así de fuertes, tan fuertes como se esperaría de dos destructores de clase 3.
Ambos, iban de un lado al otro, saltando entre los techos de las casas buscando lo que fuera para lanzar y demoler las casas. Vidrios, ladrillos, pilares, rocas, vigas de madera, tejas y todo material del que pudieran estar hechos los edificios salían volando en una lluvia de fragmentos tras los ataques totalmente desmedidos de ambos destructores. La gente que también participaba en la destrucción dejó de hacerlo para presenciar desde un lugar seguro el espectáculo caótico que se había vuelto aquélla insana competencia que empezó como una simple broma.
Esos eran Ikrev y Dazz, siempre tan competitivos como de costumbre aunque en aquélla ocasión no pudieron acabar su disputa pues un oficial les frenó cuando estaban empatados y les negó seguir destruyendo pues, estaban tan embobados en ello que no estaban midiendo su fuerza y los demás participantes de la demolición estaban corriendo peligro. Ante eso los muchachos tuvieron prudencia y decidieron dejar todo ahí y alejarse. No había pasado mucho tiempo desde que empezaron pero hasta ese punto ya habían acabado con dos manzanas de edificios y cuando se alejaron un poco y vieron lo que ambos hicieron, simplemente chocaron sus manos entre festejos con orgullo.
—¡Que maldita locura! Pero ya se acabó... ¡Por poco te gano! —dijo Ikrev procesando la emoción del momento.
—Claro y los peces vuelan. —respondió sarcásticamente Dazz.
—¿Entonces un empate? —agregó Ikrev.
—Ja, empatadas mis pelotas en ser las más gordas del estado. —comentó Dazz de broma.
—Ah, con razón eres tan lento, cargas con peso muerto. —Ikrev replicó con astucia dándole la vuelta a Dazz.
—Que maldito... Sí que eres todo un respondón, nunca respetando a tus mayores. —comentó Dazz.
—Aprendí del mejor lamentablemente... —replicó Ikrev nuevamente mientras caminaban rumbo a sus casas.
—Algún día tendremos que dejar este lugar, algún día esta marca ya no le importará a nadie. —mencionó Ikrev sus pensamientos mientras veía aquélla marca en su mano.
—¿Tú crees, enano? —preguntó Dazz en tono burlón.
—Sí y lo digo más por ti que por mi... ¿Hay algo que te ate a este lugar, Dazz?
Dazz se detuvo y Ikrev hizo lo mismo. Ambos se vieron a los ojos mientras sus semblantes cambiaban. Ikrev estaba expectante, esperaba una respuesta de una pregunta que sabía había dado justo en el clavo... Un clavo que hace rato ya presentía estaba muy profundo.
—¿Crees que hay algo que después de absolutamente todo me mantiene atado a esta mierda de ciudad? —respondió Dazz con una voz tensa y con la mirada fija en Ikrev.
—No lo creo, estoy bastante seguro de eso... ¿Ya lo habías pensado? Hace ya un buen rato pudimos largarnos de aquí, ¿Por qué seguimos? Yo estoy aquí por ti, solo por ti pero, ¿Qué hay de ti? —insistió Ikrev pues le preocupaba mucho Dazz.
—¿Tú crees que alguien como yo merece algo más que esto? —dijo Dazz con mucha honestidad.
—Vamos, por supuesto que—Ikrev fue interrumpido.
—¡NO! Solo piénsalo un momento, ¡Recuerda quién carajos soy! Yo no valgo más que cualquiera de los ladrillos que destrozamos ahora. —respondió Dazz con mucha impotencia.
—Hermano, no puedes estar pensando eso, tú no eres mierda, ¡Tienes cara de mierda pero no eres mierda! —respondió Ikrev preocupado, aunque de forma un poco chistosa, pero preocupado por su amigo a fin de cuentas.
—Ikrev, ya es suficiente, no quiero hablar más de eso. —respondió Dazz cabizbajo y continuó caminando casi ignorando a Ikrev.
—Como tú digas pero si necesitas ayuda con algo, búscame por favor. Ya sabes que jamás voy a dejarte solo. Hoy no me dijiste mucho pero ya te notaba decaído desde hace ya semanas... no sé qué te aqueje exactamente pero sé que estaré para ti siempre... siempre estaremos unidos hasta la muerte y más allá de eso. —expresó Ikrev parado sobre la nieve y viendo con lástima la espalda un poco encorvada de Dazz que se alejaba poco a poco.
—Gracias, Ikrev. —respondió Dazz con una voz tenue y llena de desánimo.
—bien, te veré más tarde, cuídate mucho. —dijo Ikrev la última palabra y se retiró por otra calle rumbo a su casa.
...
¿Cómo es posible que una ciudad estando en ruinas tenga más encanto que cuando rebosaba de sus edificios intactos y pulcros en diseño? Han pasado poco más de 6 meses... Casi 7, pero en tan poco tiempo el aire ahora rebosaba de frescura, el humo o vapor de las sustancias que los altos mandos usaban para poder sentir algo en sus corazones de piedra se habían esfumado, nunca mejor dicho. Las calles estaban sucias, llenas de roca, cristal y polvo pero cuántas huellas ahora se veían en ellas; algunas casas que antes brillaban por fríos cristales de luz ahora resplandecen por el fulgor de las llamas que les consumen; ahora sí podías ver las emociones de las personas por la calle, su particular ruido es tan agradable, mil veces mejor que la música estruendosa anterior... Realmente ahora la ciudad emanaba vida, los sentimientos reales habían consumido por completo a una ciudad indiferente y poco a poco, con cada ladrillo derrumbado se establecían los cimientos de una nueva ciudad, un nuevo sentir de libertad y humanidad...
Entonces...
¿Por qué Dazz se sentía peor que un alcohólico en estado de abstinencia?
...
«¿De verdad Ikrev cree que me siento mal? ¿Por qué lo haría? “Mido dos metros trece, estoy muy musculoso, me corto el cabello súper corto para verme genial e interesante y soy un puto destructor de clase 3 que cuidado y la próxima semana se vuelve clase 2”... Ja, seguro es algo que Ikrev diría para motivarse a si mismo... Pero yo no soy él.»
Dazz apretó con mucha fuerza sus puños... Tanto que brillaron un poco.
«Mierda, debo controlarme... Debo controlarme; sería un pésimo momento para caer desmayado...»
Aún con eso... Su cuerpo no dejaba de acumular tensión... Había algo, una idea, una pregunta, un pensamiento que no le dejaba en paz y ponía en conflicto a todo su ser... Dazz era sin dudas, una bomba de tiempo.
No ha existido persona sobre Gueghelldak que tras conocer a Dazz, cada que escuchase su nombre no pensara en un rostro sumamente serio, casi enojado... Dazz siempre ha sido, no de los que toman el café sin azúcar... Dazz comía los granos de café tostados, casi quemados, como si fueran maníes y luego tomaba agua caliente aún siendo el un dragón de hielo... Todo eso sin derramar una gota de sudor. Realmente era peligroso y puede parecer chistoso, suena exagerado pero, es real. Dazz podía comerse hasta 2 kilos de café en una tarde, tomarse hasta dos litros de agua muy caliente (lo que hería su garganta y le daba esa voz gruesa que se tenía) y todo mientras practicaba malabares con 4 espadas con sus hojas sobrecalentadas al punto de brillar en rojo... ¿Ahora sí parece serio, cierto?, Entonces, sabiendo eso... ¿Crees que alguien que está bien haría tal atentado contra su salud?
«¿Por qué demonios aún no llego a casa? Se está haciendo eterna está caminata y... ¡¿Por qué empiezo a ver esto?!»
Las pupilas de Dazz se dilataron y su presión se disparó. Él estaba solo en esa calle, no había nadie más para oír su cansada respiración producto de lo alterado que estaba pues, de un segundo a otro, todas las casas que le rodeaban empezaron a derramar sangre que rápidamente se mezclaría con la nieve. La sangre era espesa pero fluía bien, además, era muy roja, brillaba mucho con el sol lo que producía algo de placer visual pero a la vez era completamente asqueroso y perturbador.
«Siempre son las putas paredes, ¡¿Por qué siempre tienen que ser las paredes?!»
Mientras se quejaba, se llevó las manos a la cara y se restregó con fuerza pero despacio los ojos con las palmas completamente abiertas... Cuando terminó y abrió los ojos otra vez casi toda la sangre se había ido... Toda menos un rastro de dos sangres distintas (una era más oscura que la otra) que llevaban hacia el este y Dazz sabía muy bien donde acababa ese rastro... Acababa en un predio baldío al este de la cuidad que quedaba frente a un teatro clausurado llamado “cripta”.
Dazz ignoró ese rastro de sangre durante varias cuadras hasta que dejó de verlo... En ese momento volvió a tranquilizarse y sentirse algo liberado... Ya podía respirar con calma así que algo bueno sí había pasado. Estando aún algo perturbado, se acercó a un poste para sostenerse porque se encontraba algo mareado. Entonces, mientras reposaba de pie en esa solitaria calle, empezó a escuchar voces.
«Maldita sea, ¡¿no me pueden dejar en paz un maldito segundo?!»
Gritó furioso, la fuerza que hizo sobre el poste fue tal que lo aplastó un poco, sin embargo, la frustración fue tal que sin esfuerzo arrancó el poste y lo lanzó cuál jabalina contra una de las casas del otro lado de la calle provocando un molesto estruendo. No obstante, sin esperarlo, entre el ruido de la destrucción y las voces molestas escuchó un quejido... Ese podía escucharlo con claridad, sonaba como una mujer a la que le cubrían la boca y intentaba decir “Maldito ¿Cómo pudiste?, eres un monstruo horrible”.
...
—Por favor, Zhornil, no se resista. Es una orden que debe cumplir a petición del general Leinad. Debe acompañar a los soldados a la extracción y destrucción del templo y no hay nadie mejor que usted para esa tarea. Puede invitar a algún otro compañero si gusta pero por favor no entorpezca más el procedimiento... —insistió una y otra vez un soldado a Zhornil quién se encontraba en un parque jugando un juego de cartas.
—¡Ya deja de interrumpir! ¿No vez que tengo un asunto entre manos? Si pierdo tú no vas a pagarme así que déjame en paz. —contestó molesto Zhornil justo cuando su contrincante le estaba remontando.
—Señor Zhornil, está obstaculizando un procedimiento de carácter urgente, no me obligue a escalar la situación. —amenazó el soldado pero Zhornil no le escuchó.
—¡Agh! Como molestan cuando uno solo quiere tener un buen rato... —expresó Zhornil su desagrado.
—Si quieres podemos dejarlo así y empezar la apuesta otro día, veo tienes trabajo y no quiero ser un atraso. —sugirió el muchacho contra quién Zhornil se enfrentaba.
—Inaceptable. Una apuesta se debe terminar una vez empezada. Lo que sí se puede hacer, es cambiar el formato para acabar ahora mismo. Dame tú mazo. —dijo Zhornil intrigado a su contrincante.
—Aquí tienes. Lo que sea por colaborar, no quiero problemas. —dijo el contrincante entregando su Maso.
—Bien. Tú, latoso, toma ambos mazos y los revuelves. Cuando termines, da una carta al azar a cada uno. El que tenga la carta de menor valor gana, ¿Estamos? —dijo Zhornil impresionando porque en el juego que jugaban, lo normal era perseguir la igualdad en un grupo de 8 cartas de tú mazo así que, considerando que ambos llevarán una buena partida, las probabilidades de tener una carta inferior era muy cercana al 50%.
—¿Estás seguro de esto? Matas todo tú progreso. —dijo el contrincante intrigado.
—Por supuesto. Vamos chico mensajero, mezcla los mazos y terminemos con esto. —insistió Zhornil y el mensajero hizo lo que pidió mezclando las cartas lo mejor que pudo.
—Sabes... Ya que yo puse las reglas, puedes elegir qué tan menor debe ser el número, algo así como un número por debajo de tres, cuatro, quizá 5, lo qué tú gustes. Elige por debajo de qué valor debe estar la carta para ganar está apuesta. —sugirió Zhornil justo antes de que ambos eligieran cartas.
—Ja, si así quieres, que sea por debajo de 8 el valor, no me fío de los valores qué sugeriste. Cada quién conocía su Maso y puede intuir probabilidades. —respondió el chico con perspicacia.
—Oh, bien, bien, me tomas por sorpresa pero está bien. —respondió Zhornil riendo un poco y tomando a la vez que el otro chico su carta.
El mazo entonces fue puesta sobre la mesa y el rostro del mensajero, aunque trataba de mantenerse neutral, mostró en micro expresiones su sorpresa pues, el pudo ver quién ganó desde que cogieron las cartas del abanico de cartas que el sostenía.
—Hay que darle la vuelta. —sugirió el joven contrincante.
—Perfecto. —fue lo único que dijo Zhornil y el mensajero dio la vuelta a ambas cartas a la vez.
Zhornil sacó un 5... El otro chico sacó un 15, el valor más alto. La sorpresa fue muy inesperada ¿Cómo fue posible una diferencia tan grande? Parecía un misterio pero, una apuesta era una apuesta y el chico debía pagar por lo que Zhornil solo sonrió un poco mientras recogía el dinero de la mesa, le dio la mano al chico junto con un “buena partida” y se marchó junto al mensajero.
—Usted, Zhornil, es alguien diabólico. —dijo el mensajero mientras caminaban alejándose del sitio.
—¿Ah, te diste cuenta, latoso? Parece que no eres solo una piedra de las que se te meten en los zapatos, parece que sí te sirve la vista.—dijo Zhornil burlándose un poco más del soldado mensajero.
—Lo que usted hizo fue impresionante. Ambos tenían ocho cartas, estaban en ese punto de la partida...
—Es correcto pero, si quieres repetirme lo que viví habla más bajo, ¿Quieres? Siempre hay que tener un perfil bajo. —indicó Zhornil al soldado que se estaba emocionado.
—Una disculpa pero, usted está loco. El mazo que usted me dio tenía ocho cartas, y el otro chico también tenía ocho cartas. Habían ocho cartas con el valor de 15...
—Claro, es obvio que yo sé eso, ¿No?
—Sí y aún así se arriesgó, ¿Por qué? —preguntó con mucho interés el mensajero.
—Simplemente porque así es más divertido. —respondió Zhornil con mucha calma, casi sonaba como que hacía menos sus acciones.
—pero ese chico no contaba con ninguna carta de valor alto, incluso creyó que usted le manipularía con lo del número menor, por eso el eligió un valor inferior a siete porque todas las demás cartas iban entre el siete y el cuatro, ¡El eligió eso porque ese era su mazo! —se exaltó un poco el mensajero al procesar lo que había descubierto.
—Ese chico estaba buscando armar su mazo con cartas de valor seis antes de el cambio de apuesta, lo sé porque habían cuatro seises en las otras ocho cartas que no eran quinces, ¡El número menor que eligió era para asegurarse de que le salieran cartas de su mazo...
—Así es... Y sí, lo que estás pensando es correcto, dilo sí quieres... —dijo Zhornil como si su jugada fuera poca cosa.
—Usted ya tenía armado su mazo con ocho quinces, usted ya había ganado, usted solo tenía que poner las cartas sobre la mesa y listo pero, prefirió arriesgarse en un juego que, aún así, controló todo el tiempo...
—Ahí te equivocas... Sí, puse las cosas a mi favor pero nunca pude estar cien por ciento seguro y que bueno porque estar así de seguro es aburrido, muchísimo. A veces hay que sacudir las cosas para disfrutarlo mejor... Ja, además, ese chico hoy aprendió que no debe confiar en nadie, ni en el mismo. Aprende eso tú también, puede que te sirva. —explicó con mucho cinismo Zhornil mientras caminaban.
—¿Qué clase de persona es usted? —preguntó el mensajero impactado.
—Alguien que duda mucho, cree poco y confunde siempre.
...
Ikrev ya hace un rato había llegado a su casa, decidió sentarse en los escalones del porche en el frente de su casa. El tenía cultivadas algunas rosas en el jardín frontal, se veían muy vivas y con mucho color, un precioso color negro intenso que contrastaba con la pureza del blanco de la nieve. El joven estaba aburrido, apreciaba con cariño sus rosas y como el sol daba sobre ellas y cómo estás se comían la luz que daba en ellas, el negro se mantenía inmutable... Así como su aburrimiento y cansancio.
«¿Por qué Dazz se empeña tanto en que nos quedemos aquí? El más que nadie debería querer estar lejos, incluso salir al exterior no le despertó ningún interés, solo volvió tan serio e inamovible que antes... No entiendo nada, todavía recuerdo cuando se lo pedí a Conor personalmente pero al final no pareciera que sirviera de algo...» recordó Ikrev en su mente una conversación que tuvo con Conor hace meses sobre quién debería haber ido al mundo exterior.
«««
Hace unos tres meses en el palacio durante una fría tarde:
—Señor, un soldado llamado Ikrev del pueblo de hielo pide hablar con usted. —dijo un soldado a Conor quién se encontraba leyendo un libro extranjero llamado “¿Cómo ser fuerte siendo una espiga de trigo en medio de un huracán?”.
—Tienes que recordar que ya no es más pueblo de hielo, es la región de hielo. No son otro pueblo, son nuestros hermanos. Fuera de eso, deja que pase, sí vino desde tan lejos debe ser muy importante para él y no estoy tan ocupado. —dijo Conor mientras cerró el libro de golpe y lo guardó en su cajón.
—Mis disculpas, señor. En seguida dejo pasar al joven.
En la brevedad, Ikrev entró al despacho del rey presenciando lo elegante pero modesto que era a comparación de las cantidades de lujos innecesarios que habían en el palacio del reino de hielo. Fue sorprendente esa primera vez para el, además de que estaba bastante lejos de su entorno natural, era genuinamente, lo más lejos que había estado y estaba nervioso.
—Muy buenas tardes, su majestad. —dijo Ikrev haciendo reverencia.
—Muy buenas tardes, soldado Ikrev... ¿Grutl? Es un placer tenerlo por acá. —dijo Conor con cortesía.
—¿Me conoce? ¿Cómo es posible? —preguntó Ikrev extrañado.
—Recuerde que hay una investigación activa sobre todos los supervivientes de la guerra que habitaban en Kriztlar y usted es uno de ellos. Además, yo mismo estoy supervisando la investigación de cada uno y la verdad, tras leer su expediente, solo puedo compadecer por lo ocurrido, lo que vivió nadie debería vivirlo. Siento mucha pena por usted. —explicó Conor mostrando que su apellido no es lo único que sabía sobre él.
—Oh... Está enterado, digamos que pocas personas hablan sobre eso... Gracias por sus condolencias. De verdad, se aprecia que sea de su parte. —dijo Ikrev demostrando algo de pena y un poco de agradecimiento.
—No hay de que... Pero dime, Ikrev, ¿En qué puedo yo ayudarte?
—Quería pedirle un gran favor, uno que quizá sea imposible pero que de hacerlo creo ayudaría mucho a un amigo que para mí es como un hermano. —habló con sinceridad Ikrev.
—Te escucho, Ikrev, dime lo que quieras y veré cómo concedértelo. —dijo Conor inclinándose un poco sobre su escritorio para presentar atención.
—Tengo un amigo, Dazz se llama, Dazz Freck. Es un sujeto muy fuerte y con un gran carácter aunque en ocasiones sea difícil de tratar. Aún con eso, últimamente lo he visto bastante decaído de ánimos y semblante, después de sobrevivir la guerra se ha visto deprimido o lo más cercano a ello. Siempre ha sido un chico algo frío, no tan contento con la vida pero, nunca como hasta ahora y me preocupa pueda caer en un abismo que sea difícil de salir. El es mi hermano desde hace mucho y no sabría que hacer si él pierde la fe y simplemente un día se queda a esperar el día de su muerte. —expresó Ikrev desde el fondo de su corazón lo preocupado que estaba por Dazz.
—Primero que cualquier otra cosa, te admiro por la preocupación por tú amigo, aprecio mucho una buena amistad, definitivamente la aprecio aunque algunos en el reino crean lo contrario... —dijo Conor mientras se le hacía un pequeño nudo al recordar a Guarren quién apenas hace unos meses reía con el en ese mismo despacho.
—Pero dime, ¿En qué puedo ayudar a tú amigo? —preguntó Conor muy dispuesto.
—Quiero que lo seleccione para ir al mundo exterior. —respondió de forma directa Ikrev y sin titubear.
—Eso sin duda me tomó por sorpresa, Ikrev. Cuéntame, ¿Por qué crees que ir al mundo exterior haría a tú amigo valorar más su vida o en su defecto animarse más? —dijo Conor sorprendido de la seguridad de Ikrev.
—Porque seguramente ver lo increíble que debe ser allá afuera volverá a motivarlo y tendrá ganas de cumplir nuestra promesa de un día irnos muy lejos de Kriztlar y ser felices por fin. La vida ha sido dura con ambos y siempre habíamos querido salir de ahí pero, ahora parece que el único que recuerda eso soy yo... —explicó Ikrev con un tono animado lleno de sentimientos que poco a poco se fue apagando.
—Nunca nadie me había pedido algo tan particular y había presentado una visión tan entusiasta, realmente lo admiro joven Ikrev. Tiene mi respeto por una obra tan admirable. —expresó Conor con serenidad aunque por dentro se preparaba para dar un giro inesperado.
—¿Eso significa que aceptará mi petición? Dazz es un gran guerrero, si hay complicaciones el podrá sobrevivir, de eso no tenga duda. —comentó Ikrev con ilusión pero luego Conor respondió algo que jamás Ikrev esperaría.
Conor corrigió su compostura y tomó una posición más dominante. No contento con eso, vio a Ikrev a los ojos con una intensidad que solo el podría tener y preparando un tono de voz más serio se dispuso a proponer un intercambio.
—Muy bien, Ikrev. Entiendo que tú vida fue una vida complicada, probablemente la de Dazz lo fue incluso más, pero, ¿Te gustaría contarme la historia de cómo un joven hijo de familia de renombre acaba involucrada en una de las pandillas más importantes de la antigua nación de Radial del Oeste? —las palabras de Conor estremecieron a Ikrev pues, su recuerdo mejor guardado había llegado a manos del rey por lo que se quedó mudo un momento.
—Ikrev, no tengas miedo ni intentes negarlo, yo sé lo que sé pero aún con eso hay cosas que no sé, además, me falta la versión de uno de los protagonistas, me falta tú versión. Si quieres, puedes no hablar e irte, yo seguiré investigando pero, preferiría me lo contarás tú, además, si lo haces, Dazz estará en primera fila para salir al exterior. —explicó Conor con un tono muy convincente el intercambio que harían con Ikrev pero este se mantuvo callado.
—Seguramente los recuerdos te invaden ahora mismo, guardar un secreto así durante mucho tiempo debe ser bastante duro así que, deberías contarme... Vamos, Ikrev, solamente tienes que ser honesto por primera vez en mucho tiempo... —sugirió Conor tratando de convencer con más fuerza.
—Esta bien, señor. Le diré la verdad, usted sabrá todo pero, solamente espero, como alguien que tuvo los huevos para matar a su mejor amigo, que sea capaz de comprender por qué hicimos toda esa mierda. —respondió Ikrev demostrando algo de confrontación a Conor quien se estaba metiendo en las profundidades de su ser.
—Tiene agallas, soldado. Puede empezar su relato cuando desee, estaré atento y espero cada detalle de los incidentes... Que no falte por contar una moneda de plata ni una gota de sangre derramada. Lo espero.
...
Hace un par de décadas comenzó esta historia, con el nacimiento de Dazz hace 47 años. El nació en su casa atendido por una enfermera a eso de las 10 de la noche en una muy fría noche de invierno en Falyrz. Sus padres eran comerciantes, el negocio iba bien, por eso podían permitirse una enfermera que atendiera el parto y por eso, el bebé que a inicios no lloró, nació sin tantas complicaciones. Quizá el bebé no lloró porque pensó que, bajo el seno de un hombre trabajador como su padre y una creativa tan excelente como su madre, la vida que le había tocado sería buena. Sí, realmente parecía buena...
Por desgracia, a causa de uno de los males más antiguos de todo ser con conciencia, la envidia, la madre de Dazz sufrió un envenenamiento. Su padre intentó tomar venganza y fue asesinado a manos de soldados por el crimen de “intento de asesinato” contra un “inocente”... Nadie les creía tal patraña. Contra todo pronóstico, la madre de Dazz sobrevivió, todo eso pasó cuando él tenía al rededor de 6 años. Sin embargo, deprimida, con secuelas del envenenamiento y cada día más carente de dinero, la madre de Dazz escribió una carta a un familiar, justamente, un hermano que vivía en Kriztlar; la carta decía, entre otras cosas, lo siguiente:
“... Sé todos los errores que he cometido, sé que todo esto quizá no habría pasado si hubiera escuchado y seguido tus palabras... No sé si me arrepiento, fui muy feliz con esto, tuve incluso un bonito hijo, ojalá lo vieras, tiene los mismos ojos que tú sacaste de papá...
...De verdad, siento tanto todo esto, al final simplemente la única opción que me queda es suplicarte, no de rodillas, postrada a tus pies; hermanito, estoy muy enferma y acabada, siento que moriré pronto o si sobrevivo lo suficiente, puede que yo misma acabe con mi sufrimiento. Por favor, no quiero piedad por mi, solo ten piedad por el, solo tiene 8 años, un niño así no merece quedar vagando por las calles, se volverá un delincuente rebelde y ya sabes cómo acaban esos... Cuídalo por mi, por favor...”
Un mes después, la madre de Dazz estaba muy mal, el niño había salido al patio fuera de su casa y un misterioso hombre se le acercó. Estaba enmascarado, cubierto totalmente de negro, solo podías ver sus ojos blancos resplandecer un poco en la oscuridad. Dazz se sorprendió pero notó con una perspicacia nada propia de su edad, que el sujeto no tenía intenciones agresivas... Eso o el niño estaba tan triste por lo de su madre que simplemente no tenía fuerzas para reaccionar.
—No temas y no hagas mucho ruido. Sabemos que tú madre está muy mal... Trajimos estos medicamentos, no sabemos cuánto ayuden pero definitivamente ayudarán con algo. Solo tienes que dárselos y ella sabrá que hacer. Cuídate pequeño. —dijo el misterioso hombre que rápidamente entre unos brincos rápidos se fundió con la oscuridad de la noche y desapareció.
Dazz llevó los medicamentos con prisa a su madre y ella asombrada los revisó, al día siguiente una amiga los revisó también y definitivamente eran medicamentos limpios, no contenían veneno, de hecho, lo único extraño era un símbolo de un sol y una luna cruzados en un papel pero supusieron era una firma o algo similar... Rápidamente la madre de Dazz inició su tratamiento y logró mejorar durante uno o dos meses pero, un padecimiento así de fuerte requería por lo menos, año y medio de tratamiento.
Sabiendo que el milagro no se repetiría, la madre de Dazz aprovechó para pasar unos últimos momentos con su hijo. Jugaron un poco, se contaron cuentos y chistes... Ella lo abrazó todas las noches que pudo. Siempre decía:
“No será suficiente, mereces más amor que este pero, quiero en lo que tenga de fuerzas, darte todo lo que tenga. Todo mi amor es para ti para que cuando crezcas recuerdes que tuviste una madre que te amó y siempre deseo lo mejor para ti”
No había noche que entre abrazos y lágrimas no recitara palabras semejantes con algunas variaciones pero, poco después de que el medicamento se acabó, también lo hizo el brillo en los ojos de la madre de Dazz. Un mes antes del noveno cumpleaños del niño, en una calurosa mañana de invierno, mientras todos los demás niños salían a jugar después de la tormenta de la noche anterior, Dazz, quien fue como todos los días a la habitación de su madre para darle los mejores “buenos días” que podía, vio como una columna intensa de luz que entraba por la ventana iluminaba el cadáver de su madre mientras una cucaracha se posaba sobre su inerte boca.
El infante cubrió el cadáver con las sábanas y se recostó a un lado de la cama mientras lloraba atormentado sin ser capaz de procesar lo que pasaba; de verdad, el desconcierto y el dolor del niño era tal que apretaba su cara con sus propias manos al punto que llegó a herirse con una de sus uñas a causa de eso. Al poco tiempo, tras escuchar un llanto que salía de la casa de Dazz y al ver que este no salía, una vecina se acercó y entró por la puerta trasera que Dazz ya había abierto en ese momento. Cuando la señora llegó a la habitación de la madre de Dazz vio aquella tétrica escena que le impactó tanto que perdió el equilibrio y cayó de espaldas estando en shock por unos segundos.
Se corrió la voz, como el fuego en un rastro de dinamita, todos en la comunidad supieron la terrible noticia y solo podían poner una cara de asco y tristeza al pensar en el pobre niño que le había tocado vivir aquella fatídica situación. Fue tan rápido que la voz se corrió, que para la tarde, el tío de Dazz estaba ahí para llevárselo pero, antes de eso, tenía algo importante que hacer.
—No vale la pena recordar a quienes fracasan, llorar por ellos no sirve de nada... Solo sigamos adelante, Dazz. —exclamó tío de Dazz antes de detonar explosivos dentro de la casa de su hermana que dejaron destrozado absolutamente todo y lo poco que quedó, ardió con el fuego hasta que solo quedaron viles cenizas que el viento se llevaría y la nieve cubriría.
...Por cierto, el cadáver de la madre de Dazz estaba en la casa cuando los explosivos detonaron.
Para cuando cayó la noche, Dazz estaba con su tío en Kriztlar y pese a que el día había sido cálido, la noche arrasaba con un frío intenso, tanto que un crío de dragón de hielo como el pequeño Dazz, quien no había bebido ni comido nada en todo el día, temblaba en silencio mientras iba en una jaula de transporte que su tío cargaba con sus pies mientras volcaba transformado en Humidrag.
—Bienvenido a el hogar que siempre mereciste. —dijo el tío de Dazz cuando aterrizaron en el jardín trasero de una elegante casa de concreto y cristal en la periferia de Kriztlar.
El infante no respondió nada esa noche, ni siquiera al siguiente día y mucho menos en la siguiente semana. Realmente pasó todo un mes en el que, pacientemente, el tío de Dazz esperó por escuchar alguna palabra de Dazz mientras poco a poco lo alimentaba y trataba con medicamentos de calidad. Llegado el momento, el infante con una voz rota antes de dormir dijo:
—Me quiero morir.
...
El tiempo pasó desde entonces, la vida nunca se detuvo y Dazz aprendió a convivir con su tío. Desde que empezaron a vivir juntos, Dazz se vio rodeado de un ambiente político y militar intenso ya que su tío era Militar.
Carl Freck, ese era el nombre de uno de los capitanes del ejército de Nerraug y tío de hasta ese momento joven Dazz de 21 años. Cuando Carl se quedó con la custodia de Dazz, algo que hizo fue cambiar el apellido de su padre por el de su madre y el de él pasando de ser Dazz Kelly a Dazz Freck. Después, conforme el tiempo fue pasando involucró a Dazz como espectador en todo lo que podía para que aprendiera los gajes del oficio. Incluso, para cuando tuvo 15 años, lo metió a recibir entrenamiento y demostró tener una gran habilidad de la que su tío sentía mucho orgullo, sin embargo, no ocurría lo mismo en la política.
Dazz no estaba de acuerdo con nada, por más que su tío le explicará y por más discusiones acaloradas que tuvieran, Dazz no aceptaba ni respetaba a Nerraug como su rey. Alguna vez Dazz llegó a ver a Nerraug a lo lejos en un evento al que fue obligado a ir y su sangre no dejó de hervir, sentía una completa aversión y un odio implacable contra el pues, mientras su tío estaba complacido de un rey que le recompensaba en abundancia por ser un hombre fuerte y servirle, Dazz a su corta edad y por lo que había vivido creía que Nerraug representaba absolutamente todo lo malo del reino y que por su culpa toda su vida se había venido abajo. Por eso Dazz en 6 años se había vuelto muy bueno luchando, porque por sus venas corría más odio que sangre, porque él no podía soportar cada reunión, cada gala y cada fiesta que se celebraba a costa de la sangre de inocentes.
Su tío pese a su carácter rebelde le quería, Dazz tenía futuro para el ejercicio y era excelente discutiendo, quizá demasiado pues solía ser muy tajante pero a Carl le encantaba ver a su sobrino así, realmente le causaba euforia ver a Dazz vencer a sujetos más grandes y viejos que el, le encantaba escuchar como dejaba en ridículo a tipos que se pasaban de listos y se asombraba en cómo administraba las finanzas de la casa como si tuviera la misma experiencia que el. Su tío había ganado un “hijo” que lo dejaba extasiado sin saber que Dazz solamente estaba canalizando su odio en todas esas actividades, Dazz no era nadie especial para esas tareas pero su odio y dolor eran tales que simplemente transmitía eso a todo lo que hacía lo que le daba más energía y determinación que los demás... A fin de cuentas, cuando Dazz no hacía nada de eso, golpeaba paredes, rocas, árboles o lo que fuera, todo con tal de no escuchar a su mente y todo el tormento que está tenía para infringirle.
Una vez, en el otoño de ese año, Dazz había salido a caminar por la noche y una banda criminal le atacó robándole rápidamente sus botas, su cinturón, su reloj y algunas cadenas que llevaba en los pantalones y en el cuello. Los sujetos se echaron a correr por los techos de las casas, edificios o por las sombras de los callejones pero lo que nunca se esperaron es que, al voltear hacia atrás, Dazz iba tras de ellos. Los movimientos del muchacho no eran los más limpios pero era bastante rápido y daba saltos impresionantes que no le dejaban perder de vista a la banda criminal. Después de un rato corto pero intenso, uno de la banda tropezó y Dazz lo atrapó quitándole una daga que llevaba y amenazando de matarlo si no respondían sus preguntas.
—Déjenme, prefiero morir antes de que le revelen información a este plutócrata de mierda, además tiene vínculos con el ejército, nos puede joder mucho ¡Mi vida no vale tanto! —dijo el hombre a quién Dazz había capturado y esas palabras no solo lo dejaron extrañado, le insultaban.
—No te confundas, prefiero ser un perro que come de la basura que uno de ellos. —respondió Dazz furioso y acercando más el cuchillo al cuello del hombre.
—Que maldito chiste, ustedes, ¡Todos ustedes son la misma basura parasitaria de este reino! Seguramente estás súper ebrio o drogado como a los tuyos les encanta estar y por eso dices idioteces. —respondió el que parecía ser el líder de los 6 sujetos que rodeaban a Dazz.
—¿Ustedes odian a los habitantes de Kriztlar? —preguntó Dazz quién empezó a imaginar cosas.
—A cada uno de los parásitos marcados con esa maldita marca de un cráneo de Dragón que tienes en tú mano izquierda. —respondió de forma agresiva el aparente líder.
—Muy bien, entonces ustedes no son mis enemigos. Voy a soltarlo, solo no me maten, tengo cosas que decir. —dijo Dazz dejando caer el cuchillo y bajando su defensa por lo que el tipo que soltó rápidamente le hizo una llave para inmovilizarlo contra el suelo.
—¡Maldición, eso duele! ¡Por favor, quiero hablar con ustedes! No te hubiera dejado libre si no fuera el caso, ni siquiera me habría dejado hacer esa llave tan patética... —dijo Dazz tratando de convencerlos.
—¿A qué te referías con que no somos tus enemigos? —preguntó con mucha intriga el que cada vez más parecía ser el líder.
—Lo que oíste, si odian a esta gente entonces tenemos más en común de lo que creen. Yo ni siquiera nací aquí, ¡La puta de la vida es una caprichosa y terminé aquí! Y realmente, no ha habido un día que no odie tener esta maldita marca en mi mano... —dijo Dazz con total honestidad sorprendiendo a toda la banda.
—Suéltalo. —dijo el líder revelando ser quién da las órdenes.
—Como usted diga señor. —respondió el sujeto que tenía a Dazz contra el piso.
Dazz entonces se puso de pie y observó profundamente a los ojos al líder durante unos instantes. Ambos realmente vieron que tenían los mismos ojos en ese momento, vieron que desde sus entrañas surgía la misma llama, una llama de odio.
—Muy bien, cuéntanos tú historia. —dijo el líder y ordenó a los demás guardar sus armas.
Dazz entonces relató su historia y aunque fue breve, no escatimó en aclarar cuanto detestó la ciudad desde que llegó. La banda realmente se conmovió porque de alguna forma, ya sea por haber vivido algo similar o por empatía, sabían que historias así se vivían desde hace décadas en el reino y ellos particularmente, estaban hartos de que fuera así. Después del relato de Dazz fue cuando llegó la pregunta que lo cambiaría todo.
—Lamento de verdad cada cosa que pasó y aunque quizá no lo veas, has sido afortunado. Al final sigues vivo y bien posicionado, creo que otros hubieran matado por una oportunidad así... Entonces, ¿Qué piensas hacer? —preguntó el líder muy expectante.
Un escalofrío casi eléctrico recorrió cada parte de Dazz, honestamente, nunca se lo había planteado. Toda su vida había existido reaccionando a lo que pasaba en el mundo a su al rededor, incluso ahora, solo canalizaba el odio que sentía en las múltiples cosas que hacía pero jamás hizo alguna por gusto, siempre fue por petición de alguien más o porque debía hacerlo para mantener a quién fuera superior a el contento. En ese momento, su postura se mostraba excelente pero, su alma tambaleaba porque una idea empezaba a surgir desde sus más profundos adentros pero, no estaba seguro si debía hacerlo. Entonces vio como todos le miraban, fijamente, esperaban su respuesta casi como si pudieran leer su mente y todos supieran lo que el debería decir, se armó de valor, en un momento de serenidad como no había vivido hace demasiados inviernos, y habló.
—Me quiero unir a ustedes; si con esto puedo joder a estos idiotas por supuesto que quiero estar con ustedes ¡Por favor, déjenme estar con ustedes! —pidió el joven Dazz marcando su destino para siempre.
—Hasta donde sabes, solo somos unos miserables ladrones, ¿Qué querrías con nosotros? —dijo el líder acercándose a Dazz poniéndolo a prueba con su mirada intimidante.
—Ustedes bastardos no son ni de cerca ladrones normales, no lo noté al principio pero mientras hablamos lo supe y seguramente ustedes también, ese contraste de negros más oscuros que otros forman ese símbolo de un sol y una luna cruzados... Gracias a ustedes mi madre pudo despedirse y pasar más tiempo conmigo y estaré por siempre en deuda por eso... ¿Dónde carajos firmo para ser parte de lo mismo? —contestó Dazz y todos sonrieron. El no lo sabía pero esa estaba siendo su prueba de admisión y la había pasado con éxito.
—Ya eres bienvenido. No vuelvas a casa esta noche y acompáñanos, tenemos que darte un traje. —dijo el jefe y empezaron a moverse por lo que Dazz tuvo que seguirlos.
Todos iban corriendo montaña arriba esa noche, las pisadas de Dazz no solo dejaban huellas, desparramaban la nieve mientras que los demás apenas y se notaban sus pisadas. El joven Dazz estaba muy eufórico y sus ahora nuevos compañeros lo notaban, tanto así que lo apoyaban diciéndole como debía de pisar el impulsarse para ir más lejos, más rápido y con más suavidad y si bien mejoró no dominó la técnica ese día, de hecho a él le tocó tropezar varías veces esa noche pues las montañas eran implacables. Pese a todo, se acabaron abriendo paso y eventualmente llegaron a un bosque de pinos increíblemente frondoso en un valle en la cima de una de las tantas montañas del reino, una vez dentro todos en el bosque llegaron a una gran piedra que descubrieron de la nieve que entre todos movieron descubriendo un agujero secreto bajo de ella.
El agujero no mostraba profundidad, era sumamente oscuro pero, en eso, los trajes negros empezaron a brillar en los contornos de las costuras en un azul no muy intenso y previendo que la caída de aquel agujero era de unos 9 metros de profundidad. Entonces 3 de los 7 ladrones saltaron para poder atrapar a Dazz cuando este cayera y así hicieron para por último los que faltaban se tirarán también. Por las observaciones de Dazz parecía que esos trajes oscuros que ahora brillaban, también tenían algo en los pies que les ayudaba a aterrizar sin miedo a romperse una pierna... Muchas preguntas estaban surgiendo en la cabeza del chico.
Caminaron por la caverna a la que cayeron para poco a poco ir descendiendo por lo que se mostraba era una cueva de hielo y roca muy profunda pero, nada de eso sin antes el líder, tomó su daga y esta cambió su forma convirtiéndose en una especie de bastón que se alargó hasta incrustarse en la roca que habían movido y aplicando algo de fuerza regresaron a su lugar. Dazz definitivamente no podía creer lo que estaba viendo pero él ya había decidido seguirlos, no era momento para arrepentimientos.
Eventualmente descendieron tanto que llegaron a lo que parecía ser una mina subterránea donde habían muchas cajas de suministros, herramientas de extracción sofisticadas y otras 3 personas, dos chicas también del pueblo de hielo y, ¿Uno del reino de fuego?
...
La confusión fue gigante pero después de las explicaciones pertinentes, hubieron más preguntas, sí, pero Dazz quedó más tranquilo. Aparentemente el dragón del pueblo de fuego era el líder de todo; el pertenecía a una familia de herreros bastante particular que al igual que los altos mandos del pueblo de hielo, tenían acuerdos con el exterior. Este hombre sentía lástima por los habitantes del reino de hielo y sus condiciones de vida por lo que había reunido a un grupo de personas excepcionales que realmente pudieran con la causa y les encomendó la tarea de ayudar a su pueblo usando la tecnología que él podía proporcionar. La familia a la que el pertenecía no estaba de acuerdo en interferir pero no pudieron detenerlo al ser cautivados por su gran corazón. Parecía ser el menor de un grupo de hermanos pues siempre hablaba de lo mucho que admiraba a sus hermanos mayores, en especial a una tal “Gizz”.
La mina en la que estaban estaba a cuatro kilómetros de profundidad, el dragón de fuego estaba obsesionado con los minerales que se encontraban cuanto más profundo ibas y según sus teorías había algo debajo de ellos que emanaba muchísima energía pero que aún no sabía que es y lastimosamente la roca cada vez era más dura. Además, la mina tenía otro sistema de cavernas que atravesaba el reino de hielo y salía por el exterior norte del reino de hielo en un acantilado por la costa... En definitiva una excelente cuartada para ocultar el origen de la tecnología si eran descubiertos sacando de sospechas al reino de fuego.
Esa noche Dazz hizo un juramento y recibió su traje y su daga. El traje parecía de cuero pero era súper ligero pero, las espadas se rompían al impactar contra el, también potenciaba las habilidades físicas del usuario y lo más loco de todo, el traje se guardaba dentro de un anillo. Sí, un conjuro “Entre la luna y el sol, en el ocaso estoy” hacía que una energía que emanaba del anillo cubriera sus cuerpos y los dotara de ese traje. Según el dragón de fuego apodado como “Lux”: “El anillo toma un poco de la energía especial de su usuario y con eso construye el traje y le da las habilidades especiales que obtienen. No pregunten más, no lo van a entender de todos modos”.
Ese fue el comienzo del Dazz que se conoce hoy en día.
...
Habrían pasado varios años desde entonces, la pandilla había crecido y cada vez reclutaban más gente, cuando Dazz se unió eran 15 y ahora eran cerca de 60 miembros. Dazz había pasado por mucho en esos 4 años... Así como ayudó a familias a seguir juntas, otras las vio destruirse al no poder hacer nada para salvarlas. Una vez Dazz le partió la cabeza a un guardia que abusaba de una niña en un callejón pero eso solo hizo que la vigilancia de los guardias creciera en ese sector. Cuando un chico nuevo entraba a la pandilla decían que Dazz daba miedo, las heridas de su entrenamiento, marcas de peleas y su semblante más duro que una piedra intimidaban mucho pero, cuando un compañero moría era el primero que lloraba por su muerte. Cuando veían esa otra cara de Dazz es que los nuevos entendían quién era realmente.
Aún con eso, aún Dazz vivía con su tío porque le proporcionaba recursos e información valiosísima para las operaciones de la banda, por eso, de vez en cuando salía a fiestas y en una de ellas conoció a un chico extremadamente formal y si bien parecía un vivo estereotipo de niño rico, no era tan insufrible y por eso Dazz aceptó hablar con el. Dazz tenía fama ya de ser un pesado en las fiestas y la gente solo se reía de el de lo ocurrente que era, tenía un encanto para insultar a casi cualquiera pero por alguna razón no se enojaban con él o por lo menos la máxima repercusión que tenía era que le hacían mala cara y se alejaban... Justo por eso es que sorprendía que esa noche el chico decente y Dazz se estaban llevando bien... Ah, sí, ese chico era Ikrev.
—Maldición, la gente nos mira como si yo te quisiera coger, no me aprovecho de menores como sí hacen ellos... Deberían dejar de proyectarse esos putos bastardos. —dijo Dazz molesto porque sentía las miradas de todos extrañados y posiblemente juzgándole.
—Dazz deberías cuidar tú vocabulario además no todos son personas así como tú los pones, ¡Ahí están mis padres! —dijo Ikrev con incomodidad.
—Créeme, hasta tus padres y mi tío son unos miserables que viven a costa de las personas de las otras ciudades. Todas estás putas cortinas caras, los platos de porcelana y los trajecitos innecesarios... Todo es gracias a que le lamen las bolas a Nerraug. —hizo Dazz su comentario más tajante hasta la fecha.
—Dazz... —intentó hablar Ikrev pero Dazz interrumpió.
—Puedes denunciarme si quieres, no serías el primero pero si ese cerebro te sirve de algo seguramente entiendes lo que digo o por lo menos la mitad de ello. —dijo Dazz estando un poco alterado, más de lo normal.
—Bueno... Este traje me lo hice yo. Compré los materiales en otra ciudad, en Falyrz de hecho; lo hice porque quería saber qué tan difícil podía ser... Pues si miras podrás ver las costuras y lo mal hechas que están... Ya había trabajado con telas antes pero jamás un traje así, honestamente no puedo creer después de todo lo que me costó lo poco que le pagan mis padres a las personas que hacen estas cosas... Encima los tratan mal a veces. Eso me pone triste porque no es justo... —comentó titubeando Ikrev pues en el fondo sabía que estaba criticando al sistema y eso podía traerle problemas graves.
Esa confesión le llamó mucho la atención a Dazz, el sabía que Ikrev había sido forjado desde el nacimiento por el sistema y no esperaba tuviera esa clase de pensamientos, de hecho, siendo honestos, el estaba hablando con el esa noche porque le hacía gracia ver lo “estúpido” que era un chico criado por los inútiles que estaban en la fiesta pero, después de lo que escuchó no pudo ignorarlo y tratarlo con desprecio más, al contrario, vio un alma a la cual podía salvar.
—No pensé podrías pensar algo así, Ikrev, me tengo que ir pero si te interesa que alguien te pueda escuchar, ve a la montaña al oeste de la ciudad, cerca de la cima estaré sobre una roca grande punta de lanza al medio día. Ahí podemos hablar en calma. Cuídate Ikrev y no le digas esas cosas a nadie más, podrías desaparecer y seguramente lo sabes. Buenas noches. —explicó Dazz en un tono tan serio que pocas veces se le había escuchado así. Cuando terminó, se fue a molestar un poco, tomó algo de comida y después de avisarle a su tío, se retiró.
Ikrev no pudo sentirse igual después de eso, sentía una inquietud enorme en su ser pues lo que pensaba Dazz era cierto. Ikrev tubo durante mucho tiempo pensamientos acordes a la voluntad de Nerraug y de toda la élite en Kriztlar, de hecho aún con su corta edad de 20 años, ya tenía pecados que en su momento los vio como una normalidad pero en el tiempo resiente no paraban de perseguirle. Por eso Ikrev estaba tan ansioso, nunca se había sincerado como lo hizo esa noche con Dazz y ni siquiera sabía por qué lo había hecho, simplemente después de oírlo sintió un impulso imparable de contarle lo que hacía para entender el dolor ajeno y las injusticias. Por todo eso, porque ahora necesitaba respuestas, no estuvo tranquilo y apenas durmió unas horas en la madrugada, todo porque no podía esperar a que el sol se pusiera sobre el completamente anunciándole que era el momento del encuentro.
El ansiado encuentro se dio sin complicaciones y sin ninguna tensión como sí las había en la fiesta... Fue un encuentro increíblemente casual, era un lindo día, soleado y con el sonido de muchos pájaros en los árboles de la zona, todo estaba tranquilo, nada fuera de lo normal pero la conversación y la sustancia de la misma fue tal, que cambiaría el destino de Ikrev para siempre.
—Tantas historias, tantas situaciones, tanto crimen y tanta injusticia... No puedo creer lo que a ti y a miles les ha pasado. La falta de seguridad, la manipulación de la población, los sacrificios, los abusos y tantas cosas más, es tan... Mi mente trata de decirme que es mentira porque, a la gente de esta ciudad yo, yo les admiraba pero... Conocer lo que realmente pasa... —decía Ikrev casi paralizándose por lo que estaba entendiendo, Dazz le había abierto los ojos.
—Nunca creí podría sentir lástima por alguien de esta ciudad... De verdad. Odio profundamente a toda esta gente pero supongo que odio a las malas personas, a los malditos que saquean y sangran al reino, que estén todos reunidos aquí supongo solo es una coincidencia y aunque me cueste creerlo, sí puede salir de aquí una buena persona, alguien como tú... Eso de verdad me alegra. —respondió Dazz con un tono tranquilo, aquella profunda voz por fin decía palabras que transmitían calma y no oscuridad lo que funcionó en Ikrev pues le ayudó a despejar sus pensamientos.
—Gracias por la honestidad, pero, ¿Qué podré hacer yo ahora? Supongo que me quedará lamentarme hasta que disocie o no soporte más y a causa del dolor me quite la vida... Ojalá pudiera ser como tú, Dazz pero, solo hay un Dazz y yo solo soy “El joven Ikrev”. —explicó con mucha pesadez en su alma el pobre de Ikrev quién al conocer la verdad.
—Pues... No te prometo nada pero, veámonos aquí en una semana, quizá te traiga buenas noticias. —comentó Dazz generando expectativas.
Ikrev se emocionó pese a que Dazz le dijo que no lo hiciera, a fin de cuentas estaba ante una promesa ciega ya que Dazz jamás explicó de qué se trataba pero, por su profundo pesar, Ikrev había empezado a admirar y confiar bastante en Dazz por lo que, si él decía que podía haber algo que él podría hacer el reino, el joven definitivamente no podía evitar morderse las garras esperando esa dichosa otra semana. Desde entonces, Dazz siguió como si nada, discutiendo con su tío y dándole palizas a sus entrenadores de día mientras que de noche asaltaba y entregaba bienes necesarios a familias en condiciones precarias. Ikrev no pudo seguir con normalidad, fue invitado a fiestas y otras actividades de interés político pero ya no hablaba como antes, titubeaba y se mantenía callado cada que podía... Rápidamente aquel dejó de ser su mundo.
Como ya sabrán, lo que Dazz pretendía era que Ikrev se uniera a la banda y si han prestado atención sabrán que así fue. Ikrev fue bien recibido, al igual que Dazz se le hizo una iniciación y se le entregaron sus equipos pero, lastimosamente, Ikrev no pudo salir a misiones durante un año porque aún no tenía las condiciones físicas ni mentales necesarias así que, todo ese año, entrenó y trabajó mano a mano con el dragón de fuego que los lideraba.
—Una disculpa señor, de verdad me estoy esforzando pero aún no domino completamente la espada. Le ofrezco una disculpa si estoy resultando decepcionante. —expresó Ikrev su pena tras 3 meses de entrenamiento.
—Ikrev, Ikrev, Ikrev... ¡Te estás limitando, muchacho! ¿Cómo vas a pelear si el que pelea no eres tú? Solo escucha como hablas, tan formal que es insultante. Por favor, ya llevas un buen rato aquí, solo fluye con nosotros y deja de tener miedo a la represión de allá afuera porque eso es lo que diferencia a los miembros de la banda de los demás ciudadanos... ¡Ellos ya dejaron el puto miedo de lado para hacer algo de verdad! —regañó el dragón de fuego líder a Ikrev cansado ya de verlo contenerse de forma tan insana.
Después de esa exhortación, el joven Ikrev empezó a reflexionar sobre todo aquello que realmente era él y lo que no era. Rápidamente llegó a una conclusión curiosa.
“Yo soy Ikrev. El joven Ikrev también soy yo, de hecho, es mi versión más yo hasta ahora en realidad, a fin de cuentas, lo que viví, lo que me enseñaron, eso fue lo que me construyó... Pero esa construcción nunca acaba, cada día, cada hora, cada segundo avanza en una dirección que no conozco pero, desde el presente veo futuras direcciones que me gustaría tomar, eso es lo que quiero ser porque mi yo más yo ya no me representa... Quiero ser el puto Ikrev que veo más adelante”
Con esa conclusión, Ikrev empezó a evitar reprimirse. Poco a poco, ningún cambio abrupto es bueno, así empezó a construirse en esa versión que deseaba. Empezó por evitar las formalidades, cada semana su lenguaje se volvía más casual y dinámico y vaya que se notaba en la sonrisa de su rostro lo mucho que disfrutaba tener un léxico más expresivo y menos aburrido. Después, sus ropas grises las fue cambiando por algunas prendas con más color reflejando el colorido jardín de su mente porque, allá afuera el podría ser un grosero con su nuevo vocabulario pero sus ideas cautivaban a muchos dentro de la banda.
—Eso es lo que te digo, Karla, ese traga mierda no te conviene, solo mírate, ágil, inteligente, luchadora por un futuro, con una habilidad en las manos impresionantes ja, ja, ¿Sabes a lo que me refiero? Eres demasiado Dragona para ese pobre lagarto. Por favor, toma un poquito de ese amor que le das al mundo y dátelo a ti para que te des cuenta que vales mucho, demasiado como para estar con un dolor de huevos como el. Te quiero, Karla, confío harás lo correcto. —dijo Ikrev con mucho tacto tratando de apoyar a una compañera de la banda procurando que tomara las mejores decisiones.
—Ikrev tienes razón, no puedo estar así, no tiene sentido. Gracias, trabajaré en mi amor propio, dame un abrazo por favor. —respondió Karla, su compañera, contenta de haber obtenido una perspectiva más sana gracias a Ikrev.
En otras situaciones, Ikrev también los motivaba, encontraba palabras tan excéntricas y llamativas y las unía en frases únicas que eran imposibles de olvidar.
—¡Vamos muchachos, esos inútiles son como una garrapata en los huevos y nosotros somos el ungüento de la abuela, acabemos con la comezón de nuestro pueblo! —gritó Ikrev en medio de una misión importante donde participaron más de 20 integrantes de la banda en un atraco a un almacén con piedras preciosas.
Por cierto, las cosas que no se podían vender en el pueblo de hielo, el dragón de fuego las compraba con su propio dinero o las vendía el mismo en el mundo exterior a sus contactos. Gracias a ese simple funcionamiento, pese a la rareza de algunos botines, siempre era redituable robar cualquier cosa de valor... Solo para dejarlo en claro. Ahora volvamos con Ikrev.
Después de dos años, ya no quedaba nada de aquél joven sumiso y excesivamente respetuoso, Ikrev realmente se había transformado en alguien más pero no podía estar más feliz. La ropa que usaba y la que no usaba; a veces solo usaba algunos shorts; los cortes de cabello, el color de sus garras, el lenguaje, la soltura con la que andaba y como solía llamar la atención y cautivar a la gente a su alrededor con su extravagancia, absolutamente todo lo nuevo en el era una forma más de expresión, una forma de decirle al mundo que ahora era una persona libre y que por fin estaba realmente viviendo su vida.
Dazz, de su lado, cada vez se metía en misiones más peligrosas el solo, estaba en un estado de concentración muy fuerte donde solo le importaba ayudar a cuantas más personas pudiera... Aunque, lo cierto era que estaba más enojado que de costumbre.
—¿Qué carajos, Dazz? ¿Estás bien? ¿Qué diablos traes ahí? —preguntó Lux cuando lo vio entrar herido a las 3 de la madrugada, el se encontraba durmiendo pero el ruido lo despertó.
—Hay un brote de la enfermedad del tigre en Roklaz, la gente necesita medicarse y con esto podremos pagarlo. —dijo Dazz agotado mientras caía acostado sobre el piso de la cueva mientras se desangraba.
—Dazz, eres un grande pero no podrás ayudar a nadie si te mueres, en los últimos meses realmente pareciera que buscas una excusa para morir en lugar de ayudar a los demás. —dijo el dragón de fuego mientras intentaba curar la herida de Dazz.
—Te seré honesto, Lux, estoy muy cansado de esta mierda así que una muerte no me vendría nada mal para descansar. —respondió Dazz con una voz débil producto de su cansancio y su herida.
—No bromees con eso... No hay mejor regalo que vivir. Para la vida no hay peros, Dazz, ni uno solo. —explicó Lux a Dazz con firmeza después de curarle la herida y dejarle recostado para que descanse.
—Como digas... Mejor ve pensando cómo vender esa cosa. —dijo Dazz apuntando al botín que traía.
Lux se quedó boquiabierto cuando vio lo que Lux había traído a la cueva... No parecía que hubiera forma de que un solo hombre hiciera un asalto así pero, el lo había conseguido. En el saco que traía que venía un poco manchado de su sangre, traía nada más y nada menos que un cofre relicario lleno de joyas increíblemente raras que le habrían pertenecido a la realeza durante siglos. En ese momento Lux sintió miedo al ver y tocar las joyas... Era algo tan prohibido, tan excepcional... No podía ni imaginarse lo furioso que estaría Nerraug cuando se entere.
—JA, JA, te luciste de una forma que quizá no imaginas... Pero realmente esto fue suicida. —expresó Lux su desaprobación que superaba su admiración.
—No te preocupes, viejo, si conoces el palacio, investigas cuando hay menos guardias, si te aprovechas de que Nerraug no está y encima tienes los huevos tan grandes como yo seguramente puedas hacer algo así... —explicó Dazz fanfarroneando pero tosió un poco al final producto de sus heridas.
—Por tú salud actual no necesito cuentes más... Quédate aquí por hoy, mañana las cosas estarán turbias. Seguramente sacaste esto del salón principal o algo similar pero créeme que hiciste algo colosal y a largo plazo no será bueno para nosotros. Mañana los reuniré a todos, ¡Deben detener cualquier actividad u operación relacionada con la banda! —explicó preocupado Lux mientras no dejaba de ver con terror las joyas.
—¿En serio es para tanto? —preguntó Dazz confundido y empezando a preocuparse.
—Como no tienes idea mi querido Dazz, solo espera a que amanezca...
Cuando el sol salió la sospecha se hizo realidad y empezó el terror. Escuadrones enteros empezaron a buscar por todo el reino pistas de quién pudiera ser culpable a la vez que intentaban encontrar las joyas... Quizá no era un plan muy astuto o la búsqueda más inteligente pero la brutalidad con la que irrumpían en los hogares de todo el reino dejaba ver lo desesperado que estaba Nerraug. Muchos comunicados y amenazas se dieron ese día, cosas como que si el ladrón no entregaba las joyas su familia sería torturada una vez lo encontraran, luego aumentó a su familia y a sus vecinos y por último escaló incluso a su ciudad. Eso hizo que la gente entrará en paranoia entonces, por puro miedo, empezaron a buscar y a levantar acusaciones frente a toda persona que se pareciera a la errónea descripción que dieron los guardias del ladrón. Fueron días duros y tensos los que siguieron después.
Mientras, en la siguiente noche después de la madrugada del robo, Lux se encontraba con toda la pandilla reunida para darles la triste noticia de que durante un tiempo más actividades de la banda iban a detenerse por completo, todo por la seguridad de cada uno de los miembros pues durante el día todos habían sido testigos de lo caótico que se había puesto todo a causa del robo de Dazz. Aún con eso, no todo fue tristeza pues, para cuando pudieran volver, las joyas estarían vendidas y habría una cantidad de dinero disponible para hacer caridad como nunca antes habían visto.
Después de esa noche en la que todos se despidieron, poco antes del amanecer Lux tomó el relicario y salió por las cavernas que daban a la costa fuera del reino dónde alguien importante le esperaba.
—¿Ya estás aquí, eh? Definitivamente eres impresionante. —dijo Lux apenas divisó en la entrada de la cueva una figura femenina con una armadura de las de su familia y una gran cabellera muy roja.
—¿Cómo no iba a venir? Después de lo que dijiste en el rocafono tenía que venir a verificarlo, no es algo que se pueda tomar a juegos. —respondió la mujer que recién era iluminada por los primeros rayos de luz del alba; además, el objeto que menciona es un dispositivo de comunicación creado a partir de rocas Talks.
—Ja, yo también me alegro de verte, Gizz. —dijo Lux burlándose de los modales de su hermana mayor.
—Ay, yo también me alegro, hermanito, solo estaba atendiendo otros asuntos y que llamaras con tal urgencia... No es algo que pueda tomar a la ligera. —explicó Gizz a forma de disculpa.
—Es que ni yo puedo creerlo, míralo tú misma. —señaló Lux el relicario al sacarlo de su maleta.
—Los símbolos son de la casa real... —mencionó Gizz pero Lux intervino.
—Pero no de esta casa real, ¿Cierto? —dijo Lux al ver como el oro, el platino y demás metales que conformaban el relicario brillaban con la luz del sol que casi terminaba de salir.
—Llevamos mucho en esto, es imposible confundirse, cada elemento, casa símbolo es correcto... ¡¿Qué diablos tiene dentro?! —preguntó Gizz muy consternada.
—Eso es lo que me dejó frío, Gizz, ábrelo tú misma...
—¡¿Qué demonios es esto, Farlxioz?! —exclamó asustada Gizz al ver lo que había dentro y puso el relicario sobre el suelo sintiéndose con miedo a tocarlo, incluso la armadura que llevaba se reforzó con una capa de energía al instante para protegerla.
—Ahora te imaginas la cara que puse cuando vi lo que era... —dijo Farlxioz empatizando con el susto que se llevó su hermana.
Dentro del relicario, sobre su acolchonado tapizado de piel de un tipo de piel desconocida que después se supo era piel de un tipo de cordero que se había extinguido hace... ¿Milenios? Dentro habían joyas “comunes” cuyo valor podría comprar una granja, además de varias monedas distintas con símbolos drakonicos desconocidos y diversas formas de cabezas de dragones. Aún así, esas solo eran decoraciones.
Habían 7 collares en el relicario, hechos del más fino y puro metal con una técnica de herrería mágica que los hermanos solo podían envidiar... El dije de cada collar era un Dragón que abrazaba una joya que ninguno de los dos podía reconocer y que brillaba, no por el sol, si no por la energía que seguramente contenían en ellas. Como último detalle además de inscripciones extrañas en las cadenas de los collares, es que cada joya tenía un color propio como si fuera una identidad propia y vaya como hipnotizaban esos colores los cuales eran Rojo, Celeste, Azul, Púrpura, Plateado, Verde y un Blanco cristalino que por dentro brillaba en cada color posible. Eso fue lo que dejó fríos a los hermanos herreros.
Pasado el susto y la apreciación, asimilando Gizz lo que había visto, consideró que ya era tiempo de irse.
—¿“Dazz” dices que se llama a quién le debemos esto? Fórjale una espada o un arma que pueda matar hasta los muertos; jamás podrás pagarle por lo que hizo y lo sabes... Aunque yo vuelva en una semana con toneladas de oro de nuestras reservas, pagar con semejante miseria algo tan invaluable es casi un acto malvado como pocos, no hay metal ni joya que pueda cambiarse por esto, tal vez otro relicario idéntico pero, ¿Para qué querrías otro? —comentó Gizz antes de irse para que su hermano no olvidará lo importante que era lo que habían descubierto.
—Ni un arma que pudiera pelear contra el espíritu de la tierra creo que sería capaz de pagarlo pero lo intentaré. —dijo Farlxioz con un tono serio entendiendo lo que ahora protegían en su familia.
—Me alegra saberlo... ¡Estarás en deuda toda tú vida! Pero ya qué... Cuídate mucho, Farlxioz, dijo papá que lo visites pronto antes de que las cosas se calienten demasiado en el continente, ¡Nos vemos! —se despidió Gizz recuperando un poco la alegría.
—Lo haré, ¡No te preocupes! ¡Cuídate tú también, Gizz! —se despidió Farlxioz de su apreciada hermana mayor y se regresó por la cueva a volver a su vida como Lux con algo en mente que forjar.
...
Después se unas semanas, Dazz empezó a sentir el peso de sus acciones y no fueron para nada positivas como el creía. Habían varios muertos y desaparecidos por el ejército a causa de las investigaciones que buscaban al ladrón del relicario, las calles estaban llenas soldados por cada esquina y hace bastante no había vuelto a ver a Ikrev. Realmente se sentía devastado, sin una banda, sin un sentimiento de comunidad y viendo cómo se cometían crímenes por su culpa... Dazz estaba realmente destrozado.
Unas semanas después, se encontró con Ikrev por la noche en la calle quién le dijo que iba rumbo a una fiesta en Falyrz pero que no se preocupara, era una fiesta con el pueblo y la gente lo aprobaba, incluso le dijo que, cuando quisiera, debería acompañarlo para que, en palabras de Ikrev, “Se le quitara esa cara de mierda que traía”.
—Haz lo que quieras pero no me metas en tus mierdas, no puedo distraerme del objetivo, algún día tengo que quemar todos estos putos edificios. —respondió Dazz a las invitaciones.
—Tranquilo hermano, lo único que digo es que, trabajas demasiado y mereces soltar un rato... —dijo Ikrev dándole una palmada en el hombro y se fue.
Esa situación se repitió muchas veces y todas esas muchas veces Dazz se negó más, la frase “mereces soltar un rato...” calaba más profundo cada vez hasta que un día de muy mala gana, Dazz no pudo negarse más y fue. Ahí Dazz conoció realmente la reputación del reino de hielo sobre sus fiestas increíbles. Habían bandas que tocaban música en vivo, luces de colores por cristales lumínicos, mucha gente, alcohol y hongos de montaña... ¡La gente estaba completamente desatada! El aroma de la comida se mezclaba con el del sudor, alcohol y los hongos que la gente comía, bebía y hasta respiraba. Sin embargo, Dazz se la pasaba en una esquina, no hablaba con nadie y fruncía el seño aún más de lo habitual al ver como Ikrev se volvía loco. Esas salidas siempre terminaban con Dazz cargando de regreso a Ikrev o quedándose en alguna posada cercana pero Dazz seguía sin “soltar”.
Así iban las cosas pero un día Ikrev le presentó a una muchacha a Dazz, una chica que se veía radiante y que ni la fría mirada de Dazz podía ignorar. Una chica con el cabello largo rizado artificialmente, un maquillaje con púrpuras y verdes fluorescentes con brillitos en su rostro blanco con unos profundos y brillantes ojos azules que dejaban bobo a cualquiera, esa chica estaba ahí porque se había fijado en Dazz.
—¿Me contó Ikrev que pese a ser un defensor de nuestros derechos solo haz tomado vino del régimen? Eso cambia hoy. —dijo la chica dándole un baso de cerveza que ellos preparaban. La gente que la tomaba solía decir que “Era barata, dulce y sabía a libertad”.
Dazz trató de negarse pero la señorita era bastante astuta... Astuta y además tenía una sonrisa, una mirada y una voz a la cuál es difícil decirle que no. Y por favor, pongámonos en situación, Dazz, un joven dragón de 26 años que sentía el peso del mundo en sus hombros, recién descubría una parte de el que había ignorado, la parte de el que todos tenemos en nuestro interior y muchas veces nos avergüenza, la parte que solo desea y quiere ser satisfecha a toda costa. Por otro lado, la chica, no tiene nombre porque ni se presentó, ella también desea, lo hizo desde que vio a Dazz entrar a la fiesta, nunca se interesó en quién era el si no en cuanto el podía satisfacerle también... El combustible y la chispa se unieron perfectamente desatando algo no antes visto... Un Dazz eufórico.
La mañana siguiente fue tal como la puedas imaginar... Con Dazz despertando con muchos recuerdos borrosos en una posada, esta vez desnudo y con una muchacha que no conocía desnuda sobre el. Dazz se sintió extraño, hubieron muchas primeras veces en esa noche, Dazz no creía que todo eso haya sido correcto pero, no podía negar lo bien que se sintió... Quizá eso era “soltar”.
Más fiestas vinieron después de esas, más cerveza, más rones, más mujeres, más hongos... Tantos estímulos en tan poco tiempo, eso no traería nada bueno; incluso Ikrev lo paró en un momento antes de que se intoxicara. Dazz se sentía perdido, demasiado perdido, sus nervios estaban entumecidos y solo sentían cosas si probaba cosas nuevas, si creaba nuevas combinaciones, cada vez más fuertes, cada vez más bizarras y no solo con las sustancias... También con las personas. Llegó a un extremo que un día se encontró con una chica en una fiesta que empezó un escándalo porque había quedado con daños después de una noche con el... Ahí se sumaron otras chicas y de pronto parecía que Dazz lo había hecho con todas las mujeres de ahí... Unas porque lo defendían alegando que había sido la mejor noche de sus vidas y otras porque de quejaban de lo mal que les había tratado.
Entonces, esa noche, ante el drama, en medio del silencio de los músicos pero inundados por el ruido de la gente, unos sujetos se pararon frente a Dazz para reclamarle lo que le había hecho a las chicas, quizá por envidia pero no había nada que envidiar, Dazz había caído demasiado bajo pero estaba apunto de demostrar que aún podía llegar más profundo.
Ante las insistencias de los sujetos que rodearon a Dazz este se molestó demasiado... No, miento. Esa ira nunca se fue, es más, ahora era más grande. Esa noche, Dazz se descontroló y dejó con heridas graves a 6 chicos como el, como Ikrev... Empezó una pelea horrible en aquél lugar de reunión de tantos jóvenes... Ikrev también estaba drogado pero luego de un par de golpes que el también recibió dejándole roto el labio inferior volvió en sí mismo... Ese día, al ver como Dazz tomaba a un chico y lo usaba como bola de bolos para tumbar a otros entendió una verdad fundamental... “No puedes escapar de ti mismo”.
El lugar fue clausurado, los chicos acabaron en centros de salud, Ikrev fue brutalmente regañado por sus padres y Dazz acabó preso hasta que su tío logró sacarlo de ahí moviendo sus influencias aunque, antes quiso preguntarle algo.
—¿Reflexionaste algo viendo esa pared gris? —preguntó su tío muy decepcionado.
—Soy una mierda. —respondió Dazz en voz baja, no había comido nada, no se había bañado y tenía el rostro lleno de heridas y moretones.
Su tío se lo llevó, lo hizo caminar desde la prisión hasta la casa para que todo el mundo le viera y sintiera la vergüenza que él sentía al ver que Dazz se estaba desmoronando en una maraña de malas decisiones. El camino fue largo, paso por paso sobre la nieve fría en aquella mañana a mitad de semana rodeado de tanta gente con ropa cara, rostros limpios y que oían bien. Lo único en lo que Dazz podía pensar es que... Ojalá, ojalá los tipos a los que hirió estuvieran bien.
Los meses pasaron después de aquél incidente, Dazz se recluyó en su cuarto a voluntad y su tío le sermoneaba constantemente y Dazz simplemente ya no quería seguir. Habían semanas enteras en que su tío no lo veía y de tanto tiempo que pasó así que un día que se percató Dazz estaba tan delgado que todos los huesos de su cuerpo se remarcaban y la luz que salía se su Drakus core se miraba pulsar en su pecho. Dazz estaba a punto de perder la batalla cuando de pronto, su anillo de la banda que jamás dejó de usar, le pegó una pequeña descarga... El se emocionó pero no podía dejar que lo vieran así así que no asistió.
Ikrev lo buscó después de la reunión que tuvo la banda, por fin volverían otra vez pero, Dazz quién por fin se animó a hablar con él en todo ese tiempo, le reveló la verdad. Su amigo entendió y decidió dejar que se recuperará así que, en la banda, tuvieron que esperar dos meses más para ver a Dazz de vuelta. Ni un día más ni uno menos, dos meses después, Dazz se reunió por fin con todos. Su verdadera familia lo recibió con mucho cariño y empatía, todos escucharon lo que le había pasado y lo que había hecho, era asqueroso pero era su compañero, no ganaban nada condenándolo, así que mejor le dieron amor para que pudiera recuperar su fuerza.
Ahí le dieron la noticia... La gente de Roklaz no sufriría durante mucho tiempo de hambre o enfermedad gracias a lo que él hizo por lo que le aplaudieron agradeciéndole. El joven atormentado de 27 años no podía creerlo, había gente que podía ser amable con el y que le apreciaban más de lo que él podía asegurarse... Vaya que su corazón sintió paz después de una eternidad de dolor y ira en esa madrugada donde todos estaban reunidos como una verdadera familia.
Al día siguiente Dazz viajó a Roklaz para verificar y se encontró con gente descansando, gente tomando té, gente comiendo postres y disfrutando en general de la vida, era un paisaje de en sueño y eso había sido gracias a su valor... Dazz sonrió entonces con alivio... De verdad que incluso se reía de felicidad mientras al pasear por las calles la gente se burlaba de el diciéndole “Sucio perro, no pueden obligarnos a trabajar ahora” después se ver la marca en su mano, pero eso no importaba, nunca le había dado tanta felicidad que alguien lo insultara así. Roklaz pasó de vacaciones durante un mes entero y después, les sobró para trabajar menos de lo que trabajaban antes durante más de un año y, mientras, la banda jamás dejó de trabajar.
Lux en algún momento de esos meses llenos de paz se acercó a Dazz con un regalo.
—Es tuya amigo, creo que corta incluso el espíritu, ten cuidado. —dijo Lux tras entregarle la espada que Gizz dijo que le forjara a Dazz.
—No tengo palabras, muchas gracias, Lux. —agradeció Dazz quién empezaba a explorar ese lado amable y sentimental de el.
—Lo de los espíritus es en serio... Es un arma especial así que cuídala mucho. —advirtió Lux giñándole el ojo a Dazz.
Dazz no entendió mucho pero se sintió muy contento por el regalo... Un tanto extraño, no podría usarlo comúnmente pero según el, como pieza de decoración en su habitación quedaría increíble. De ahí en más, el tiempo volvió a pasar, semanas y semanas, volando como hojas luego del soplo del viento en otoño.
Sin embargo, al pasar el tiempo, las cosas cambian y lo bueno no dura para siempre así que después se unos meses, antes de año nuevo, nuevamente la tragedia tocó no solo a Dazz, si no a toda la banda... La familia ahora estaría incompleta. Una de sus compañeras había sido secuestrada por el ejército para servir de sacrificio vivo a los demonios que les daban el poder de transformarse en dragones a voluntad. Esa noche de año nuevo fue terriblemente amarga y asquerosa para todos, incluso hubieron muchos que dijeron de armar una insurrección para rescatarla y luego huir entre todos abandonando el reino pero, Lux calmó sus aguas con otra noticia que sería una estocada.
—¿Te vas, viejo? ¿Es un puto chiste? —dijo Ikrev desconcertado.
—No es oficial aún pero es tan probable que es un hecho a fines prácticos. De verdad, siento dejarlos así, después de más de 20 años con ustedes, pero, creo que les enseñé de todo lo que podía... Ahora es a ustedes que les toca tomar la decisión importante. —explicó Lux con mucho pesar.
—¿Cuál decisión? —preguntaron muchos confundidos y perdidos.
—Si continúan con la banda o lo dejan hasta aquí. Piénsenlo mientras aún siga aquí, después no habrá nada que hacer... La cueva les queda a todos.
Realmente no pasó tanto tiempo antes de que noticias terribles llegarán desde el centro del continente pues, resultaba que una ciudad donde Lux y su familia tenían un taller había sido arrasada por un Jörmundgander a encargo de alguno de los tantos señores de la guerra que habían por el continente. Los dragones de hielo ahí presentes, todos los muchachos que habían formado esa familia, todos ellos sin faltar uno sintió extrañeza al saber que había una criatura capaz de arrasar sin complicaciones una ciudad del famoso centro del continente... Realmente no sabían nada pero el rostro que vieron en Lux fue un rostro tan horrorizado que sus más arraigados instintos les hizo saber que se trataba de algo sin duda alguna poderoso y temible.
—Yo... No puedo creerlo... No era una ciudad problemática, posiblemente ahí vivían más personas que toda la población del reino de hielo juntas... Además, era una ciudad de Nagas... ¿Qué tan brutal y veloz tuvo que ser el ataque como para que ellos no lo previeran? —se desahogaba Lux con los chicos quienes se mostraban confundidos y atemorizados por como sonaban los hechos que el contaba.
—Lux, lamento mucho lo que sea que haya pasado pero aquí ninguno está entendiendo lo que dices... Entendemos que una ciudad fue destruida por algo monstruoso pero poco más... Igualmente, lo que necesites, aquí estamos. Estaremos para ti hasta el último momento. —dijo uno de los líderes de grupo, el mismo que en su momento reclutó a Dazz.
—Tienes razón... Una disculpa sincera a todos pero si no lo hablo, aunque sea con ustedes, voy a enloquecer. Esa ciudad era importante para nosotros, para mi familia, nos recibieron durante mucho tiempo y dieron protección, cuidaron de nosotros y nos enseñaron cosas asombrosas; realmente los Nagas son una gente increíble, con mucho poder y sabiduría... Es por eso que me sorprende que ya no quede nada ni nadie de lo que alguna vez fue ese lugar, claro, sin mencionar que uno de nuestros talleres más importantes estaba ahí... —trató el perturbado Lux de explicar a sus muchachos lo sucedido y sólo consiguió atemorizarlos más.
—Pero bueno, tengo que marcharme. Decidan lo que decidan, es cosa de ustedes a partir de ahora. Espero todos tengan una larga vida y puedan seguir defendiendo a los débiles a la manera de cada uno pero, no se metan en problemas... Y eso fue todo. De verdad, aprovechen la bendición que es vivir aislados del resto del mundo, nunca querrán estar dentro del caos que se vive allá afuera. Es todo. —dijo Lux poniéndose de pie y retirándose a recoger sus cosas que ya tenía preparadas para marcharse.
—Hasta otra vida, viejo. —dijo Ikrev con pesar y mucho agradecimiento.
—Lleguen muy lejos, tú y toda tú familia. Que todo les vaya a bien y gracias por la oportunidad de intentar hacer un cambio. Adiós. —dijo Dazz en un tono humilde, calmado, que no era propio de el; luego de terminar de hablar, dio unas palmadas en el hombro a Lux y se alejó.
Todos se despidieron a su manera de quién había sido maestro y casi que un padre para otros, Lux había dejado una huella tremenda en sus corazones y había dado mucha esperanza durante bastantes años a la gente del pueblo de hielo... Sin que nadie más que ellos pudieran recordarlo, Lux había hecho historia en la nación. Sin embargo, la gran mayoría de miembros de la banda coincidió que sin Lux no podrían seguir y la verdad tenían razón; la seguridad del reino cada vez era mayor y aunque lograrán robar cosas importantes, Lux era quién se encargaba de venderlas. Siempre había sido así. Por tanto, esa madrugada, esa fría madrugada la banda que jamás tuvo nombre pero si un símbolo y que le dio esperanza a muchos en el reino, se desintegró.
Ikrev y Dazz volvieron a sus hogares pero acordaron reunirse en la tarde para hablar sobre un asunto que involucraba su futuro... Una idea que había despertado en Ikrev y que posiblemente Dazz no tendría problemas en apoyar.
Llegó la tarde, se reunieron en la montaña de siempre y Ikrev hizo su propuesta.
—¿Y... Qué tal si nos vamos de aquí? Vayamos a lo profundo del continente y vivamos una vida increíble como ellos... ¿Por qué quedarnos a esperar morir aquí? Apuesto a que nosotros también podremos. —contó Ikrev súper entusiasmado.
—Pues... ¿Por qué no? ¿Cuándo? —respondió Dazz quién ya había pensado algo similar porque ya estaba cansado del reino.
Ambos deseaban escapar de una vez por todas así que, no lo pospusieron mucho... Un día de la próxima semana, ya tenían todo listo, bueno, casi todo... Ikrev quería hacer algo antes. Aún con todo el abuso y maltrato que había recibido los últimos años por su cambio de personalidad de parte de sus padres, el quería despedirse y agradecerles. Ese fue el día, ese fue aquél día.
Ya era de tarde, el sol se estaba poniendo, pronto la penumbra gobernaría y ambos podrían escapar pero, primero Ikrev debería hablar. Dazz se quedó en un costado de la casa junto a la pared escuchando a penas lo que pasaba mientras Ikrev daba su último adiós.
—Papá, Mamá, me voy. No de la ciudad, si no del reino. Abandonaré todo para seguir mi sueño de ser completamente libre y vivir la vida. No hay nada que quiera más. Solo paso por aquí para decirles que pese a todo les he querido y los respeto por las cosas que hicieron por mi pero es mi momento de decir adiós. Gracias. —dijo Ikrev con total honestidad viendo como por cada palabra que decía su padre lo miraba extrañado y su mamá estaba confundida y triste.
—¿Qué mierda estás diciendo tú? —Preguntó su padre con un tono agresivo.
—Simplemente me despido de ustedes, ya no nos volveremos a ver. —respondió Ikrev sin miedo.
—Tú no vas para ningún maldito lugar... ¡Es el colmo! ¡El puto colmo! Ahora el trozo de mierda que tengo por hijo se quiere ir del país... ¿Sabes la puta ridiculez que es esa? Como te escuche o vea un guardia fronterizo estás más muerto que una chica de sacrificio.
—Si eso es lo que te preocupa, descuida, no nos atraparán. —dijo Ikrev sin saber que pondría peor la situación.
—¿Atraparán? No me digas que te vas a ir con ese Dazz con el que siempre mantienes... Es eso ¿Verdad? —preguntó el padre de Ikrev.
—Eh... —iba a responder el joven pero su padre interrumpió.
—¡Claro que es con el! Con ese maldito huérfano impuro... El fue el que te metió en el mal camino y por eso ahora hasta te quieres ir... ¡Que maldita maldición fue que conocieras a ese sucio extranjero! —gritó el papá de Ikrev lleno de desprecio.
—Todo lo que hice lo hice por mi gusto propio, de toda esta mierda siempre tuve mis dudas y después cuando... Me di cuenta de la verdad. Eso fue lo que pasó y por eso todo esto me da asco. —explicó Ikrev enfrentando a su padre.
—¿Cuando qué? ¡¿Cuando qué?! Ibas a decir algo... ¡¿Qué mierda fue lo que me robó a mi hijo ejemplar?! —preguntó muy furioso el señor empujando a Ikrev quién cayó de espaldas sobre el piso.
—Dime inútil, se honesto por primera vez en mucho tiempo. —insistió más el señor mientras le daba cachetadas s Ikrev en el piso.
—¡Me uní a la banda que Nerraug tanto odia porque ayudamos a todo el reino algo que ustedes no hacen ni con una espada en el cuello! —gritó Ikrev cansado de ocultarlo.
El señor se levantó y se juntó a su esposa, la vio a los ojos y volteó a Ikrev otra vez.
—¿Es esa mierda, cierta, inútil? —pregunto él con calma está vez.
—Cada puta palabra y es de lo único que estoy orgulloso en mi vida; todo lo anterior me da asco y una vergüenza que no conoces. —respondió Ikrev con un tono burlón sin dejarse vencer.
—Entonces despídete de ser nuestro hijo y de estar vivo. Te vamos a entregar, a ti y a tú amiguito que seguramente también está implicado y, para que no escapes, tendré que cortarte un pie. Espero no te duela mucho, maldita deshonra. —dijo aquél horrible señor con un tono tan calmado que era aterrador mientras cogía una espada que estaba colgada ahí mismo.
Mientras la mamá de Ikrev le daba la espalda, el horrible hombre se acercaba a Ikrev quién estaba aún tirado en el piso sin saber que hacer, paralizado y en shock al ver que un hombre que ya no reconocía pero que le intimidaba planeaba venderlo peor que un cerdo viejo al matadero. No obstante, el sonido de una ventana de la parte trasera de la casa rompiéndose interrumpió la horrible escena haciendo que todos rápidamente voltearan pero, esos reflejos no bastaron para notar cuando Dazz ya estaba dentro de la sala pateando las piernas del hombre aquél para que se cayera de espaldas al piso. La señora al ver esto, salió escandalizada corriendo pero Dazz cogió un jarrón y se lo lanzó dándole justo en la cabeza lo que hizo que tropezara y cayera de frente rompiéndose la nariz. Todo mientras Ikrev acumulaba más y más tensión y miedo en su ser.
—¡Ikrev, reacciona por favor! —gritó Dazz a su amigo lo que curiosamente sí le hizo volver en sí.
—Dazz esto es un desastre, ¿Qué vamos a hacer? —preguntó Ikrev desesperado al ver cómo todo se había arruinado.
—Ellos ya no tienen salvación y lo sabes... Si los dejo así, será nuestro fin. Ikrev... Yo me haré cargo de todo, tú solamente tienes que estar de acuerdo. Decide ahora. —dijo Dazz mientras forcejeaba con el señor padre de Ikrev y veía como la madre se levantaba para ir a pedir ayuda.
En ese momento Ikrev entendió perfectamente lo que sucedía y a lo que Dazz se refería... Ikrev podía ver en los ojos del hombre que decía ser su padre ira, en los de la mujer que decía ser su madre solo miraba miedo y decepción pero, en los de Dazz miraba preocupación, veía en el los ojos de alguien que estaba dispuesto a cargar con un pecado horrible y tan grande como una montaña... Todo eso solo para que él estuviera bien. Ikrev entendiendo ese gesto de amor real, asintió dándole libertad a Dazz de proseguir. Dazz vio esa señal y armándose de valor hizo lo que tenía que hacer.
Las primeras gotas de sangre cayeron sobre el rostro frío, pálido más de lo normal y horrorizado de Ikrev pues, al ser las primeras gotas, eran disparadas con más presión ya que, Dazz había desgarrado el cuello del padre de Ikrev y la sangre empezó a esparcirse por toda la sala. Rápidamente Dazz salió corriendo para atrapar a la madre de Ikrev que se echaba a correr con parte de su nariz colgando a trozos y derramando mucha sangre por habérsela destrozado cuando se tropezó. El joven que había sobrevivido al palacio de Nerraug, atrapó como si nada a la madre y tapó su boca cuando está intentó gritar arrastrándola hacia la sala donde estaba el cadáver de su esposo.
Cuando la tuvo en la sala, apenas se le podía oír lo que decía al tener la boca tapada pero, al estar tan cerca, Dazz podía entender todas las palabras que la histérica mujer le estaba dedicando. Cosas como: “Maldito ¿Cómo pudiste?, eres un monstruo horrible”, “Ojalá Nerraug te devore lentamente” y cuando Dazz sacó su cuchillo ensangrentado por la sangre de su esposo ella gritó: “Que nunca tengas descanso, bastardo hijo de p-” pero no alcanzó a terminar cuando Dazz le cortó el cuello hasta la mitad rociándose a si mismo, a la habitación y a Ikrev de más sangre dejando un panorama de pesadilla. Sin embargo, antes de que su conciencia le pudiera preguntar qué es lo que había hecho, Dazz habló con Ikrev para que ese macabro hecho tuviera sentido.
—Escúchame Ikrev, me llevaré algunas cosas de valor de esta casa y tú tienes que ir, buscar a los soldados y decir que lo que pasó fue culpa de uno de los de la banda, de nuestra banda, de todos modos, ya no existe la banda y ellos no lo saben así que nadie saldrá perjudicado. Tienes que hacer esto para que tú quedes libre de sospecha y llora todo lo posible porque de lo contrario estaremos perdidos... Ya fuimos muy lejos, tenemos que terminar. Adiós, Ikrev, nos vemos dentro de mucho tiempo. —explicó Dazz con mucha prisa y sin saber si se había explicado bien pero confiando en que Ikrev haría su parte.
Así el pobre de Dazz, sintiendo ya su peso de conciencia, robó la casa de los ahora difuntos padres de Ikrev y huyó lejos antes de que todo explotara. Las cosas que robó las ocultó en la nieve en alguna montaña para que fueran encontradas y Dazz huyó a un riachuelo para poder limpiarse la sangre y volver rápidamente a su casa. El pobre joven tuvo que ser increíblemente veloz esa noche para evitar ser detectado y encontrado por lo que realmente tuvo suerte cuando llegó a casa pues, cuando ya estaba en el baño terminado de limpiarse, escuchó las alarmas y el escándalo que empezó a armarse en las calles... Realmente había mucho ruido ese día, en su alma y en las calles, todo estaba muy agitado y no parecía que las cosas fueran a cambiar en muchísimo tiempo.
Llegó el funeral luego de un día, curiosamente la ciudad se pintó se negro ante tan violento echo que definitivamente marcó un antes y un después ya que, desde entonces, los guardias no dejaron de patrullar las calles de la ciudad todos los años que faltaron hasta que inició la guerra contra el reino de fuego. Ikrev ese día se sintió extraño, era el funeral de los que según su sangre y documentos de identidad eran sus padres pero, después de recordar todo lo que vivió se parte de ellos, ya no los consideraba como tal; tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta instrumentalización para ser un peón más de Nerraug... Todo eso se había acabado con su muerte y el único pesar que sentía, era por sentirse reconfortado por cada paso que el funeral daba confirmando que en efecto, estaban muertos y jamás iban a volver... Ikrev sonrió tenebrosamente ese día.
...
Hasta este punto uno podría creer que aquí termina la historia de Dazz y Ikrev, pero esto solamente fue el prólogo. A estos dos hermanos de diferente sangre, los acabó uniendo la sangre que, en conjunto derramaron ese día pero, algo que daría pie a esta trágica historia es que no lo verían así. Para conseguir la libertad deben haber sacrificios, deben enfrentarse calamidades y desafíos acordé al deseo por el qué se pelea... Ellos pagaron el precio pero, a la hora de cargar las consecuencias, la carga repartida fue dispar. En un acto de genuino amor y compasión, Dazz decidió cargar con todo el peso. Un hecho conmovedor pero que sería la última gran decisión que ahora sí, marcaría sus destinos para siempre.
—Ikrev, fui yo quién hizo y pensó todo... Solamente te defendí de gente horrible que nunca mereció tú cariño. Ahora eres libre, ya no te preocupes de nada más que seré yo quien lleve ese recuerdo en mi... Tú solo vive, vive la libertad que siempre soñaste. —dijo Dazz con un tono tranquilo convenciendo a Ikrev la primera vez que se vieron luego de varios meses después del incidente.
—Muchas gracias de verdad... Gracias por cambiar el curso de mi vida y permitirme ser yo mismo. —respondió Ikrev realmente agradecido por lo increíblemente bueno y gentil que Dazz había sido con el todos esos años.
—Pero sabes, no podremos escapar durante un tiempo, las cosas se van a poner muy intensas en el reino pronto, ¿Te has enterado? —comentó Dazz un poco preocupado.
—Lo dices porque estos malditos han empezado a preparar una invasión al reino de fuego, ¿No? —preguntó Ikrev para saber si hablaban de lo mismo.
—Así es... Y yo... Decidí entrar al ejército. Y antes de que digas algo, creo que nos vendría bien entrenar y crecer con estos idiotas... Estaremos bien, seremos protegidos y quizá si el pueblo de fuego gana, que es probable si Guarren está vez sí pelea de verdad, podremos escapar. Podríamos buscar a Lux y unirnos a él o simplemente aprovechar el reino probablemente se vuelva uno solo o incluso en el calor de la batalla podríamos huir... —daba Dazz explicaciones algo alterado pero Ikrev le detuvo.
—Está bien, ya, tranquilo. Dónde tú estés es donde yo quiero estar. Eres la única familia que tengo y mientras estemos juntos, mientras tengamos la oportunidad de ver el mismo sol ponerse en el horizonte, yo estaré bien. Entremos a ese ejército y lleguemos súper lejos pateándoles el culo. —respondió Ikrev con mucha determinación calmando a Dazz.
—Te lo agradezco, de verdad. —respondió Dazz aparentando tranquilidad.
Realmente, esos sentimientos, eran pura apariencia. Después del encuentro volvió cada uno a sus casas, Ikrev volvió a una nueva pues había quemado la antigua para olvidar todo lo que había pasado, ya no quería que eso fuera más parte de su vida, ya su dirección no era más “Frente al teatro Cripta”. Dazz seguiría viviendo con su tío orgulloso ahora más de su sobrino porque oficialmente sería parte del ejército, nada hacía más feliz a ese hombre pero, Dazz por cada día que pasaba, por cada que los pájaros cantaban en las mañanas y los bardos cantaban en las plazas de tarde, empezaba a caer en un abismo que solo el conocía; ya el joven no dormía muy bien, todo por cuánto le rodeaba le molestaba, día con día se molestaba un poco más y liberaba un poco la frustración destruyendo rocas y masacrando reclutas en el entrenamiento... Su vida estaba llena de ruido, ruido de la sangre caer, de espadas chocar, de charlatanes hablar, ruido en mil formas distintas, ruido que era insignificante para el ruido que había en su mente, Dazz lamentablemente, sufría crónicamente de...
tinnitus en el alma.
(NOTA DEL EDITOR: HOlaaaa. Que gusto volvernos a ver después de mucho tiempo, un año y unos cuantos días de más desde la publicación del capítulo de Dornny, ¿Habré perdido el toque? Eso ustedes lo decidirán. Gracias por seguir aquí y esperar pese a todo lo que pueda tardar. Espero esté capítulo les haya gustado, les haya hecho sufrir y les haya inquietado tanto como a mí me pasó al escribirlo.
Como siempre, estaré atento a cualquier opinión, comentario o sugerencia que dejen por aquí. De verdad, gracias por absolutamente todo y prepárense que se vienen cositas, ¡El clímax del arco del festival se acerca! Chan chan chan. Jajajaja
Nos vemos dentro de... ¿Un mes? Ojalá. Este final de arco estará loquisimo y quizá coincida con Halloween. Jsjsjs
Y bueno ya, me despido que esté también fue un capítulo muy grande pero necesario. Hasta prontito. Tengan linda vida. u.u)
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