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Capitulo Uno:

Capitulo uno: “Las lanzas frías como la muerte misma y las espadas que ardían cual infierno.”

[Nota del autor: Primero que nada, gracias por decidir leer esta historia de este pequeño escritor novato. Espero y deseo tengas una excelente experiencia leyendo esto y, si logro emocionarte, entonces mi trabajo estará hecho. Gracias, muchas gracias.

PD: Puse el título del capítulo aquí ya que no alcanzó en el apartado para títulos de Wattpad. :c

Sin más, disfruta la lectura.]

La mugre abundaba, las colisiones de hielo y fuego habían cesado pero sus restos aún se aferraban al conflicto eterno por declararse superior sobre el otro; La vida de muchos ya había sido arrebatada y ante los cambios inesperados del tablero, los peones se tornaron rebeldes y abandonaron la partida para observar como todo acabaría. Entre mucha tensión y sentimientos del pasado estaba el perpetrador dudando sobre el crimen que debía cometer y estaba una víctima que estaba sufriendo el síndrome de Estocolmo más fuerte o, simplemente, su depresión no le permitía seguir más en este mundo. Fuera como fuera, todo estaba montado y, cualquier cosa dicha en aquel atroz escenario lleno de muerte y furia, sería decisiva para la supervivencia de un gran pueblo olvidado en el tiempo.

Bajo ese manto, un alma derruida por el peso en sus hombros y cansado de tanta muerte exclamó:

—Jeh, ¿con que así será mi final? Entonces... ¡Clava la daga que empuñas en mi pecho entonces, arranca mi corazón y cómelo, has que mi sangre redima mis pecados y las muertes que he causado!...

... 

Un mes antes, en un despacho tan elegante que solo podía ser de un Rey, se daba una conversación diplomática que decidiría el destino del Reino dividido el cual es Radial.

—Espadas lanzando chispas, gente degollada y muchas hectáreas reducidas a porquería, ¿eso es lo que quieres? —Preguntó con desanimo Guarren Lothriak Rey del Este de Radial.

—Si eso debo hacer para tomar las tierras que mi gente necesita, entonces sí. —Respondió con voz intimidante Nerraug (de apellido desconocido) Rey del Oeste de Radial.

—Siempre es lo mismo y la respuesta también, sabes que no cederemos más tierras de las que ya has robado, ¡es absurdo! —Señaló Guarren.

—Sí tan absurdo es que nos cedas el 35% de las tierras que tienes, entonces seguro que se te hace más lógica un guerra. —Amenazó Nerraug.

—Eso tampoco es una opción, ambas ideas son totalmente ridículas y no estoy dispuesto a aceptarlas. —Respondió Guarren de forma contundente.

—Bueno, acepto que no lo aceptes... Pero, por desgracia, ya afilamos las armas y sería un despropósito no usarlas en el cuello de tú gente. —Dijo Nerraug con mucho sadismo.

—Oye oye, tranquilo, aún podemos hablar, no te alteres. —Dijo Guarren preocupado.

—Ya conoces la respuesta, Guarren, ¡mejor ve y prepara a tus hombres y mujeres que la guerra está a las puertas! —Declaró Nerraug.

—Por favor, hablemos. —Suplicó Guarren.

—Ya no hablaré más, lo que se debía decir ya fue dicho y no intentes hablarme que ya no responderé pues la roca Talk por la que te respondo será destruida luego de esto. —Dijo Nerraug decidido.

—No, no, no, no, por favor, nada de eso, te doy el 8% de las tierras pero no inicies una guerra. —Sugirió Guarren en un intento final de frenar todo.

—Lo lamento, no acepto migajas y además, ¿Para qué quiero un 8% si te puedo arrebatar todo? Sufre Guarren, unificaré Radial y nada podrá impedirlo. Nos vemos en el campo de batalla. —Dijo Nerraug de forma exaltada y contundente y, antes de que Guarren pudiese responder algo, cortó la comunicación.

Guarren se quedó atónito sosteniendo la roca Talk la cual ya no funcionaba  por lo que seguramente la de Nerraug había sido destruida. Las manos de Guarren empezaron a temblar, el sudor a correr y las lágrimas a brotar pues, ahora era definitivo, su pueblo iría a la guerra.

—¡Guarren!, disculpe, quise decir, Señor... ¿Se encuentra bien?, ¿Necesita ayuda? —Preguntó con preocupación Conor (Sin apellido porque es huérfano), el General del ejército de Radial del Este.

—Mentiría si dijera que sí y aunque lo hiciera, me conoces tan bien que de igual forma sabrías que miento... Por cierto, ¿Cuantas veces te he dicho que puedes llamarme solo Guarren? Somos amigos después de todo. —Dijo el Rey a su General.

—Es cierto que tú eres el mejor amigo que tengo pero, mi trabajo es mi trabajo. Tú eres mi Rey y mereces el respeto debido. —Señaló Conor.

—Que gran dedicación tienes, justo por eso eres el General, Radial queda en buenas manos. —Dijo Guarren contento.

—Disculpe, no entendí, ¿A qué se refiere? —Preguntó Conor.

—No, nada, solo deliraba. Je, hablar contigo me ha hecho bien, ya me siento mejor. —Señaló Guarren.

—Eso me alegra mucho, señor. —Dijo Conor sonriendo.

—Bueno, creo que es hora de anunciar la guerra inminente. Conor, ve a la plaza y da el anuncio, ya sabes que hacer. —Dijo Guarren con seriedad.

—Sí, entiendo, yo me encargo. —Dijo Conor y se retiró del despacho.

Luego de que Conor se retirase, Guarren se puso de pie y se acercó a un espejo para verse en el un momento.

Su vestimenta era la tradicional de un Rey en Radial del Este: Saco, pantalón de vestir, zapatillas de cuero, un anillo real y una banda emblemática que rodeaba su tórax. El saco tenía bordes gruesos de color dorado y en la espalda un bordado en rojo de una Rosa Tudor; su pantalón no destacaba en mucho aunque estaban hechos del lino más fino; el anillo que adornaba su mano derecha era de oro con incrustaciones de rubí que parecían una rosa Tudor; por último, la banda real de seda que se posaba sobre el hombro del rey era el emblema que lo diferenciaba sobre el resto de los civiles pues, los estampados de llamas y Dragones eran muy vistosos por su precioso manejo de los rojos y blancos en la suave tela. Eso se veía superficialmente en Guarren pero, sus ojos solo miraban más allá.

Guarren se vio fijamente a sus ojos cafés buscando tranquilad dentro de su rostro gentil y de semblante decaído pero, solo encontró dolor. Ante eso, el Rey se desesperó y puso sus manos morenas sobre su descuidado cabello semi rizado totalmente negro y procedió a jalarlo con fuerza a causa de su desesperación. Luego, vio sus manos y observó como algunos cabellos venían en su mano pero, no les puso importancia y se enfocó en sus manos, manos que nunca habían matado a nadie pero que sí habían decidido el destino de muchos. Al final, volvió a verse al espejo y, puso su mano sobre el, mientras se miraba con lamento y desprecio sobre si mismo.

—Solo quiero vivir mi vida, ¿es acaso mucho pedir? —Dijo Guarren con una voz destruida por el dolor.

—¿Realmente estaba dispuesto a pagar este precio con tal de salvar un pueblo entero?, ¿Realmente tendré el valor de arrepentirme? —Expresó Guarren casi susurrando con mucho remordimiento mientras yacía postrado por la impotencia.

...

Por otro lado, el general Conor salió de prisa del palacio real en esa mañana y se dirigió en caballo a la plaza central de la ciudad capital.

Conor iba preocupado, no podía creer que habría otra guerra y, pese a que el no había nacido cuando ocurrió la primera, si que estaba enterado de las repercusiones que dichos conflictos traían y como General de sentía mal por no poder encontrar otra solución. Aún con eso, Conor era un hombre de principios sólidos y sabía bien que grandes recompensas solo se conseguían tras grandes sacrificios los cuales Conor estaría dispuesto a cometer. Así, luego de meditar sobre el galope, Conor llegó a la plaza.

La gente se sorprendió al ver al mismísimo General en la plaza fuera del palacio y de la compañía de Guarren pues, estos dos eran muy unidos. La presencia de Conor daba mala espina por eso mismo pues, todo apuntaba a que traía malas noticias las cuales siempre se anunciaban en esa plaza para que los reporteros corrieran la voz de forma rápida y efectiva.

Conor bajó de su corcel vistiendo su traje de general el cual era adornado con varias medallas de honor a la fuerza y valía. Conor por su lado, tenía un rostro serio el cual se veía mucho más intimidante gracias a sus ojos y cabellos de color rojizo; además, su altura de 2.29 CM y gran cuerpo musculoso imponían con fuerza y le volvían alguien a temer. Sin duda, en milenios la capa de General no había sido portada por un hombre que se viera tan intimidante como lo hacía Conor.

—General, que gusto. Cuéntenos, ¿Qué tal están las cosas hoy? —Preguntó un ciudadano.

—No hay tiempo para formalismos y trivialidades, señores, ¡la guerra es oficial! —Exclamó Conor con fuerza para que hasta los sordos lo oyesen.

—¿E-eso es e-en serio? —Preguntó el ciudadano consternado.

—¡Esto es tan serio como un decreto del Rey. Atención, gente de Radial y periodistas de la plaza central, corran la voz hasta los confines del Reino pues el peligro asecha. Radial del este ha sido amenazada por Radial del Oeste por lo que, a partir de este preciso instante, el reino entero se considera fuera de paz y entra en modo bélico con todo lo que esto significa: Servicio militar a todos los mayores de 16 tanto hombres y mujeres aunque estás últimas tienen algunas excepciones; cualquiera que se niegue será castigado y, en caso de que la negación persista, será condenado a muerte; todos los bienes del pueblo y del estado estarán a disposición de la guerra; Cualquier otro punto pueden buscarlo en la constitución del reino. Ahora, todos, a cumplir la ley! —Gritó Conor atemorizando a todo el que oyó sus contundentes palabras en esa parte de la ciudad.

La ciudad tenía un aspecto victoriano con muchas casas y edificios de colores mayor mente verdes, azules, cafés, amarillos y blancos pero, siempre en tonos oscuros. Las calles por donde pasaba la gente eran de adoquinadas con piedras y por las noches eran iluminadas por faros que usaban antorchas muy duraderas. La gente en esa ciudad vestía ropa formal de lino o lana, siempre camisas de un solo color y faldas o pantalones al gusto pero, siempre con elegancia pues, para los dragones, la apariencia era algo importante.

En esa ciudad predominaba el ambiente ajetreado propio de una capital con una economía muy activa y por ende la gente tenía vidas alegres pero muy movidas, no obstante, todo cambió luego de aquél anuncio. Los panaderos dejaron de amasar, a una joven mesera se le derramó el café, los textiles se rompieron por el descuido de los trabajadores de las fábricas e incluso hubo gente que se desmayó pero, definitivamente, luego de aquél anuncio la ciudad se detuvo. Todo el mundo estaba anonadado y incrédulo al hecho de que los tiempos de paz habían acabado pero, la verdad era esa, la guerra estaba cerca.

—Por favor, todos, prepárense que si actuamos juntos podremos ganar para volver a la normalidad. No teman y estén siempre juntos, solo así ganaremos. Nos vemos. —Dijo Conor tratando de animar a la gente que estaba en shock aún.

Luego de eso Conor se subió a su caballo y se fue de inmediato a los cuarteles del ejército pues debía coordinar la preparación para la guerra que no sabían cuando sería.

“Maldición, al final no se evitó y va a morir más gente de la debida si no logro hacer todo bien. Quiero a esta gente, es mi gente pero no podré protegerlos a todos si las cosas salen de control... Al final solo me queda usar el ejército como una extensión de mi voluntad y de como los prepare depende que muera la menor cantidad de gente posible. Gente de Radial, haré que su sacrificio valga la pena, ¡Ganaremos esta y todas las guerras que hagan falta con tal de recuperar nuestra gloria!” Pensaba Conor mientras iba a los cuarteles del ejército.

En un rato, luego de un galope intenso, Conor llegó y se dispuso hablar con todos los grandes lideres para conseguir la coordinación apropiada para manejar la situación. Todo aquello sería difícil pero, harían hasta lo imposible por proteger a su gente del enemigo, ese había sido su juramento.

Conor llegó y encontró los cuarteles como de costumbre: Habían soldados entrenando con múltiples armas, militares jugando juegos de tablero estratégicos, reclutas estudiando y soldados en reposo pero, por desgracia, Conor entró con toda autoridad y a toda velocidad a irrumpir el la normalidad de los cuarteles.

—¡La guerra es oficial, preparen todo! —Gritó el General.

Todos escucharon eso e inmediatamente entendieron pues, el ejercicio ya venía tratando el caso de una posible guerra por lo que no era tanta sorpresa para ellos y por ende, podían trabajar de forma debida pues ya lo habían anticipado. Rápidamente varios escuadrones salieron del complejo a reclutar por ley a todos los mayores de 16 años y las mujeres que cumplieran los requisitos pues, a toda esa gente se le debía entrenar y armase cuanto antes. Por otro lado, otro grupo salió expresamente a avisar a los demás completos militares que habían por el resto del reino y por último, los estrategas comenzaron a reunirse para preparar la logística detrás de todo. Pareciera que en ese último grupo estaría Conor pero, había un grupo más y ese sea el grupo de los emblemas, los líderes que cautivarían a todo el reino para que se sumergiera en el infierno, justo en ese grupo es que se encontraban el General y los pocos hombres y mujeres que estaban a su sombra.

Luego de correr por los pasillos, Conor se encontró con uno de los tantos que serían los emblemas de la guerra, Conor se encontró con Modrak Luks, un sub general y uno de los hombres más fuertes de todo Radial.

—General, que gusto verle aunque sea también una pena por las circunstancias. —Dijo Modrak recibiendo en el salón de los emblemas a Conor.

—¿Qué hacías aquí? Naturalmente alguien debía haberte llamado para que nos viéramos aquí. —Comentó Conor.

—Hay quienes dicen que soy más rápido que tú así que quizá sea eso o quizá sea porque soy un emblema que se lo toma muy en serio. —Contestó el sub general.

—No pasa nada si no me cuentas pero, espero que derroches mucho más carisma allá afuera con la gente.

—La verdad solo pasaba por aquí y recordé lo cómodos que son los asientos de este salón y quise entran a descansar un rato pues había estado entrenando con 15 Soldados a la vez, ya sabes, calentamiento básico. —Dijo Modrak sin bromear pero sonriendo porque le daba gracia sus propias palabras.

—Nada mal ese despliegue de carisma pero, puedes ser mejor aunque claro, cada que hay una multitud eres capaz de todo con tal de ser alabado. —Dijo Conor mientras se sentaba para reposar y tomaba una galleta de la mesa.

—Parece que preocuparte por la gente te da hambre, General. Te entiendo, esto es horrible y me trae malos recuerdos pues, yo era un niño justo cuando pasó la primera Guerra y pese a que empatamos, no fue nada bonito. Tú eres más joven y solo tienes historias de lo pasado y es normal que te preocupes pues como general el peso recae en ti para llevar este ejército a la victoria. —Comentó Modrak mientras tomaba también una galleta.

—Gracias por el “apoyo” y sí, quizá no he vivido una guerra de tal magnitud pero, me he preparado para ella y sin duda la ganaremos, Radial no puede estar en mejor momento. —Dijo Conor seguro de si mismo.

—Eso es bueno, habrá que esperar a los demás para que nos cuentes tú gran plan porque, tienes uno, ¿cierto? —Preguntó Modrak.

—Claro que lo tengo y los involucra a todos y si todo va bien, ¡sin duda ganaremos!. Imagínate, dominaremos sobre todo Radial... oye, ¿Te imaginas que una vez ganemos unifiquemos el reino de Oeste a nosotros? —Dijo con cierta emoción Conor.

—¿Qué demonios? Eso es absurdo, ¿Estás seguro de que estás galletas son nuevas? —Dijo Modrak en tono burlón.

—No me prestes atención, es solo una idea loca pero claro que es imposible, esa gente seguro nos odia muchísimo y no espera nada más que nuestras cabezas rodando por sus frías montañas. —Contestó Conor también en tono Burlón.

—Así es tal cual, esa gente nos detesta por lo que espero tengas un buen plan, Conor. —Dijo la comandante Kayle Haw la cual iba llegando junto al sub general Leinad Thurs y otros emblemas más.

—Yo estoy tranquilo pues sé que Conor podrá con todo, no por nada es el general, El es quien nos derrotó por mucho a todos hace más de 20 años en las pruebas para decidir quién sería el nuevo general de Radial! —Dijo Leinad con un tono contento pues, Conor era su mejor amigo desde la academia militar.

—Gracias hermano pero no recuerdes eso que aquí hay algunos que no lo superan. —Dijo Conor en forma burlona.

—Es que es absurdo, de no ser un Rey, creo que nunca a existido alguien como tú. Simplemente me vuela la cabeza y no me quisiera imaginar lo que podrías hacer si por alguna razón tuvieras los poderes del Rey; si semejante cosa se pudiera sería una locura... —Dijo exagerando otro Sub general que era parte de los emblemas.

—Vaya locuras dices, tú si que tienes imaginación, mejor pasemos al tema principal de nuestra reunión y dejemos las absurdeces para otro día. —Dijo Conor poniéndose de pie para hablar seriamente.

—Estoy de acuerdo. Dijo Kayle quien, como de costumbre, andaba de mal humor.

—Entonces, es hora de mostrarles el plan que he estado maquinado todo este tiempo... —Comenzó Conor a explicar.

El proyecto “Emblemas” era un proyecto de manipulación de masas en el que Conor, los sub generales y algunos comandantes se veían involucrados para asegurar un control correcto de la población en tiempos de crisis. Los emblemas eran todos los hombres y mujeres más poderosos del reino y su trabajo durante años a sido el de estar en interacción constante con el pueblo para generar vínculos donde los emblemas puedan llegar a ser idolatrados por el pueblo pues, pese a no ser de la realeza, eran personas poderosas y a la gente le gustaba imaginar que podrían ser como ellos. Esa había sido una parte del plan que habían estado trabajando durante 10 años lo cual había traído frutos muy positivos.

La segunda fase es la que Conor explicó la cual consistía en salir a las calles y a los pueblos a reclutar ellos mismos a la gente glorificando la guerra, prometiendo riquezas y honor a aquellos héroes que más destacasen en batalla. Ya la gente estaba trabajada mentalmente por lo que sería sencillo convencerlas y controlarlas pues, ellos ya no eran militares desarmados, ellos ya eran amigos del pueblo.

La última fase es mostrar las tácticas militares que los estrategas tenían listas y al mismo tiempo, trabajar emocionalmente a la gente por última vez impulsándolos a pelear por los suyos pues, la fase 2.5 o intermedia, seguro ya había empezado. Dicha fase es que madres, niños y mujeres mayores de 16 no aptas pada la guerra serían enviadas desde el primer día a los bunkers de seguridad aislándoles de todo hasta que la guerra pase. De esa forma, gracias a separar a las familias, la gente seria más susceptible a pelear en la guerra pues, según lo que dijo mismísimo Conor en la reunión de los emblemas “No hay cosa que un hijo o un loco enamorado no esté dispuesto a hacer con tal de volver a ver a su ser querido, nosotros aprovechamos eso y los uniremos al ejército para asegurar la victoria”

—Supongo que se entiende todo ahora, ¿no? —Dijo Conor al terminar la explicación.

—Estás enfermo pero, sin duda que manera más brillante para poder lidiar con gente angustiada en tiempos de crisis, ¡Eres un maldito genio! —Dijo Modrak que estaba anonadado luego de conocer por fin todos los detalles del proyecto Emblemas del cual solo conocían la primera parte  a medias.

—Ya veo porque no nos contaste desde hace años de esto, incluso mostros fuimos manipulados pensando que realmente era un proyecto para mejorar las relaciones con el público. Pobre de tú pareja si algún día te casas, la tendrás en tú control todo el tiempo. —Dijo Kayle también impactada por los detalles.

—Bueno, ahora que lo saben, vayan y cumpla cada quién con su parte como les asigné. Radial depende de nosotros. —Ordenó Conor terminado la reunión.

—Oye Conor, ¿Cuando todo pase puedes venir a mi casa?, hace mucho que no nos reunimos y hasta mi esposa pregunta que si nos hemos peleado o algo así que haz lo posible y ven, ¿vale? —Dijo Leinad con buena voluntad.

—Claro que sí, cuenta con ello amigo mío. —Respondió Conor con una sonrisa y se marchó.

...

El reino empezó a entrar en crisis pronto, el miedo empezó a invadir pero, los Emblemas empezaron a hacer su trabajo logrando cautivar a la mayoría de la población aunque, hubieron unos casos radicales que necesitaron medidas radicales.

—Entonces, ¿Están seguros de estos?, ¿Ustedes prefieren esto antes que defender al pueblo que le dio todo? —Preguntó Conor mientras miraba a los desertores que arados permanecían de rodillas sobre un suelo lleno de ceniza.

—Claro, es preferible esto en lugar de agonizar con una espada clavada en el pecho. —Respondió uno de ellos y los demás asintieron de forma de apoyo.

—Bueno, no queda de otra entonces. Un gusto, no se les extrañará. —Dijo Conor pero rápidamente se le interrumpió.

—¡Conor!... —Dijo Guarren con piedad en su corazón pero, no pudo detener a Conor.

Conor por su lado, sin titubear, empujó con fuerza a los desertores haciendo que cayeran directamente en las fauces de un volcán que había en la región y casi al instante fueron consumidos de forma abrumadora por la potente lava. Todo esto siendo visto por la gente bastante gente la cual quedó atemorizada pero, que entendió el mensaje totalmente.

—Conor, yo te iba a detener. —Dijo el Rey Guarren cabizbajo.

—Sé que tú no los hubieras ni atado en primer lugar pero, por eso estoy aquí, este es mi trabajo y aunque no nos guste, esa gente no aportaba nada, no estando viva. —Dijo Conor con alta frialdad.

—¿Cómo así? —Preguntó Guarren.

—Ahora que están muertos sí le sirven a la nación, sus muertes ahora son un recordatorio de lo que le espera a los desertores. Radial le dio todo a esta gente, sin duda Radial se merece que estos peleen por ella. —Dijo Conor con jubilo.

—Admiro tú patriotismo pero, es bastante extremista. ¿Sabes qué? Vámonos de aquí, me enferma este ambiente. —Dijo Guarren quien detestaba ese tipo de actos.

—Guarren, estamos en guerra y en la guerra se toman decisiones difíciles; un día no muy lejano tendrás que tomar una decisión que cambiará el curso de la historia. —Dijo Conor mientras ambos se iban.

—¿Yo?, vaya cosas dices... —Dijo Guarren algo consternado sin entender mucho.

—Sí, tú, ya lo entenderás cuando llegue ese día. —Dijo Conor y se adelantó dejando con la intriga a Guarren.

...

Luego de la muerte de los desertores, la gente empezó a cooperar con mucho más animo y rápidamente comenzaron a coger el ritmo bélico del momento. Pronto pasó un mes en el cual muchísimas cosas cambiaron, por ejemplo, la gente que  vivía en la frontera fue desplazada hacia el centro de la nación, muchos jóvenes ya están entrenados para defenderse, el armamento estaba listo, los escuadrones solo esperaban órdenes, los altos mandos estaban esperando dar la primera orden y más cosas. Todo el reino estaba pasando sin duda por una crisis pero, el hecho de que el reino del Oeste se tardase tanto en atacar, dio suficiente tiempo para preparar todo y, mientras no atacaran, los del Este seguirían preparándose para todo.

Por otro lado, al Rey Guarren el ambiente desolado, tenso y peligroso solo le llevaba de melancolía pues, dicho ambiente le recordaba su pasado, le recordaba cuando era joven y feliz, sobre todo feliz. Ahí estaba el, en su despacho, atendiendo sus deberes como Rey pero, al mismo tiempo, dejando su cabeza divagar entre el mar de sentimientos que el ambiente le provocaba, sin embargo, una visita algo inesperada mejoraría el ambiente aunque fuera un poco.

—Hola, ¿se puede pasar? —Preguntó Conor tras la puerta del despacho del Rey cargando consigo un saco misterioso.

—Claro que sí, no sé ni por qué preguntas; tú siempre podrás pasar. —Dijo Guarren con mucha confianza.

—Está bien, gracias. Por cierto, a que no adivinas, ¿Qué traigo conmigo? —Dijo Conor con una pequeña sonrisa en el rostro.

—No tengo idea, ¿Algún nuevo mango para tú espada? —Preguntó en broma Guarren.

—Casi, más bien, traje tú postre favorito... —Dijo Conor pero fue interrumpo inmediatamente.

—¡Pastel de Rugoshi!, ¡¿Trajiste pastel de Rugoshi!? —Dijo Guarren muy emocionado.

—¿Acaso tienes otro postre favorito? —Preguntó Conor entre risas al ver la emoción de su amigo.

—Claro que no pero, ¡ya dame el postre que muero por comer uno! —Suplicó Guarren con ojos de niño en dulcería.

—Toma, traje dos porciones grandes. Se que tienes casi dos meses de no comer porque antes de todo esto de la guerra empezara llevabas un par de semanas sin comer ya que siempre que lo haces me cuentas pues para ti es toda una experiencia; Por otro lado, cuando empezó la guerra las reposterías de alto nivel estuvieron cerradas por lo que puedo asegurar que esta es la primera vez que vuelves a ver uno en mucho tiempo. —Dijo Conor mientras sacaba los postres y los servía para ambos.

—No te equivocas en lo absoluto, tengo mucho de no comer uno y me siento afortunado de que hayas conseguido, ¿Cómo lo hiciste? —Preguntó Guarren mientras se le hacía agua la boca al ver el pastel.

—Pues, luego de mover algunas Influencias y hacer algunas cosas medio ilegales, le pedí a Mishey, la esposa de Leinad, que preparara un pastel y yo le daría tanto los ingredientes comp una compensación monetaria por ello. Al final aceptó pero, no quiso recibir el dinero pues, toda la familia de Leinad me aprecia mucho y mentiría si digo que yo no los aprecio igual a ellos. —Contó Conor mientras se disponía a dar el primer mordisco.

—Que gentil la esposa de ese joven prodigio, sin duda Leinad supo elegir a una gran persona para tener a su lado que por cierto, es un acto muy valiente teniendo en cuenta los riesgos de der un militar. —Dijo Guarren antes de probar el postre.

—¡Por todos los cielos!, ¡este postre es de los mejores que he probado! —Expresó Guarren muy excitado tras el primer bocado.

—Mishey es muy buena en la cocina que por cierto, me invitaron a su casa luego de todo esto. No sé cómo acabe todo pero, espero lo mejor posible puesto que, no quiero lidiar con tanto trabajo si las cosas se complican y además, me perdería esa comida... eso y que llevo un rato sin verme con Leinad, ya hace falta. —Expresó Conor con una vos cansada producto del estrés de cargar todo el ejército.

—Lamento mucho ponerte toda esa carga, realmente la mitad del trabajo debería ser mía pero, no puedo hacerlo, no tengo la fuerza y el coraje que tú tienes. —Mencionó Guarren dejando caer su semblante.

—Lo sé y no te preocupes, yo era consiente de todo lo que suponía esto cuando te dije que me haría cargo de todo el ejército para que no te torturaras con todo esto. Yo sé lo mucho que detestas la guerra pues, fue una guerra la que te condenó, ¿no? —Preguntó Conor pues aún no le quedaban claras algunas cosas del reservado pasado de su amigo.

—Si hay algo que me duele, es el recuerdo del pasado pero, hoy más que cualquier día he estado pensando en ello profundamente y la verdad, necesito desahogarme con alguien pues, de no hacerlo, probablemente destruya una montaña entera de la frustración. —Dijo Guarren triste y molesto a la vez.

—Puedes contarme lo que quieras, yo te escucharé y apoyaré con todo lo que necesites. —Dijo Conor mientras se ponía cómodo para escuchar lo que Guarren diría.

—Pues... He estado pensando en la última vez que fui feliz, he pensado en mi niñez. Fue una época bonita he de decir pues, cuando tenía unos 8 años solo me preocupaba comer tomates y moras, jugar en el palacio y hacer mis deberes del colegio.

—Suena a una vida simple como la de cualquier niño, ¿no? —Interrumpió Conor.

—Sí hasta cierto punto pues, por ser de sangre real ya era mejor que el resto de niños y eso me daba algunos problemas en el colegio pero, todas las peleas siempre las ganaba yo obviamente. Luego gracias a eso me volví el defensor de los demás niños, era como jugar a ser el héroe, era bonito aunque a los adultos no les importase. —Explicó Guarren con una sonrisa tenue.

—Que noble eras desde pequeño, parece que no has cambiado nada. —Sugirió Conor.

—Pues sí he cambiado amigo mío, más de 80 años al mando del reino me han quitado las ganas de vivir. —Dijo Guarren con un tono tan alegre que no parecía que lo dijera en serio.

—No digas eso, ¿en serio te sientes tan así? —Preguntó Conor consternado.

—Pues, cuando era pequeño podía ser libre, aunque fuera una ilusión, podía disfrutar de estar vivo. Incluso tenía una mascota que amaba, era un cocodrilo con el que siempre jugaba y me la pasaba bien pero, un día, luego de un accidente del cual mi cocodrilo no tenía culpa, no lo volví a ver jamás. Mi padre luego del accidente donde salí lastimado, se llevó al cocodrilo y cuando volvió, solo traía consigo un colmillo que le pertenecía a mi amigo animal. Ese día realmente lloré mucho y lo que fue peor, empezó mi desgracia. —Contaba Guarren mientras Conor oía atentamente pues, pese a ser mejores amigos, Guarren nunca había hablado de du pasado pues era algo que le dolía demasiado.

—Luego de ese día mi padre se alejó poco a poco de mi hasta el día en que me abandonó. Nunca me atreví a preguntar y menos el quiso explicarme, simplemente, luego de años de apatía hacia mi el se esfumó. Nunca recibí un consejo de el, nunca me preguntó y la verdad, nunca tuve a alguien más que las personas que me atendían aquí en el castillo... Realmente, en ese punto, eché mucho en falta lo único que los demás niños tenían y yo no, una madre; incluso hoy en día me pregunto, ¿Mamá me habría amado o también me abandonaría como mi padre? Pero, siento que no hubiera importado ni lo uno ni lo otro si tan siquiera hubiera recibido un abrazo de su parte. —Dijo Guarren mientras se aguantaba las ganas de llorar mientras Conor le veía con un rostro con mucha lastima.

—En fin, cuando mi padre me abandonó a los 19 años, se desató el caos aquí pues se levantaron algunas facciones pidiendo la corona ya que yo no quería tomarla, no estaba listo y el hecho de tomarla supondría el fin de mi libertad y el inicio del fin de mi felicidad. Por desgracia, cuando comenzó a correr la sangre, no soporté que esa gente se matara por mi por lo que al final tomé la corona y empecé a hacerme cargo del reino. Al comienzo no parecía tan malo aunque ya no podía tener una vida normal pero, lo peor llegó luego de 5 años cuando el reino del Oeste atacó y todo empezó a ir de mal en peor. Esa historia ya la conoces pero lo que no sabes es que, luego de ello la idea de la libertad para mi ya no existe y estaré condenado hasta el día de mi muerte. —Terminó Guarren de explicar su historia.

—Es desagradable todo lo que te pasó pero, siento mucha curiosidad por saber qué te hizo contarme todo esto; yo siempre te preguntaba y lo rechazabas así que no entiendo el cambio repentino de ideas. —Preguntó Conor quien no sabía como reaccionar a lo que acababa de escuchar.

—Ah cierto, eres demasiado listo como para que te saltes un detalle así. Hay una razón por todo esto y es que, he estado pensando en una forma de recuperar mi libertad. Yo ya no soporto esto y luego de casi un siglo gobernando a esta gente estoy harto, ¡ya no quiero nada más que ser libre! —Declaró Guarren con un tono fuerte y con desprecio a todo.

—Wow, eso sin duda es nuevo. Cuéntame, ¿cual es el plan? —Preguntó Conor bastante sorprendido.

—Luego de que termine la guerra que ganaremos, me iré de aquí. Abandonaré el Reino y me iré a explorar el mundo pues, es algo que me muero por hacer. Quiero conocer animales, gente, comida, plantas y mil cosas diferentes. Quizá muera o viva para morir como un anciano pero, quiero irme de aquí, ya no seré más el Rey de Radial del este. —Contó Guarren con mucha ilusión.

—Pero ¿Quién será el Rey cuando tú no estés? ¡El Reino estará en fase de recuperación luego de la guerra! —Cuestionó Conor el actuar errático de su amigo.

—¿Crees que no lo tengo todo pensado? Ya tengo un sucesor y realmente, no ha nacido nadie mejor que el para gobernar Radial cuando ganemos. —Dijo Guarren muy eufórico.

—¿Quién es ese misterioso hombre? y ¿Por qué no lo conozco? —Preguntó Conor muy extraordinario.

—Lo tengo justo en frente. —Respondió Guarren de forma contundente.

Hubieron unos segundos muy incómodos luego de esa afirmación tan repentina la cual dejó a Conor helado y sin palabras.

—¿Qué pasa? ¿No estás feliz porque te quedarás con el reino? —Preguntó Guarren y justo entonces Conor se puso de pie muy descolocado.

—No puede ser cierto, quisiera que fuera una broma pero la ilusión en tus ojos me confirma la veracidad de lo que hablas. —Dijo Conor mientras exhalaba con fuerza tratando de asimilarlo.

—Sé que no tienes problemas con eso, después de todo, siempre te ha gustado esto de guiar al Reino. En las dos décadas que llevas siendo General, has hecho casi todo el trabajo de un Rey cuando yo no me he sentido dispuesto y como resultado la gente te ama, tanto así que el proyecto Emblemas fue un éxito. Tú mereces ser el Rey y gozar de todos los lujos que eso permite pues, tú si te preocupas realmente por esta gente. Conor, por favor, acepta heredar el Reino una vez la guerra pase. —Explicó y suplicó Guarren a Conor tratando de persuadirle.

—Es cierto que disfruto de lo que hago, mi trabajo es gratificante y la sonrisa del pueblo es la mejor moneda que puedo recibir pero, el que es Rey y sobre todo un Alfa aquí eres tú. La tradición dice que tú debes ser el Rey, si tú te vas, otra guerra civil se desatará y no quiero verme forzado a matar a este pueblo que tanto me ha dado solo para hacerme respetar cuando posea la corona. —Explicó Conor con preocupación.

—Sé que tienes muchas dudas pero, piénsalo, ¿está bien? Ya verás que esto es lo mejor que podemos hacer. —Dijo Guarren poniéndose de pie para abrazar a Conor.

—Está bien, lo haré. —Dijo Conor aceptando el abrazo pero sin estar muy convencido.

—Gracias, amigo. Tú serás mi salvación, desde ya estoy eternamente agradecido. —Dijo Guarren abrazando con fuerza a Conor.

Luego de aquello Conor abandonó la habitación muy pensativo y Guarren se quedó soñando con su próxima nueva vida anhelada pero, aún había un gran obstáculo en su camino, el otro Rey Nerraug al cual debía asesinar para ganar la guerra y solo así poder cumplir su anhelo.

...

Conor se había sentado en un banco fuera del palacio minutos después de dejar a Guarren en su despacho. Triste por alguna razón, agachó su cabeza y la posó sobre sus manos mostrando dignos de desesperación. Aún con eso, trató de respirar con calma y relajarse esperando que pasara lo que tuviera que pasar.

Pronto, mientras reposaba cómodo en esa posición desesperante, un estruendo bestial le sorprendió por completo y una pequeña honda de choque le botó del banco lo que lo hizo reaccionar y ver lo que estaba ocurriendo. La sorpresa fue monumental tras ver como una de las torres del palacio no solo se había derrumbado sino que también había explotado en rayos de energía y escarcha muy fría. Las alertas empezaron a sonar y cada soldado empezó a ponerse su armadura y a empuñar sus armas pues, por el aire se oían los cañonazos que anunciaban el inicio de la guerra surcando el cielo a alta velocidad impactado contra muchas edificaciones de la ciudad.

—¡Carguen los cañones y apunten con toda presión, debemos reducir a escoria a toda esa gente egoísta! —Gritaba un comandante del Reino del Oeste más comúnmente llamdo “Pueblo de hielo”.

—Ah, no, malditos, ¡No harán de las suyas bajo mi mando. —Dijo Conor quién se fue rápidamente a esconderse entre la ciudad.

Ya una vez puesto en un punto donde nadie le vería, hizo algo así como un conjuro extraño y liberó una energía extraña de un color rojizo que rápidamente se fue volando para darle caza a todas las balas de cañón que estaban surcando los cielos. Pronto, mientras Conor iba a los cuarteles a llamar al resto del ejército, las ráfagas de energía que liberó Conor hicieron explotar la mayoría de balas en el aire frustrando los planea de asedio del pueblo de hielo. Así, Conor consiguió tiempo para poner en marcha el plan de acción que habían preparado desde incluso antes de que se anunciara la guerra.

Todo era cuestión de minutos pero, si todo salía bien, el Reino del Este podría tener un correcto “Recibimiento de los invitados” a lo que en el interior del ejército llamaron “La cena de fuego”. Todo eso eran nombres claves para lo que sería un arsenal militar potente pero experimental perfecto para contrarrestar holeadas de enemigos. Así, más rápido de lo esperado, más de 5,000 hombres y mujeres se dirigían hacia el frente donde esperaban sus enemigos para lo que sería una épica guerra.

—Múltiples grupos A, B, C, D, E, F, G, H, I y J desplieguen el armamento indicado en las posiciones estratégicas preestablecidas y empiecen la “Cena de fuego”. —Ordenó Conor dirigiendo gran parte del resto del ejército que faltaba.

Cuando los primeros 5,000 militares llegaron a terreno donde pudieron hacer contacto visual con sus enemigos, se dieron cuenta de que ellos, estaban más lejos de lo que pensaban.

Acontecía que, ambos reinos, estaban separados por un valle de más de 10 Kilómetros que parecía un pasillo entre ambas tierras. De un lado estaba el Este con sus colinas y sus planicies acaloradas características y por el otro, el Oeste con enormes montañas a más de 6,000 metros de altura y con fríos acantilados. Lo que pasó cuando los militares del Este llegaron al valle, es que se dieron cuenta de que sus enemigos estaban aún al pie de las montañas frías del Oeste donde, si se adentraban, estarían en total desventaja.

Aún con eso, las ráfagas de energía de Conor aún seguían por ahí librando de la muerte a todo ese premier ejército que se veía frenado por la estrategia del enemigo pero, no contentos con eso, algo o mejor dicho, alguien clave, apareció: El Rey Guarren se presentó con más de 10,000 militares más los cuales traían consigo la “Cena de fuego” lista.

Por tanto, sin que los militares que estaban en la montaña se lo esperasen, una devastadora ráfaga de proyectiles de fuego arrasó con toda la primera línea de cañones que ataban tanto al ejército como a la ciudad capital a 5 kilómetros de ahí. La ráfaga salvadora fue producto de una nueva arma llamada “Ametralladora festiva” pues se decía que “Sería la que empezara la fiesta” obviamente refiriéndose a la guerra. Tal cual, ese ataque provocó que el enemigo salga de su escondite y empezara a avanzar al vaya para dar inicio a la batalla.

—Pobres muchachos, cuanta pena me dan y no me refiero a mis valientes soldados que dan su vida por la causa, me refiero a todos los pobres que caerán ante el filo de la espada de los míos. Andando siervos míos, ¡Muestren las garras del pueblo de hielo! —Exclamó Nerraug alentando a los suyos a entrar al valle para librar la batalla definitiva.

—Dejen las metrallas, ya casi no hay munición y además, fue muy difícil crearlas como para arriesgar y perderlas aquí. Fuera de todo eso, ellos están cometiendo los mismos errores pero nosotros ya no. ¡A la carga, devoren las cabezas de nuestros enemigos con piedad! —Exclamó Guarren quien corría junto a su legión de Soldados dispuestos a todo y, luego de escuchar el último enunciado de Guarren, todos sacaron una piedra de sus bolsillos teniendo muy claro lo que debían hacer.

En ese instante comieron las piedras llamadas Onaclov sacadas del volcán de su región y, una ves hecho eso, el infierno empezó. Sus cuerpos ardieron en llamas desde sus tórax hasta sus uñas con llamas tan vividas y potentes que no parecían un simple fuego, más bien eran como rayos de tormenta incendiados por la ira los que les cubrían para luego su masa comenzar a crecer y dar una silueta de una figura conocida, con escamas brillantes y fuertes como el acero, garras tan afiladas que cortaban a distancia, ojos como de lagarto embravecido, una cola larga con aguijones o mazos y alas resplandecientes como el sol. Luego de miles de explosiones y destellos ellos mostraron con claridad su transformación pues, se habían convertido en Dragones de fuego.

Una oleada de calor invadió el valle e hizo titubear a los combatientes del pueblo de hielo pues, ya hace casi 80 años en la primera Guerra perdieron justo por eso ya que sus fuerzas en aquel entonces no pudieron hacer frente a la furia de los Dragones de fuego pero, aún sabiendo y recordando esto, el Rey Nerraug se mostró en completa calma y eso era preocupante.

—Esta vez estás más motivado tanto tú como tus hombres, Guarren, ¡me gusta!, No esperaba menos de nuestra última batalla. Cadetes, Soldados, Destructores, Guerreros, Guerreros de élite, Oficiales, Sargentos, Comandantes, Sub generales y General, ¡Todos, honren a Radial y hagamos realidad la unificación destruyendo a quienes se oponen! —Iba gritando Nerraug para alentar a sus hombres para luchar sabiendo lo que se venía y lo que tocaría hacer.

—Mis fieras, ¡Dejen que los demonios les bendigan! —Gritó a todo pulmón una orden que casi al unísono todos acataron.

Juraría que por una milésima de segundo se pudo ver como sus cuerpos se desintegraban en una energía como truenos y como después sus huesos fueron hechos nuevos como de cristales azules y su carne formada por una especie de nieve que se solidificó al instante dando paso a unas criaturas tan bellas como bestiales. Las escamas y puas azules cual lapislázuli adornaban a la feroces bestias blancas que ansiaban bañarse en la sangre de los Dragones de fuego y proclamarse a ellos mismos como seres superiores pues, así era el orgullo de ellos, los Dragones de hielo.

De esa forma, ambos ejércitos iban a enfrentarse estando conformados por Dragones puros y Humidrags. Los primeros eran Dragones como cualquier otro, feroces, fuertes y poderosos pero, tontos y solo guiados por el instintos a diferencia del Rey de cada pueblo el cual poseía algo llamado “el Dragón Alfa” el cual sí tenía conciencia de sí mismo, era más poderoso, podía usar todos poderes y controlar o dar conciencia al resto de Dragones. Por otro lado, los segundos, los Humidrags, eran un punto intermedio entre Dragones y humanoides donde perdían la fuerza y poder total de un Dragón puro pero, mantenían su conciencia y adquirirían todas las destrezas de un ser humanoide. Así el panorama estaba lleno de Dragones puros y Humidrags en ambos bandos los cuales eran defendidos por sus respectivos alfas.

Unos corriendo, otros volando; en el caso de los Alfas, corriendo, con furia y desenfreno viéndose con ojos ardiendo en furia haciendo acabar con el otro.  Guarren quería detener la guerra para que no corriera más sangre y Nerraug acabar con Guarren para conquistar su reino y unirlo a sus dominios, Dos pensamientos distintos y un millón de resultados posibles, esa era la guerra que acababa de empezar.

El primer contacto se dio como no podía ser de otra forma, por los dos Alfas. Los dos enormes Dragones Alfa de casi 60 metros impactaron con un choque de zarpas que generó una onda de choque que aturdió brutalmente a los Dragones que estaban cerca y al instante una sinfonía de escarcha y fuego los rodeó en su forcejeo que rápidamente se deshizo para dar paso a múltiples embestidas, zarpazos y latigazos de cola que por cada impactó hacían temblar la tierra.

Por otro lado, estaban ambos ejércitos con su armamento y siguiendo las órdenes de sus respectivos generales pero, con un objetivo en común: Cortar la cabeza del otro.

—¡Peleen todos unidos y haciéndolo por el bien del pueblo, por el bien de la gente que amamos! —Gritó Conor quien iba volando y luego de fijar un objetivo, descendió más rápido que un halcón y golpeó como un meteorito causando la muerte de 50 Humidrags y mal hiriendo a 10 Dragones de hielo.

Conor no se quedó quieto y siguió peleando como el gran general que era. Empuñando su espada, no repetía ni un solo tajo pues, con cada golpe, no había escudo que lo frenara y por consecuente, sus enemigos siempre acababan en dos trozos.

—Maldito Conor, ¡Es hora de ver quién es el mejor General de Radial así que deja de enfrentar a mis hombres y pelea contra mi! —Dijo con furia el General de la tierra de hielo cuando creó una lanza con su hielo y la llenó de energía la cual lanzó hacía Conor casi dándole pero, aún así, la explosión sí le alcanzó.

—¡Por tú armadura sé que eres el General de esta gente así que ven y goza la ira de mi espada! —Desafió Conor mientras le cortaba la cabeza a un Dragón puro.

El general de hielo llegó donde Conor y sin pensarla dos veces este último atacó confiado que al igual que con los demás, solo usaría un ataque para acabarlo pero, vaya sorpresa se llevó cuando no fue así. Sus espadas chocaron y ninguna sucumbió como Conor esperara, al contrario, El otro General respondió de inmediato con una secuencia de espadazos brutales los cuáles Conor apenas pudo frenar pues, le tomó por sorpresa.

—Estoy impresionado, parece que transformarse sin rocas Onaclov no es la única sorpresa que nos tienen. —Dijo Conor con la respiración algo pesada pues, el primer encuentro lo dejó descolocado.

—Y esto es solo el comienzo. Soy Dow Jones General del ejército del pueblo de hielo y seré el causante de tú muerte. —Exclamó Dow mientras acumulaba energía en su espada y luego la dejó salir lanzando un corte horizontal que Conor apenas y logró bloquear porque de lo contrario, pudo haber acabado en dos trozos.

—Tendrás que hacer algo mejor si quieres matarme. —Dijo Conor confiado.

—No era a tí que apuntaba. —Respondió Dow con una mirada sádica.

En eso Conor volteó y vio como unas 7 mujeres y 13 hombres habían sido cortados por mitad tras de el. La cara de asco y pesar en Conor fue tal que la furia se apoderó de el.

—¡Juro que tú sangre correrá por mi espada, maldito! —Gritó Conor con mucha rabia y arremetió contra su contraparte de hielo.

Dow solo reía mientras la batalla se desarrollaba pues disfrutaba de ver sufrir a Conor pero, este último ya no titubearía ni la mitad de un segundo así que, a la mínima brecha, Conor cumpliría sin piedad su juramento.

...

Ese fue el comienzo de la matanza o, lo que es lo mismo, la guerra. La línea del bien y el mal quizá no estaba muy bien planteada por lo que, posiblemente ese día la justicia no haría acto de presencia pero, lo real e innegable era que el último acto de lo que hasta ese entonces se conocía como Radial del este y del Oeste se estaba desarrollando en la colisión de dos fieros opuestos. Decapitaciones, mutilaciones y desmembramientos que acaban en mares de sangre que acaban evaporados por las llamas o congelados por el hielo y pechos traspasados por puas, aguijones y cuernos; esos actos barbáricos eran solo la antesala del horror de una guerra entre Dragones que, comandados por sus Alfas, lucharían hasta la muerte por ver quien se bañaba con la sangre del otro. La guerra había empezado y ya nada podía pararla pues, como un tsunami de escarcha y fuego, todo quedaría arrasado por el choque de...










Las lanzas frías como la muerte misma y las espadas que ardían cual infierno.

[Nota del autor: Como dije al comienzo, gracias, es todo lo que tengo que decir por ahora. Espero te haya gustado y, si gustas, puedes expresarme libremente tú opinión en los comentarios y ayudarme a mejorar. Por otro lado, si deseas continuar la historia estaré encantado de tenerte como lector así que, ¿nos vemos en siguientes capítulos?]

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