Capítulo Cuatro: "Pecados"
[Aviso importante: Este capítulo puede notarse con errores tanto gramaticales, narrativos y argumentales que quizá no coincidan con el primer capítulo de la obra. Dichas fallas son temporales pero, no son nada graves pues, solo afectan la forma como se muestran las cosas más no el resultado pues será el mismo. Espero su comprensión pues a partir del capítulo 5 estos fallos son inexistentes a esa magnitud. Gracias por comprender.]
—Escuchen soldados, según lo que alguna vez estudié sobre una gran parte de las especies que existen en la tierra, los Úukum Soots en cuerpo a cuerpo no nos serían rivales si estuviéramos transformados en dragones, sin embargo, son maestros en artillería ligera como también herramientas ligeras, por lo que se valen de los elementos para hacer maquinaria que les facilite todo trabajo, cocinar, moverse, cuidar sus crías o matar dragones, cada cosa según sus necesidades por tanto, no se acerquen a ellos y dejen el combate meramente a distancia. —Dijo Conor preocupado por la supervivencia de sus soldados.
—¡Entendido capitán Conor! —Contestaron todos los que le seguían.
Resulta que ya estaban muy cerca de donde las hordas de enemigos emergían atravesando las múltiples brechas en las murallas aunque algo que les desconcertaba era le hecho de que ni uno de ellos prefirió saltarse las murallas, es decir, son capaces de volar más alto que las murallas pero, no lo hacían, esto Conor lo notaría y se quedaría muy intrigado pensando en una razón para ello, esto mientras avanzaban cargando su poder de fuego helado, listos para defender la vanguardia aunque les superarán el doble en número.
—¿Esos son los Úukum Soots?, si que este mundo es raro, el soldado que nos dio la descripción que contamos a los demás falló en algo, las alas no van desde sus manos, estas alas se desprenden desde el codo más o menos, pareciera que tuvieran cuatro brazos pero esas extensiones son alas, sorprende que sean buenos con herramientas teniendo los brazos así, supongo por eso mismo se enfocan en mejorar y sobresalir, como sea, debemos detenerlos. —Contó un soldado de nombre Mad que les acompañaba.
Y de pronto, una pregunta apresurada:
—Conor, ¿atacamos ya? —Preguntó el comandante que seguía en la línea jerárquica a Conor, por tanto el era el nuevo Capitán general de la legión de guerra, este tenía por nombre Leinad Thurs, mejor amigo de Conor después de Guarren.
—Leinad, perdón, General, es que aún no me adapto a todos los cambios repentinos pero bueno, ¡General Guíe al escuadrón asignado hacia la izquierda con aptitud hostil contra el enemigo, identifique rangos mayores y de ser posibles capture con vida a los mismos. —Ordenenó Conor.
—Y tú, ¿Qué harás? —Preguntó Leinad.
—De mi parte, me llevaré al resto de soldados y caballeros para ejecutar un plan que tengo en mente pero ya te enterarás a su tiempo. —Comentó Conor justo antes de partir con sus soldados.
—Jah, nunca cambias, ¿verdad?, Como en las llanuras cuando entrenabamos en la milicia, realizábamos competencias tácticas de un equipo contra otro; yo no estaba contigo, era el enemigo pero, pude deleitarme viendo como manejabas las situaciones, confío tengas la misma habilidad. —Mencionó Leinad.
—Cierto, ya había olvidado esos tiempos, me he enfocado mucho en mi misión que me he olvidado de vivir pero, aún así, no puedo darme ese lujo ahora, ¡Mis camaradas, a la batalla!. —Dijo Conor en forma de despedida y matando la conversación para irse al combate.
—"Siempre es así, demasiado dedicado a su deber, quizá por eso es el nuevo rey aunque realmente nadie se acostumbra, hace como 10 horas todos tomábamos café por la mañana y ahora estamos defendiendo a nuestra gente, a los que quedan." —Pensó Leinad mientras ambos se iban a sus respectivas posiciones.
"Los dragones deben sobrevivir", es lo que todos tendrían en mente mientras tomaba posición a menos de dos kilómetros de la muralla y sus fracturas.
No tardaron mucho para el escuadrón de Leinad chocara con la primera ola de Úukum Soots, apenas estos vieron a los escuadrones de dragones hicieron una mueca muy extraña para todos, luego de eso el líder de ese grupo habló a forma de susurro:
—Soy Sey, yo dirijo a este grupo de exploradores, venimos a tomar estas tierras que por derecho nos pertenecen, el rey las entrego cuando murió ya que el trato era claro y de ustedes, si no se recisten, tendrán tiempo para irse sin que alguien salga herido, ¿entiendes General Leijad, perdón, Leinad? —Terminó Sey sus palabras preguntando.
—"¿Qu-Qué?, ¿este tipo como conoce mi nombre?, creo que todos estamos muy sorprendídos por eso." —Pensó Leinad bastante anonadado.
—No sé cómo sea su comprensión pero, no puedo hablar mucho y menos a este volumen, sé a lo que vienen y por ello, si no desisten, tendremos problemas (hace otra mueca extraña con la boca) —Dijo Sey a forma de amenaza.
—Aunque hayan cosas que no entendemos, no importa, nos basta con entender que debemos defender a todos los dragones que según Conor ya nos quitaron nuestro hogar una vez y ¡no lo permitirémos otra vez! —Dijo Leinad a la vez que ordenaría atacar a los que estaban frente a ellos.
—Es cierto, ustedes los Dragones nunca sobresalieron por su cerebro al parecer, si guerra quieren, eso tendrán. —Comentó Sey mientras esquivaba de forma espectacular los ataques de fuego de los dragones.
Y es que, Sey era muy ágil volando, se movía con un facilidad sobre el aire que parecía propio de un pez en el agua. Su elegancia al desplazarse sólo podía compararse con su sanguinariedad ya que, con toda esa veloz elegancia, ya había herido gravemente a cinco de los soldados dragones aunque, luego se unirían más a la lista. Cuando el pasaba por donde ellos y sin percatarse a tiempo, sus abdomenes, cuello o espalda o incluso dos de eseas partes, en algunos casos, ya aparecían heridos de gravedad. Ante la situación tenían que bajar al suelo a curarse aunque algunos caían tendidos, pese a esa efectividad, sólo pocos de sus lacayos podían seguirle el ritmo y al final los dragones tirando desde lejos ataques explosivos de área, acaban hiriendo fuertemente a sus enemigos aunque estos lograban aguantar un poco más.
—Maldito, ¡a quienes asesinas con una sonrisa son mis amigos! —Expresó Leinad su frustración hacia Sey.
—Jaja, tú también matas a los míos, disfrútalo tú también, después de todo, somos fieras sin corazón, con tal de conseguir lo que queremos no importan los medios, ¿cierto? —Comentó Sey con intenciones de persuadir a Leinad mientras se le acercaba para pelear a gusto con el.
—Sí que estás mal, todos ustedes lo están, nosotros peleamos por vidas, ustedes por recursos, eso es injustificable. —Reclamó Leinad.
—Sí, pero, si dices eso entonces justificas que se puede matar por un bien o causa común y todas las riquezas de estas tierras alimentarán y harán progresar nuestra nación por siglos, por tanto, ¿qué malo estámos haciendo? —Contra argumentó Sey.
—Eres repugnante, creo que mejor acabo contigo de una vez para que no digas tonterías porque, podríamos ser socios comerciales y más para ayudarles para su "progreso" pero, sus cínicos corazones no buscan eso, por eso matan con tanta facilidad. —Dijo con desprecio Leinad.
—Jajajajajajajajaja. —Se reía Sey.
De pronto, tan pronto como las risas mermaron, ambos viéndose fijamente se dirigieron con gran velocidad y mucha fuerza hacia el otro, ¿la idea?, darse un primer golpe con una fuerza inmensa y justo cuando estaban a punto de chocar, Sey, extendió su mano y por ende sus garras cual cuchillas para, sea como sea, herir horriblemente a Leinad sin embargo, Leinad en precaución tenía un plan de contingencia, libero muchísimo poder de fuego hacia Sey, este estaba justo en el foco de la explosión por lo que sería arrasado por cantidad de poder de fuego recibido, incluso algunos otros soldados de los Úukum Soots serían afectados con fuerza pero, ni uno como Sey, el fue arrastrado a más de un kilómetro impactando contra el piso y arrasando con este creando una gran fosa, dicho evento que dejó muchos huesos de Sey fracturados junto a grandes quemaduras y heridas terribles, se llegó a especular sobre su muerte pero no fue posible comprobarlo porque dicho evento fue visto por todos los demás enemigos los cuales aparentemente se alertaron y cambiaron sus tácticas a otras más precavidas desde entonces, eso y el hecho de que ahora eran conscientes de la presencia de la legión de guerra.
Justo al instante se les vio hablar a muchos Úukum Soots aunque nadie estaba tan cerca para oírles, tampoco es como si fueran muchos los que se vieron hablar pero parece fue suficiente para que todos sacaran una armadura que, aunque ofrecía buena protección, no era su objetivo, de hecho, su verdadero objetivo era potenciar su daño de mele tanto en garras de brazos y piernas, eso más puas adiciones para daño secundario.
La situación en sí estaba muy tensa, mucho humo por el daño de la explosión saliendo del cráter, algunos Úukum Soots mostrando comportamientos extraños moviéndose de un lado a otro y repitiendo una gesticulacíon bastante extraña, algunos dragones estaban heridos y todo el grupo que estaba con Conor había desaparecido entre el escándalo, Leinad estaba agotado ya que la monumental llamarada que había soltado con furor le había robado su poder de fuego. Aparentemente, por lo que se podría ver el único capitán no era sólo el difunto Sey, sino que también habían otros seis o ocho más como el, no obstante, había uno que destacaba, muchos parecían seguirle con temor y se le veía implacable para el combate, de gran tamaño para a proporción de los Úukum Soots normales, de 2.2 metros de altura con una mejor armadura visiblemente y su aparente mando parecía ser el general de la misión, es decir, el equivalente al cansado Leinad.
De repente una ventisca helada llegó para posarse sobre la sangre de quien la haya derramado, así mismo a interferir un poco con la visión y movilidad de ambos bandos pero, eso no evito el conflicto, de la nada, los Úukum Soots comenzaron a dejar las orillas de la muralla y salieron a gran velocidad al escuadrón de Leinad quien parecía poco podría hacer sin poder de fuego para defenderse a distancia. La tensión en el ambiente era clara, en cosa de segundos todos los dragones serían superados y rodeados por los numerosos enemigos que embravecidos iban por ellos con sed de sangre.
—Estoy terriblemente cansado, jajaja, quien diría que solo uno de ellos pudiera generar tantos problemas pero, quería deshacerme de él, sin un líder, los grupos colapsan, por eso nunca dependan de mi tal cual como ahora. —Dijo Leinad preocupado y con su voz entre cortada por su respiración acelerada.
—Señor, pero, ¿Cómo es capaz de decirnos eso si entrenamos para seguir órdenes de alguien como usted? —Preguntó un soldado preocupado.
—Pues, yo no puedo ayudarles de mucho sin mi poder de fuego, pelearé hasta el final, quizá muera por enfrentarme en combate de mele pero, no me iré solo y menos pienso dejarlos a ustedes. No sé lo que esté haciendo o planeando Conor pero, cuento con que haga lo indicado cuando el lo considere correcto a menos, de que lo que planeo no funcione pero esperemos que sí. —Comentó Leinad con temor pero confiando en Conor.
—¿Conor?, ah, ¡el rey!, usted le conoce, ¿cierto?, confía mucho en el por lo visto, ojalá aparezca con los demás. —Comentó el mismo soldado.
—Sí que le conozco, antes que el antiguo rey Guarren y pues, es un gran sujeto, muy capaz para todo aunque muy arriesgado y temo ahorita este haciendo justo eso, arriesgándose a costa de nuestra vida, solo queda confiar, ¿Cual es su nombre soldado? -Habló Leinad y preguntó al soldado que le acompañaba en posición de espera al enemigo.
—Mi nombre es Mad, Mad Gor, soy soldado especialista en armas de larga distancia, a sus ordenes. -Contestó Mad.
—Un placer soldado Mad, ¿listo para morir?, porque yo no, sígueme y hagamos ver la luz del cielo a esos engendros de las cavernas. —Comentó Leinad aumentando la voz con entusiasmo.
Esto cuando los Úukum Soots luego de 45 segundos estaban ahí, a 100 metros o menos y en los próximos 4 segundos que les tomaría acercarse...
—¡Todos!, aunque no pueda controlarlo lancen un disparo de fuego mixto de hielo ardiente a este punto, ¡ahora! —Gritó Leinad señalando el lugar de convergencia en lo que los enemigos se acercaban.
Lo que Leinad pedía era que algunos tratarán de lanzar hielo y otros fuego, justo como hicieron Merg y Goul en su momento para generar una ventaja por la explosión.
Visto en cámara lenta, los 75 dragones que quedaban en combate compartían plano con más de 150 Úukum Soots mostrando la superioridad numérica de estos y quizá, hasta armamentística que, hablando de ello, desplegaban sus garras reforzadas apuntado a los tórax de los dragones transformados en Humidrags, esto con la intención de dejarlo fuera rápidamente pero, como a la mitad de dragones se les veía una luz que aumentaba cada vez más desde sus gargantas, una luz azul con toques rojos de por medio, esta luz se convertiría en un proyectil de hielo lanzado hacia el punto indicado.
Los enemigos apreciaron las fracciones de segundo en que los llamiantes o fríos proyectiles pasaron frente a ellos e incluso golpearon a algunos en el proceso y cuando todos los disparos que no chocaron en alguno de ellos convergieron, fue entonces que crearon una masa energética inestable lo que resultó en una explosión sin precedentes.
Fue deslumbrante la gran ignición de la explosión brotando entre llamas azules y rojas. Los trozos de hielo que emergieron de estos aunque trasparentes, brillaban del color de las llamas que les envolvían y solo algunos de estos trozos de hielo lograron algo grandioso y de mucha ayuda a la vez, pasar degollando los cuellos de algunos enemigos haciéndoles morir de sangrados mientras se precipitaban al suelo en sus últimos alientos.
Eso dio una pequeña ventaja a los dragones aunque, como era de esperarse, algunos pocos de ellos fueron alcanzados por los enemigos siendo heridos pero, no de gravedad.
—Ahora ataquen y si pueden cortar sus brazos mejor, así no volarán. —Gritó Leinad dando órdenes más que claras.
De esta forma comenzaría el round número dos para Dragones y Úukum Soots, envueltos entre nieve, humo, fuego, hielo y sangre, todo mezclado en el aire listos para desmembrar a sus oponentes.
De pronto se veía en el aire una guerra de enjambres enfurecidos, de pronto un Úukum estaba luchando con un Humidrag, este empuñaba su espada con la que atacaba al Úukum pero, era muy rápido, era difícil darle un buen golpe, el Úukum evitaba rápidamente cada espadazo que fuera para el y cuando no esquivaba, era el momento en que su armadura brillaba puesto que recistía el impacto y permitirá dominar la situación.
Todo esto se repetía en un buen número de casos en el combate, aunque habían excepciones, a favor o en contra de los Dragones. Se podía ver uno de los Dragones que, embravecido lanzaba flechas con alta certeza y gran fuerza; los que se acercaban terminaban heridos por los extremos del arco pues el Humidrag lo usaba como lanza, así lograba defender a los suyos a distancia y cuerpo a cuerpo y cuando esto último pasaba podría ser que sus enemigos perdieran la quijada de un segundo a otro, sin duda era mortal acercase a este sujeto. Dentro del mismo panorama a uno metros estaba una guerrera que lanzaba dagas en llamas a sus enemigos, con facilidad los cuellos eran atravesados y rebanados como mantequilla fresca y la sangre cual fuga de agua se perdía en el aire pero, cuando las dagas se acabaron optó por el uso de unos brazaletes que tenían cuchillas en los lados externos, así cuando lanzaba golpes rompía huesos y de paso los arrancaba de una cuchillada.
Aún con ese despliegue de habilidad de combate, no todo era gloria pues, en parejas o tríos algunos Úukum Soots caían sobre el objetivo que fijaran de forma que en menos de dos segundos el cuello de su víctima estaba degollado, el pecho perforado y los riñones extraídos, esos o el órgano que sea, la verdad es que los Úukum Soots tenían una velocidad para asesinar exencional, terrible y sin igual y al paso que iban la recistencia de los Dragones se perdería y entonces, los Úukum Soots el combate ganarían.
Ante la amenaza y siendo consciente que de poco tiempo les quedaba estaba Leinad el cual luchaba cuerpo a cuerpo como todo un campeón de lucha aérea, siento de los que más problemas deban a los Úukum Soots por el hecho de que, a diferencia de todos se había preparado para todo...
—Jaja, vaya, esperaba más pelea de su parte —Decía mientras rompía el cuello de un enemigo. —Pero, ya veo que solo están haciendo que pierda el tiempo. Y creer que pensé que moriría a manos de ustedes, jaja. —Añadía burlándose de que no le hicieran frente.
—Carajo, este tipo es muy bueno, seguro es el que asesino a... —Dijo un soldado enemigo antes de que la cola de Leinad atravesará todo su pecho.
—Vaya, bendita suerte de las mutaciones genéticas. Fui bendecido con una cola un tanto extraña dentro de lo normal por lo que no todos disponen de este tipo de cola pero, en lugar de ser un atraso, a sido la responsable de la caída de muchos, con una extremidad exoesqueletica tan afilada como cualquier arma, es letal para cualquiera. —Alardeó Leinad de su majestuosa cola.
Ante tal extremidad, todos los demás estaban expuestos a la muerte pues era cuestión de tiempo para morir si Leinad fijaba sus ojos en tú cuello; así rápidamente se acercaba contra sus enemigos los cuales venían en grupo con tal de superarle y someterle, sin embargo, Leinad mantenía combate a golpes contra dos de ellos, haciendo que cada golpe que ellos no esquivaran resultará en una mandíbula rota o sin aire luego de un fuerte puñetazo en el estómago. Quizá eso sonaba fascinante pero incluso con sus alas que, le ayudaban a mantener el vuelo, apartaba a un lado a los otros mientras, su cola con su particular "aguijón" que tenía forma de espada en un estilo de "colmillo redondeado doble", degollaba a cada enemigo y incluso le partía en trozos y aunque las armaduras en ocasiones molestaban, eso no quitaba otra peculiaridad propia de los dragones, poder generar temperaturas muy elevadas con su cuerpo lo que vendría resultando en que su cola portarse una espada ardiente rival digno para muchos tipos de acero.
La batalla se extendió por unos minutos más hasta que los dragones llegaron a su límite y es que, todo hubiera resultado si sólo hubieran sido los enemigos que hasta ahora habían enfrentado, a los cuales dominaron sin tantas bajas quedando aún unos 50 Dragones mientras, solo 30 o menos Úukum Soots quedaban pero, de la nada otros 300 venían rumbo hacia donde ellos y en sus ojos la desesperación pudo verse, puesto que ya no daban para más, ya nadie tenía poder de fuego, Leinad ni pudo recuperar el de el por usar lo que ganaba en su cola para hacerla super caliente, de esta forma, heridos, entre sudor, sangre, polvo y nieve veían su muerte más que inminente, algo era seguro, darían todo hasta el final, al menos, ya no se veía que entrarán más Úukum Soots, unos dos pasaban cada tanto lo que indicaba que el ejército había cesado y mientras notaban eso pensaban en que quizá el resto que no vino pudieran frenar los que ellos no lograrán en el tercer y último Round donde, si antes sintieron miedo ante el supuesto peligro, ahora, ahora algunos planteaban en sus mentes el pedir piedad con tal de vivir puesto que, el terror les había invadido.
—Soldados, no, ¡guerreros!, se supone que este es el momento donde debería decir algo épico pero nada me sale, lo lamento, solo podría decir que fue un placer defender a nuestro pueblo a su lado, los niños que jueguen en los campos luego de nuestras muertes lo agradecerán, nos vemos. —Dijo con el semblante bajo Leinad a los también decaidos soldados que le acompañaban.
—Tienes miedo, es normal, quien no lo tiene no tiene corazón y es capaz de hacer daño de formas horribles como esos tipos, nosotros también los matamos pero para que ellos no puedan hacer sufrir a inocentes por sus ambiciones, nosotros defendemos lo nuestro, ¡a los nuestros!, ¡derramemos nuestra sangre para que la de los nuestros no toque nunca el suelo!...
¡Aggh!
—Dijo Mad tratando de animar a sus compañeros justo antes que una lanza le atravesará el pecho haciéndole caer aparentemente inconsciente junto a los demás cadáveres del suelo.
Así se percataron de todo el gran ejército de unos 350 Úukum Soots contra los más o menos 50 Dragones que quedaban, todos les veían con ojos de desprecio y con unas ganas innegables de desmembrar, eran sanguinarios psicópatas después de todo, listos para escuchar sus gritos como si de una pieza de Motzar se tratase.
—Yo soy Moghe, ¡jefe de todo este ejército y los que nos siguen por detrás, somos más de 700!, eso lo verás fácil ante las ordas que salen de fuera de la muralla por las 9 brechas que hemos abierto sólo en esta zona, así como mataron a todos esos que están en el suelo cubriéndose con la nieve, ustedes serán asesinados. —Alardeo Moghe.
—Con que Moghe, ¿eh?, tú los diriges, ¿para 50 dragones mal heridos necesitas 300 y un poco más de lacayos? —Preguntó Leinad cuando de repente comenzó a nevar fuertemente dificultando la visión.
—¿Cómo que 300 y resto?, ¡Somos más de 700!, ¿no lo vez? —Preguntó consternado Moghe.
—Pues nosotros solo vimos 300 y aún nos parece indignante, tú solo deberías ser capaz de vencernos, a fin de cuentas, te vimos desde hace rato, tú eres el superior de todos. —Dijo Leinad tratando de provocar al jefe enemigo.
—Conozco tus trucos dragón y no te servirán, por cierto (voltea a hacia la apenas visible brecha en la muralla) allá vienen, miralos cuántos son, ahora si, lo malo es que no hay carne para todos y ahora que lo pienso, ¿se podrá vender la carne de ustedes a un buen precio? —Preguntó Moghe burlándose de la futura muerte de los Dragones.
—No creo, somos muy amargos como para reinos de tus chistes, en cambio, la Legua de los Úukum Soots es muy larga, quizá valga más por su capacidad de decir estupideces, ¿veamos qué hay en esta garganta? —Dijo Conor mientras abría la garganta del jefe Moghe y arrancaba la lengua desde su raíz para mostrarla como trofeo a los otros Úukum Soots que, estaban siendo despedazados por el ejército que le acompañaba a Conor.
Y es que, gracias a mucha astucia, lucidez, valentía y determinación, el escuadrón de Conor pudo presentarse a tiempo para el desenlace donde alcanzó a las justas para salvar a los pocos que habían logrado recistir esperándole todo este tiempo. Con acciones rápidas y precisas donde tomaban a sus víctimas por la espalda y sin darse cuenta les herían de gravedad por la espalda o en el cuello, privando de sus alas y haciéndoles suplicar piedad, con miedo a dejar de existir, no les quedaba peor destino que tal efímero miedo se volviera su realidad puesto que, ¡el ejército que vio Moghe no era el suyo!, gracias a la nieve muy fuerte que caía no se percataron del plan estratégico de Conor el cual también incluía a dragones del oeste expertos en hielo para que generarán una ventisca falsa y así debilitar la visión del enemigo, así se acercarían para acabar con todos de una buena vez. Puede que a simple vista discriminen el ejército de Conor por sólo traer a 200 soldados pero, ese fue el número de soldados enemigos que murieron de diversas formas tras la muerte de su jefe en sólo 4 segundos, así el ejército enemigo poco pudo resistir y el caído Mad, desde el suelo logrando quitarse la lanza que le encajaron, vería con una sonrisa como se desplomaban los restos de sus enemigos, "Se sentía bien ver sus brazos y piernas caer junto a sus cabezas que salían rodando por la colina" contaría en algún momento Mad mientras estuviera en el hospital.
Volviendo al presente, los Úukum Soots no duraron ni 2 minutos cuando unos 10 de ellos quedaron vivos y posteriormente capturados para ser interrogados, los cuales si no colaboraban pasarían in infierno.
Más tarde, mientras se hacía limpieza del área extrayendo los cadáveres de sus compañeros dragones, Leinad y Conor conversaban en pos de lo ocurrido:
—Es horrible, ¿no? —Preguntó Conor con un semblante de tristeza.
—¿Me lo dices por los cadáveres? —Pregunto Leinad extrañado.
—Jah, fuera solo eso, detesto que en lo que seamos mejores sea en quitar vidas. Por malos que fueran todos esos cuerpos de nuestros enemigos, por terribles que fueran, tenían familias y hijos, eso es seguro. Probablemente hoy muchos niños no verán a papá volver, eso les llenará de rencor y cuando crezcan manipulados por su sociedad se impulsen a batallar, contra nosotros más que todo, motivados por un deseo de venganza, así funciona al parecer y es horrible. —Contó Conor repudiando la razón de sus palabras.
—Pero, y ¿qué hay de los nuestros?, tú mismo asesinaste a muchos sin piedad, ¿qué es esta lástima? —Respondió Leinad confuso de lo hablado.
—Los nuestros sufren del mismo mal, o bueno, quizá no, a diferencia, nosotros atacamos en nombre de la raza entera, ellos en nombre de su comunidad, es decir, nosotros no diremos a los hijos de esos cadáveres que los Úukum Soots eran malos o al menos, que todos lo son, sería un pecado pintar a todos con el mismo pincel siendo lienzos diferentes y la tinta claramente no cabe en todos. —Dijo Conor mientras bajaba a ayudar con la extracción de cadáveres.
La extracción de cadáveres era para entregarlos a sus familiares o quizá una pertenencia o alguna cosa representativa que se encontrase, todo para realizar una ceremonia de despedida a los difuntos a través de devolver a los muertos al volcan de la región del Este, esa era su tradición, sin embargo, no eran los únicos que despedirán a los suyos, en esos instantes los dragones del oeste que, antes eran los de hielo únicamente, ellos entregaban al cielo sus muertos a través de un ritual que volvía energía a sus caídos y lo hacían paralelamente a los del oeste porque hace pocas horas había terminado la guerra entre los dos reinos, guerra la cual los dragones del oeste salieron muy mal y sentían como si hubiera sido hace 3 segundos, como si hubiera sido cuando la nieve calló, fue tanto el frío que a las rosas les dio hipotermia y a los girasoles les dejo de gustar el sol, así como los hijos dejaron de sonreír.
Ya en un rato, habiendo limpiado todas las zonas y recogido los cadáveres de sus compañeros y también los enemigos, Conor a estos últimos los incineró con un poder de fuego super ardiente, así se despidió dándoles honor y sorprendiendo a todos por su actitud compasiva ante la pila de cadáveres que ardió hasta hacerse carbón y luego cenizas que se confundieron entre el viento y la nieve.
—"Y ardieron sus cuerpos hasta volverse cenizas que se llevaría el viento, uniendolos a la naturaleza cruel que les vio nacer en este mundo intrépido sin sentido, donde se llora más de lo que el viento seca la saliva de tú boca cuando la abres para sonreír", algo así contaría un escritor si esto fuera una novela dramática. —Dijo Conor mientras salía del lugar con sus soldados más la compañía de los que habían salvado.
—Vaya, sin palabras, fue una excelente descripción liricamente romántizada de lo sucedido, deberías ser escritor. —Dijo Leinad buscando un positivismo forzado que animará el ambiente.
—No lo haría, no me torturaría de esa forma, quienes escriben con sinceridad se hieren a si mismos con cada letra y los que no, tienen una gran imaginación como para imaginarse sentimientos y torturarse con ello, ese no es mi tipo de masoquismo. —Dijo Conor.
—Oh, está bien, veo que no te sientes bien, ni pareces el mismo de hace, ¿cuanto?, ¿una hora?, ¿qué pasó cuando te fuiste?, por cierto, no tengo ni idea de como hiciste todo esto ni de donde apareciste. -Pregunto Leinad consternado.
—¡Maldición! —Gritó Conor.
—¡¿Conor?!, ¡me asustaste!, ¿qué ocurre? —Preguntó Leinad con miedo.
—No, nada. Bueno, sí, es que... ¡Demonios!, solo trato de olvidarlo pero, es imposible, te lo contaré porque, ¿qué más da?, debo vivir con esto... —Dijo amargamente Conor.
—Esta bien, te escucho, amigo... —Expresó Leinad.
Solo podían apreciarse en sus ojos reptiles el como comenzaban a brillar por lo húmedos que estaban, pero es que lo que Conor sentía no era sólo tristeza, ni siquiera podría llamarse así, era más complejo, era tan amargo como la hiel, no, quizá más, el pobre de Conor aunque lleno de vitalidad se veía enfermo del veneno de su dolor interno, quizá no se entendía hasta el momento lo que proyectaba viéndose muy ambiguo, mientras volaban hacia un poblado sercano, mientras la brisa de copos de nieve les daba más calor que su propia compasión o eso creía Conor, pues, "hasta el calor de un copo de nieve es más caloroso de bondad que aquel que está dispuesto a arrebatar una vida" tras pensar eso Conor mientras volaban y Leínad esperaba por lo que su amigo había dicho que contaría, de repente, luego de tomar aire habló.
—Nuestro trabajo no es fácil, debemos hacerlo a costa de perder el cielo. —Dijo Conor refiriéndose al arte de matar que dominaban pero que los condenaba.
¿Recuerdas cuando nos separamos?, nos escondimos por separado tratando de acercarnos, la idea era atacarles de fuera de una con mucho poder dragón pero no fue viable pero después busque la forma de encontrar ayuda en los ciudadanos del oeste, incluso para que me creas, a un soldado de los más rápidos le aplique un hechizo de ilusión, durante 30 segundos podría entrar de fuera de la muralla para ver cuantos eran, en eso, se percato que eran más de 3200 Úukum Soots listos para el combate, rápidamente nos avisó y de vuelta indicó que habían algunos de rango destacable que hacían gestos raros, cuando me dijo eso lo estuve pensando y no es hasta que decidimos bordear la muralla siguiendo un grupo que iba hacia algún lugar, vi que uno de ellos hizo un gesto similar y luego voltee hacia atrás, no estuve seguro de lo que vi pero me hizo darme cuenta de que se comunicaban así, aprovechándose de sonidos que no podíamos escuchar.
De repente un soldado hizo una observación: —Comentó Conor citando al final a su soldado.
—Señor, ¿ya se percató que estos no traen cargas? —Señaló uno de los que me acompañaban.
—Al ver que su equipaje era nulo, me di cuenta que iban bastante rápido por lo que supe al instante "¡Ya tienen la muralla atravesada en alguna parte!" eso le conté a los demás y nos adelantamos buscando desde lejos una fractura en la muralla y en seguida, tras volar rápidamente, encontramos un poblado siendo invadido, fuego, nieve, sangre, dolor, lágrimas y gritos de los mujeres al ver como sus maridos eran decapitados por los centenares de asesinos despiadados que eliminaban a los que ahora eran los míos, sentí pesar pero solo pensaba en lo conveniente que era todo o al menos, como podía valerme ee lo ocurrido, si salvaba a muchos y me ganaba al pueblo me ayudaría, esa era mi intención.
Entonces, como era de esperar, fuimos a ayudar, pelamos hasta que llegó la caballería, los guerreros de la guardia del oeste, de mi parte, la recistencia fue muy buena, no lo digo por ser yo, sino que un soldado que me vio a lo lejos lo remarcó con ironía pero en el furor del combate no le entendí, seguí luchando, cortando cabezas y cortando brazos para que el enemigo no volara, pronto detuvimos la invasión a ese pueblo pero nos llegó de inmediato notificación de que más hacia el este habían otros lugares siendo asediados y sin esperar fuimos inmediato, la muralla pude haberla sellado con hielo pero no era necesario, de querer podían pasar por arriba puesto que pronto vimos a algunos tirarse la muralla volando, ante eso determinamos desconocida la causa por el que hacían los agujeros pero, no nos importa mucho en ese instante, detenerlos a todos era la prioridad, ya mucha sangre se había derramado en la guerra pasada.
Muchas cosas pasaron pero lo importe fue que en un momento, el mejor de todos, tuve una lucidez impecable en el arte del combate, motivado por la idea de parecer un héroe ante todos los del oeste que aceptaron nuestra ayuda porque nunca está de más pero, sabiendo ellos no estarían dispuestos a ayudarnos, entonces busque a lucirme, salvando Dragones de las garras enemigas y acabandoles en el proceso, incendié a todos ellos y a otros congele de suerte y me salió, a algunos parece que llegué a admirar pero, al final, tras haber aportado mucho a eliminar una gigantesca parte de los enemigos, aunque debo admitir que con ayuda de mis soldados claro está, aún con todo lo hecho les pedí ayuda en la frontera y se negaron, cuando pregunté, ¿por qué?, entonces el soldado que momentos antes me dijo que era excelente batallando me dijo añadiendo a sus palabras pasadas: "Claro, como siempre puedo ver que eres experto en tú tarea, destruyendo vidas por donde pasas, así como tomaste a los Úukum Soots, así mismo lo hiciste con muchos de mi sangre y no me refiero solo a los del oeste, estoy hablando de mi hermano que se metió a encararte en combate por mi y tú sin más, le mataste dejándolo a merced de las ratas y a mi tirado en el suelo viendo la sangre de mi hermano correr como riachuelos en primavera, eres un excelente mercenario porque matas sin ningún honor ni respeto a quien le arrebatas la vida, ni me imagino como te cabe la idea de que seras rey de todos de aquí, aquí todos seguimos llorando por no poder abrazar a los que se fueron"
Realmente fue un discurso que cambió todo dentro de mi, entonces entendí que no era el héroe, era el payaso sin sentimientos que trataba de tapar el sol con un dedo, yo había separado cientos de familias sin percatarme y sin importarme más que la caca, para mi, eran excremento, todos ellos, sin más valor que comida de gusanos, entonces me sentí mal, me sentí terrible pero, túbe que tragarme mis emociones para después, solo así negocie que me ayudarán a cambio de una condición impuesta por ellos, dejarme herir los brazos con navajas y cuando acepte en función de mi desesperación fue que me dieron una lección, "Te ayudamos, no porque queramos tú sangre, te ayudamos porque nos hiciste sentir lo que es perder a los tuyos y no queremos que lo sientas, no podrías soportarlo, por eso ni te tocaremos o quizá no lo hagamos solo porque nos das asco" me dijo el señor que dio la orden a los soldados de ayudarme, así armamos el plan y fuimos por el otro lado de la muralla que recién rompían, les acabamos y fuimos de fuera hasta llegar del otro lado donde ustedes estaban, ahí matamos cortando sus gargantas primero para que no pudieran comunicarse porque debían prepararse antes de emitir un mensaje a frecuencia baja, así les dimos pase a los dragones que dominaban las ventisca para crear la nevada falsa pero, ante todo eso me marcó su forma de matar, se veía que tenían piedad y sentían por aquel que le quitaban la vida, algo que nunca había tenido, experimentaba respeto y como ellos sentían el valor del respeto por la vida que quitaban, ellos entendían que lo que hacían no era para glorificarse.
El resto es historia y aquí me tienes llorando por esto, quizá suene estúpido todo, pero es así, porque antes de venir a Radial yo vivía feliz con los Cadejos aprendiendo magia y tomando té por las tardes, eso cuando era un niño, hoy ya no puedo y por más que añore esa vida, el caos del mundo me condenó a esto y aunque prometí hacer lo posible para que no se derramara sangre dragón, la verdad es que ya no podía quedarme como un dragón entre los Cadejos, tenía que venir a Radial, estando listo o no, ¿por qué crees que me uní al ejército?, todo era parte de un plan más o menos elaborado pero con baches complejos, nunca quise arrebatar vidas pero ahora, soy un mercenario o peor que eso. —Contó Conor mientras llegaban a su destino y justo al terminar llegaron sin darle tiempo a Leinad de responder.
Estando en el lugar fijado para la pausa, era notoria la xenofobia de parte de los del oeste porque, a diferencia de los del este, estos luchaban porque no tenían ni una maldita opción, era pelear o pelear, mientras los del este podían dejar solo al difunto Guarren, si ellos no peleaban solo los reyes lo harían pero, ellos venían dispuestos a asesinar sin temor y a los del oeste no les quedó más que defenderse.
La cabeza de Conor no dejaba de pensar en cosa como la anteriormente mencionada, de tanto darle vueltas calló dormido fuera de su cabaña ya llegando a la noche. De pronto despertó a las 6 de la mañana en el día siguiente, el olor a café con vainilla que casi se podía sentir en la saliva, el pan de corteza crujiente pero de composición suave como si de comerse una almohada se tratara, el aire un poco menos frío y los rayos del sol, dorados llenos de gloria, era una muy buena mañana en el oeste, las conversaciones entre sus soldados y un toque fraternal cálido era presente. así se enteró Conor que algunos del oeste se pusieron algo hospitalarios al aceptar vender a los soldados algo de alimento matutino. No obstante, sintiendo mucha precion y igual de atormentado como si no hubiera dormido, Conor pidió a los soldados salir de ahí de inmediato e irse con los cadáveres hasta el oeste y tal como se pidió, se hizo, se despidieron, agradecieron todo para luego salir volando a contra luz del sol, bañados de rayos tan llenos de vida como un siervo que anda de monte en monte, pronto los soldados medio alimentados y descansados, vueltos a ser ellos con sus fuerzas recuperadas en mayoría aunque, algunos con volvían heridas, haciendo un esfuerzo extra, llegaron más pronto de lo esperado al destino, ya estaban a las puertas de la capital del este.
Mientras las familias recibían los cadáveres y lloraban como se esperaba, Conor se fue lejos al bosque a desahogar su frustración golpeándo el suelo haciendo grandes fracturas en el mismo, dolido por todo y amargado por rechazar aquello en lo que se había convertido o quizá, ni siquiera entendía que era el mismo porque, poseía más de 3 sangres en sus venas corriendo como una sola, teniendo una gran crisis muy fuerte, allá dentro del bosque donde sus gritos de agonía se escuchaban el se preguntaba, "¿Si las cosas no son como las he visto, si soy todo un villano o un loco, si solo reparto desdicha, cómo dirigieré un pueblo que me repudia pero, se compadece del enemigo?", ante eso y con el peso de todas las muertes a su nombre más las que no pudo evitar, pensando en su yo real y su identidad propia la cual desconocía, incluso mientras se enojaba se transformó en Cadejo y luego en Dragon, dando vueltas persiguiendo su cola de locura, el se torturaba por como la presencia de lo que el creía malvado, la presencia de unos asediadores como los Úukum Soots le hizo ver más allá y así, sin filtros, con toda la sangre y oliendo incluso a putrefacción dentro de su mente, vio con claridad sus más grandes...
Pecados.
(Nota del editor 1: Muchas gracias por seguir aquí, gracias en verdad. Tú, la personita que está leyendo esto, vales mil, sin tú apoyo, sin tú lectura no me motivaría escribir más y aunque no lo hago muy bien, intento hacer lo mejor por ustedes, gracias por los los que siempre apoyan, en este caso quiero agradecer públicamente a Madiihaa por ayudarme con las correcciones textuales, es un amor.
Nota del editor 2: ¿Te gustó lo leído?, ¿qué tal toda esta locura?, ¿has captado el mensaje?, ¿quieres más?, ¿Encontraste un error que seguramente hay? , comenta tus respuestas y más en los comentarios, hasme saber lo que tú mente piensa y siente al leer; sería bonito leer tú opinión, gracias por estar y espero no te vallas ya que más aventuras vienen en camino. Nos vemos. ¡Un abrazo! :D)
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