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Capítulo Cinco: "Flores"

"Cantaban los pétalos de las flores,
Porque en la tarde llovieron dolores,
Cayó la vida del débil,
Y no fue por el beso del fusil,
Eso sería de una buena persona,
Pero ellos cayeron ante una bestia que no razona,
Ahora en el volcan arderán,
Sus restos se pulverizarán,
El invierno llegará al corazón,
De las familias que se retuercen en el colchón,
Solo escuchar el nombre del que no está,
Solo ver su ropa guardada los martirizará,
Pero, los pétalos de las flores Cantaban,
Porque los cadáveres las alimentaban,
Luego un conejo comía la flor,
La disfrutaba con todo y su dulce olor,
Luego un zorro se comía al conejo,
El ciclo de la vida a todos deja perplejo,
Tratan de escapar de su destino,
Pero la muerte es el fin del camino,
Llorar solo alegra las plantas porque tus lágrimas las riegan,
La vida a muchos de allá afuera sin algo de piedad se las niegan,
Tú que hoy la gozas sin recelo,
Sigue gozando antes de que caigas al suelo,
Verás tu vida derramarse en la tierra,
Así como lo hiciste a otros en la guerra,
Toda deuda termina el día en que mueras,
Y te pediría que te fueras,
Todo para que no pierdas tú derecho a respirar,
Pero, ¿qué chiste tiene escapar cuando puedes pelear?
Aquí darás todo por tú gente,
Entregaras tus dedos y dientes,

No temerás y serás valiente,
Hay tanto por hacer, que no hay tiempo para enfermedades de la mente."

—¿Te gusta el poema que hice, papi? —Preguntó muy alegre la pequeña Carlinne Thurs, hija de Leinad.

—¡Claro que sí!, mi pequeña es muy inteligente y eso me hace muy feliz, tienes que seguir estudiando para hacerlo aún mejor. ¡Tú estás destinada a grandes cosas! —Contestó Leinad contento de los versos que su hija de 11 años podía ingeniar.

—¡Muchas gracias, papi!, eres el mejor. Me alegra que hayas vuelto a casa. ¿Sabes?, hice ese poema pensando en los soldados que te acompañan para hacerles sentir mejor porque ellos peligran en morir a cada minuto. —Contó con algo de pesar la entusiasta niña Carlinne.

—Que considerado de tú parte, de hecho se nota la inspiración e intención pero, ¿solo te preocupas por ellos?, ¿qué hay de mi? -%—Preguntó Leinad en tono juguetón y algo celoso.

—Bromeas, ¿cierto?, ¡Tú eres mi papi y a mi papi nadie puede hacerle daño! —Dijo Carlinne mientras se lanzaba a Leinad a darle un abrazo.

—Oh, que dulce me has salido. Eres una completa ternurita, muchas gracias por el alago mi cielo pero, aunque sea fuerte siempre pueden hacerme daño, ¿sabes? —Dijo agradecido Leinad por el cariño que su hija le tenía aunque, le preocupaba que ella pensará que el fuera indestructible.

—Tú eres un héroe, para muchos eres un héroe, para mi eres mi héroe y los héroes siempre sobreviven. —Dijo pecando de optimista la joven Carlinne.

—¿Acaso esto es parte de tus dones de poeta?, si que sabes hacer cumplidos pero, solo soy una persona normal y en cualquier momento podría pasarme algo malo... —Bromeó y luego contó Leinad pero fue interrumpido por una voz tenue.

—No, no digas eso, me preocupo mucho cuando tienes que ir a esos lugares tan peligrosos, pero, confío en que estarás bien. —Contó la niña a su padre mientras sus ojitos cafés brillaban por las lágrimas que le nacían desde el alma.

—Tranquila, no llores mi cielo y no te preocupes. Por cierto, no me dejaste terminar y es que, en cualquier momento puede pasarme algo malo pero, lucho con todas mis fuerzas, todo para tener la oportunidad de ver esa sonrisa tuya que brilla fuertemente como una vela dentro de mi mente en las noches más oscuras dándome ánimos. Incluso cuando me siento débil, recuerdo tus abrazos y de repente, las fuerzas me vuelven, todo por ti mi cielo. —Dijo Leinad mordiéndose la lengua al recordar como estuvo muy cerca de morir en la batalla contra los Úukum Soots y como esperaba su muerte que veía muy cerca en aquel momento.

—Que bueno papi, entonces siempre sonreiré y te abrazaré mucho para que tengas todas las fuerzas que necesites. —Dijo Carlinne llena ilusión por las dulces palabras de su padre.

Esos dos se tiraban flores verbales mutuamente en aquel balcón de su casa con vistas hacia toda la capital mientras, el día iba para las 12 en punto, el olor a buena comida por el aire revoloteaba y se mezclaba con el olor de las flores en los funerales de los cientos de fallecidos que habían por toda la ciudad. Al mismo tiempo, se levantaban cortinas de negro y se colgaban las armaduras de los guerreros; También pasaba que en el hospital preparan las sábanas de los recién nacidos y en los aserraderos preparaban los ataúdes. Por otro lado, de algunos pueblos venían nuevas cosechas y en algunas casas se marchitaban las plantas que sus dueños ya no regarían jamás; Cuando la ciudad estaba en sus asuntos y por los caminos iban los cuerpos de aquellos fallecidos que eran de los campos y poblados lejanos, Y mientras los ánimos estaban divididos, esos dos, Leinad y su pequeña, la cual gozaba de un lindo vestido blanco de lino, con bordados de flores azules cerca del ruedo que revoloteaba por el viento, ahí estaban los dos, estaban juntos, amándose y dándose mucho cariño sin importar lo que pasara afuera pues, el que murió muerto esta y los vivos, devén seguir viviendo hasta que ellos mueran. Así han sido siempre las cosas y regar a las flores con lágrimas antes de tiempo, no valía la pena.

Esa tierna escena que sólo los pajarillos que andaban por los tejados veían, esa escena realmente era vista por alguien más, Mishéy Haw, esposa de Leinad quien sonriente miraba como su esposo jugueteaba con su "Preciada rosa de invierno"

De pronto, se acerco ella, vistiendo unos pantalones de tela suave desconocida, muy distinto a los pantalones gruesos de los hombres, esto mientras usaba una desmangada blanca sin cuello y unos calcetines amarillos, con su cabello ondulado sacudido por el viento que llegaba a ese segundo piso. Sonriente fue por detrás de Leinad que estaba recostado en un sofá-columpio que colgaba del techo y cuando lo tuvo al frente cubrió sus ojos. Leinad se sorprendió un poco dando un pequeño salto y Carlinne comenzó a reír por ver como mamá le hacía señas con la cara que no eran más que los gestos que cualquiera hace al decir "silencio" pero sin decirlo.

La pequeña seguía riendo y Leinad que pudo sentir esas suaves manos y el olor a tomates, papas, hierbas y más ingredientes del almuerzo que su esposa dijo que prepararía, ante tales señales y algunas risas pequeñas que se le escapaban a Mishéy, Leinad, obviamente supo que era su amada por lo que sujeto de los hombros y le hecho junto a el pero, la fuerza acumulada los acabó votando del sofá cayendo uno sobre otro en el suelo.

Mishéy estaba sobre Leínad, casi de inmediato quedaron viéndose fijamente durante unos segundos para, de la nada, liberar gradualmente una explosión de risas haciendo mucho escándalo pero disfrutándolo como nunca, sus dientes blancos cual mejor porcelana brillaban y mientras la niña los veía con cara de: ¿qué les pasa a estos dos?, ellos disfrutaban su momento y de pronto, al reír Mishéy perdido fuerza cayendo completamente sobre Leínad, esto lo golpeó tanto que le sacó el aire.

—¡Ay no, ay no, ay no, ay no!, ¿qué he hecho?, ¿estas bien, mi vida?, no era mi intención perdón. —Dijo Mishéy entre risas por su desliz.

—N-no te preo-cupes. —Respondió Leínad recuperado algo de aire.

—Ah, está bien y yo que me preocupaba, ¡ups! —Dijo Mishéy antes de volverle a caer encima a Leínad sacando el poco aire que había recuperado.

—¡Aaaaaaaaahgg! —Se escucho el grito entrecortado por la falta de aire en Leinad y como era de esperase, su esposa seguía riéndose aunque el no le viera la gracia.

—¿Ni con mi familia puedo estar a salvo?, demonios. —Dijo Leinad ya recuperado y bromeando.

—No me subestimes, jajaja. —Dijo Mishéy entre risas.

—Nunca lo hago, de hecho, te sobre estimo por lo mucho que te adoro. —Dijo Leinad haciéndose el romántico.

Mishéy se rio un poco más y luego...

—Que bueno que estés de vuelta, te extrañé demasiado y me preocupe aún más. —Dijo Mishéy con mucho cariño, luego le dio un beso instantáneo a Leinad y se puso de pie.

La pequeña que veía como el mundo se hacía de chocolate para esos dos solo se quedaba viendo entendiendo poco pero feliz de ver a sus padres ser el uno que siempre han sido.

—Oye mi Mishéy, sí tengo que dejar que me caigas sobre el estómago para que vuelas a besarme entonces no me preocupa morir de asfixia y insuficiencia respiratoria. —Señaló Leinad con aires seductores.

—Que cosas dices Leinad, mejor vente junto a Carlinne que el almuerzo ya está listo y deben probarlo porque me ha quedado magnífico, digno del rey y la princesa de la casa. —Dijo Mishéy mientras se alejaba para bajar a la cocina para poner la mesa mientras, veía de reojo a esos dos con un rostro que sugería lo bien que le había quedado la mesa y para poner la mesa.

Ambos respondieron al elogio con una sonrisa pequeña con emoción guardada ya que, sí que querían comer.

Pronto bajaron las escaleras hacia el piso inferior, paso a paso, ya no guiados por sus ojos, en lugar de ellos su nariz les indicaba donde ir.

Justo al girar a la cocina, donde estaba aquel fuego de leña ardiendo aún, ahí estaban algunas hoyas que tenían caldo de pollo con un sinfín de verduras a cual más antojable; también la presencia de pan artesanal sobre la mesa en un recipiente el cual su fondo era cubierto por un trapo amarillo con líneas blancas era precioso, ya se podía sentir en el paladar incluso; por otro lado, el arroz mientras era sacado de su hoya, liberaba vapor de su interior, haciendo que su olor despegase a contentar las narices de los babeantes Leinad y Carlinne; del otro lado de los estantes, un recipiente metálico guardaba una ensalada llena de lechuga, tomates, zanahoria picada, remolacha y cebollas, todos de colores vividos y de aspecto muy fresco; por último, sobre la mesa de madera fina de Pogjerd, un árbol de estatura mediana pero de una madera muy resistente y bonita, sobre aquella mesa también había un contenedor de vidrio, dentro tenía chiles y trozos de cebolla bañados en limón para quien se le antojase.

La comida estaba lista, ya se había servido pero, faltaba algo, el jugo de naranja, entonces, Leinad que estaba muy atento, se paró, fue rápido a la alacena, sacó 10 naranjas y más rápido de lo que un gallo come un puñado de maíz, entre un corte por aquí, un exprimo por allá, así de veloz estuvo el jugo de naranja. Leinad tomó copas de los gabinetes y sirvió a su esposa he hija quienes esperaban por el para almorzar y una vez estando todo listo, comieron sin recelo.

Pasó un momento, quizás cuarenta minutos o una hora antes de terminar de comer. Tanto tardaron porque charlaron, bromearon y rieron de todo lo que se les ocurrió. Fue un bonito momento en familia.

Luego de una hora más, apresurado, sudoroso, con respiración agitada y con alta preocupación, un joven soldado llamó a su puerta.

Toc toc toc toc y así rápidamente por varios segundos.

—Señor leinad, ¿se encuentra en casa? —Habló el joven tras la puerta.

—¡Ya va, ya va!. Hay estos muchachos no te dejan respirar ni un segundo eh, ¿qué sucede? —Dijo Leinad para que el joven dejase la puerta en paz y luego murmuró mientras dejaba la, sala de estar llendo a la puerta principal.

Rápido Leinad abrió la puerta.

—¿Hola?, ¿sucede algo, amigo? —Pregunto Leinad extrañado al notar la desesperación que mostraba el chico.

—Hasta que le encuentro. Soy un recluta, un soldado en formación y se me encargo buscarlo. Vengo desde el palacio porque lo necesitan allá, el rey no está y quieren que usted lo encuentre. —Contó el joven con falta de aliento.

—¿No que estaba en el bosque?, a muchos reyes les pasa que cundo se frustran van a los bosques, cuevas o donde sea para liberarse. ¿Por qué debo ir yo si incluso hoy es mi día libre? —Reprochó Leinad la petición del joven.

—Disculpe, no me está entiendo. El rey ya ha sido llamado para que realice su deber pero, está dentro del bosque al Este y no quiere volver, incluso le hemos visto castigándose a si mismo, casi sin ropa, herido y llorando; se golpea contra rocas y a el mismo con sus manos, se queja al mismo tiempo que grita. Es una situación tétrica pero, sobre todo precaria para un rey. —Explicó el joven dejando impactado a Leinad quien conocía muy bien a Conor o al menos, la faceta que el mostraba al público y por eso, se consternaba al escuchar lo ya dicho.

—¡Por el paraíso!, eso no tiene que ser verdad, ¿en cerio está tan mal? —Pregunto Leinad incrédulo.

—Así es y por la cercanía que usted tiene con el, es el indicado o más bien, el único que podría hacer algo. —Contó el chico en tono de ruego y Leinad entendió el mensaje de forma que sólo asintió para, acto seguido, ir a despedirse de su familia.

Ya dentro de la casa llamó a su hija y su esposa para comunicarles porque se iría.

—Entonces, Conor está perdiendo la cordura con todo esto, ¿no? —Reiteró Mishéy esperando que fuera falso puesto que Conor también es amigo de todos en esa casa.

—Así es y por eso les dejo, Conor necesita ayuda y aunque no se como, soy el único que puede ayudar. —Comentó Leinad estando triste.

—Esta bien papi, ve a ver que ocurre con Conor, es un señor muy bueno y merece un amigo como tú. —Dió su aprobación Carlinne con tanta inocencia y cariño.

—Carlinne tiene razón, cariño. Ve y no vuelvas hasta ayudarlo. El también fue bueno cuando se necesitó, nunca olvides lo que pasó hace 20 años. —Comentó Mishéy comprendiendo la situación.

—Jamás lo olvidaré, menos ahora que ya sé como pasó todo en realidad, por eso, debo irme a ayudarle. No puedo tardar más. —Dijo Leinad muy sentido en su corazón.

Al instante, Leinad, beso a sus dos amores y se marcho super rápido hacia el palacio para tener información.

Leinad tenía como un mes de no ir al palacio ya que sus antiguas ocupaciones no lo requerían a menudo ahí pero, ahora que había vuelto a estar en el notó un gran cambio. Todo se veía más lúgubre, no sé sentía como antes; todo tenía un tinte más gris, las personas parecían tristes, algunas alegres y otras indiferentes de la falta de Guarren pero, era innegable que el alma de niño que siempre tuvo Guarren le daba color al palacio y es que, casi y Leinad podía recordar los chistes que siempre contaba, casi olía aquellos postres muy dulces que sólo el comía, la música muy alegre y las demostraciones artísticas que el recibía del pueblo con mucho cariño. Estaba claro. Guarren y su juventud estancada le daban vida a un palacio lleno de adultos amargados por la vida.

La estancia en el palacio fue fugas, solo se encontró con quienes fueron por Conor para obtener información del ¿cómo está? Para así ir formulando como ayudarle pero, en su cabeza no había cabida para imágenes tan fatídicas y lamentables. Quizá por eso, en seguida se marchó sólo hacia donde Conor se encontraba.

A muy poco tiempo, ¿cinco minutos?, Quizá. Pronto las hojas y ramas que yacían el suelo del bosque serían fragmentadas por los pies de Leinad que, paso a paso, entraba con cautela hacia el bosque de apariencia críptica y con un aura perturbadora.

Lianas que colgaban desde lo alto, enredaderas por los sueños esperando a alguien que tropiece, rocas regadas como la habitación de un niño, troncos caídos, árboles erguidos, hojas de todas formas, insectos curiosos y gritos de desdicha a lo lejos que hacían que los venados y conejos salieran de sus escondites horrorizados; tal ambiente podía percibir Leinad; cada vez, de forma más intensa, podía percibirse en la piel la perturbación del lugar y es que las cosas no estaban en orden.

De pronto una especie de explosión y onda de choque fue percibida con desagrado.

De lo profundo del bosque, mientras cuervos, canarios, palomas, carpinteros, azulejos y ruiseñores salieron volando desesperados pues, la angustia reinaba ante el desconcierto que suponía la escena de terror para los mamíferos, invertebrados y aves del lugar, todo por un aparente destello de luz verde cual hojas de hiedra venenosa. La luz parecía ser el epicentro de todo y como era deducible, Conor estaría ahí haciendo lo inimaginable hasta la fecha.

Leinad por su parte, pese a estar expuesto a escalofríos que le suponía la situación, aunque no lo entendía pues, ni contra grandes combatientes había pestañeado pero, ahora, ante unas luces y frecuencias de energía extrañas, ¿se sentía perturbado? No señor. Leinad se fajó de valentía recordando sus hazañas y echó a moverse rápidamente por el bosque. Deslizándose como si conociera el camino, sujetándose de troncos y ramas, se desplazó con agilidad hasta toparse con el causante de todo este disparate.

—¡Esto tiene que ser una broma, ¿cierto?! —Murmuró titubeando Leinad en pos del impacto que suponía lo que sus ojos no creían.

Ahí, en un pequeño claro circular de unos 10 metros de diámetro, ahí estaba Conor.

Uno con su sentido común pensaría que estaría de pie o sentado liberando poder o haciendo algo mágico quizá pero, quizá sólo lo de mágico es lo cierto ya que, en forma de Cadejo antropomórfico (un Cadejo con forma humana, así como los humidrags), herido todo el cuerpo, flotando e invertido, con sus ojos brillando en color verde muy nítido; se podía ver como la energía salía de sus garras, ojos y pelaje. su hocico se mostraba babeante con su lengua de fuera sobre todos colmillos extra afilados y podía apreciarse como se contaría con espasmos aleatorios que reflejaban alguna especie de dolor.

Su imagen perturbadora empeoraba al ver como, la energía que le brotaba de su cuerpo lleno de un pelaje blanco que, estaba manchado por la sangre que corría hacia el piso. Dicha energía formaba círculos y figuras extrañas, sin mencionar símbolos raros que hacían alusión de que todo lo ocurrido era una especie de ritual extraño. Tal idea se concibió más cuando, debajo de Conor, se abrió un extraño portal de donde salieron dos entidades fantasmales con unas garras enormes, como de 1.20 metros de largas y claro, su aparecía era espantosa, tanto que Leinad consideró si dejar a Conor hacer lo suyo en paz y volver luego.

De pronto Leinad tendría que cambiar su opinión y hacer lo que debía. Todo surgió de aquella escena que Leinad no pudo soportar ver y es que, estos fantasmas sin cara, azotaban sin piedad alguna a Conor el cual gritaba horriblemente cada que recibía uno latigazo y justo después, con su voz apagada como si estuviera poseído, el decía: "Debo ser recto, debo ser ejemplo"

Si bien Leinad persistió para no intervenir ya que no sabía de las consecuencias, al final no pudo ver como su mejor amigo sufría, por lo que, tirando los miedos por la ventana y con su espada en mano, interrumpió a los espíritus.

—¡Deténganse malditos! —Gritó Leinad antes de intentar golpearlos con su espada.

Por desgracia, la espada que Leinad empuñaba no funcionaba para la ocasión pues, los entes castigadores se mostraban aparentemente inmunes a cualquier ataque físico.

Leinad se enfadó por ello pero, pronto el enfado se volvería terror cuando todo se detuvo y una boca nació en la espalda de cada ente. Era extraño ver esos labios mutilados para que de pronto, sin previsto, gritaran. El horroroso sonido como pizarras rasgándose, aluminio cortándose, cabras dando a luz y globos siendo estrujados, provocó que los árboles se desarraigaran y las ojas que antes eran verdes, ahora cayeran secas por el grito de queja de los espíritus.

Conor seguía flotando sin preocupación aparente, seguía convulsionando cada tanto pero, al menos ya no era torturado, en cambio los dos espíritus fijaron su deseo de dolor en Leinad el cual sudaba fuertemente al no saber que hacer contra un enemigo intocable.

—¡Demonios!, literalmente... ¡¿Qué hago ahora?!, ¿acaso esto era uno de esos cursos a los que no fui en la academia militar?, si es así juro no volver a faltar a clases por ir de fiesta. —Se cuestionó Leínad en su mente, burlándose de si mismo justo antes de echarse a correr.

Resulta que los instintos primitivos de Leinad sólo pudieron reaccionar a la huida en pos de no entender la amenaza y menos poder defenderse, por tanto, corrió.

Corrió como si de su vida se tratase porque, en efecto, así era y no quería transformarse en Humidrag por no entender lo que podría estar pasando y lo que esto traería consigo.

Los espíritus, faltos de cualquier expresión, era deducible que disfrutan de ver como Leínad huía; ellos como conejo escapando de un grupo de zorros. Por desgracia, Leínad tenía una desventaja clara: El no flotaba ni menos atravesaba todo lo que tenía por delante cosa que sus perseguidores hacían con mérito.

Corrió en círculos, infinitos, cuadrados triángulos y una cantidad de figuras abstractas que Euclides y Pitágoras hubieran pasado un viaje astral con tratar de comprender sus formas geométricas. Su trayectoria disparatada mostraba su falta de planeación y complicación ante la citación la cual era completamente comprensible, era algo nuevo.

A la larga, era imposible que esas garras dignas de Fredy Cruger que cargaban los espectros, no dieran con el cuerpo Leinad. Repetidas fueron las ocasiones en que ocurrió en que el fue recibiendo latigazos hiriéndose un poco en el acto.

Ya tenía varios minutos de estar ahí, quizá hasta media hora y no había logrado algo, si seguía así, morirían los dos a manos de esos monstruosos espíritus, tenía que pensar algo rápido y entonces ocurrió, una idea iluminó su mente.

Tenía que despertar a Conor.

Era tan evidente pero, el miedo le había consumido al punto de olvidar que todo esto era por algún motivo que sólo Conor conocía, si lo despertaba, entonces podría saber que ocurría y regularlo.

Entonces, en la persecución tomó una nueva ruta en dirección fija hacia Conor. Cuando llegó al claro donde el rito se había efectuado, anonadado siempre por lo horripilante que era ver eso, decidió sacar a Conor del círculo sin importar que esté flotara ahí mismo.

La apuesta fue arriesgada pero, acertada. Justo cuando Conor salió del dominio del círculo dejó de flotar cayendo inconsciente en una orilla del lugar, sin embargo, Leinad no tendría tanta suerte pues, el círculo ritual lo atrapó remplazando a Conor con el y lo que era peor, dejándolo expuesto a los espectros de energía que estaban a segundos de atraparlo.

Tan pronto como pica una cobra, los espectros habían llegado y parecían alegrarse haciendo sonidos perturbadores que indican que estaban apunto de hacer algo horrible.

El corazón de Leinad se aceleró. Esos tipos podían herirlo sin tocarlo físicamente. El desesperado Leinad veía las traslúcidas garras del deforme espectro que se hacía esperar para soltar sus deseos.

De la nada, arrastrando consigo mucho aire de pronto, se movió muy rápido el otro espectro y lo rodearon. Al ser rodeado Leinad comenzó a sudar fríamente, las gotas de su sudor caían perdiéndose en el círculo ritual pues al contacto se evaporaban. Sin importar su transpiración agitada y helada, estaba en su mente la idea de su hija pequeña y mujer; nunca había pensado en ellas antes cuando estaba en combate, lo evitaba para no distraerse con sentimientos pero, esto no podía llamarse combate sí no es capaz de defenderse por lo que, sólo quedó viendo congelado en el aire como nacía una sonrisa llena de colmillos en la cabeza sin rostro de los espectros y una lengua súper larga salió de entre ellos.

Tal Legua parecía no tener límite de longitud, más de metro y medio y aún podía crecer más. Esa horripilante lengua goteando energía plasmática y brillando en el color verde brillante, tenía una razón de ser. Pasearse por el cuerpo de Leinad que, por algún razón, cuando la lengua lo tocaba gritaba y se retorcía horriblemente, ese era su objetivo.

Los monstruosos espectros luego de lamer a Leinad atormentándolo, procedieron a liberar sus cuchillas que tenían por uñas. Sin parpadear, como en corridas de toros, las garras le atravesaron el cuerpo que, sin herirlo, comenzó a sudar sangre.

Sus gritos eras propios de alguien que estaba siendo degollado vivo pero, pese a sangrar, no tenía ni una herida, en eso:

—Deténganse ahora mismo. —Gritó Conor haciendo que todo, absolutamente todo lo que tuviera que ver con los espectros y a ello mismos se esfumarse.

Leinad muy adolorido cayó al suelo luego de flotar contra su voluntad; el pobre no podía ni moverse por el dolor provocado y por ese hecho es que lo sorprendida ver de pie a Conor, quizá no con toda su fuerza pero estaba mejor que el lo que le parecía ilógico.

—Conor, (aagh), Co-conor, ayúdame por favor(Aaagh) . —Imploró el lastimado de Leinad.

—Leinad, ¿eres tú?, ah, perdona, no te reconocía, solo sabía que debía ayudarte o mis purgadores te matarían, . —Contó Conor estando algo aturdido.

En esos instantes Conor mientras se acercaba a Leinad aún trasformado en Cadejo, comenzó a preparar un conjuro que ayudaría a Leinad para que al menos el logrará ponerse en pie.

—No me sorprende que estés aquí, lo que me sorprende es como diste vuelta a todo, hay que ser valiente para entrometerse en algo desconocido solo por un amigo. Muchas gracias aunque, debo volver al círculo ritual y por contradictorio que parezca, te aseguro que todo tiene un motivo. —Explicó Conor.

—¿Qué idiotez dices?, no permitiré que hagas tal acto de masoquismo a menos que sea una buena razón como dices. —Dijo molesto Leinad porque estuvo por morir por algo que al final se supone volvería a pasar.

—Ay Leinad. Cuando te enfrentas a algo desconocido no sabes cómo reaccionar ante cualquier variable y fuiste por la más segura o evidente sin embargo, pese a que yo me meto en esa situación por gusto no quiere decir que lo disfrute. —Contó Conor mientras preparaba otro ritual.

—Déjate de esas malditas idioteces y ¿dime por qué carajo hacías eso entonces? Si es que es como dices claro. —Preguntó muy frustrado Leinad que no entendía a lo que Conor se refería.

—Pues, dentro de mi raza hay dos tipos de Cadejos, Negros y Blancos. Yo soy blanco como puedes ver, somos bendecidos con el poder de la luz mientras los Negros tienen poderes de demonios; Cuando un Cadejo blanco acumula muchos pecados en su alma este pierde poder y se vuelve vulnerable a los demonios y así transformarse en un Cadejo Negro perdiendo la bendición y comienza a inclinarse hacia la maldad. También hay excepciones, los negros de raza que son la mayoría, estos no tienen que tratar de mantener la bendición, ellos no la tienen, en cambio poseen una habilidad para la guerra y destrucción mayor por su dominio por el poder demoníaco que les cobija. —Explicaba Conor pero Leinad le interrumpió.

—Está bien pero, ¡¿qué demonios tiene que ver con lo que hacías?! —Preguntó Leinad renegando.

—Justo a eso iba y es que, el ritual que vez no es más que la forma en que nos deshacemos de nuestros pecados. Como portadores de la luz, debemos ser lo más rectos posibles, debemos ser ejemplo y así poder usarla dignamente por lo que te suplico abandones el lugar sin interrumpir esta vez, yo volveré pronto. —Término Conor la explicación y la preparación para el ritual.

—Pero, pero, pero... —Tartamudeo Leinad.

—Sin peros viejo amigo, ¿Qué no confías en mi?, espérame en la entrada del bosque por favor, en media hora saldré más fuerte y sonriente que nunca, saber que te importo, por más que lo repitas, me hace alegrar. No temas, estaré bien al final. —Dijo entre risas y mucha cordialidad Conor que disponía de iniciar otra vez el extraño ritual.

—Está bien, sí esa es tú voluntad será así, amigo mío. —Aceptó aún dudoso Leinad.

—Gracias por entenderlo. —Respondió Conor sonriente mientras entraba al círculo ritual.

Leinad sólo volteo una vez para ver a su gran amigo ser absorbido por unas llamaradas verdes que desencadenarían lo que antes ya había visto por lo que, confiando en Conor, se marchó al lugar acordado para esperar pacientemente, mientras, de fondo los gritos volvían y aunque le perturbaban, ya había entendido lo esencial que era.

Pasó media hora y un par de minutos más tarde, Conor apareció de entre el frondoso bosque con un rostro y mirada serena, lleno de paz y tal cual dijo, se notaba purificado.

—Hey, Conor, ¿todo bien ahora? —Saludo Leinad.

Un silencio que gritaba junto a Leinad fue callado por los susurros del viento, las hojas que revoloteaban, los pajaritos que cantaban. Se podía ver colibríes picado flores ya en esa tarde; los árboles frutales irrumpidos por las ardillas buscando comida, las termitas en la madera derruida, todo había cambiado, es como sí la oscuridad de hubiera marchado, como si el día no planeara terminar, como si la mañana acabará de empezar. Entre la nueva y extraña serenidad del bosque podías ver en su puerta a dos jóvenes, uno era un Dragón en forma humana y otro un Cadejo también en forma humana, el joven dragón sentado sobre una roca con vista a lo profundo del inmenso bosque; el joven Cadejo viendo de frente hacia fuera del bosque con el sol alumbrando sus miles de cabellos blancos u largos, sus ojos como de canino estaban tranquilos viendo a lo lejos la ciudad capital; Leinad, deslumbrado, su piel y algunas escamas que tenía sobre el cuerpo como cualquier dragón, ambas se erizaron ante ese saludo ya que sintió algo diferente al pronunciar el nombre de Conor, era extraño, en su mirada de reptil se notaba su pupila vertical bastante tensa pero a la vez, la sonrisa en su rostro mostraba lo feliz que estaba de tener a Conor de vuelta. Todo lo que pasó y vio Leinad fue muy extraño pero en ese momento las cosas comenzaron a arreglarse.

—Sí, estoy bien. Demasiado bien de hecho. —Respondió Conor sonriente.

—Me alegro... Sabes que no lo entiendo del todo, ¿verdad? —Expresó Leinad su pregunta pues aún le desconcertaba todo.

—Lo sé pero, por ahora ni hace falta entenderlo. Con que confíes en mi basta, además el hecho de saber que cuento contigo es sorprendente y me alegra muchísimo. Gracias, amigo. —Respondió Conor ambiguamente.

De pronto el viento soplo muy fuerte perturbando el vuelo de las mariposas que pasaban por los arbustos así como espantado a los conejos que andaban por ahí.

—Demonios, está helado un poco, ¿no?, pero si vamos a mitad de año, no puede empezar el invierno, ¿o sí? —Se cuestionó Leinad entre risas de incertidumbre.

—¿Acaso estas ignorando el hecho de que nada es igual ahora?, nunca lo ha sido, nunca ha lo será. Ahora todo ha cambiado mucho. Extraño las güirilas y el pozol de mi madre, eran deliciosos pero, ahora estoy aquí com una misión la cual no descansaré hasta terminar. —Volvió a hablar ambiguamente Conor.

—Ya que hablas de misiones, estoy aquí y te interrumpí porque te necesitan en el palacio. Tú eres el rey, ¿no? Entonces tú tienes que oficiar los actos fúnebres de esta tarde, ya solo te queda hora y media para estar allá. —Explicó Leinad.

—Con que era eso. Ya me preguntaba ¿qué te hizo venir aquí en tú día libre? Y más cuando tenías planes para estar con tú familia...

(se hizo una pausa en el discurso de Conor cuando una flor de melocotón a causa del viento es desprendida del árbol donde estaba. Esta flor revoloteando cayó frente a el por lo que la recogió  para observarla y la sostuvo para continuar con lo que hablaba)

...Veo que se trata de nuestros hermanos, todos ellos perdieron la vida. Buenos o malos no importa, perdieron la vida. Ellos pueden ser como esa flor, arrebatada por el viento, así fue su vida; ellos tenían un fruto que dar pero ahora no más, ya no están y ya no hay vuelta atrás. Ahora es tarea de todos los que quedamos hacer que valga la pena todo esto; vamos a recuperar las tierras que se les fue arrebatada hace milenios, el lugar que siempre les perteneció, yo les devolveré esa gloria como la realeza reptil que son y quizá solo así, haya esperanza en el futuro pues sí seguimos en Radial, la desdicha caerá pronto sobre nosotros. —Abrió Conor su corazón ante su deseo de devolver la gloria pasada a los Dragones por motivos que aún guardaba en la ambigüedad.

Mientras el dijo todo eso cubrió la flor con ambas manos y realizó un acto mágico liberado energía en la flor volviéndola un durazno pero, luego lanzó la fruta haciéndola explotar en energía que revoloteaba haciendo símbolos que, mientras la energía mágica de colores rojos y naranjas vividos como la fruta, mientras toda esa energía revoloteaba sanaba las plantas que estaban dañadas por todo el bosque entregando la vitalidad a y energía a cada ser que la necesitaba. Después de ese acto fantástico Leinad se puso de pie muy sonriente de lo que acababa de ver y emprendió rumbo junto a Conor hacia el palacio.

La gente tuvo múltiples reacciones al ver a Conor en su forma humana pero, con rasgos de un Cadejo pues, las razas que podían tomar una forma antropomórfica siempre conservaban características de su especie como los ojos, cabello, escamas, piel, garras, huesos y otras que denotaban a la especie que pertenecían. Pesé a eso, fue aceptado como estaba acordado pues los del este no tenían problema con su gobierno pues a fin de cuentas para ellos demostró ser fuerte, tenaz, inteligente y capaz de gobernar con lograr detener la guerra y funcionar el poder de los Dragones de fuego y hielo aunque aún no an aprendido como usarlo del todo.

Una vez en el palacio se vistió para la ocasión con ropas que se le consiguieron a su talla. Los funerales eran algo de respeto donde todos se vestían de negro, con camisas de cuello y manga larga que tenían un diseño de salpicado rojo como sangre casero que se hacía con pintura extraída de una flor especial de los campos, esto en representación de los caídos pues este tipo de ceremonia se hacía en conmemoración de los caídos en guerra nada más, por eso asistía el rey llevando un collar con una flor, dicha flor era una rosa Tudor pues, esa era como el emblema de los Dragones aunque no nunca fue oficializado.

De pronto, miles de personas iban al funeral a las faldas del volcán de la sona, dicho volcán tenía un nombre, "Laststar", ese era el nombre que hace milenios recibió de parte lo los que recién llegaron a Radial cuando ni tenía ese nombre el lugar que tomaron como nuevo hogar luego de perder todo lo que antes tenían a causa de la invasión.

Cuando todos estaban ahí el ritual se llevó acabo donde, de cada fallecido se lanzó una posesión que le importará al fallecido de parte de su madre, padre o hermano más allegado, de no existir esa persona lo haría un amigo del que todos dieran buena fe; más tarde, el rey debía recitar una oración donde rogaba por el bien de los espíritus de todos ellos en el más allá y cuando todo fue hecho entonces, se lanzaron los cuerpos o restos del fallecido pues, el pueblo tenía la convicción de que, haciendo esto, sus espíritus tendrían mayor esperanza a ir al paraíso y que las muertes que causaron fueran perdonadas pues ellos pelearon para que los vivos pudieran respirar un día más.

Por último, el rey debía hacer una invocación ql espíritu de la tierra para que fueran guiados cada uno en su camino, rogando tener una vida honorable cual todo dragón merecía. Todo eso finalizaba con el volcán sacudiéndose un poco y liberando magia que hacía que los puntos de "sangre" en sus camisas brillarán hasta desprenderse entrenado dentro de cada uno y haciendo que se transformarán en dragones completos con conciencia. Luego de eso siempre cuentan algunos que podían escuchar una voz que les decía "Vive por ellos" y otros que decían oír "Ahora es su turno de buscar hacia el Misfriehg", al menos eso se escucho esta vez.

Cuando todos se trasformaban en dragones con conciencia era un recordatorio propio de la magia que los conectaba que son seres poderos y hábiles en mucho pero, que recuerden buscar en su conciencia para actuar prudentemente que es esencial para la supervivencia, además, cuando las manchas de "sangre" se disuelven en energía es porque ahora vivirán con ello dentro pero no como algo malo, más bien, como algo que los impulsará a alcanzar mayores cosas, de ahí que tengan la conciencia de la que solo puede gozar el rey.

Ya en la noche se realiza como extra para quien quiera hacerla una cena donde todos "comen y comparten la comida que ya no comerán los difuntos" con los más necesitados o con amigos y familiares. Así era la tradición de los Dragones de fuego ante los fallecimientos de guerra.

Leinad, como cualquiera perdió amigos en combate por lo que hizo una cena en su honor junto a su esposa e hija invitando a personas de la calle.

Juntos agradecían y renovaban votos intentos de vida pues, los Dragones entendían lo mucho que valía el estar vivo y lo nada remediable que es la vida por lo que, pese a ser una despedida festejaban el seguir vivos de alguna forma pues eso era lo importante, ellos aún estaban ahí para hacer que todo pueda ser mejor.

Así pasó la noche, muy estrellada, llena de energía y vibras agridulces de la población hasta que a la media noche o poco más tarde todos fueron a dormir, listo para descansar y dejando la muerte atrás viendo hacia el futuro, de eso constaban sus votos intentos.

Ya en la mañana, se respiraba paz, quizá no felicidad pero sí paz pues habían desprendido el dolor de sus mochilas y ahora podían trotar mejor hacia el futuro.

Conor que por primera vez despertó en el palacio sintió la misma paz así que, dejando sus sábanas y acercándose al balcón viendo hacia la infinidad de llanuras de la tierra comenzó a pensar.

—"La tierra y su basta complejidad, su caos más ordenado me ha traído hasta aquí, estoy aquí y debo admitir que lo disfruto. Criado como un Cadejo pero, también con la sangre de un dragón. ¿Seré yo el guía que faltaba aquí?, no debería preocuparme por eso, no hay guía perfecto pues los caminos siempre cambian cuando el tiempo pasa y es que, los Dragones no somos una raza de guías, nosotros somos los exploradores, sin miedo por más frondoso que el bosque sea, nuestra llama nos ilumina donde hemos de pisar" —Reflexionó Conor sobre su filosofía sobre el actuar que tomarían cuando fuera el momento.

La guerra acabó, el dolor se marcho.
La frustración murió, la esperanza nació.
Las risas de los niños estaban de regreso,
La culpa ya no se sentía como un peso,
Siguió la economía en los mercados,
Siguió la plantación con arados,
Murió ya el abuelo por su alta edad,
Nació el hijo al que la madre juro lealtad,
Las escuelas ya no eran campos de entrenamiento,
Los restos de las ruinas dieron paso a nuevos cimientos,
Los pobres comieron bien,
El descuidado tropezó por los parques,
Ya que al trabajo no quería llegar tarde,
Los románticos volvieron a hablar de amores,
Y ya no cantaban más los pétalos de las...

Flores.

(Nota del Autor//editor: ¡Oh Dios mío!, hasta me salen lágrimas, no se ustedes pero este capitulo me ha gustado mucho en lo personal y es que siento que me a quedado muy bonito.

¡Muchas gracias por leer mi obra! te pido disculpas por cualquier error ortográfico que te haya hecho una mala lectura, espero solucionarlo pronto e incluso, puedes ayudarme comentándolo, lo agradecería mucho y ayudaría bastante. Gracias por todo y espero verte por aquí en quizá un mes, ojala y pueda ser así, no quiero tardarme tanto.

¡Y ya sabes, dudas, teorías, inconsistencias, sensaciones, experiencias, cuéntamelo todo en los comentarios que los leo uno a uno! .

Sin más que decir, gracias, ¡nos vemos pronto!. :3)

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