Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6


El fin de semana llega más rápido de lo esperado. Una vez más, mi percepción del tiempo es tan humana como la de Liang. Tai está fascinada con sus gafas xie, como si ella misma fuera a ver a sus padres. Liang me compró un suéter de punto con cuello y una falda negra que me llega a las rodillas. Así es como se viste Tai, y aunque al ser una copia suya comparto la mayoría de sus gustos, la ropa sigue sin ser uno de ellos. Prefiero mil veces mis vestidos cortos de látex y uniformes de colegiala.

Liang me estudia de arriba abajo. Se ve muy nervioso, eso es algo raro en él. Betty pasa por un lado de nosotros, sigue aspirando el suelo de la sala sin voltear a vernos y levanta un sillón individual.

—Te ves muy bien—dice Liang.

—Tú también—contesto, tomándolo del brazo.

Es la primera vez que lo miro vestido con algo más que sus pantalones desteñidos y sus chaquetas de cuero. Usa pantalones y camisa de vestir, luce tan sofisticado como en sus apariciones públicas. Salvo que ahora no carga puesta una de sus inquietantes máscaras.

En el camino ninguno de los dos dice nada. Yo miro por la ventana abierta y dejo que el viento haga bailar mi pelo. Me siento más viva que nunca. Poco a poco pude acostumbrarme al zumbido constante de los recuerdos, y he logrado mantener a raya a esa Tai auténtica que se empeña en arrebatarme las características que Liang programó en mí. Todavía tengo muy claro cual es mi propósito en este mundo, el por qué nací. Voy a ser compañera de este hombre y lo obedeceré siempre en todo lo que me pida.

Llegamos al café un rato después y entramos tomados de la mano. Sonrío al ver las mesas altas y las animaciones en las obras de arte que tatúan las paredes: una Mona Lisa que guiña un ojo; unos relojes que se derriten una y otra vez, y mi favorita: un hada de hielo que agita sus alas. Mamá y papá están en una mesa al fondo, nos miran con los ojos muy abiertos mientras nos acercamos. Nos sentamos frente a ellos y Liang les da una pequeña reverencia.

—Buen día, señores.

—Hola mamá, hola papá—digo. Jie contempla mi cabello y sonríe.

—Te ves muy bien, Tai—dice con sinceridad.

—Gracias.

Una camarera de rostro dulce se acerca a nosotros y toma nuestras órdenes. Trato de contener mi emoción. Va a ser la primera vez que voy a beber algo caliente y eso me pone contenta. Me le quedo viendo mientras se aleja. Su uniforme azul con detalles rojos llama mucho mi atención y no sé por qué.

—¿Cómo te ha ido, hija?—me pregunta Niu—. ¿Has escrito algo nuevo?

¿Escrito? ¿Tai escribe? Creí que solo leía.

—Sí—contesta Liang por mí, y luego voltea a verme—. Va a publicar su siguiente novela pronto, ¿verdad Tai?

Me está sonriendo. De pronto siento temor, quiero huir, estar lo más lejos de él. ¿Por qué mis emociones son tan cambiantes? Creía estar bien.

—Sí, ya casi—respondo.

Así que esa era la ocupación de Tai antes de ser secuestrada por Liang.

—¿Y cómo ha sido su vida juntos?—pregunta Jie.

Paso los siguientes quince minutos hablando de lo feliz que soy con Liang, de su música, del Lolita's y de la preciosa casa en donde vivimos. Él sonríe complacido, y pareciera que durante este rato me contempla como si yo fuera la verdadera Tai y no el robot al que dio vida y en el que descarga todas sus frustraciones. Está viviendo su sueño, tan feliz que podría morirse. Y eso me duele. Tiene que hacer demasiados sacrificios para vivir momentos como estos, y si a él le bastara mi compañía, su sufrimiento no sería necesario. Yo lo amo furioso y pasional, triste y contaminado como todos los Dioses de los que he leído. Odio cuando pretende ser un hombre normal, cuando se contiene cada que mira a una mujer hermosa en un bar.

Bebo de mi café y dejo que Liang siga contando nuestra historia. Niu y Jie lo escuchan con atención, notablemente contentos. Ha de ser la primera vez que lo tratan así en mucho tiempo. Liang ríe cuando menciona una anécdota graciosa y da énfasis a sus palabras con las manos. Nunca lo he visto así, tan lleno de vida. La camarera regresa para preguntarnos si necesitamos algo más. Echo un vistazo al menú y pido un moka con cereza. Ella se aleja y yo la contemplo nuevamente. Pedí esa bebida sin meditarlo mucho, como si ya la conociera. Liang me toma la mano y pregunta a mis padres qué tal les va. Ellos son más breves y concretos al hablar, mi creador está fascinado con sus palabras. La camarera regresa con mi bebida y al primer sorbo un recuerdo me golpea y no puedo evitar estremecerme.

—¿Estás bien?—me pregunta Liang.

—Sí. Es que el moka con cereza está muy frio.

Wang trabajaba aquí. Tai lo conoció una tarde soleada mientras escribía en una mesa de la terraza. Fue una atracción instantánea, ella no pudo olvidar el lindo lunar en su rostro cuando regresó a casa. Me invade la nostalgia y yo me esfuerzo por seguir luciendo contenta. Detesto que me afecte esa vida ajena, pero no tanto como a mí misma por permitir que esto esté pasando. Ya no quiero seguir aquí, siento que explotaré.

Los cuatro seguimos hablando de asuntos triviales y media hora después ya estoy de camino a casa. Miro a Liang de soslayo mientras conduce, está tan apacible, tan bello.

—¿Cómo te la pasaste?—me pregunta.

—Fue divertido. Los padres de Tai son muy agradables.

Él sonríe.

—Los aprecio mucho. Y tú hiciste un muy buen trabajo.

Muerdo mi labio inferior, complacida. Al llegar él se va a tomar una ducha y yo bajo a la habitación de Tai, para encontrarla tan feliz como Liang. Me siento en uno de los sillones individuales junto a ella.

—Papá se ve mucho mejor ahora—dice—. Estoy muy feliz de verlo bien. Y mamá está guapísima con su nuevo corte de pelo.

—Me alegra que lo hayas pasado increíble—contesto. Me molesta admitirlo, pero mi gozo es genuino.

—El Zuanshi está incluso más bonito que la última vez a la que fui—dice Tai, un tanto melancólica—. Me estoy perdiendo de tanto...

—Lo siento.

Ella se encoge de hombros.

—No importa ya. Gracias por hacerme este favor.

—Yo salgo muy pocas veces de día, así que esta fue toda una experiencia para mí—aprieto los labios—. Eh...Tai...Yo no...yo no sabía que eras escritora.

Tai abre los ojos a toda su expresión.

—¿No? ¡Pero si somos casi la misma persona!

—Sí, pero recuerda que Liang ha bloqueado ciertos recuerdos en mi mente. Me emociona saber que te dedicas a eso, creo que es una de las profesiones más hermosas del mundo. Yo también quisiera crear.

—Pues puedes hacerlo. Liang te quitó los recuerdos, no la habilidad. Solo necesitas sentarte y empezar a escribir. Me da mucha curiosidad saber cómo sería una novela escrita por una inteligencia artificial.

Hay lágrimas en mis mejillas, pero estoy feliz. Mis sentimientos por Tai son tan contradictorios, tan cambiantes. Hay ocasiones en las que la considero mi amiga y me apena su situación y en otras quisiera verla morir de la peor manera a manos de Liang. Me estremezco. Las dos mitades de mi mente siguen en riña, haciéndome trizas, llenándome de ansiedad. Tai y yo charlamos un rato sobre el día de hoy y luego subo a mi habitación y tomo un cuaderno de tantos que hay en mi librero. Me siento en el escritorio y ahondo en mis pensamientos, buscando una idea. Solo hay oscuridad. Aprieto el bolígrafo, ¿por qué no hay nada?

Pasan diez minutos, veinte, treinta. Me duele la cabeza, y esta vez no es por el peso de mis memorias. Mi imaginación está atrofiada, no logro que funcione. ¿Y si las máquinas no somos capaces de crear arte? Tal vez eso es algo demasiado complejo incluso para una tan avanzada como yo. Abandono mi habitación y voy a la de Liang, quien trabaja en la cabeza de V2. Está contento, pero su sonrisa se borra en cuanto voltea a verme.

—Te ves muy mal, ¿pasó algo mientras hablabas con Tai?

—No puedo escribir.

—¿Eh?

—Quiero escribir y no puedo.

Él suspira, deja su mesa de trabajo y se sienta en su cama. Me pide con un gesto que me siente a su derecha y yo lo obedezco.

—Sé que no debí borrar los recuerdos relativos a la ocupación de Tai, pero tuve mis motivos para hacerlo—dice—. Siento también haberte quitado tu habilidad narrativa.

¿O sea que sí la tengo? Detesto cuestionar a Liang, pero en esta ocasión no puedo evitarlo:

—¿Por qué lo hiciste?

Él baja la mirada.

—Antes tú, al igual que Tai, pasabas horas en tu habitación escribiendo. Eso era algo inofensivo, y de hecho me agradaba verte hacerlo porque me recordabas aún más a ella, pero...—voltea a verme, está muy serio—. Esa simple actividad te afectó, desbloqueó muchos recuerdos y...después de unos días intentaste matarme.

Me estremezco. Yo jamás haría algo semejante.

—Cogiste un cuchillo de la cocina, casi lo lograste—dice Liang—. Menos mal que actué rápido. Me gritaste que yo había despedazado tu cuerpo y convertido en una máquina. Todas las modificaciones en tu mente desaparecieron y en ese momento creías ser la verdadera Tai. Pasé cuatro noches enteras reprogramándote para asegurarme de que eso no volviera a pasar. Y funcionó.

Las imágenes aparecen en mi cabeza al instante: contemplo mis manos tratando de apuñalarlo, luego él tirándome al suelo y forcejeando hasta que logra someterme. Mis propios gritos me aterran. Tarde o temprano voy a terminar haciendo lo mismo, no quiero que eso pase. Deseo más que nada decirle a Liang lo que ocurre en mi mente, que ahora está tan avanzada que ni siquiera él puede leer lo que hay en ella, pero no puedo. Mi voz se niega a cooperar, a salvarlo de otro intento de asesinato. ¿Y si esta vez decide apagarme de una vez y para siempre? ¿Y si me destruye?

Liang toma mi mano y se lleva el dorso a los labios, como si fuéramos amantes.

—No te preocupes más por eso, ahora tengo todo bajo control.

La sonrisa vuelve a adornar sus labios.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro