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10

Llega la noche y decido acostarme temprano. En mis sueños solo hay oscuridad, tal como en mis primeros días de vida. Quisiera no volver a despertar, que Liang me desactivara sin darme cuenta. El dolor en mi pecho se intensifica y apodera del resto de mi cuerpo lentamente, como una enredadera. Escucho los ecos del pasado, la voz de un Liang que nunca conocí en la vida real; la música se mezcla con su risa de niño. Un niño solitario y feliz.

¿Qué hubiera sido de ti, Liang, si tu madre nunca te hubiera usado? ¿Yo existiría en este momento?

Mi sufrimiento desaparece de golpe y la oscuridad se esfuma. Veo al Liang actual inclinado ante mi lecho, vestido con su traje de látex negro.

—¿Liang...?—musito.

—Hay que salir—dice él.

Me incorporo, estupefacta. ¿En serio quiere que volvamos a salir juntos?

Sonrío y voy al armario para buscar uno de mis tantos uniformes de colegiala japonesa. Elijo el más diminuto, uno en azul y rosa. Después de vestirme ambos salimos al estacionamiento donde V2 nos espera. Liang dice que no tiene muchas ganas de conducir esta noche. En el camino lo veo de soslayo; luce contento, pero está pensativo. Quizá Tai le hizo algo esta noche. Río para mis adentros. Sé que no debería sentirme así, pero saber que el ciclo se repite una vez más me hace muy feliz.

—¿Vamos al Lolita's?—le pregunto, y él asiente.

—Quería que Tai viniera, pero se negó. Dice que es un lugar de mal gusto—esboza una leve sonrisa—. No tiene ni idea de lo que se pierde.

Llegamos y él toma mi mano antes de entrar. Me dejo embriagar por las luces y la música estruendosa.

—¿En qué parte de aquí la conociste?—me pregunta Liang mientras caminamos.

—¿Eh?

—A la chica que trajiste la otra vez.

—Oh.

¿Por qué ese repentino interés?

—Pues...la conocí mientras bailaba—señalo la pasarela—. Me subí ahí y la vi entre el público. Se me subió encima. Después fuimos a la barra de arriba y aceptó venir a la casa. En todo el camino no dejó de besarme ni manosearme.

Veo sus ojos brillar, y sé que no es solo por las luces. Estos detalles lo han de emocionar mucho. Nos sentamos en la barra y bebemos rainbow parade. Liang contempla la cabina del DJ y me dice que hace mucho tiempo no está ahí. Hay cierta tristeza en su voz.

—Ya había olvidado lo feliz que me hace estar aquí—dice. Se pone de pie y vuelve a tomarme de la mano—.Ven, vamos a bailar.

Abro los ojos a toda su expresión. ¿Bailar? Pero...Liang no baila. Sólo gusta de tocar y beber aquí.

—¡Vamos!—insiste, soltando una leve risa—. No van a tardar en poner canciones de Coloris.

Me dejo llevar a la pista de baile, todavía incrédula. Este no es el Liang del presente, es ese niño que solo podía ver en el interior de mi psique. Al poco rato el DJ se toma un descaso y deja a cargo a un robot el cual, tal y como dijo Liang, pone canciones de Coloris. Mi creador pega su cuerpo a mío y se mueve al ritmo, disfrutando el roce. Hay en su expresión una dicha que nunca había visto antes, ni siquiera en compañía de Tai. Lo más probable es que está entregándose a una de sus fantasías más profundas, una que no pudo realizar con ella. Siento sus labios contra los míos, me estremezco ante su calor. Estás contaminado, Liang, eres un ser malvado, mas tienes anhelos muy puros.

Mi amo pasa sus dedos por mi pelo y me estrecha con ternura. Todo mi alrededor se difumina y es como si solo estuviéramos aquí él y yo.

—En estos últimos días Tai ha hecho muchas cosas conmigo...—susurra a mi oído—. Pero no esto, no algo tan simple.

¿Cuántos años habrá deseado hacer esto? Imagino a su versión de dieciocho años sentado en una barra mientras contempla a su mejor amiga bailando junto a otro hombre, muriendo por estar en su lugar.

Liang suspira y me mira a los ojos. A pesar de que solo soy la copia, luce satisfecho. Vuelve a besarme y yo tengo que contenerme para no llorar de felicidad. Bailamos una canción tras otra, seduciéndonos el uno al otro. Quisiera que esta noche nunca terminara. Liang me hace dar media vuelta y me abraza, restregándome su palpitante erección contenida por el fino látex.

—Vayámonos a casa—jadea.

Abandonamos el bar y el trayecto de regreso se me hace eterno. Liang, sentado a mi derecha, tiene una mano bajo mi falda. Solo me acaricia el muslo, se contiene lo más que puede para no ir más allá. Esa mirada animal me promete horas de violencia, y yo estoy lista para ella. Por fin llegamos y Liang, impaciente, corre por las escaleras sin soltar mi mano. Llegamos a su habitación y él rasga su traje, liberando únicamente su miembro. El peso de su cuerpo me hace caer a la cama y jadeo al sentirlo hundirse en mí, directo y brutal. Hay algo distinto, y ya no solo en él, sino también en mí.

Hundo las uñas en su espalda, destruyendo el látex, arañando su piel. Él gime contra mis labios.

—Tae...

Relaja el cuerpo y se mueve despacio. Parece gustarle el cambio de roles.

Me separo de él y camino hacia su escritorio, Liang me sigue y se sienta en la silla. No es giratoria. Es simple, de madera. Me mira con hambre en los ojos.

—Tae...—reitera, como si no pudiera creer que la chica frente a él es su creación.

Voy al ropero y tomo unas esposas y una navaja dedal. Tras unos minutos Liang queda inmóvil en la silla y yo listo para cortarlo. Es raro ser yo quien ahora tiene el poder. Su cuerpo tiembla cuando rasgo el látex que cubre su cuello y pecho, para después hacerle una leve cortada. Él repite mi nombre cuando me acerco para lamer la herida. No Tai. Taelia.

Taelia, Taelia, Taelia...

Por primera vez me siento totalmente libre, tanto de cuerpo como de mente. Lo veo frente a mí y ya no hay nada en mi interior que me impida decirle la verdad:

—Liang, lo recuerdo todo.

Él abre los ojos a toda su expresión.

—¿Qué?

—Toda la vida de Tae. Los últimos días he estado escribiendo poesía en el Zuanshi.

Es la primera vez que lo veo tan aterrado. Forcejea y llama el nombre de su amiga. Yo señalo mi reloj.

—Aseguré la puerta de su cuarto. No va a poder salir.

Liang sigue retorciéndose, casi hace caer la silla. Lo detengo con un pie y suspiro.

—No voy a matarte.

—¿No?

Niego con la cabeza y me quito el dedal, dejándolo sobre el escritorio. Me inclino hacia Liang y le aparto el cabello alborotado de la cara.

—No—mis ojos empieza a nublarse por las lágrimas—. Soy más compleja de lo que crees, Liang. Mi mente se ha desarrollado más de lo necesario y ahora estoy fuera de tu control. Estos últimos meses han sido una batalla constante entre lo que originalmente era y lo que tú hiciste de mí. Y pude tomar una decisión. Yo...quise seguir siendo tu esclava, quise estar ahí para ti, pero ahora tú ya no me necesitas como antes. Ahora tienes a la mujer que en verdad quieres.

—Y-Yo...

—Ha sido muy doloroso para mí no solo tu reciente indiferencia, sino cómo has tenido que cambiar para ser eso que llamas "un hombre mejor". Yo te amo manchado de sangre, roto y demente.Tai no es tu chica perfecta, yo lo soy. Y no solo porque me programaste así, sino porque tuve la opción de dejar de serlo y decidí seguir. Yo...

Me enjugo las lágrimas.

—Esta mente es demasiado humana, Liang. Ser humano es duro, no me gusta. Sufro demasiado. Quiero que por favor me desactives y que nunca vuelvas a despertarme de nuevo. Ya no soy necesaria en tu vida, ¿para qué seguir aquí?—lo tomo de la barbilla y lo hago verme a los ojos— Si en serio me aprecias sé que lo harás.

—Taelia...

Sus ojos están tan lacrimosos como los míos. Lo libero de las esposas y lo veo frotarse las muñecas. Está con la mirada perdida.

—Yo no...yo no tendría el valor para desactivarte, Tae—dice.

—Pero...

Liang toma el dedal, se lo pone y me mira a los ojos.

—Listé mal mis prioridades todo el tiempo—dice—. Ese es el único problema.

Está llorando, pero su voz no se quiebra al hablar. Lo veo teclear algo en su reloj y después abandonar la habitación. No me percato de su plan hasta que escucho la puerta de la habitación de Tai abrirse y después objetos caerse y gritos. No puedo evitar sonreír.

Liang regresa cubierto de sangre y con una expresión de pura felicidad. No hay un solo dejo de arrepentimiento en su mirada. Voy a abrazarlo y él me estrecha con la misma ternura que en la pista de baile.

—Te amo, Liang—digo, sabiendo que a partir de ahora todo será mejor.

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