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veintiséis

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Eleanor terminó de acomodar su cabello tras colocarse su sweater y miró su reflejo. Hacía frío fuera, cosa por la que estaba agradecida. Significaba que podía cubrir sus quemaduras de ojos curiosos y no tener que lidiar con la presión de responder preguntas incómodas.

Aplicó un poco de rubor en sus mejillas y sonrió levemente, como intentando darse ánimos a sí misma. Todo estaría bien. Quizá no la enviarían tan lejos. Probablemente tan solo a unas ciudades de distancia, aunque, y si era sincera consigo misma, la situación en la que se había visto envuelta probablemente había afectado su próximo destino.

Respiró hondo y asintió, saliendo del baño y bajando las escaleras de la casa de Sophie, la rubia esperándola en la puerta de entrada.

—¿Lista?

—No —respondió sinceramente la pelinegra— Pero no queda de otra.

Su amiga le dedicó una sonrisa incómoda, de aquellas que se dan cuando no sabes qué responder.

Eleanor entendía.

Se subieron al auto de la chica y partieron, encendiendo la radio para llenar el silencio. Habían hablado la noche anterior, Eleanor poniendo a su única amiga al día con todos los acontecimientos que la habían llevado al hospital, y con lo que pasaría ahora.

Servicios sociales se había contactado con ella en cuanto había sido admitida en el hospital; una agente había sido asignada a ella y la había estado monitoreando desde entonces y hoy debía reunirse con ella.

Para saber qué sería de ella ahora.

Cuando llegaron a las oficinas Sophie debió quedarse en la sala de espera, mientras que a ella la hicieron pasar a una sala Inmediatamente. Allí estaba Greta, su trabajadora social, esperándola con una enorme sonrisa y un enorme archivador en la mesa frente a ella.

—¡Buenos días, Eleanor! —la saludó con entusiasmo, invitándola a sentarse frente a ella—.

—Buenos días —dijo, intentando devolver una sonrisa convincente, pero rindiéndose casi al instante, optando por simplemente sentarse y escuchar a la mujer—.

—Bien, tengo todos tus papeles aquí —inició la reunión la mayor, abriendo el archivador y pasando por las varias hojas en él— Me tomé la libertad de acabar también el papeleo del hospital y añadirlo a tu archivo, lo mismo con los informes de la policía por, ya sabes, la situación.

Elle asintió, medio prestando atención y medio mirando por la ventana como una mamá pájaro alimentaba a sus bebés en un árbol frente a la ventana.

—Hablé con varios orfanatos cerca de aquí, como solicitaste, pero, ehm, la mayoría rechazó recibirte luego de leer tu historial.

Eleanor asintió otra vez; lo esperaba.  Su historial era bastante colorido, por decir lo menos, y no podía estar sorprendida por el rechazo.

—Hay un lugar que está dispuesto a acogerte, pero queda a varios estados de aquí.

Esto captó la atención de Elle, que se enderezó en la silla y miró a Greta— ¿Nada más cercano?

—Me temo que no, cariño —negó la mujer, observándola con lástima— Es lo mejor que pude conseguir, el único lugar que te aceptó, de hecho.

La chica resopló, asintiendo con pesadumbre— ¿Cuándo debo irme?

—El lunes. Te acompañaré en el tren y me aseguraré de que todo esté en orden antes de regresar. ¿Suena bien eso?

Tragó saliva antes de responder— Sí, sí... Está bien, perfecto —dijo sin ánimo alguno, poniéndose de pie incluso antes de que Greta diera por terminada la reunión— ¿Tu me recogerás o...?

—Puedo recogerte, por supuesto —se apresuró a responder la agente, levantándose también— Solo envíame la dirección de tu amiga y...

—No —la interrumpió Elle— Nos vemos en el orfanato.

—¿En el..? ¿Orfanato? —se confundió Greta, cerrando el archivador y siguiendo a la pelinegra a la puerta—.

—Quiero despedirme —se encogió de hombros Elle, antes de salir de la habitación y encontrarse con Sophie, que esta vez le sonrió genuinamente—.

—¿Estás lista? Ya casi es hora del almuerzo —se entusiasmó la rubia— La señora Warren dijo que haría pasta con pesto, adoro su pesto.

Eleanor rió, colgándose del brazo de su mejor amiga mientras salían de las oficinas y se dirigían al auto.

—Lista.

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No podía evitarlo. No importaba quién estuviera hablando o lo interesante que fuera la conversación, su atención acababa en otro lugar, sus ojos con vida propia.

¿Quién podía culparla? Drew estaba estrenando un sweater verde musgo que hacía que sus ojos brillaran más de lo normal, añadiendo el hecho de que tenía un nuevo corte de cabello que lo hacía ver más varonil.

Si no fuera porque tenía la boca llena de pasta con pesto, estaría suspirando.

Sophie la observaba con atención y se aguantaba las ganas de reír, ella y Judy siguiendo la serie de miradas que la peliñegra y el chico se lanzaban cuando el otro no miraba.

Y es que el chico también seguía con la mirada a la muchacha; lo había hecho desde que habían llegado y Lorraine los había enviado a poner la mesa, sus miradas cruzándose solo para que luego ambos la desviaran, sonrojándose.

Lorraine estaba al tanto, por supuesto, habría sido raro que no lo estuviera. Y la divertía, claro está. Sobretodo cuando Ed apretaba la mandíbula cada que Drew rozaba a Elle de alguna manera, fuera tocando su hombro para pedirle algo que no alcanzaba en la mesa o moviendo su cabello detrás de su oreja cuando notaba que le molestaba.

No importaba, Ed se aguantaba las ganas de decirle a Drew algunas palabras que Judy no debía escuchar hasta al menos unos años más, y eso la hacía reír internamente y disfrutar aún más del almuerzo.

Ed intentaba saborear la comida sin prestar atención a la forma en que Elle se sonrojaba cada que Drew le dirigía la mirada; sabía que no era normal lo protector que se sentía hacia la chica, pero no podía evitarlo. Se había encariñado tanto con Ellie que ya no era extraño querer cuidarla, ni preocuparse por ella en todos los aspectos. Además, se lo merecía, que alguien quisiera protegerla de todo.

Y estaba feliz de tener la oportunidad de hacerlo.

—El lunes será mi recital —siguió contando Judy, emocionada. Había conseguido unirse al club de música y pronto se presentaría por primera vez, tocando el piano— ¿Todos irán, verdad?

Todos asintieron y dieron respuestas afirmativas, todos a excepción de Eleanor, que se limitó a sonreír.

Drew la miró entonces, notando como su sonrisa era más bien una mueca, y que apretaba los puños levemente a sus costados mientras oía a Judy hablar. Frunció el ceño, preocupado y, antes de poder detenerse a sí mismo, tomó una de las manos de la chica por debajo de la mesa, viéndola tensarse por un momento hasta relajarse por completo.

Le acarició la palma con el pulgar y sonrió para sus adentros, aunque aún había una vocesita en su interior diciéndole que algo andaba mal. No podía ignorar ese instinto, esa sensación de que había algo que no sabía.

Pero ya se preocuparía por ello, por ahora todo estaba bien: la mano de Eleanor entre la suya y sus labios en una dulce y ahora sincera sonrisa.

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FALTAN 30 MINUTOS PARA MI CUMPLEAÑOS AYUDA

also, sepan perdonar el atraso, tenía bloqueo :(

os quiero, besitos besitos

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