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veintiocho

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Los ojos de Eleanor estaban fijos en el escenario, viendo con especial atención como los dedos de Judy se movían por las teclas del piano, la melodía que creaba inundando la sala del teatro.

Ed y Lorraine observaban a su hija con igual atención, maravillados por el talento de su pequeña, orgullosos de su desplante y puesta en escena.

Los ojos de Ed, sin embargo, se desviaban de vez en cuando a la figura de la chica a su derecha. Analizaba su expresión, sintiendo su pecho contraerse al notar la misma adoración en su expresión al mirar a Judy.

Lorraine notaba a Ed moverse algo ansioso, su pierna izquierda, que estaba pegada a la derecha de ella, sacudiéndose y preocupándola.

Posó su mano en la rodilla de su marido, quien detuvo sus movimientos de forma inmediata, volteando para mirarla, recibiendo su sonrisa como un manto calmante que lo ayudó enseguida.

Drew, sentado al otro costado de Elle, la miraba de reojo. Sonreía alegre, tanto por el estar allí con todos, como por la pequeña y casi imperceptible sonrisa que asomaba en los labios de la chica, que seguían el ritmo de la música con los dedos, como si ella también tocara el piano sobre su pierna.

Quería tomar su mano, pero no quería sacarla del trance en que se encontraba, así que se contuvo, contentándose con verla ver a Judy, feliz.

Sophie, a quien conocía hacía más tiempo que Elle, pues estaba constantemente en casa de los Warren, le dió un codazo en el costado que lo hizo soltar un quejido.

Primero miró a Elle, asegurándose de que no lo había oído antes de voltearse a Sophie, un bufido amenazando con dejar su garganta.

La rubia, en cambio, lo miró con una inocente sonrisa que pronto se transformó en una expresión llena de sugerencia, sus cejas subiendo y bajando como las de una caricatura.

—Baboso —le soltó, soltando una risita antes de girarse nuevamente al escenario como si nada, provocando que el bufido saliera de su boca—.

Era verdad. Pero no iba a aceptarlo.

Pronto el recital llegó a su fin y todos fueron a encontrarse con Judy detrás del escenario, llenándola de abrazos, elogios e incluso un enorme ramo de flores que le tapaba la mitad del rostro.

La menor y Eleanor se abrazaron y no se soltaron más, la pelinegra llevando a la pequeña en su regazo durante el trayecto entre la escuela y el restaurant italiano, y luego devuelta al hogar Warren.

Eleanor se permitió a sí misma divertirse y pasar el tiempo con todos como si no hubiese nada más en su cabeza, incluso cuando aún podía oír a la vocesita que le recordaba que pasaba algo extraño.

Fue por eso que, apenas la tarde dio paso a la noche y dejó a Judy dormida en su habitación, se dirigió al salón, se sentó en el sillón entre Sophie y Drew, y habló.

—¿Por qué estoy aquí?

Los Warren posaron su mirada en ella apenas la escucharon hablar, sus labios entreabriéndose como si tuvieran las palabras para responderle, pero sus cerebros no lograban encontrarlas en su repertorio.

Lorraine fue la primera en hablar tras un largo momento de silencio, sus labios formando esa dulce y reconfortante sonrisa a la que todos los que la conocían estaban acostumbrados.

—Hablamos con tu trabajadora social —empezó a decir, y Elle miró automáticamente a Sophie, como preguntándole si ella había tenido que ver con eso, a lo que la rubia asintió— y ella nos permitió que te quedes aquí durante unas semanas.

—¿Como una especie de... de despedida?

Ed negó rápidamente, mirando a la pelinegra con una suavidad que la hizo sentirse pequeñita— No. Es una especie de... Prueba.

Eleanor alzó las cejas, una mezcla de confusión y sorpresa en su expresión. No dijo nada, pero sintió la mano de Drew pasarse sobre la suya en su pierna, y eso la ayudó a asentir levemente con la cabeza para que Ed continuara.

—Me refiero a– es decir, queremos que... —Ed se detuvo para tomar aire y soltarlo lentamente, Lorraine colocando su mano sobre la suya sobre su pierna, animándolo a seguir hablando— Queremos que veas como sería... La vida, si vivieras con nosotros.

—¿Quieren que... Quieren que viva con ustedes? ¿Quieren...?

Drew le dio un apretón a Elle, viendo como su rostro pasaba por miles de emociones en cuestión de segundos, al igual que el de Ed, que intentaba descifrar lo que sentía la pelinegra en ese momento.

—Sí —asintió Lorraine, respondiendo a la pregunta que no había terminado de hacer, su sonrisa ensanchándose— Queremos que formes parte de esta familia, si tu quieres, por supuesto.

—Queremos adoptarte —reafirmó Ed entonces, viéndola con ternura en cuanto notó sus ojos cristalizarse— Eleanor Warren suena bien. ¿No crees?

Eleanor asintió, soltando una risita llorosa y saltando de su lugar en el sillón hasta los brazos de Ed, que la envolvió con ellos y apoyó su cabeza en la de ella.

Sophie y Lorraine sonrieron, dejando caer lágrimas también y, sin poder aguantarse, se unieron al abrazo, la rubia arrastrando a Drew con ella.

〇 〇 〇

—Abrigo —Ed detuvo a Eleanor antes de que saliera por la puerta de la casa, obligándola a voltear y mirarle— Y una bufanda. Y gorra.

Eleanor lo miró, intentando controlar la necesidad casi biológica de rodar los ojos— ¿Quieres que muera de calor en el auto? ¿Eso es lo que quieres?

—Vamos a una zona rural, estará helado —replicó el adulto, cruzándose de brazos frente al margen de la puerta— Abrigo. Bufanda. Gorra.

La pelinegra soltó un bufido de frustración y se fue por las escaleras en busca de las prendas, justo en el momento en que Drew aparecía por el pasillo desde el estudio de Ed, cargando un par de cámaras.

—Esto de ser padre se te da muy bien. ¿Verdad? —se burló el chico entonces, pasando por el lado de Ed para dejar el equipo en la van. Lo escuchó bufar, tal como lo había hecho Elle hace solo minutos, y rió—.

Lorraine apareció entonces, Sophie y Judy siguiéndola mientras daba instrucciones sobre las horas o quizá días que estarían fuera, la comida en la despensa, el dinero sobre la mesa de la cocina, etcétera. —¿Dónde está Elle?

—Aquí, lista para viajar a la Antártida —respondió la mencionada, bajando las escaleras ahora con un abrigo de cotelé sobre su sweater azul marino, y una bufanda y gorra a juego— ¿Es esto suficiente o debería ponerme botas para la nieve también?

El tono de voz de Eleanor era sarcástico, pero Ed lo ignoró y negó con una pequeña sonrisa— Nah. Así estás perfecta. ¿Listas para irnos? —preguntó, dirigiéndose a Elle y Lorraine, puesto que Drew ya esperaba tras el volante de la van—.

—Listas —le sonrió Lorraine, abrazando a Judy una última vez mientras Ellie hacía lo mismo con Sophie, saliendo detrás de Ed y subiendo al coche—.

Eleanor se sentó en el asiento trasero, una sonrisa emocionada en su rostro a la vez que Ed encendía el motor y partían, Drew siguiéndolos, en camino a Rhode Island.

Una familia los necesitaba.

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Y así empieza El Conjuro.

AHHHHH
les ha gustado?

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