tres
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Era la cuarta vez que iba a la casa de Sophie en el mes que llevaba asistiendo a la preparatoria. Luego de la primera vez se habían, para sorpresa de ambas, dado cuenta de que trabajaban bastante bien juntas, así que cada que los profesores daban oportunidad de escoger a un compañero, se escogían mutuamente.
Sophie se había convertido en lo más cercano que había tenido a una amiga; al principio creyó que no se llevarían bien, la rubia le parecía demasiado correcta y algo mandona a ratos, pero a medida iban entrando en confianza descubría que eran más similares de lo que había pensado.
Estaba sobre la cama de la chica. Boca arriba y leyendo una revista de las muchas en la colección de la rubia. Pasaba las páginas distraídamente, intentando encontrar algo interesante entre los muchos artículos sobre maquillaje y celebridades a las que no conocía.
Sophie había dejado la habitación hace un par de minutos, corriendo a atender el teléfono que sonaba fuerte desde la planta baja. No podía entender lo que decía, pero escuchaba su voz y sabía que seguía charlando con quién fuera que estuviese al otro lado de la línea.
—Lo siento —se disculpó cuando regresó, tomando uno de sus pequeños bolsos de sobre su escritorio y llenándolo de cosas que no alcanzó a reconocer— ¿Te molesta si vamos a otro lado?
Eleanor alzó una ceja con una pequeña sonrisa en sus labios— Necesito que seas más específica.
—Debo ir a cuidar a Judy, serán solo un par de horas —explicó, poniendo un abrigo por sobre sus hombros— ¿Si?
Asintió, no queriendo preguntar cuál de todos los niños a los que cuidaba era Judy, pues pensó que sería descortés haberlo olvidado cuando ser niñera era algo tan importante para Sophie.
—Bien —aceptó, dejando la cama de un salto y colocándose su abrigo también— No tengo ningún lugar mejor al que ir.
Sophie rió, sin saber cuánta verdad había tras las palabras de la pelinegra.
Caminaron juntas un total de cinco minutos y, como cada vez que pasaban por fuera de la casa Warren, Elle sintió un escalofrío.
Y luego como si fuese a vomitar, cuando su rubia amiga dió un paso en dirección a la puerta, girando para mirarla e indicarle que se apresurara.
—¿Judy? —llamó Soph tras abrir la puerta con una llave recién sacada de su bolso— ¡Hola!
Eleanor vio a una pequeña de cabello castaño y hasta el mentón aparecer por las escaleras. Cerró la puerta tras ella, abrazándose a sí misma cuando sintió la temperatura de su cuerpo descender, comenzando a mirar a su alrededor con temor e interés en cantidades iguales.
La casa era hermosa. Decorada con cuadros y fotografías en todas las paredes. Los estantes cubiertos por algún tipo de figura o disco de vinilo, el tocadiscos en una de las esquinas del salón. Notó también la guitarra que descansaba junto al sofá, como si alguien la hubiese estado tocando recientemente.
—Esta es mi amiga Eleanor —la voz de Sophie la trajo devuelta; miró a la niña y forzó una sonrisa.
—Llámame Elle —le dijo, llevándose las manos a los bolsillos de su abrigo.
—Soy Judy Warren —le sonrió tímidamente la pequeña.
—Encantada —asintió, no sabiendo muy bien qué más decir, o si era necesario decir algo más.
Sophie notó la incomodidad en los movimientos de su amiga y decidió interferir— ¿Ya hiciste tu tarea? —la niña negó— ¿Matemáticas? —otro asentimiento— Bien, te ayudaré con eso y luego pediremos una pizza.
Eleanor rió bajito al notar la expresión de la menor ir de odio absoluto ante la mención de las matemáticas a completo entusiasmo con la idea de una deliciosa pizza.
—No esperes que ayude —sonrió— No puedo con los números, nah.
Judy soltó una carcajada que sorprendió a Elle, haciendo de su sonrisa una mucho más genuina a pesar del escalofrío que se había instaurado en lo más profundo de su cuerpo, el solo hecho de estar en esa casa dejándole un sabor amargo en la boca.
—No te lo iba a pedir —respondió Soph, una sonrisa burlona formándose lentamente en sus labios— He visto tus calificaciones.
Elle se limitó a negar con la cabeza e instalarse en la sala mientras las otras dos se perdían por las escaleras y camino a la habitación de la niña, dejándola sola con sus pensamientos e irracional pánico.
Por media hora se entretuvo a sí misma revisando algunos de los libros y vinilos sobre el estante, pero más pronto que tarde el timbre de la casa sonó, haciéndola saltar.
—¡¿Puedes atender?! —escuchó el grito de Sophie desde la segunda plata, haciéndola rodar los ojos.
—¡Vale! —alzó la voz devuelta, dejando a un lado los álbumes de Elvis que había estado ojeando y acercándose a la puerta mientras tarareaba despacio la melodía de Jailhouse Rock.
Miró por la mirilla y, cuando comprobó que no se trataba de nada raro, abrió la puerta— Hola —saludó alegre, la niña frente a ella devolviéndole una mirada vacía— Esto... ¿En qué puedo ayudarte?
La pequeña no se veía mayor de ocho o nueve años. Traía un vestido rosa que lucía desgastado y su cabello rubio sujeto en dos inmaculadas trenzas.
Tardó en responder, pero cuando lo hizo su voz era suave, casi como un susurro que llegaba a sus oídos únicamente gracias al viento— ¿Annabelle puede salir a jugar?
—Yo... —Estaba confundida. Allí no había ninguna Annabelle, ¿o si? Sophie solo había mencionado a Judy y no creía haber estado lo suficientemente distraída como para perderse completamente de la existencia de otra niña en la casa Warren— ¿Estás segura de que tienes la casa correcta?
La rubia sonrió— ¿Puedes salir tu?
Antes de que pudiese responder Eleanor escuchó un par de pasos provenientes de las escaleras y volteó, encontrándose con tanto Sophie como Judy.
—¿Quién era? —quiso saber Soph.
Eleanor giró nuevamente para señalar a la pequeña de las trenzas, pero allí ya no había nadie— Una niña, estaba aquí antes de que bajaras —dijo, sus cejas arrugándose debido a la confusión— Preguntó por una tal Annabelle, debe haberse equivocado de dirección —decidió, cerrando la puerta tras ella.
Su amiga asintió y comenzó a caminar a la cocina— Pediré la pizza. ¿Pepperoni está bien? —preguntó.
Ambas, Eleanor y Judy, asintieron con una sonrisa, Sophie terminando su camino y marcando para pedir la comida.
Judy siguió sus movimientos y, cuando se cercioró de que no podrían ser oídas, volteó bruscamente a mirar a Eleanor— ¿Preguntó por Annabelle?
La pelinegra se confundió aún más por el tono urgente con el que la menor había hecho la pregunta— Preguntó si podía salir a jugar —respondió— ¿Por qué? ¿Conoces a Annabelle?
La castaña negó con rapidez y abrió la boca para hablar, pero ninguna palabra salió, no hasta luego de unos segundos, al menos— Simple curiosidad —le dijo finalmente, huyendo a la cocina.
La confusión de Eleanor no hacía más que aumentar hasta el punto en que ya le parecía molesto. Bufó, preguntándose qué le sucedía a Judy y como la niña de las trenzas había desaparecido así de rápido.
¿Y por qué la había invitado a jugar también?
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hellOOOO
espero que les gustara, Ed y Lorraine harán su gran aparición en el próximo capítulo y uff
cuéntenme qué les pareció ♡
pd: el apodo de eleanor lo escribo como elle porque ✨aesthetic✨ pero se pronuncia el
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