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XXXVIII "Thor"


Fueron pasando las semanas desde las revelaciones de Susan donde en cada día, sin parar, Artemisa buscaba algún indicio del paradero de la chica nombrada, era su única oportunidad de saber sobre su vida.

Claro también que ahora, sin contar con las quejas por no descansar, la rusa estaba ayudando, dispuesta a seguirla donde quisiera para obtener alguna pista.

Ya habían vuelto al Amazonas e incluso se dieron una vuelta por África pero resultó inútil, haciendo que la frustración e histeria se incrementen cada vez más.

—Estoy harta—Dice al tirar lejos el improvisado mapa de los lugares donde buscaron

—Ya la encontraremos—se acerca dándole palmaditas en la espalda, al verla echa un ovillo

—Si, tengo que calmar mi ansiedad y estrés—suspirando

La pelirroja no pudo evitar formar una sonrisa pícara al oírla, pensando en una solución muy efectiva, al instante—Pues a mi se me ocurren unas cuantas cosas para remediarlo—se muerde el labio en cuanto sus miradas se conectan

—Entonces muestrame lo que te propones a hacer—siguiendo su juego, rodeando sus brazos en el cuello de ésta

Se pierden en las tonalidades sus orbes, antes de que la morena sea tomada de sus posaderas a las piernas contrarias, soltando un jadeos ante la repentina acción y ahora, nuevamente sin aviso previo, sus labios son atrapados, comenzando una danza muy conocida para ambas.

Este tiempo se alejaron de sus pequeños encuentros que ahora estaban perdidas en las sensaciones ya extrañadas.

Olvidando con cada caricia los motivos de su preocupación, Natasha era su mejor medicina para cualquier mal, podría ser psicológico, físico o espiritual pero tan sólo un beso y bella palabra, bastaba en hacerla feliz de sobremanera.

Ríe cuando unas inquietas manos se cuelan bajo su ropa, recorriendo cada milímetro posible de piel, lo que imita, sin separar sus bocas.

Aunque la aparición de un ser al que buscarían asesinar y dejar tirado su cuerpo en alguna isla desierta, al interrumpir su momento, se hacía presente.

—¡Dis...culpen!—se lamenta con el rostro enrojecido, tan nervioso como incómodo ante la situación

—Más te vale tener una buena excusa para no golpear tu trasero ahora—Gruñe la rusa, mientras arreglando su playera y la peligra bajaba de sus caderas

—Vino Thor a reclutar a Bruce y creí que necesitaban saberlo pero veo que debí venir más tarde—se rasca la nuca

—Thor se puede ir al mismo infierno, ¿No se podía esperar una hora?—se cruza de brazos, indignada

—Escuché mi nombre—dice otro rubio, también ingresando a la habitación

—Nuestro cuarto se volvió centro de atención ahora ¿oh qué?—fulminando con la mirada a pesar que al Dios, lejos de asustarse, le cause gracia

—Lady Natasha tanto tiempo—sonríe—es un gusto volver a verla

—Lamentó no pensar lo mismo—Dice de igual forma

Todo con normalidad de un reencuentro entre conocidos, hasta que la atención del de melena se fija en la acompañante de la pelirroja; quedando estático en su puesto, no podía dar crédito a lo que sus ojos le mostraban.

—Artemisa—exclama con sorpresa, extrañando a los presentes—¿Eres... tú?

—Así me llamo pero...—iba a preguntar el porque de su nombramiento pero al ser envuelta en un fuerte abrazo, se queda muda al instante

Su cuerpo se queda inmovilizado sin entender nada.

—Te creí muerta—Dice al separase, manteniendo su penetrante mirada

—creo que me confundes—Se aleja un poco del efusivo hombre, lo que Natasha aprovecha para ponerse en medio, mientras su molesta expresión al rubio, aumenta

—No lo hago, eres Artemisa, mi más cercana confidente desde nuestra niñez, no podría confundirte

—Es primera vez que la vez ¿Cómo puedes decir eso?—ahora Steve pregunta, confundido

—Los mortales no lo entienden pero al verla se que es ella

—Por más que me esfuerce no logró recordar nada—apretando su cabeza que comenzaba a doler

—Puedo relatar nuestras historias entonces—sonríe captando su atención

—Te lo agradecería mucho—compartiendo su sonrisa, emocionada de encontrar la respuesta por mera coincidencia

Un niño de rizos rubios y rosadas mejillas se encontraba en medio de un berrinche, al tener que dejar de jugar, ya que su padre quería visitar a su amigo. Era fastidioso para un pequeño escuchar dos viejos recitar  filosofías de sus largas y eternas vidas.

—Cállate de una vez idiota—Dice ya harta una pequeña de la misma edad

—¿Cómo osas levantarme la voz a mi?—dejando su pataleta de lado, con clara indignación—¿Acaso no sabes quién soy?

—Un niño muy tonto—responde obvia, cruzandose de brazos, haciendo reír al hermano del rubio

—Soy Thor Odinson, legítimo heredero del trono de asgard

—Que los cielos amparen tu pueblo si es así—provocando que el menor infle las mejillas, rojas de ira—creo que tu hermano es más apto, incluso un conejo lo sería—sonríe divertida de las reacciones del infante

—Cállate niña cara de renacuajo, te reto a un duelo—Dice apuntandola con el dedo—No creas que salvaras por ser una chica

—Lo dice un cara de niña, hasta mis cachorros intimidan más

—Basta—se queja para ponerse en guardia

La pelinegra sólo ríe al verlo pero debe reaccionar rápido cuando este se le abalanza.

Los golpes no son tan desordenados ni débiles como los de un simple niño, ambos siguen un entrenamiento riguroso desde sus primeros pasos, los que seguirán de adultos, deben demostrar ser dignos y honrar a sus padres desde su nacimiento.

Él podría tener más fuerza bruta pero la niña era más ágil y astuta, lo que le ayudaron a declararse cómo vencedora, sin algún rasguño aparente.

—¿Qué se siente perder con una niña?—se burla el pelinegro y el otro le saca la lengua, levantándose del suelo

—Aceptó mi derrota, pero la próxima te voy a ganar niña

—Soy Artemisa no niña—recalcó antes de sonreír—será un placer volver a patear tu trasero

Así forjaron una competitividad que con el tiempo se transformó en una fuerte y gran amistad.

—¿Te volví a ganar?—sonríe

—Hicieron trampa—se queja

—Entonces perdiste otra vez—provocando la risa de los demás, ya que todos se habían reunido en la sala a escuchar al dios y sus relatos con Artemisa

La que podía sentir esa conexión especial de alguna forma, era parte de ella y cada vez tenía más ganas de recordar esa vida, la cual cada vez le era más cercana.

—Me encantaría quedarme pero necesito resolver asuntos pendientes en mi mundo, hasta que nos volvamos a ver querida Artemisa—se levanta, revolviendo sus cabellos—Eres más dulce ahora, antes me hubieras golpeado por tantas demostraciones de afecto—ríe para ir donde el doctor

—Espera, ¿Sabes quién ha venido en mi búsqueda de hace años?—lo sigue

—Seguro se trata de Aretha, tratare de informarle que te encontre, ella sabrá como tratar esto con tu familia

—Gracias—lo abraza entre lágrimas pero esta vez de emoción

—No es nada, renacuajo... estas en buenas manos—Dice luego de ver a la pelirroja y darles un guiño

Ambos se despidieron para desaparecer en el túnel de arcoiris.

—¿Ya estás mejor?—se acerca Natasha

—No sabes cuanto—sonríe para abrazarla luego de darle su mejor sonrisa de la felicidad que sentía con una relajante paz, sin saber que sería momentánea.

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