XLVI "Inicio del mérito"
Habían pasado meses desde su último encuentro, lo que las tenía completamente devastadas a ambas. Ambas alejándose de los demás, al no encontrar la paz y alegría que le brindaban los brazos de su amor.
Natasha estaba de nómade, viajando de un lado a otro buscando tranquilidad, pasó un tiempo junto a Steve pero ya comenzaban a artarle sus sermones respecto a la chica que se fue.
Eso sumando el constante nuevo malestar de cada mes, una vez finalizando la semana en que se que la chica descubrió que no sólo desaparecieron sus cicatrices, sino, sangró por primera vez, avisando que tenía de vuelta lo quitado en la habitación roja.
Eran muchos los recuerdos la que la acompañaban en sus días, en esos momentos podía sentir felicidad, aunque fuera momentánea, tras abrir los ojos ya no estar.
Al pasar por una ciudad cercana, decidió pasar donde Clint, seguramente él la va a reconfortar.
—¿Nat?—se entusiasma de ver a su amiga, abrazando su cuerpo con fuerza
—Tranquilo Clinton que la vas a ahogar—apareció Laura—¿Y Artemisa?
El arquero se quedó mirando es putrefacto a su mujer buscando hacer una seña sutil que cortará el tema, cosa que ni fue necesaria al ver como el rostro de la rusa se nubla ante ellos.
—Pasa, no te quedes ahí en la puerta —Sonríe la mujer
—¡¿Es la tía Nat?!—llega una emocionada Lila para lanzarse a sus brazos, siendo levantada por los aires, mientras sus ojos buscaban a su acompañante—Y la tía Artie ¿Ya la haz castigado?—Dice una vez en el suelo
Sus padres deciden no intervenir ya que sólo lograrían más insistencia por la menor. Largandose en su lugar, para preparar el almuerzo y un cuarto
—No pudo venir responde
—¿Por qué? ¿Tiene varicela? A mi medio hace poco y no podía salir de mi cama
—No es eso, sólo tuvo que partir a su hogar
—¿Sin despedirse?—hace un puchero
—Te mando un beso enorme antes de irse
—¡Si! Como a ti
—No creo—responde cabizbaja, preocupando a la menor—esta enojada conmigo
—¿Por qué?
—le dije cosas muy feas
—¿Por qué?
—Por creer que estaba bien, por tonta
La pequeña arruga su nariz confundida, antes de suspirar al tirarse al sofá.—Los adultos son complicados, si se aman deben estar como mamá y papá, no pueden separarse—la regaña
—Bien
—¿Que es éso?—señala un cuaderno que llevaba en sus manos
—son dibujos, de Artemisa
—¿Puedo verlos?—súplica con ojos de cachorro, recibiendo el libro
Sonrió al ver distintos animales en él que parecían cobrar vida, eran la mitad del contenido que se separaban por unas hojas de color, mostrando retratos de diferentes momentos y expresiones de la pelirroja.
—Eres como una artista de cine, llena de fotografías—le muestra una en especial que aparece dormida
Despertó al escuchar el tatareo de una canción tranquila, sonriendo al saber de la dueña de la voz.
Abre los ojos completamente para encontrar a la pelinegra concentrada en su cuaderno que llevaba encima de su posición India.
Mordía su labio inferior al limpiar el exceso de mina-Si haces eso no podré quedarme quieta-dice la rusa con una sonrisa picarona
Sus miradas se encuentran con gracia para Artemisa seguir boceteando.
-No es una foto-responde
-Entonces puedes dejarlo para más rato-dice para empujarla contra la cama y aprisionarla bajo suyo, uniendo sus frentes
-¿No será muy temprano?
-Que mal pensada eres-se queja-dudas de mis inocentes intenciones
La menor sólo ríe provocándole cosquillas al roce.
-Quiero verlo
-No está terminado-lo aleja inútilmente
Natasha lo alcanza con facilidad comenzando a hojearlo.
Estos tenían fecha y el primero fue desde que llegó a la sede, su mirada se ve seria y distante, como las demás hasta que poco a poco fueron cambiando a una pelirroja más alegre. Ya habían sonrisas plasmadas sobre el papel y la causante se encargó de retener las en tinta.
Su corazón latía con fuerza, emocionado de tener consigo a la salvadora de sus tormentos. Prometiendose ahí mismo, no dejar que esa sonrisa que le dio vida, se desvanezca...
Cosa que no pudo cumplir
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—¡Artemisa es la última vez que te aguanto tus idioteces!—El rey de dioses, tenía una vena hinchada tanto en el cuello como en la frente al verla
—¡Tu eres el idiota al quererme casar!—grita con la misma cólera, por algo eran padre e hija
—No por eso le echas los perros a cada pretendiente que te traigo
—Es tu culpa por obligarme, ellos me cuidan y no cuestionan mis actos
—Te la pasas en el bosque, semanas perdida y vuelves rebelde—camina de un lado a otro por la habitación
—¡Porque tu me quieres sacrificar como un carnero!
—¿Por qué no eres como Apolo?—se acerca—él acepto sin hacer problemas porque sabe que es por su bien
—No me casaré
—Mira—suspira—hoy se harán un festín con los diferentes reinos, vendrán más pretendientes, no lo arruines
—¿Y si no voy? ¿Qué?—lo enfrenta
—Si les rompes un sólo cabello o tus perros tocan a las princesas, voy a comprometer y vender a tus chicas
Artemisa gruñe en su puesto—Bien—se retira con paso firme de vuelta al bosque, ya volvería con la cabeza fría y con alguna solución
Desde su llegada a Olimpo que su padre insistió en el asunto de la boda, incontables veces para ponerles un orden o esa era su excusa para tirar sus problemas lejos suyo.
Iría tras el agua, la tierra y las hojas con sus confidentes peludos, relatando vivencias con la rusa. La extrañaba mucho y la soledad junto a su mal humor eran prueba de ello.
Por otro lado tras escuchar a escondidas la conversación de las deidades. Aretha y Wanda estaban pensando lo mismo.
—Hay que ir a buscar esa pelirroja
—¿Te refieres a Nat? ¿Quieres ir por Natasha? ¿Tú?—La castaña no se lo puede creer
La albina bufa antes de responder—La odiare pero es por quien mi Lady volverá a sonreír
—Si creo que ya fue mucho de estar separadas-suspira—siempre la labor de cupido recae en mí
—Muévete o te dejaré aquí—dice ya en pie
—Si lo haces no encontrarás a Natasha—le tira la lengua para tomar su mano y desaparecer entre los colores
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El arquero llegó con el par, avisando la merienda de la pequeña y una excusa para hablar a solas con la rusa.
—Natasha—dice y la puerta es tocada
Se miran extrañados para sacar sus armas, mandan a la niña con su madre y se dirigen lentamente a abrir, uno a cada lado de la entrada, listos a enfrentar enviados del gobierno.
Pero en su lugar una espada alcanzó el cuello del hombre.
—Ar, bajala, acuérdate de Clint, es un amigo—dice rápido la bruja—O te voy a acusar con Artie
—Él tenia un arma—se queja, retirando el filo
—¡Wanda!—el arquero se acerca a abrazarla
—¿Qué hacen aquí?
—Hola también a ti, rusa—bufa la castaña
—Quieren casar a Artemisa y ...—La escarlata le pega un codazo
—Espérate para decirle ¿Queréis que le dé un infarto?—la albina sólo bufa en respuesta
—Nat, respira ...Nat—Clint le daba palmaditas en la espalda mientras la rusa no paraba de tocer
—Artemisa ¿Qué?—dice una vez recuperada
—Casar, matrimonio arreglado, otra chica—repite Aretha, con lentitud
Natasha junta las cejas, tratando de entender las palabras que no quiere tomar el verdadero peso, tenían que estar tomándole el pelo con una broma de mal gusto.
—¿Qué?
—¡Ay! ¿Enserio vine a buscar esta tonta?—Se pega en la frente, con fastidio
—Si por Artie, ahora compórtate—la regaña
—¿Qué le gusto de esa?
—Muchas cosas que no vio en ti—responde la rusa con una sonrisa de lado
—Maldita mortal—gruñe, aproximándose
—¿Se pueden calmar de una vez? Parecen unas niñas—La energía escarlata se interpone entre ellas—Hay que llevarte con Artemisa
—Si, cuando este a punto de casarse, tu apareces y dices "Yo me opongo", hay que esperar el momento adecuado—dice el arquero sonriendo con una mano en el corazón
—¿Estás idiota o qué te pasa? No pienso esperar eso—se cruza de brazos
—¿Qué nunca ves películas?—Clint hace un puchero
—¿Iremos a ver a la tía Artie?—la pequeña Lila corre hacia Natasha, poniendo ojos de cachorro
—Claro
—Hoy se celebra el festín de los reinos, entre más gente mejor—dice la extranjera
—Que linda es usted señorita—la niña la mira con una sonrisa que le hace recordar a Artemisa cuando joven
—No es más linda que tu tía—reclama indignada
—Ya rusa
—Voy a hacer las maletas—aparece una entusiasmada Laura
—Hay prisa, no son vacaciones
—Para ti no, tienes que reconquistar a tu hembra—Clint le da un codazo para molestarla—Además Artemisa nos había invitado de ante mano
—¡Si!—la pequeña daba saltitos de un lado a otro, completamente feliz
Al contrario de Natasha quien tenía un nudo tanto en el estómago como en la garganta, su piel erizada, el corazón acelerado y eso que aún no la veía.
Estaba echa un manojo de nervios por volverla a encontrar con una mezcla de emoción y terror.
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La diosa por su parte ya estaba por ir a cambiarse para el banquete. Cuando una mujer se interpone en su camino.
—¿Me dejas pasar?—dice con fastidio
—Debes ser Artemisa—la chica sonríe de lado
—Si ¿Y?
—¿No preguntarás quién soy?
—No me interesa—se encoje de hombros para seguir avanzando pero una mano se aferra a su brazo—¿Qué?
—Soy Astrid, princesa de Asgard
—¿Eres prima de Thor?
—Exacto y tu futura esposa— sonríe con superioridad
—Claro, sueña—se quita de su agarre
—me gustan los retos, ya verás como caes a mis pies y si no, sólo tengo que hablar con tu padre para atarte de manos—la morena apreta la quijada, queriendo golpearla sin poder hacerlo pero una idea cruza por su mente, para responder sin que Zeus la culpe
—si tanto te gustan los retos te propongo uno—sonríe, admirando sus espadas
—¿Cuál?
—Un duelo—responde simple—si yo gano, me dejas en paz para siempre
—¿Y si gano yo?
—Me caso contigo sin protesta alguna
—Excelente—se aleja para sacar un par de espadas—Te advierto que perder no está en mi vocabulario, serás mía—se burla
—Como digas—prepara las crecidas garras de sus nudillos
Ambas se ponen en guardia y la extranjera es la que da el primer golpe, el cual Artemisa esquiva con facilidad.
Si bien ahora tiene excusa para lastimarla no se arriesga en hacerlo gravemente, ligeros cortes bastan.
Hasta que de un salto Astrid se queda encima suyo con ambas espadas cruzadas en su cuello, con una sonrisa arrogante.
Literalmente estaba entre la espada y la pared, pero tanta práctica le ha dado frutos, con una patada la hace volar arriba suyo, para ella subirsele e inmovilizarla con sus uñas rozando su yugular.
—Creo que gané—sonríe ante el gruñido de la mujer, levantándose
—Bien lo acepto, eres buena
—Si, ahora no te vuelvas a cruzar, adios—se da media vuelta para irse tranquilamente
En cuanto se baña los invitados secretos llegan a sus tierras.
—Es hermoso—Los esposos quedan maravillados de la arquitectura
—¿Dónde está la tía Artie?
—La verán pronto, por ahora los llevaré a las mesas, antes que no haya lugar
Pasan al castillo en el salón principal donde habían extensas mesas rodeando una a la distancia.
—allá estará, ustedes no se muevan de aquí—advierte dispuesta a irse pero la rusa la sigue
—¿Qué?
—Quiero hacer las cosas bien, necesito ver a Zeus
—El gran Zeus para ti
—Como sea, rey mío no es—responde simple— pero es su padre y aquí aún manda en sus decisiones
—Te llevaré con él pero te comportas porque si quiere tu cabeza, yo misma se la doy
—Bien—asegura convencida para seguirla
Caminaron un largo trayecto hasta la habitación principal, custodiada por una docena de guardias.
—¿Qué quieres?
—Tengo una visita para el rey—empuja a la pelirroja que se acerque
La miran de arriba a abajo, antes de responder—Son los gustos del rey—dicen abriendo camino
—¿Creen qué?
—Tú sólo entra—la empuja hacia dentro
—Han traído su concubina, mi señoría—el escudero se inclina y hace que Natasha igual lo haga
El hombre de edad aparece acomodando su traje—¿Concubina?—al verla nota de quien se trata—Puede irse, gracias
El guardia asiente para levantarse y salir de sus aposentos, dejandolos a solas.
—Levántate mortal, ¿Qué quieres? Mi hija ya no desea verte luego de tu traición, todos ustedes son iguales
—Terminé con ella por su bien, y ahora vengo a buscarla para recuperarla
—Artemisa no es de perdonar—se ríe—tendrás una espada en tu cuello al acercarte
—Ese problema ya nos incumbe a nosotras, no a usted
—Si estas tan convencida ¿Para qué vienes?
—Para pedir por ella, no la puede casar contra su voluntad
—¿Contra su voluntad? ¿Quién dijo que era así?
—No hay que ser adivino, nunca ha querido eso
—¿Pero contigo si? ¿La quieres pedir en matrimonio luego de lo que le hiciste?—bufa—que hipócrita de tu parte
—Ella es la que debe decidir, no usted, ser su padre y un rey no le da un derecho de interferir en su vida, ya es una adulta
—Si puedo si es por su bien, Artemisa no es querida en el reino, menos ahora que vino de la tierra, si la caso con algún otro reino, se acabaran las malas lenguas
—¿Sorteará a su hija por chismes? ¿Esa es su forma de cuidarla?
Las imágenes de su hija se vienen a su mente con la tristeza que la ha visto últimamente, la que aumentó con su discusión del matrimonio.
Suspira resignado, queriendo volver a ver su sonrisa—Seguirá el asunto de pretendientes, si quieres interferir no te detendré pero como le dije a ella, no pueden lastimar a ninguno
—Nadie saldrá dañado
—Si te vuelve a aceptar tendrán mi bendición, ahora todo depende de ti—se da vuelta—devuelve la sonrisa a su rostro
—Es mi deseo—asegura feliz—gracias—se marcha hacia el banquete
El dios quedó conforme de su conversación, algo en ella le recordaba a su hija, sin duda eran tal para cual, quizás si sea su alma gemela como vio en su visión.
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La comida ya estaba en todo su esplendor en cada mesa, hasta donde llegaba la vista; mientras las personas comenzaban a llegar.
La principal ya estaba con los hermanos e invitados de los demás reinos.
Aunque no había rastro de la morena...
Zeus entra campante para todos inclinarse en saludo y recibimiento.
—No veo a Artemisa—murmura el arquero y la ansiedad de la pelirroja aumenta
—Gracias a todos por venir, mis hijos nos van a honrar con un baile, dedicado a sus pretendientes—su mirada se fija en la distancia hacia la rusa, con una sonrisa de lado ante su semblante, quería sacarla de sus casillas, a ver cuanto quiere a su pequeña—¡Músicos!
Al escucharlo una lenta melodía comienza a sonar hasta los oídos de los más lejanos.
El menor de los mellizos es el primero en hacer entrada, con pecho descubierto y las runas decorandolo, junto a un caderin de dorados flecos que se mueven sobre su pantalón blanco de seda.
Los aplausos lo alaban, él esta arrasando en su fuerte, de música y artes.
Aunque su hermana no se queda atrás al entrar de igual forma, aunque en su caso la sonrisa sea forzada.
Natasha queda hipnotizada al verla, sintiendo las lágrimas acoplarse en sus ojos y su corazón desbocado de encontrarla.
No perdió detalle de ningún movimiento lleno de gracia, el blanco resaltaba su piel, la hacía brillar, compitiendo con los detalles dorados.
La canción termina como su baile, todos aplauden, pero los escucha distantes, sólo puede apreciarla a ella.
—sin duda tienen muchas aptitudes sus hijos—aclama uno de los príncipes, para acercarse a la pelinegra—en especial esta belleza, su baile me da una idea de cómo será en la cama
Artemisa lo mira sin disimular su repulsión y se fija en su padre quien niega que haga algo estupido, aprieta sus puños con cólera, como la pelirroja a la distancia que podía escuchar todo.
—Es un erudito, tengo entendido, ¿Cómo puede ser tan grosero?
—¿Grosero yo? Sólo digo lo que puedo—se ríe
—Que estén buscando casarme y lastimosamente sea uno de los candidatos, no le da derecho a olvidar sus modales
—me temo que las flores silvestres no se merecen mi respeto, las mujeres están por debajo —dice arrogante
—¿Eres de los tipos que creen que por tener pene son mejores que nosotras?, siendo tan inteligente puede ser tan cerrado de mente—su padre al oírla se atraganta con la pata de pollo que estaba comiendo
—Tienes una lengua filosa, me llamaste cerrado de mente , muy bien seré honesto
—Hay solo unas pocas cosas en el mundo que apoyo
—Así las nombrara no sabrias de que hablo
¿No sería inútil?
—Adelante, dígame quizás tenga lo que usted atesora—lo reta con una sonrisa cínica
—Que arrogante eres
—¿Yo?—se mofa
—muy bien, te diré lo que me gusta y si me lo puedes traer hoy te libras de mí , además me disculpare con una reverencia por ser insolente pero—sonríe de lado—¿Si fallas? ¿Me serviras como tercera esposa?
—Aceptaré lo que sea—sonríe arrogante
—Lo que más me gusta, tiene agua celestial en su interior, florece en todas las estaciones, es sucia pero a la vez limpia, un tesoro para todos—da vueltas a su al rededor—es suave pero dura, todos la admiran
—¿Me la mostraría?
Se queda pensando un momento y el agua era la respuesta, lluvia, pero no se lo dejaría tan fácil.
—Traeré lo que desea—sonríe
—sin huir lo escucha decir
Se demora en volver y en cuanto iba a mandar a alguien en su búsqueda aparece con una bandeja.
—Tome un poco de té
—¿Es una broma? No es lo que quiero
—¿Cómo no va a ser?
—Pruebe y lo entenderá—oprime su sonrisa
El hombre escupe asqueado y ella ríe.
—¿Por qué esta frío y huele tan raro?
—Expliquese, si no, haré lo que se me plazca contigo—amenaza
—Contiene agua celestial, lluvia que no ha tocado el suelo el té fue preparado con esa agua—sigue hablando ante su confusión—el té siempre abunda en cada estación, suave pero dura, como el hielo que también fue derretido para su bebida
—¿Por qué te saltas "sucia pero limpia, un tesoro para todos"?
—¿Realmente quiere saber?—abre los ojos para ocultar su sonrisa maliciosa
—Por supuesto, explícame
—Esto es lo que creo—sonrie—Con un tesoro debe ser un bebé ¿Esta de acuerdo
El asiente—claro
—Limpio por su parte es algo que no ha sido corrompido por el mundo—sigue relatando—La orina es sucia ¿Está de acuerdo?
—¿Orina?
Todos comienzan a reír y murmurar
El traga en seco, con náuseas —¿Qué quiere decir?
—La primera vez que un bebé orina tras nacer en este mundo, un tesoro sucio pero limpio a la vez
—¿Orina de bebé?—hace una mueca de asco para levantarse haciendo arcadas—lanzando lejos la tasa
—¿Esta de acuerdo?—evitando reir
—si—carraspea al inclinarse ante ella pero no puede al querer vomitar
—No es necesario —dice y el sale disparado con burlas a sus espaldas
Nadie la insultaba para salir ileso...
Se sienta feliz en su puesto a pesar de la mirada de desapruebo de su padre que termina riendo de igual forma.
Esperan que el hombre vuelva para seguir la comida.
—Quiero hacer un brindis de paz—dice para la chica, extendiendo una copa de vino hacia ella
No la iba a aceptar, no era tonta...
—Artemisa—Zeus la obliga—se cortés
Ella toma la copa, regañadientes y bajo la mirada de su padre bebe del líquido claramente alterado.
No demora en hacer efecto comenzando a reír de todo, bailando entre bocados.
Al finalizar la comida todos se estaban llendo y el príncipe aprovechó de buscarla.
Estaba tan drogada que se dejó llevar, siendo abrazada por la espalda baja.
—Aléjate de ella si no quieres que hable de lo que le diste—Natasha aparece junto a la albina
—¿Una mortal y una Escudera?—se burla—no pueden tocarme
—¿Quieres apostar?—dice la albina sacando su espada y apuntarle
—Agua fiestas—exclama para empujarla contra ella y salir, no sin antes recibir una patada por parte de la rusa
—Artemisa—la intenta mover al tener la apretada en un abrazo y cuando su rostro se esconde en su cuello, siente su piel erizada, dando un respingo
Natasha mordía su labio frustrada de ver tal escena hasta que su nombre sale de los labios de la morena, quien lo repetía una y otra vez.
Aretha resignada, la hace separarse para que la pelirroja pueda tomarla.
Artemisa se queda ahora inhalando su aroma con una sonrisa
—las llevo a su cuarto—suspira y camina hacia la dirección para que la sigan
La pelirroja avanza con dificultad de tenerla colgada de su cuello, pero nadie le puede quitar la sonrisa de la cara al tenerla consigo.
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