«Cualquier cosa por ti»

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—Bueno sólo seremos nosotras dos—digo nerviosa—Podemos ir a comer algo...o volver a la torre como quieras—propuse al no obtener respuesta

—La comida suena bien—dice y le sonrió feliz

Fuimos por algo de comida rápida, mientras hablamos de muchas cosas triviales... resulta que la viuda negra, la temida y respetada heroína rusa, tenía sentido del humor.

Seguíamos viendo las tiendas riendo entre nosotras hasta que pasamos por un puesto en específico con muñecos de los Vengadores.

—¡Mira Es Steve! Y Tony—tomo al capitán de tela y algodón para buscar con la mirada, notando  que no hay de ella, entiendo si no se sabe mucho de la viuda negra en las redes

—se los llevaré a los chicos y uno a black para que muerda

Río pensando en la cara de Tony si viera su peluche entre los dientes de mi perro cuando noto como Natasha se queda estática, viendo al verde.

Hace un momento estaba alegre, no fue buena idea venir a este puesto, pago estos para acercarme cautelosa hacia la pelirroja.

—¿Nat? ¿Estás bien?—poso mi mano en su hombro y ahora me ve con ligera molestia en sus ojos

—Vamos, ya es tarde—camina hacia la salida por lo que la sigo en silencio

Yo me dedico a caminar detrás suyo ya que necesita pensar y nadie en su sano juicio le llevaría la contraria a blackwidow.

Durante el trayecto pude notar como aguantaba sus lágrimas, reprimiendo cada gesto con uno serio.

Se mantuvo así hasta llegar al estacionamiento, donde me atreví a hablar.

—Sabes, he tenido muchos sueños que me han traído recuerdos dolorosos pero a pesar de eso los aprecio muy dentro mio ¿Sabes por qué?—al ver que puso su atención en mi sin querer matarme, continúo

—Porque esos recuerdos me sirven y están ahí para hacerme aprender algo nuevo, para conocerme mejor y enmendar esos errores

—¿A qué viene eso?—responde entredientes al desvíar la mirada, pero a pesar de su posible molestia, algo dentro de mi me obliga a querer quitarle cualquier conmoción que pudiera atormentar a la chica de hermosas esmeraldas

Sin pensarlo más allá, me acerco para tomar su barbilla y ver su expresión dolida que tanto esconde—sé que estas pasando por algún mal momento, no tienes que decirlo, tienes todo el derecho de guardarlo pero no sirve nada más que para dañar más a ti misma, mira puedes decir, puedes gritar o hasta mandarme a la mierda si crees que ando de entrometida-río al sonreír mientras acaricio sus rizos pelirrojos

—Y debería—dice secando una lágrima traicionera

—Pero hablando en serio tienes que dejarte llorar, enojar o lo que necesites; antes de caer en un estado peor o que simplemente te rompas—Me ve directamente a los ojos, aunque no le dura mucho ya que comienza a llorar, en silencio

—¿Qué sacas al decirme esto? si no puedes arreglar nada, ni yo...

—No puedo

—Que directa

—Pero tengo un hombro en el que te puedes apoyar—respondo y no sé ni como hice para acunar su cabeza en el espacio entre mi hombro y cuello, conmigo abrazandola

—No sé como me estás haciendo esto, parece brujería

—Oye bruja si que no soy, ese trabajo es de Wanda—siento cosquillas en mi cuello por su repentina risa

—Esa persona me hizo sentir humana—dice y me quedo atenta sin interrumpir

—yo por primera vez sentí eso que llaman amor—la escucho decir y me aflige a pesar de ya haberlo previsto—y nunca lo creí posible porque me entrenaron para no sentir, para ser un arma a sangre fría pero descubrí un trabajo, una familia y un propósito pero nunca imagine un amor—dice con la voz quebrada y acaricio sus sedosos mechones rojizos en apoyo

—Iba a dejar mi vida para ir con él pero se fue sin más, no volvio... no quiso hacerlo.... no sé por qué, aún no lo entiendo

—Muchas veces no podemos comprender a las personas, siempre hacen cosas inesperadas—respondo—mi madre decía que nosotros estamos conectados por un hilo predestinado a cada uno, al que llamamos destino... ese decide que seremos y con quiénes lo haremos, de ahí nacen las tan conocidas tragedias en una lucha del hombre contra el destino... pero somos insignificantes ante lo que ya está escrito

—Que filosófica, quién lo diría

—Oye ignorante no soy, leo mucho, no me juzguen así por estudiar arte

—Es lindo, hace que seas más sensible y conprensiva—Me mira mientras seca sus últimas lágrimas—quizás no estábamos destinados a estar juntos como dice tu madre

—Puede ser y puede no ser, la vida te lo hará saber—sonrío sincera—tu sólo tienes que avanzar en ella para verlo

—gracias Artemisa—acaricia mi mejilla que toma color al instante de sentir el tacto de sus dedos—tu hombro es cómodo—Sonríe mientras aleja el calor de su tacto de mi cara

—bien tanto hablar me dio hambre

—¿Otra vez?—ríe

—No me juzgues, siempre tengo hambre

Guardamos nuestras compras y fuimos a la cocina, ya que le prometí que cocinaría algo pero Wanda se nos adelantó.

—¡Artie! Hice galletas!

—Que bueno que se te paso el dolor de cabeza wandita—digo alzando la ceja a lo que ella sólo se encoje de hombros y al ver a Nat detrás mio, sonríe con complicidad

—¿Cuándo aprendiste?—digo al tomar una galleta

—James me dio ayudó con la receta

—Espera James nunca cocina—dije luego de intentar morder la galleta, gran error casi se lleva mi diente consigo

¿Acaso le puso piedras en vez de chispas de chocolate?

—¿No te gusto?—hace un puchero que me aflige, quizás cuánto se demoró en hacerla y tan feliz que se puso para yo andar despreciando

—Deben estar deliciosas

—Nisiquiera las has probado—se queja

—Quiere salvar sus dientes

—Nat—le miro mal y ella sólo alza las manos divertida para ir preparando un café

—Iré por leche para comerlas—Le digo a la castaña cuando veo su mirada de cachorro

Una vez remojadas estaban muy ricas o yo tenía mucha hambre.

—Veo que salió todo bien con Natasha

—Me mira con una sonrisa pícara— una vez que Nat se fue a acostar—se nota que algo cambio entre ustedes hoy

—Bruja calculadora

—Oye, fue plan de tu amigo

—Y ni te costó seguirlo—Le reprocho, ella sólo ríe

—Bueno pero ya dime todo

—No hay nada que contar, esta mal por un amor y encontró una amiga en mi—suspiro contra la mesa—siempre haciéndome ilusiones antes de tiempo

—¿Enamorada?

Asiento contra la tabla de madera

—igual se puede solucionar—acaricia mi cabello para darme ánimos—Ahora vamos a ver una película y si quieres, lloras ahí

—Ni pienses que voy a hacerlo, brujita