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LIII "Emboscada"

—No puedo creer que este aprobando esto—Comenta la pelirroja entre las ramas de un gran arbustos, observando como Artemisa baja abrazada a Rick, como una pareja feliz

—Oh Natasha, créeme que Artemisa debe estar peor que tu en estos momentos—dice Yelena a su lado—debe estar sonriendo a pesar de sentir como si le pusieran un ají en el culo

—¿Qué dices?

—Perdí la cuenta de las veces que soltó un gruñido al chico, es un poco obvia con sus celos, ninguna de las dos lo disimula

—Bueno Rick está demasiado iluso para notarlo

—Eso espero

A la distancia la falda pareja ingresó al gran orfanato, desapareciendo de su vista por lo que activaron la conexión de sus audífonos ocultos.

—Bienvenidos señor y señora Smirnov, es un placer recibirlos para adoptar uno de nuestros retoños

—Si no es mucha molestia quisiera conocerlos cuanto antes—la menor esboza su mejor sonrisa

—Mi mujer está muy ansiosa, yo podría quedarme a ver lo de la entrevista e inscripciones ¿Cierto amor?

Artemisa tuvo que aguantarse las náuseas de la repulsión que le generó escuchar ese apodo de la boca de ese ser, teniendo que reemplazarlo con otra sonrisa completamente falsa pero ya se había acostumbrado a ello por lo que era lo suficientemente convincente de fingir esa dulzura necesaria.

—Eres un tesoro cariño—respondió al morder su lengua—¿Nos haría el favor?

El hombre se quedó en silencio y su semblante se volvió con un dije de nervios pero de todas formas accedió con una sonrisa cortés de sus arrugados labios.

Artemisa no espero en seguir a la cuidadora quien le haría el recorrido, memorizando los aromas y analizando posibles salidas u entradas.

Los pasillos eran extensos y variados, los que daban a unas interminables escaleras junto a un ascensor con rejilla de bronce. La antigüedad del edificio lo hacía ver más tétrico.

Subieron por este aunque hubiera preferido las escaleras, definitivamente su interior era peor con un horrible olor a óxido.

En el segundo piso estaban las habitaciones de los niños del lado derecho las niñas y del izquierdo la de los niños. En cuanto la mujer le permitiría el paso, recibió un llamado por lo que la dejó sola para atenderlo.

Artemisa aprovecho de ingresar a la primera y notó que era la de menor edad.

Entre tres y siete años, pero parecían salidas de otra época, al mimetizarse con su hogar debido a sus antiguos vestidos con olanes y un delantal perfectamente blanco como los lazos que afirmas sus cabelleras.

Lo otro que le llamo la atención fue que eran calladas, se quedaron tranquilas observándolo, ninguna hacia nada y no había rastro de juguete cercano o al menos una clase de desorden.

—Hola pequeñas—sonríe dulce al ponerse de cuclillas, algunas se escondieron tras las otras—Tranquilas no les haré daño, sólo quiero cuidarlas y protegerlas, es una misión que me encargaron directamente de un castillo

—¿Un castillo?—pregunta una pequeña pelirroja de grandes ojos marrones,  abultando sus labios en confusión

—¿Eres una princesa como en los cuentos?—dice otra

—Si fuera princesa tendría Corona, tonta

—Cierto nunca me gustaron las tiaras, prefería jugar que usarlas junto a un molesto vestido—sonríe al ver la nueva expresión de las menores, estaban más tranquilas

—¿Tu papá es un rey?

—Mi padre no es solo el rey de un mágico mundo entero, el todo lo sabe al ser el más grande dios que ha cruzado el universo y de ahí a mi la misión de cuidar a quien necesite—se levanta para acercarse de a poco—En mis tierras hay animales de todas las clases desde unicornios hasta dragones

A las niñas le brillaron los ojos de oírla, ya las tenía.

Entre una lluvia de preguntas se le fueron acercando por si solas por lo que con el grupo pasaron a las siguientes habitaciones, convenciendolas de visitar el mundo de maravillas pero para su sorpresa las niñas no sobrepasaban los diez años, quizás era la edad límite para ser reclutadas.

Un disparo lejano la hace sobresaltar, la jugada había empezado...

—Nos descubrieron—escucha el aviso del moreno en su oído como los de afuera que no demoraron en prepararse

—¿Artemisa?—escucha la abatida voz de Natasha

—Estoy bien, ya junto a las niñas

—Debes salir ahora, no hagas nada imprudente, espérame a las afueras, les abriremos el paso

Los disparos se hacen frenéticos por lo que las niñas gritan asustadas.

—Tranquilas, nada les pasará al con una princesa, juntas montaremos pegados saltando entre las nubes ¿Recuerdan?

Toma a la pelirroja al estar llorando y seca sus lágrimas al acariciar sus cabellos, las demás no demoran en buscar abrazarla y tener algo de ese afecto que seguro nunca han tenido la gracia de tener.

Recordando de memoria la posible salida a las escaleras va junto a todas hacia ellas pero de ahí vienen subiendo tanto los pasos como diferentes aromas, era una multitud, estaban rodeadas.

Por lo que debe desistir de ese plan, buscando otro rápidamente al estar contra la espada y la pared.

Pasó a la habitación principal donde traba la puerta con todo lo que encuentra, sacando las sábanas de las camas.

—¿Han visto las películas de fuga? Jugaremos a ello, una vez abajo nadie deberá verlas, se convertirán en escurridizos ardillas el día de hoy

Las menores asistentes emocionadas con la retrospectiva del juego y salir por la ventana a muchas les atraía como asustaba.

—¿Quién va primero?—dice al corroborar que no hubiera nadie cercano al punto de escape

Las niñas se miran entre si, cohibidas.

—Prometo por mi vida que no les pasara nada, estaré tras ustedes en todo momento

La misma pequeña primera en hablarle, fue la primera en acercarse.

Artemisa sonrió con  ternura para asegurar su cuerpo a la tela.

—Quiero que una vez abajo tienes de la cuerda, sólo cuando hayas tocado el suelo ¿Esta bien?—acaricia su cabeza para la menor asentir

Cumpliendo sin mayor problema y dándoles la seguridad necesaria  a las demás.

Bajo una por una cuando la lluvia de disparos se acerca, se pone a tararear una canción buscando distraerla y no entren en el miedo colectivo.

Hasta que la puerta es derribada, se pone enfrente del grupo de niñas que aún queda, en guardia y lista para acabar con quien se acercara.

Pero su cuerpo se relaja en parte al ver la conocida cabellera anaranjada quien la vio igual de confundida.

—¿Tú? ¿Qué haces aquí?

—Lo mismo te iba a preguntar yo, ¿Debo preocuparme por ti?—forma las garras de sus nudillos

—Estoy de tu lado, vine por las niñas—responde rápidamente—también estoy en contra de la KGBC, es mi principal objetivo

—Ya somos dos entonces—sonríe para continuar el descender de las menores

El llegar de las soldado no hace esperar en cuanto lo hacen, al menos las niñas ya estaban a salvo.

—Recuerden el juego niñas, las seguiré pronto —alcanzo a decir y las niñas desaparecieron de su vista

—¡Concentrate!—reprende su ahora compañera al noquear una de las atacantes cerca suyo

Eran ágiles y bruscas a la vez, sus movimientos eran logrados a la perfección por los que era difícil acabar con más de una, ahora entendía la énfasis de su nuevo entrenamiento.

A medida que las derrotan las agentes, se abrían camino hacia la salida, donde llegaron de manera rápido al ya haber caídas.

Una vez afuera buscó con la mirada a los demás pero fueron más rápidos.

—¡Aléjate de Artemisa en este instante!—Aparece Natasha apuntándole por lo que la morena se interpone entre el arma y la de ojos pardo

—Vino a ayudarnos—explica rápido

—Le disparo a mi hermana, a mi no me parece confiable, así que no la defiendas

—Es importante para Yelena, ella es Kiara y fue novia de tu hermana en el pasado u algo así pero por algún motivo se separaron sus caminos

—No hay tiempo para el pasado en común, alguien dio el aviso y no tengo duda que fue esa, lo lleva en la sangre después de todo

—Natasha baja el arma, ya veremos quién fue en verdad

Sin más que esperar el Pilar de la discusión se escapó rápidamente.

—Mierda—gruñe la rusa al notarlo

Una vez calmada la furia roja las niñas escondidas entre los árboles corren hacia Artemisa rodeando a la diosa entre sus pequeños brazos. Una imagen cautivadora ante las emocionadas esmeraldas...

¿A Artemisa le gustaría la idea de tener hijos?... no puede evitar formar esa pregunta en su cabeza bajo su ansiado sueño de una vida, del cual desistió hace años hasta que la menor cruzó la puerta de su corazón, mostrándole la felicidad en todos los sentidos posibles y era algo que quería sellar en criar juntas al fruto de su amor. Sonaba malditamente cursi de solo pensarlo pero en su mente era simplemente perfecto.

Su ensoñación se vio interrumpida por una ajitada voz en su oído.

—Necesito apoyo, me hirieron—tiene que ahogar el rugido que quería salir de sus labios

—Voy ¿Dónde estás?—no demora en volver a la realidad y buscarlo regañadientes

Artemisa no quedó sola por mucho tiempo con las niñas, los restantes de la familia no demoran en llegar. Llevando a las niñas a un lugar seguro mientras Natasha debía socorrer al Moreno en la casa. Resignada en dormir la furia que le causaba el hecho de estar a solas, la menor se distrajo con la natural dulzura de las niñas que no la dejaban tranquila con sus infantiles habladurías siendo catalogadas en una eterna ternura.

Sin mayor opciones quedan en manos de un centro de menores pero al menos era seguro.

Con mucho pesar se despidió de las pequeñas al entregarles chocolates para la amargura que ella misma sentía. Quedando deleitada de sus golosinas la dejaron partir conformes y seguras de ver la sonrisa reconfortante de la adulta.

En el camino de vuelta a la casona se fue hablando con Yelena de  Kiara abajo la curiosa interrogante de sus sorprendidos padres.

¿Yelena también tenía una enamorada?

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La pelirroja estaba sumida en sus pensamientos del reciente deseo formado en su mente que no pudo evitar una sonrisa inconsciente mientras cosía la herida del hombre quien notó su estado.

—¿Por qué sonríes?

Natasha al oírlo vuelve a su característica seriedad—No lo hago

El moreno se reincorporó, deteniendo sus acciones y  poder buscar su mirada.

—Claro que lo hiciste, como muchas otras veces y no fue por mi—sus ojos se tiñen de una oscura rabia—era por esa niña—gruñe

—No sabes lo que hablas—responde rápido

—Claro que lo sé, esas miradas cargadas de un inmensurable brillo no las había visto en ti, lo que me jode que nunca me miraste de la forma en que la ves a ella—toma sus manos—¿Recuerdas cuanto disfrutábamos de nuestras noches de pasión tras alguna misión?

La rusa no pudo evitar una mueca al oírlo ya no entendía el atractivo que que vio...

—Yo nunca te olvidé Nat—dijo para tomarla por absoluta sorpresa y besarla frente a los recién llegados

Artemisa no pudo evitar salir corriendo al saber que no podía interferir y no generar el ser descubiertas.

Aunque Natasha al verla y notar la mala intención de Mason, se olvida completamente del papel que formó o más bien lo mando al carajo.

—En cambio déjame decirte, que yo si te olvidé sin mayores problemas, ninguno de hecho,  nunca te quise en verdad y tienes razón, estoy completa e irrevocablemente enamorada de mi novia

—¡¿Qué tiene esa mocosa que no tenga yo?!—se levanta preso de la ira

La pelirroja ríe en respuesta—Ni siquiera te puedes comparar con ella, es demasiado perfecta para que lo puedas entender

—¿Entonces para qué viniste a mi?

—¿No es obvio? Necesitaba tu ayuda y la obtuve—Se encoge de hombros para ir por la chica pero la retención de su muñeca se lo impide

—Me niego, tu eres mía ¿Entiendes?

—No fui, no soy ni seré tuya, superalo de una vez ¿Quieres? Ya han pasado bastantes años para hacerlo—se quita de su agarre con fuerza

—Bien, pueden irse juntas al diablo—el hombre escupe con rabia a la vez que aprieta los puños hasta que sus nudillos se vuelven blancos.

Saliendo a grandes zancadas de la casa, aunque de todas formas sería echado, les ahorró el paso.

Al verlo irse no demora en correr a la búsqueda de la menor.

Dándoles las altas horas de la noche recorriendo el bosque y agradeciendo la luna llena que le iluminó el camino en todo momento, sus pies ya le dolían de tanto caminar cuando la divisa junto a una cascada, moviendo sus pies dentro del agua, perdida en su acción que no notó su presencia.
Pegando un salto al sentirla tras suyo.

—Te perdiste mi discurso, Lyubov

—No me interesa oírlo—responde seca, sin mirarla

—Pues profesé mi eterno amor por ti

—¿Cuándo?—la mira molesta—¿Fue antes o después que te besara con tanto desespero?—dice al fruncir tanto los labios como la nariz

Natasha no pudo evitar sonreír con picardía—¿Estás celosa, Lyubov?

—Claro que si Natasha ¿Quieres que te felicite o algo?—bufa molesta—y estoy enojada así que puedes irte a la casa—se levanta para irse pero una mano la hace caer contra su cuerpo, cayendo sentada en su regazo y por inercia o una maligna intención,  la rusa cruce sus piernas en sus caderas, impidiendo su escape

—Una vez escuché que hay muchas formas de focalizar la ira—sonríe de lado formando un camino con la punta de su nariz del cuello hasta el oído de la menor—Me tienes aquí para eso, puedes hacer conmigo lo que quieras—susurra contra este

—Natasha—reprende inútilmente al sentir la atención en su cuello

—¿Recuerdas esa noche? Porque yo recuerdo cada momento y —sube sus manos por su cuerpo sobre la tela—como tu piel se erizaba ante mi toque mientras gemias mi nombre en todos los tonos posibles

—Nat, espera—jadea con un hilo de voz cuando sus senos son apretados por encima del brasier

—Justo como ahora—ronronea en subido para morder el lóbulo de su oreja

—Natasha estamos en un bosque—vuelve a reprender al volver en sí cuando las caricias bajan por su abdomen

—Créeme que con lo lejano que estamos no debe haber ni un alma cerca—hace que se de vuelta para poder atacar sus labios y acallar cualquier posible duda

Apretando sus glúteos para deleitarse con sus sonidos gloriosos y hacerla levantarse.

—Te recomiendo afirmarte de mi, cariño—sonríe para morder su labio inferior y agradeciendo a los Dioses que la menor se haya puesto un vestido

Sin darle cabida a objetar se cuela bajo su ropa y roza su entrada por encima de sus bragas, encontrando la grata sorpresa que ya estaban humedecidas.

—Natasha—Escucho una vez más para correr la estorbosa prenda y sumergir su boca en la intimidad de Artemisa, quien tuvo que morder su labio con fuerza para acallar el grito que quería salir de su pecho

Ya tenía sus piernas temblorosas de las sensaciones de tener la lengua de su novia recorriendo toda su esencia mientras sus dedos se colaban en su interior sin tregua alguna.

—Santa mierda—gime en alto en cuanto su cuerpo ya no resiste la liberación que es retenida con firmeza por la rusa para sentir su liberación en su boca

Y tan sólo al separarse, Artemisa se deja caer ante el fallo de sus piernas.

En medio de una sonrisa arrogante de su logro, Natasha atrapa sus labios dándole de probar su propio sabor en medio del caliente beso.

—¿Ya no estás enojada?—volviendo a sonreír

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