|Epílogo|
Las flores en tonos pastel de rosa, azul y amarillo decoraban los vastos maceteros altos de mármol hasta donde daba la vista, mientras los pétalos de otras recorrían todo Olimpo.
No era una celebración cualquiera en este mundo, hoy se casaba una de sus más importantes reinas y una que las ayudó a devolver a sus seres queridos, mientras su pueblo como amigos querían darles su mejor día en su conmemoración.
Y para Artemisa como Natasha, era un verdadero sueño en vida, estando a horas de sellar su pacto de unión, forjando en acero el amor que tanto les costó crear.
Los encargados terminaban los últimos arreglos mientras las chicas fueron separadas como la tradición para alistarse al altar.
-No veo porque no pueda estar con Artie ahora-murmura la rusa mientras Laura cepillaba sus pelirrojos rizos
-Es de mala suerte ver a la novia antes de la boda, ya te lo explicamos Nat, no desesperes-murmura dulce la mujer
-Y ustedes si que han tenido que pasar por tragedias así que no provoques a la suerte rusa porque te podrá patear la cara de frente-murmura el arquero y tanto su amiga como esposa lo fulminan con la mirada
-¡Clint!-regañó Laura-¿Por qué mejor no vas a ver como están los niños?
-O ver si está lloviendo en la esquina, esa es buena-dice Alexei entre risas
-Suficiente, el par de idiotas afuera-gruñe Melina al literalmente empujarlos a la salida
-¡¿Pero yo que hice?!-bufa el ruso indignado
-Alterar a la novia
-Pues yo la veo bien-secunda Clint
-Lo parezco pero por dentro estoy pensando en como será mejor sacarlos, ¿A patadas?-tan sólo exclama para el par salir corriendo
-¿Y Selene dónde está?-cuestiona Melina al acomodar el dobladillo de su vestido
-Detrás de esa bruja seguramente-murmura la pelirroja al respirar la nariz
-¿Ya son novias?
-¡Claro que no, Selene es una bebé!, solo tiene seis años
-Pero no en su mundo
-Es una bebé y punto, Wanda deberá tener una distancia al menos de un metro de ella
-Pues yo la veo muy cariñosa-ríe Yelena al ver por la ventana hacia los patios donde la pelirroja en miniatura correteaba a rodeando a Wanda mientras le robaba cientos de abrazos
La rusa se levantó de golpe al oírla, casi golpeando a Laura con su cabeza si no se hubiera movido a tiempo.
-¡Selene, aléjate de esa bruja!-grita la pelirroja y la joven sube la cabeza para luego bajarla rápidamente-¡Sé que puedes oírme, niña, ven aquí!
-Natasha son metros y metros de distancia, deja a la niña en paz y deja que terminemos tu peinado-regañó Melina pero la nombrada hizo caso omiso en salir corriendo por su hija y las demás tenerla que seguir
La pelirroja llegó para quedarse sin aliento por lo que se detuvo un momento a respirar y recuperarlo antes de poder hablar.
-Mamá, estás toda despeinada
-No me cambies el tema, señorita-gruñe la rusa-Ya te dije que no estuvieras tan cerca de Wanda
-No puedes pedirme que me aleje de mi novia-Selene se cruza de brazos mientras hace un puchero
-¡¿Tú qué?!-dice Natasha casi sin voz mientras fulmina con la mirada a la pelinaranja quien miraba incrédula a la menor
-Bueno, futura novia, ¿No?-la pelirroja de ojos castaños se voltea a Wanda y le regala una dulce sonrisa que le robó un suspiro, y por la que pudo volver a esbozar una en su rostro, la chica había estado allí para ella, en cada momento mientras sufría su duelo y si no fuera por su incondicional afecto, tal vez hubiera caído en la demencia por tanto dolor
-Esa idea no suena tan mal- sonríe la sokoviana para la menor sonrojarse
-¿Ese es un tal vez?, ¿Un seguro tal vez?-Selene exclama emocionada para su madre ponerse entre ambas
-¿Por qué debías crecer tan rápido?, literalmente hablando-murmura la pelirroja en un hilo de voz mientras acaricia la mejilla de su pequeña, sólo tenía seis años y ya tenía la apariencia como la madures de una joven adulta, que ni siquiera había podido saborear su maternidad, su niña había encontrado un amor, tal como ella con Artemisa y no podía reprocharselo, menos sabiendo como era sufrir por no tener a quien amas a tu lado cuando creyó que Artie no volvería luego de desaparecer entre polvo. Wanda también era una de las personas en quien más confiaba y debía admitir que se alegraba que fiera ella quien tendría el corazón de su pequeña, aunque fuera un hecho que nunca le asumiera a la bruja asalta cunas.
Selene la abrazó en cuanto vió sus ojos cristalizar-Siempre seré tu pequeña, má -murmura para acariciar su espalda y la rusa abrazarla más fuerte
-Puedes amar a quien desees, cariño, solo déjale algo de tiempo a tu madre en procesarlo, ¿Si?-dice para la niña sonreír efusiva
-Iré a ver como va Artie, nos vemos, linda-Wanda le murmura dulce a Selene, antes de partir y escuchar el gruñido de Nat a sus espaldas
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Artemisa estaba mareada mientras sus escuderas ríen y conversan emocionadas con el vestido de novia, mientras discuten cual tocado será el más indicado. Debían ser los nervios por no fallar en este maravilloso día que tanto esperó alcanzar que ahora le resultaba irreal, como si estuviera viviendo un dulce cuento de hadas del que nunca se quisiera librar.
Pero era un dulce hecho, si, al fin podría casarse con la pelirroja de bellas esmeraldas que la enamoraron desde el primer momento donde se juró reparar su corazón que parecía ser de hielo pero era un terrón de azúcar disfrazado de letal peligro.
Wanda había llegado sonriendo de la nada par sacarla de sus pensamientos.
-¿Por qué tienes una sonrisa de boba en la cara?
-No es nada, Artie-murmuró sin dejar de sonreír para acomodar las flores de oro en las trenzas de su cabello
-¿Entonces no tiene relación alguna con mi hija?-exclama la pelinegra para ver el sonrojo de Wanda por el reflejo del espejo
-La quiero mucho, Artie-confesó-gracias a ella cada día puedo superar más lo de Vis, siempre está ahí para mi, y es tan dulce que yo...-suspira-pero sé que está mal, es una niña y...
-Selene creció y se desarrolló muy temprano, pero es normal en este mundo, incluso una de mis hermanas nació siendo adulta, el tiempo rige distinto para todos aquí-sonríe la diosa-es un alivio que seas tu a quien ella quiera, y que sientas lo mismo por ella, por mi no tienen problema sólo debes esperar porque la reacción de Nat si que no la puedo controlar-rió contagiando a la bruja
-My lady-llegó una agitada Aretha-Debo llevarla con alguien, un mortal que está ansioso por verla
-¿Tú me llevarás con un mortal por tu propia cuenta y sin querer golpearlo?-musita Artemisa-¿Quién podrá ser?
-Es una sorpresa-exclamó con una sonrisa, un gesto extremadamente escaso en su escudera por lo que la curiosidad creció aún más, no demorando en seguirla
-Artemisa, falta tan sólo una hora para la ceremonia
-No tardo-aseguró la diosa para seguir a la albina quien abrió un portal para que fueran más rápido
Y lo que había tras el, nunca pudo haberlo imaginado.
Sus ojos se humedecen ante la lluvia de bellos recuerdos teñidos de nostalgia, los de toda una vida de la cual ya no le quedaba rastro.
Pero seguía siendo parte suyo, la emoción descomunal y familiar que le brindó, fueron la certeza de que Luis Warren era su padre, y aunque estuviera lejos de ser de sangre, era tan real como la relación con su padre Zeus
-¿Cómo has estado, mi niña?- exclamó el conmocionado hombre, para Artemisa abrazarlo echa un verdadero manojo de lágrimas y sollozos
-Te extrañé
-También yo, linda-murmura suave para acariciar su espalda y retener con ello su llanto, tal como había cuando era una niña-Supe de tus logros en los que no pude apoyarte-dice para su voz quebrarse-perdóname por no estar ahí contigo
-No hay nada que perdonar, tú necesitabas tiempo para procesar todo, a mamá y a Beth, no te culpes
-Siempre fuiste tan dulce-murmuró entre lágrimas mientras acaricia su mejilla-tu madre estaría orgullosa de como haz crecido como de lo hermosa que es su nieta
-¿La conociste?
-Sólo alcance a verla para comprobarlo, tiene tus ojos
-Y el cabello de Nat-sonríe la menor
-¿Y en personalidad?
-También es la combinación perfecta de ambas, aunque a veces, para mi desgracia puede ser igual de testaruda que mi rusa
-¿Segura que lo sacó de Natasha?-cuestiona el hombre entre risas
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Todos estaban reunidos en la sala mientras los Vengadores y sus familias estaban en las primeras filas.
Y la rusa sintió el nudo de nervios subir de su estómago a su garganta, ya era la hora.
Sintió una mano apoyarse en su espalda y dejar suaves palmaditas en ella, encontrando un Alexei sonriendo emocionado, mientras sus ojos estaban cristalinos.
—Estás hermosa, Artemisa es muy afortunada de tenerte—musita al acariciar su rostro
—Y yo de tenerla a ella—sonríe Natasha—ahora vamos porque no pienses que me harás llorar Shostakov
Alexei sonrió al enredar su brazo al suyo mientras avanzaban hasta el altar y la pelirroja podía sentir como sus latidos comenzaban a aumentar en cada paso.
Su padre la dejó frente al podio, mientras se alejaba unos cuantos pasos para quedar junto a Melina.
Sus nervios estaban a flor de piel y que no hubiera rastros de Artemisa en la sala sólo podían hacerla divagar en el pánico.
¿Y sí le había ocurrido algo?...
No la había visto desde está mañana...
—Nat, tranquila, ya vendrá—asegura la pelinegra al tomar sus manos y dejar pequeñas caricias en ella—te lo aseguro
Natasha sonrió por su gesto, pero los minutos seguían pasando y eso solo podía empeorar su histeria.
—Iré a buscarla, pudo haberle pasado algo y no que quedaré esperando como una idiota—gruñe la rusa para encaminarse pero antes que pudiera dar un paso, Artemisa apareció entre los portales de arcoíris y llevaba una hermosa sonrisa en el rostro que hacía la mejor decoración para su bello vestido, más allá de cualquier tocado o maquillaje, una sonrisa de alegría absoluta mientras era llevada al altar con su padre.
—Te entrego a mi niña, y sé que tu la cuidarás muy bien, gracias por estar allí para ella—sonrió el hombre para robarle un abrazo que la tomó por absoluta sorpresa
Y depositó un beso en la frente de su hija antes de retroceder con los padrinos, estando acompañando a Wanda, mientras podía ver a una joven a la distancia con una curiosa mirada en él, era su nieta y sus ojos eran tan bellos como los de su niña.
Natasha y Artemisa compartieron sus miradas, brillando en la inconmensurable felicidad que hacía revolotear sus almas, para todo lo que las rodea pasar a segundo plano y sólo existir ellas, estando a punto de sellar su amor por la eternidad.
—Natasha Romanoff, aceptas a Artemisa como tu legítima esposa para amarla y respetarla, serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza; y así amarla y respetarla todo los días de su vida—murmura el sacerdote para en ambas sus orbes llenarse de lágrimas de emoción
La pelirroja inhaló antes de poder emitir alguna palabra, mientras tomaba las manos de Artemisa entre las suyas.
—Yo, Natasha te quiero a ti como legítima esposa y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida—exclamo con su voz temblorosa
—Y usted señorita Artemisa—no alcanza a terminar de hablar cuando la nombrada se lanza a los brazos de su novia y besarla
—Y ya que lady Artemisa se ha adelantado al protocolo, pueden considerarse casadas por una bella eternidad—murmura el hombre—pueden entregarse los anillos
La pareja tan sólo se separó para ponerse los anillos mientras sus manos seguían temblorosas, aún sin poder procesar el bello y tan ansiado momento.
—Nunca creí ser digna de alcanzar la felicidad absoluta y tú desde un inicio me la haz entregado—murmura la pelirroja al besar sus manos—te amo demasiado
—Entonces, sólo podrás armarme más ahora con la noticia que te daré—sonrió la diosa para la rusa verla confundida y ella saltar de emoción antes de hablar—Estoy embarazada
Y esta vez fue su momento de recibir un eufórico beso que pudiera transmitir más allá del agradecimiento y amor, si no, recordando todos sus momentos de alegrías y tristezas hasta llegar a este punto en convertirse en una sola.
Al fin tendrían la vida que siempre soñaron y sin temer que les fuera arrebatada porque ahora compartían una eternidad, una eternidad que les depara su paraíso en tierra y que juntas podrán sobrellevar cualquier dificultad que se les presentará.
Porque la vida era cambiante pero el amor que las unía siempre sería el mismo...
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