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Salamandras

Cuando desperté por los rayos de luz en mi cara, pude notar que Yoshinaga seguía en la misma posición de anoche, trate de separarme sin despertarlo, pero apenas me movi y me apego a si mismo otra vez, me hablo sin abrir los ojos o moverse.

Yoshinaga: no quieras escapar Damita, eres muy cómoda.
Yo: n-no creo serlo, además... No es bueno dormir demasiado.
Yoshinaga: Mmmmm.... Bueno, ahora que recuerdo... Dijiste que te gusta cocinar, demuestrame que tan buena eres.

Yoshinaga me soltó y se sentó a la vez que me hablaba, yo solo acenti, nos levantamos y del armario me lanzó un kimono rojo, y él uno negro como el de ayer, mire el kimono, seguro era de su difunta esposa, no creo que deba usarlo, pero él me hablo como si leyera mi mente.

Yoshinaga: no pienses tanto, esa ropa la conseguí hace años para mi esposa, ahora tu eres mi esposa, así que esta ropa es tuya.

Yo lo mire un momento, estaba de espaldas a mi, así que hice lo mismo y comencé a vestirme, de vez en cuando sentía su mirada dirijida a mi cuerpo o partes desnudas, eso me hacia sonrojar, pero debía acostumbrarme, ahora era mi esposo, por lo tanto tenía todo el derecho de verme sin ropa. Cuando termine fui a la cocina, hice unos onigiris* y los envolvi en hojas de bambú. (multimedia)
Comimos tranquilamente, pero de la nada dijo que terminando de comer comenzariamos a trabajar, aquello para lo que me había traído. Me tense, pero no tenía derecho a negarme, así que ni hablar, ahora solo toca agua y ajo*, aguantarse y a joderse. Termine de comer y Yoshinaga me guió a una de los cuartos extras, parecía una sala de torturas combinada con un laboratorio, había una mesa de madera con grilletes y cadenas, un estante con varias cosas, un escritorio y una tina de madera, mas parecía una pequeña picina, ahí había agua y arena con los huevos, también había una pecera, esta tenía otros huevos, pero eran mas grandes, tal como el que tenía Yoshinaga la primera vez que lo vi, espero que no me haga tragar estos, no creo poder comerlos. Yoshinaga me miraba serio, luego me dijo lo que debía hacer.

Yoshinaga: en esta tina hay aproximadamente 100.000 huevesillos, quiero que los tragues, tomate tu tiempo y los vomites, si quieres que sea rápido puedes hacerlo pero te desmallaras, volveré en unas horas para ver como vas.

En ese momento comencé a tragar los huevos. Las horas se volvieron días y los días en meses.

2 meses después.

Han pasado dos meses, estoy agotada, mi estomago esta desgarrado y estoy comenzando a vomitar las salamandras con sangre, aunque Yoshinaga me haga hacer esto, se comporta muy amable y dulce, incluso me hace mimos algunas veces o me da besos en la frente. Estaba en esa sala vomitando, al fin había terminado con todos los huevos de la tina y estaba mareada, casi desmallandome, pero entro Yoshinaga y evito que cayera cuando no pude sostenerme, me dio de comer una píldora blanca, mi estomago ya estaba sano, pero aun estaba débil.

Yoshinaga: lo haz hecho bien, pero aun hay miles de huevos que encubar aun.

Yo: n-no quiero seguir tragando eso... Por favor...
Yoshinaga: no te preocupes, descubrí de que los huevos que faltan, al ser de mayor tamaño, necesitan otro tipo de incubación, así que no volverás a comerlos.
Yo: e-en serio...!?

Yoshinaga: aunque puede que esta nueva forma no te guste.
Yo: m-mientras... No tenga que ingerir eso... Otra vez... Has lo que quieras.

Tal vez no debí hacer eso, me recosto en la mesa de madera y me amarro las manos y pies con las cadenas y los grilletes, me quito el kimono que traía junto con la ropa interior, me sentí morir.
Yo: q-que haces!?
Yoshinaga: esta nueva forma consiste en que, meto estos huevesillos en tu útero, los puedo dejar ahí o puedo tener sexo contigo y correrme, esto hace que sea mucho mas rápido, también puedo exitarte tanto que te corras, no importa, pero debo hacer que tu cuerpo se caliente y salgan las salamandras. Y como ya haz dicho que puedo hacer lo que quiera, no puedes evitarlo, aunque tampoco es como si necesitara tu permiso.

Se coloco entre mis piernas, estaban abiertas por la forma en como amarro las cadenas. Metió dos dedos en mi. Dijo que realmente no mentia cuando dije que era virgen. Comencé a mojarme, cuando estaba totalmente mojada comenzó metiendo un huevesillo con unas pinzas como de ginecólogo, creí que iba dolerme cuando rompiera mi himen, pero no fue así, en vez de eso sentí placer y gemi fuerte. Yoshinaga río, recordé la píldora que me dio antes, debió no solo curar mi estomago, sino menguar dolores internos. Llego a mi útero, arquee la espalda del placer cuando adentro el huevo en mi interior, continuo metiendo los huevos, vi como mi vientre crecía, no se cuántos metió pero se sintieron increíbles. Pese a que podía tener los huevos dentro de mi hasta el dia siguiente, mi cuerpo pedía más placer, mucho más.
Entonces empezó a jugar conmigo, se acerco a mi oído y lo lo lamio, beso mi cuello y daba leves mordidas, sus manos fueron a parar a mis pechos, los masajeo un poco y luego comenzó a estrujar mis pesones, yo solo podía gemir. Llevo su boca a mi peson derecho y lo comenzó a mamar y morder, su mano derecha seguía con mi otro peson jugando con él, mientras su mano izquierda comenzó a jugar con mi clitoris. Como ya estaba arriba de mi, tubo la idea de una posición en especial. La 69, se sentó en un espacio detrás de mi cabeza, se quito toda su ropa y yo enrojesi mas de lo que estaba si es que era posible. Pude ver su miembro, era enorme, aunque debía recordar que era un demonio puro, era normal que la tuviera grande, lo llevo a mi boca, no dude en lamerlo, era salado pero rico, comenzó a meterlo completo, casi no podía respirar, pero era magnífico. El se acomodó sobre mi sin aplastarme, lamio el líquido que salía de mi entrada, luego comenzó a chupar mi clitoris y a morderlo, en poco separó mis labios vaginales y adentro su lengua en mí, sentí como si su lengua creciera, estaba en el paraíso, en poco sentí un espasmo en mí vientre y me corrí. Pero Yoshinaga seguía lamiendo, cuando se separó de mi, tomo un recipiente de madera, lo coloco frente a vagina y con sus manos elevó mi cadera, con sus manos abrió mis labios de mi entrada y poco a poco salían las salamandras cayendo en el recipiente junto con más de mis fluidos, de tanto movimiento en mí interior volví a correrme pero en menor cantidad. Ya que todas las salamandras habían salido de mi, estaba cansada, me quede dormida.
Mientras estaba dormida, Yoshinaga dejo las salamandras en la tina, se acerco a mi y metió su miembro en mí, dio varias estocadas, continuo durante un buen rato disfrutando que yo estaba completamente sumisa e inconsciente ante él. Tardó un buen rato, daba sus estocadas lentas, profundas, tortuosas y deseosas, cuando al fin se corrió, se separó de mi, se acerco a mi oído y dijo.

Yoshinaga: no te dejare ir de nuevo, regresaste y no te iras otra vez.

Agua y ajo: es una expresión mexicana donde se abrevia las palabras, en este caso, agua es aguantarse, y ajo es a-joderse.

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