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Capítulo 2

El wyvern y la estrella

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2

"All I can feel are your eyes on me"

Durante las siguientes semanas y meses, tanto Rosalie como Warwick intercambiaron conversaciones animadas en el camino al correo o la iglesia, el sendero cubierto por verde pasto, en cuya ladera se alzaban altos árboles y que iba por detrás de todas las casas vecinas se había convertido en su sitio de encuentro. Minos lo notó, casi en seguida, y se lo hizo saber en varias ocasiones.

—Amigo creo que te estás encariñando demasiado con ella —le hizo el comentario mientras ambos revisaban los registros de la semana en la sala de trabajo en Guidecca—. Tus visitas al mundo mortal se han incrementado bastante cada mes y bueno, aunque no tenemos ninguna guerra santa en puerta ni Hades está proximo a renacer, sería conveniente que espaciaras más tus salidas.

—No le estoy tomando afecto a nadie, es una chiquilla solitaria que ha estudiado mucho por su cuenta y eso hace que las charlas sean amenas —respondió con naturalidad sin alterarse por los comentarios de Minos.

—Y largas porque ese camino que va por detrás de tu casa no es tan extenso como para prolongar una conversación por más de una hora —inquirió filoso.

—Vaya, que amargado eres —lo miro sin lanzarle ojos de furia ni nada por el estilo dejando a Minos sin saber qué decir—. Siempre te quejas porque estoy de mal humor y ahora que regreso de buenas sigues quejándote. Es una chiquilla agradable, solo eso.

—Claro. Escucha, no deseo parecer tu madre pero las reglas son lo que son, no pretendas romper alguna ya sabes lo que puede pasar...

—Lo tengo en mente, Minos —respondió mirándolo con seriedad— ¿qué es lo peor que podría pasar si llego a romper una regla? Sé que Hades bien podría aparecer de la nada y eliminarme, ¿no?

—Creo que enamorarte es mucho peor y más difícil de manejar que la furia del Señor Hades.

—Ay por favor, estas diciendo estupideces.

—¿Te recuerdo lo que paso con Pandora en la última guerra Santa? Pasabas mucho más tiempo en su alcoba que planeando estrategias o dirigiéndo a los espectros y sufriendo por sus constantes...

—Por supuesto que no —respondió molesto—, independiente de Pandora, estaba al tanto del desarrollo del conflicto. Pise el campo de batalla muchas veces y sostuve varios enfrentamientos. El que hayamos perdido al final, no fue enteramente mi culpa.

—No, no te echo en cara eso solo... no te pierdas por Rosalie porque es un camino sin salida, ella es mortal y tú no. No puedes ser su pretendiente.

—No intento serlo —no es que no le creyera pero el Señor Hades no les había extirpado los sentimientos aún y ninguno deseaba que lo hiciera en el futuro.

Minos no dijo mas pero se pronosticaba un desastre pues, si bien, él había tenido sus amores en el pasado, Radamanthys era demasiado apasionado con todo tanto en el campo de batalla como en sus relaciones personales. Sufrió mucho con Pandora 151 años atrás cayendo en una profunda depresión que le duró bastante tiempo. Si este caía por Rosalie quien sabe cuánto tiempo estaría deprimido o de lo que sería capaz para mitigar su dolor.

Llegó el cumpleaños número 19 de la joven y, por muchas objeciones que el juez pusiera, asistían encantados a los eventos sociales. Radamanathys jamás había aceptado tantas invitaciones en tan poco tiempo. Por lo general solo aceptaba, tal vez, una o dos al año, no obstante con Minos cerca estás incrementaron.

—Creo que deberíamos empezar por rechazar estas invitaciones, pero amas subir por comida sin costo —Minos solo oía estos comentarios sonriendo.

—Dices eso porque terminas involucrado con la gente, el secreto es simplemente asistir por la comida y bebida, dedicar un par de sonrisas amables e irte. Únicamente amigo mío.

—Por eso jamás acepto estas invitaciones.

—No sabes separar las cosas. Este método me ha funcionado bien. Lo tengo comprobado.

—¡Mr Warwick que sorpresa verlo en Blooms Hall!

—Mr Murray —le estrechó la mano al Lord de baja estatura y cuerpo rechoncho que los miraba a través de sus diminutos anteojos.

Aquel personaje era, sin duda, otro de los tantos vecinos de esa misma comunidad según pudo apreciar Minos. Este le narró que era parte de los miembros del Parlamento y desempeñaba algún puesto político de poca importancia ostentando un título importante. Su nombre era Lord Henry Murray y fue invitado por la misma Señora Debenham en persona.

—La Señorita Rosalie aún es joven pero seguro que será una esposa encantadora y dedicada —decía sonriente.

—¿Está pensando en proponersele? —Minos, Kielland en el mundo mortal, soltó la pregunta de una forma tan imprudente que hizo sonrojar a su colega quien solo deseaba que aquel tormento terminara cuanto antes— Se oye muy interesado en ella Mr Murray.

—Bueno, su madre me ha hablado cosas excepcionales de la Señorita, quizás podría poner mis intenciones sobre la mesa con sus padres. Que bien me vería con una esposa tan radiante como Rosalie pero aún lo estoy considerando.

—Tienes un oponente —susurró a Warwick apenas se retiró el otro hombre de ahí—, aunque se ve que es un contrincante flojo.

—¿Disculpa? —pregunto molesto— Primero dices que...

—Ya lo sé, que no ves que no pierdo oportunidad para fastidiarte un poco. Esta gente es muy divertida por la cantidad de embrollos que se busca. Ya le tienen marido a la chiquilla, así no tendrás que subir a charlar con ella amablemente para que no se sienta sola.

—¿No es demasiado mayor para ella?

—Que dices, siempre ha sido así. A las niñas las casan con viejos como él por posición social y riqueza. Ya lo sabes.

—Pero ese hombre es mucho mayor. Rosalie recién cumplió 19 y él tiene más de 40. Podría ser su padre —indicó con algo de molestia.

—A ti eso no te importa, vamos hay que marcharnos de aquí. Estás pensando tonterías, apenas lleguemos a Guidecca te ocuparas de los expedientes de toda la semana, así tendrás la mente entretenida —sentenció Minos sin animos de discutir mientras observaba como su colega no apartaba la vista molesta del llamado Mr Murray.

La pobre Rosalie apenas si pudo saludarlos pues su madre no la dejaba a sol ni sombra hablando maravillas de ella a cuanto joven les pasara por enfrente, Warwick la miro con cierta pena pues su propia madre la ofertaba como si fuera una pintura de alto valor mientras que ella se veía visiblemente fastidiada, quizás, deseara olvidarse todo y salir corriendo de la casa.

Como fuere, nada le quitaba de la cabeza que Rosalie era demasiado joven para un hombre como Mr Murray, alguien que le llevaba ventaja en todos los aspectos de la vida, alguien que quizás ocuparía el lugar de su propia madre para torturarla y sofocarla con su constante vigilancia. Aunque, muy dentro de si no dejaba de admirarla pues lucía realmente encantadora esa tarde con su vestido de muselina claro, su cabello graciosamente recogido en un moño y la poca joyería que lucía dando el toque perfecto a su persona.

Ese y otros pensamientos le daban vueltas a Radamanthys por la cabeza mientras trataba de concentrarse en el libro que tenía sobre la mesa. Llevaba varias horas revisando nombres y fechas sin poderse enfocar sin embargo sus pensamientos fueron interrumpidos por Minos, quien llevaba varios libros apilados unos encima de otros dejándolos en los muebles de la abarrotada sala.

—Ya deja de soñar y ponte a trabajar —indicó molesto—, llevas tres días en esto. Siempre elaboras los reportes más rápido y todavía te faltan todos estos que te traje.

—Veo que tomaste muy enserio lo de tenerme con la mente entretenida —respondió mirándolo de soslayo.

—Claro, pero desde aquí percibo que tienes la mente en Blooms Hall.

—¡La culpa es tuya por traerme de evento en evento! No veo nada positivo en rondar a los vecinos con tanta frecuencia. A mi me gusta más bien el anonimato y la soledad.

—¡No no, tu no sabes como separar una cosa de la otra! Uno puede interactuar con la gente sin involucrarse con ella. Por cierto, si pretendes visitar el mundo mortal, sugiero dejes pasar un par de meses o así.

—Ya te escuche —metió la pluma en el tintero antes de continuar con lo que hacia esperando que Minos se fuera de ahí.

No quería que nadie supiera que si pasaba gran parte del tiempo pensando en la jovencita aunque intentara concentrarse en otras cosas, no sacaba de su cabeza sus ojos profundos y bello semblante. Trataba de evitarlo sin éxito.

Pero solo pasó un mes antes de que subiera al mundo mortal ya que le dejaron una carta en el buzón y, al ser un documento que esperaba, decidió atenderlo personalmente llevando la respuesta a la oficina de correos. El clima estaba excepcionalmente malo ese día, no contemplo que quizás podría llover mucho antes de lo previsto. Saco un cigarrillo caminando con paso lento, sentía un poco de curiosidad por ver si en Blooms Hall se habría visto algún cambio en su ausencia, seguramente el compromiso de la Señorita Rosalie ya hubiera sido anunciado y solo quedaba esperar a que se concretara.

—¡Mr Warwick! —la joven lo saludaba con efusividad desde la puerta trasera de su residencia yendo con paso rápido hacia él— Hace tiempo que no lo veo, ¿ha estado de viaje?

—Si, se podría decir que sí —respondió tratando de ocultar que también estaba encantado de verla.

En vez de acelerar el paso ambos iban al mismo ritmo caminando con calma y charlando sobre lo ocurrido en el último mes dejando de lado las amenazas de lluvia perdiéndose entre el sendero y los altos árboles que los rodeaban.

—Charles ya se marchó a la universidad como recordará y mi hermana Margaret vino de visita trayendo a sus dos hijos, fue desastroso, jamás había visto a niños tan mal portados —Warwick solo reía levemente a sus comentarios—. En serio, compadezco a su institutriz, he hablado con Margaret sobre cómo educa a sus hijos pero, ya sabe, nunca digo nada importante y se hacen a un lado mis comentarios.

—Por supuesto que no, Usted dice cosas interesantes.

—¿De verdad? —él solo asintió con la cabeza.

—¿Usted tiene hermanos?

—Pues no. No tuve esa suerte.

—Eso corrobora que es afortunado —la joven sonrió mientras iba a su lado a la oficina de correos.

Todavía era una jovencita, pensó con cierta culpa, ¿cómo era que alguien como ella ahora estuviera en sus pensamientos? Una joven mortal cuya compañía era agradable y deliciosa. Alguien completamente inesperado que brindaba luz a los días grises.

Volvieron del correo por el mismo camino, iban con paso lento apreciando que el mal clima amenazaba con empeorar y fue así que una lluvia ligera comenzó a caer sobre sus cabezas y ninguno de los dos llevaba un paraguas o algo para protegerse de la lluvia. Conforme esta arreciaba ambos aceleraban el paso pero, lo cierto, era que la casa de alguno de los dos aun estaba lejos. Solo lograron llegar hasta una estructura de madera que tenía un techo torpemente hecho y ahi esperaron un poco a que la lluvia bajara.

Pero no era así, la lluvia iba en aumento y el agua caía por ambos lados de la estructura lo que empezo a hacer que ambos se fueran acercando para evitar mojarse.

—Oh dios que clima tan horrible —Rosalie se apretujaba más y más a Warwick y este alcanzo a sentir el calor en el cuerpo de la joven.

También él se vio obligado a acercarse a ella ya que la lluvia ahora era un auténtico diluvio que no les permitía seguir adelante.

—Le pido disculpas pero, me temo que esta lluvia no parará pronto —le dijo tratando de cubrirse de la ventisca que los mojaba más.

—No se preocupe, no debí quitarle tiempo con mi charla así no estaría mojándose —replicó ella tratando de hablar más alto que la lluvia que caía por ambos lados.

—No hay nada que disculpar... —se miraron por un momento, las gotas de lluvia les llenaban el rostro, él trato de quitarlas de las mejillas de la joven tan solo con un ligero gesto sintiendo nuevamente el calor de su rostro, de sus mejillas encendidas mientras Rosalie lo miraba con sus grandes ojos.

Por un momento Warwick quiso sumergirse en esos ojos deseando que ella no estuviera comprometida y menos con aquel pretendiente, asi que sin titubeos ni dudas la rodeo con sus brazos ya que el viento arreciaba y el clima enfriaba sintiendo como Rosalie le colocaba una mano en el pecho. En ese momento no hubo marcha atrás, ambos no quisieron evitarlo acercándose cada vez más hasta un límite casi peligroso para los dos, no hubo modo de evitarlo y ambos terminaron besándose tiernamente. Warwick tomo su mano cubriendola con la suya sin despegarse de la joven, ese beso tierno fue más prolongado de lo que ambos esperarían y en cosa de segundos, él la rodeó fuertemente con sus brazos sin dejar de besarla.

Se separaron por un momento mirandose con intensidad, Warwick tenía la mente clara mirando a Rosalie con ternura sin soltarla ni un momento mientras ella recargaba la cabeza en su pecho. La joven noto que, aún sobre la ropa, este se sentía frio sin embargo dejo la temperatura de lado asumiendo que era debido al mal clima rodeandolo tambien con sus brazos. A pesar de la lluvia se sentía feliz y protegida. Ella deslizo una mano hasta el rostro de Radamanthys buscando otro largo beso y se vio correspondida enseguida.

Tras un largo momento más la lluvia cesó, Warwick se separo de Rosalie besando su mano y le ofreció el brazo para llevarla a casa. Ambos se miraron sin decir nada más, tan solo esbozando una sonrisa mientras ella lo tomaba del brazo recargándose en él. Iban en silencio disfrutando del placer de su compañía intercambiando miradas afectuosas de vez en vez. Radamanthys no pensaba en nada olvidándose, por un momento, de su condición inmortal, de que era un espectro, un juez del inframundo, de Minos y sus advertencias y de todo lo demás; por un breve instante, se sintió como cualquier hombre común y corriente acompañando a la joven que ocupaba sus pensamientos desde hacía algun tiempo.

Al llegar a Blooms Hall tomó la mano de la chica dejando un beso. Rosalie estaba a punto de decir algo cuando escuchó la puerta de la casa abrirse de golpe.

—¡Rosalie! —la joven lanzó una mirada de fastidio soltando a su acompañante— ¡Oh Mr Warwick, que amable fue en acompañarla y más con este mal clima!

—Si, llovía demasiado fuerte.

—¡Está Usted empapado, por que no entra un momento, podemos encender la chimenea!

—No se moleste Mrs Debenham, debo llegar a casa ya que hay trabajo que hacer.

—Entiendo, espero que Usted y Mr Kielland pudieran visitarnos la próxima semana y quedarse a cenar cuando quieran.

—Gracias —respondió sonriente con los ojos muy abiertos ya que aquello no se lo esperaba pues, de ser Murray el pretendiente de Rosalie no los invitarían a cenar, eso quería decir que no había compromiso en puerta—. Por supuesto que nos pasaremos por aqui.

Mrs Debenham se giro por unos segundos para volver a casa y Warwick aprovechó esos breves instantes para dejar un beso casto en los labios de Rosalie y tras acariciarle el rostro se marchó de ahí.

—¡Vamos Rosalie, estas empapada! Cambiate ahora mismo o te enfermarás —la joven no prestaba atención a las palabras de su madre pues sus ojos estaban sobre el juez con quien intercambio miradas durante unos segundos mientras entraba en su casa perdiendose de vista.

Al llegar a Warwick Manor, Radamanthys se dejo caer sobre la butaca del salón más cercano echando la cabeza para atrás, no sabía como se sentía y no le importaba el hecho de que toda su ropa estuviera mojada, aun llevaba la mente clara solo tenía la respiración mas agitada de lo normal y, si su corazon latiera, seguramente ya habría estallado en mil pedazos. Jamás se imagino que besaría a Rosalie y, menos que ella le correspondería el beso. Se toco los labios sin poderlo creer sintiendo que la cabeza le daba vueltas y sin poder dejar de sonreir.

No había besado a nadie más desde Pandora aunque eso ya hacía muchos años. Rosalie, con su personalidad vivaz, inocente y curiosa se había ganado un lugar en sus pensamientos y más allá con el paso de las semanas y meses. Nada tenía que ver con la astuta asistente de Hades pues la jovencita casadera exudaba una frescura hasta ahora desconocida para él. Colocó el brazo en la butaca dejando caer la cabeza sobre este, el mareo aun no se le pasaba ni la embriagante felicidad que sentía.

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Minos llegó al salón de trabajo en Guidecca encontrándose con Lune, quien revisaba documentos y libros además de Radamanthys quien estaba en otro escritorio metido en sus apuntes mientras silbaba parecía ignorar que había otras dos personas en la misma sala que él. El recién llegado intercambió una mirada de duda con Lune pero este solo se encogió de hombros sin responder nada. Ambos miraban al temperamental juez con rareza.

—¿Está todo bien? —preguntó Minos temiendo la respuesta que estaba por recibir, sin embargo no recibió respuesta, Radamanthys estaba totalmente perdido en sus cosas—, ¡¿pregunté algo, todo bien?!

—Si Minos, todo está bien.

—Has estado de excepcional buen humor estos días e incluso en tu mirada hay algo diferente. ¿Qué ha pasado en el mundo mortal?

—Nada, todo está como siempre —no presto mas atención continuando con lo que estaba—. Por cierto, entre Lune y yo hemos avanzado bastante con los registros, casi terminamos.

—Eso me alegra —pero no estaba tranquilo, algo en su colega estaba cambiando y temía que esos cambios no fueran para nada buenos—. Lune, déjanos por un momento.

El jovencito salió rápidamente sin objetar dejando a los dos jueces en la sala de trabajo.

—Amigo, ¿Rosalie es el motivo de tu reciente buen humor?

—¿Por qué la pregunta? —este lo miro y en sus ojos se le veía una mirada clara y llena de paz, Radamanthys llevaba semanas sin estar de mal humor, no decía malas palabras, se le veía más paciente incluso aunque, completamente distraído— ¿Por qué la traes a colacion?

—Ha habido muchos cambios en ti estos meses y, nada aquí es motivo de ello. Tomando en cuenta que subiste hace poco al mundo mortal y regresaste con una amplia sonrisa en tu cara, creo que puedo concluir que es ella el motivo de tus alegrías.

—No estoy haciendo nada malo —indico con calma sin mirarlo.

—¿Qué fue lo que hablamos hace no mucho? —Minos no deseaba repetir aquella charla, no obstante su colega no le dejaba más opciones— No puedes enamorarte de una mortal, no puedes amarla. Esta prohibido. Eres uno de los espectros de más confianza del Señor Hades, no es mi deseo que te castigue por tus recientes desobediencias.

—No hay batalla en puerta y él no renacerá dentro de poco. No estoy haciendo nada malo —repitio con calma acomodando los papeles en su mano—. Solo son unos cuantos momentos de paz.

—No solo es eso y lo sabes, si te estuvieras divirtiendo con ella sería más fácil pedirte que la alejes, pero no es así, tú te estás enamorando o ya lo estás, ¿te das cuenta?

—No... no lo estoy —seguía sin mirarlo a los ojos—. Llevo varios días sin subir al mundo mortal.

—No quiero que salgas de aquí, sigue con tu trabajo como hasta ahora. No te busques problemas con el señor Hades, amigo. No quiero que termines como el juez de Garuda.

—Eso fue diferente, tú mismo lo ejecutaste hace 140 años.

—Dejó el inframundo por varios días y no hubo más opción ya que no deseaba volver. El no se enamoro de nadie, simplemente perdió la cabeza por el encierro y porque era débil, Hades me pidio acabar con él ya que había pasado más de dos semanas arriba. Ya no te ausentes, te lo pido.

Radamanthys no dijo nada aunque tampoco le pudo mantener la mirada. Minos no podía saber si estaba avergonzado o demasiado enamorado para entender razones; sospechaba que era la segunda opción y no quería tener que ejecutar a otro colega aunque si seguía saliendo sin permiso ni motivos no le dejaría otra salida. Lo más que podía hacer era tratar de mantener el orden hasta que llegara alguna indicación de Hades respecto al comportamiento de Radamanthys, o bien, lo de él y Rosalie terminara.

—Los sentimientos mortales siempre se vuelven un problema —penso con cansancio antes de salir por un momento de la sala de trabajo.

Al regresar Radamanthys ya no estaba.

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Rosalie fue directo a Warwick Manor por el camino principal pues no estaba muy lejos de Blooms Hall así que caminaría saliendo de casa sin ser vista por nadie. El día estaba menos malo que en semanas pasadas lo cual resultaba positivo, la parte negativa era que no había podido salir a ver las estrellas por las noches ya que estaba lloviendo mucho esos días, solo aprovechaba las pocas horas de luz para estudiar un poco física e historia.

La joven sonrio ampliamente al encontrarse a Mr Warwick por el camino, él tambien iba de regreso a su casa. Ambos se miraron por un momento mientras besaba la mano de Rosalie invitándole a pasar. La joven entró en la silenciosa residencia mirando todo a su alrededor, era la primera vez que visitaba aquella enorme casa, tan solo se escuchaba el sonido del reloj de pared que estaba en el primer salón a su izquierda. Las paredes se veían oscuras por el papel tapiz que las cubría, los muebles eran más antiguos de lo que parecían, de madera tapizados con damasco además de las altas lamparas de mesa cuyas pantallas de tela tenían largos flequillos.

—Cuanto silencio —susurró—, ahora se porque prefieres estar en casa que visitando a los vecinos. Si yo viviera aqui sería feliz rodeada de tanta paz.

—Solo yo habito aqui por eso hay tanto silencio. Vamos a la biblioteca, quiero darte algo.

La beso tomandola de la mano para guiarla hasta la enorme biblioteca ubicada en el ala derecha de la planta baja. Ahí Rosalie miro los altos estantes llenos de volúmenes, así como varios libros sobre las mesas cercanas junto con muchos papeles; pareciera que Mr Warwick había estado trabajando en alguna investigacion pues todo se veía desordenado. La chica se sacó la capa quitándose el sombrerito para dejarlos en una silla de alto respaldo mientras tomaba asiento en el sofá que tenía enfrente.

Se decía que esa residencia era un sitio tenebroso pero nada era verdad. Solo se trataba de una casa grande y silenciosa.

—Toma —le entregó dos libritos de pasta dura al mismo tiempo que tomaba asiento a su lado—. Son dos tratados de Astronomía que encontré mientras buscaba una información que necesito.

—¡Es maravilloso, gracias! Te los devolveré apenas los termine de leer —indico sonriente mientras los hojeaba rápidamente.

—No es necesario que los devuelvas, son tuyos. Te los obsequio —indico con suavidad tomando la mano de la joven entre las suyas.

—¿De verdad? —Rosalie dejo los libros sobre su regazo aproximandose a él— ¿no te molesta que lea sobre estos temas, que los estudie?

—No —ella le acarició el rostro.

—Tu rostro esta helado, deberíamos encender el hogar. No imagine que esta casa fuera tan fria por dentro.

—No te preocupes —se abrazaron por un largo rato mientras Rosalie recargaba su cabeza sobre el pecho del juez, este la estrechaba con fuerza en sus brazos recargandose en ella.

Aquella sensación de felicidad estaba más presente que nunca dentro de él, jamás había sentido tanta paz al lado de alguien o, al menos, no lo podía recordar pues toda su relación con Pandora fue un sube y baja de emociones desbordadas sin un segundo de tranquilidad; en cambio, Rosalie le transmitía un sentimiento cálido tan distinto de lo que se podía percibir en un sitio frío y triste como lo era el inframundo. Se besaron durante un rato prolongado sin dejar de abrazarse.

¿Se podría tener un tiempo de tranquilidad antes de la siguiente guerra santa?

—¿Tu madre ya te encontró un prospecto? —preguntó de pronto sin dejar de mirarla.

—Aún no, pero ha organizado más fiestas en casa invitando a diferentes familias para ofrecerme como si yo fuera... ganado o algo así —respondió molesta—. Lo único que quiero es un poco de paz, de silencio, en casa hay demasiadas personas haciendo ruido, no puedo estar tranquila en ninguna habitación porque mamá todo el tiempo esta incordiando. No deja de tratarme como si yo fuera una solterona.

De pronto noto en el rostro de Rosalie que una de sus mejillas estaba más roja que la otra.

—¿Qué le pasó a tu cara?

—Ah eso... —lanzo un largo suspiro antes de continuar— Mamá suele abofetearme, no te preocupes. Tuve una discusión con ella por la mañana, siempre termina igual: ella gritándome y abofeteandome —Warwick beso suavemente su mejilla como si quisiera borrar el fuerte golpe que tenía haciéndola sonreír.

—¿Y qué hay de tu padre? Siempre lo veo silencioso.

—Yo lo definiría como "el fantasma de los Debenham", todo el tiempo lo pasa en su despacho. Solo aparece por la casa para comer y el resto del día no lo vemos siquiera. He querido hablar con él respecto al tema del matrimonio pero no me dice gran cosa, su consejo es poco útil. Tampoco evita que mamá se meta conmigo, no lo hizo cuando reprendía a Margaret en su momento ni tampoco con Charles, no entiendo cuál debe ser su papel, más bien parece uno de los tantos adornos de porcelana que estan en la vitrina.

Ella se recargó en el sofá echando la cabeza para atrás. Había mucha tristeza en sus ojos.

—Si yo pudiera Rosalie... —pensó Warwick con aprehensión— Si yo pudiera... —la jalo hacia él abrazándola, no deseaba dejarla ir pero tampoco podía hacer algo por ella. No le estaba permitido pedir su mano en matrimonio, no debía siquiera pensarlo.

Por lo visto ella tampoco tenía un anillo de compromiso en mente pues nunca le hablaba de ese tema, se veía que no quería desposarse sino ser libre para hacer lo que quisiera. Por lo que sabía, Rosalie aún no había recibido propuestas formales de matrimonio por parte de nadie. Warwick tenía en mente que, apenas recibiera la proposición, esa estrella se apagaría y, si bien, él no podía desposarla no deseaba que alguien no digno de ella lo hiciera.

—Dentro de pocos meses cumpliré los 20 años —dijo ella de pronto— ¿bailarás conmigo en mi fiesta?

—¿Dentro de pocos meses?

—Si, faltan cuatro meses solamente para que tenga ya 20 y sea oficialmente una solterona declarada —respondió con semblante juguetón.

—Como vuela el tiempo... por supuesto que bailaré contigo. Bailaremos durante toda la fiesta si quieres aunque no sé bailar muy bien.

—Yo tampoco —respondio sonriente sumergiendose en sus ojos avellanados mientras sus dedos recorrían el rostro del joven.

Lentamente trazo la línea de sus ojos, de sus rasgos afilados, sus labios y su ceja como si quisiera grabarlos en su memoria y su corazón mientras él se perdia en esos ojos verdes, no se cansaba de sumergirse en ellos.

La acompañó hasta su casa ya que la noche había caído, el camino estaba oscuro y con amenaza de lluvia.

—¿Te irás de viaje de nuevo?

—Si, es muy probable que si —tomo su mano dejando un beso.

—Te esperaré, per aspera ad astra... —dijo sonriente.

Tras despedirse Rosalie entró en su casa solo para encontrar a su madre esperándola.

—¿Dónde estabas?

—Visité a Mr Warwick por un rato —Ms Debenham tomo las manos de Rosalie mirándolas con rapidez.

—Estuviste en su casa por horas y regresas sin un anillo de compromiso, ¿qué estuviste haciendo en Warwick Manor? ¡Resbalosa!

—Madre, estuvimos hablando nada más. Me regaló un par de libros y eso fue todo.

—¡Es increíble que no tengas la capacidad para que te haya propuesto matrimonio a estas alturas! —la miro furiosa— Siempre estás charlando con él y ¡nada de anillo aún!

—Madre, es pronto para que me despose. ¡Yo no deseo casarme todavía! —Mrs Debenham no la escuchó abofeteandola fuertemente, tanto que Rosalie perdió el equilibrio cayendo sobre una silla.

—¡No se que hice mal para que Dios me haya dado una hija tan tonta como tu! —la mujer iba y venia por el vestíbulo gesticulando con las manos— Charles está en la Universidad, tu padre y yo ya somos muy mayores. Es indispensable que te cases cuanto antes para asegurar los bienes familiares. Te conseguí al pretendiente más codiciado del barrio y qué haces ¡perder la oportunidad!

—¡Cómo puedes decir eso! Para eso casaste a Margaret, ¡a mi dejame en paz! —Rosalie no tenía animos de seguir discutiendo así que subio a su habitación lo más rápido que le dieron los pies.

Cerro la puerta de golpe dejandose caer en su cama. Estando en Warwick Manor sintio una paz indescriptible al estar en aquella casa silenciosa, lejos de su madre y su acoso. Una propuesta de matrimonio era lo que menos tenía en la cabeza y si Mr Warwick no le daba un anillo era porque no le nacía hacerlo, ella no quería matrimoniarse con alguien por la fuerza sino que esa propuesta debía darse sola. Era feliz a su lado pero él siempre estaba viajando aunque, muy en el fondo de su corazón, deseó que él le hiciera la pregunta para poder acompañarlo en sus viajes.

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Minos iba furioso con pasos veloces de regreso a Guidecca, paso por Caina y él no estaba ahí, llevaba horas ausente. Al entrar en el salón de trabajo lo encontró recostado sobre la mesa.

—¡¿Dónde habías estado?! Te dije que...

—Minos, ¿qué es lo peor que podría hacerme el Señor Hades si yo le diera un anillo a Rosalie? —pregunto ignorando lo que este había dicho.

—¿Qué dijiste...?

—Estoy enamorado de Rosalie Debenham, la amo tiernamente y no quiero que otro la despose —confesó al fin mirando a Minos con ojos vidriosos—. Yo sé que me costará muy caro pero... ella es una estrella, mi estrella y quiero proteger su brillo. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

—Radamanthys... —Minos no sabía qué decir, solo observaba como su colega estaba sufriendo tal y como había anticipado— Amigo, escucha. El señor Hades aparecerá para aniquilarte apenas le dieras el anillo y ella jamás entendería tu trabajo ni nuestro mundo, no la puedes traer aqui. Son las reglas.

—Lo sé... —pareciera estar a punto del llanto dejando a Minos sin saber qué más objetar.

Minos pensaba detenidamente que decirle, quizás hubiera algo que este pudiera hacer para no tener que seguir con eso.

—¿No has considerado... quizás, pedir tu reingreso al mundo mortal? —trataba de ser condescendiente y lo cierto era que esa posibilidad estaba a la mano.

—¿Mi reingreso?

—Si, es lo único que podrías hacer para estar con ella y no ser castigado. El Señor Hades respeta mucho esas solicitudes. Solo necesitas tres requisitos, yo podría ayudarte solo tienes que buscar a un pobre diablo que quiera reemplazarte y...

—El requisito más importante es el que no encuentro —dijo de pronto—, también lo pensé y he estado buscando en mi casa ese dato. No encuentro mi primer nombre, el que tenía antes de volverme juez —recargó la cabeza en la mesa pesadamente, desesperanzado—. Nací hace tanto tiempo que, seguramente, mi nombre de pila se perdió en la historia —golpeo la mesa con ambos puños.

—Amigo, siendo así alejate de Rosalie, te esta acabando todo esto. Ella debe hacer lo que le corresponde y si pasas más tiempo a su lado, seguramente su madre esperará que des el anillo, si no lo haces, la meterás en un problema porque pensarán que la ves para deshonrarla. No podrá casarse y estará a merced de su familia por siempre.

—Pero...

—Yo sé cuanto la amas, pero piensa en su felicidad y su futuro. Nosotros no podemos hacer nada por ella en estas circunstancias. Si no puedes regresar al mundo mortal entonces... dejalo por la paz.

—No quiero dejarla atrás... pero no puedo hacer nada por ella —por primera vez sintió una gran impotencia dejándose caer nuevamente sobre la mesa.

—Somos jueces del inframundo, no lo olvides. Nuestro trabajo está aqui y nuestra fidelidad es al dios Hades únicamente —Radamanthys tuvo que acceder no sin antes sentirse miserable por ello.

Fue así que, con ayuda de Minos, el juez Radamanthys no volvería a subir al mundo mortal durante dos años más o menos. No acudió a la fiesta de 20 años de Rosalie dejándola descorazonada pues ella lo estuvo esperando desde ese día llenando de cartas la puerta de Warwick Manor. La joven se pasaría por ahí con frecuencia durante los siguientes doce meses encontrando silencio y luces apagadas.

El espectro a su servicio le llevaba la correspondencia y casi siempre era necesario atrancar la puerta de Guidecca para detenerlo pues en más de una ocasión armó gran alboroto en el inframundo con el solo deseo de subir a consolar a la amada a la que extrañaba demasiado. Con el tiempo solo las leía sin poderlas responder hasta que dejo de leerlas a fin de no atormentarse iniciando el largo proceso de olvidara metiéndose en sus asuntos y trabajo.

Ocasionando así que su mal humor y actitud salvaje fueran en aumento.

Rosalie fue avergonzada severamente en muchas ocasiones por no poder mantener a un pretendiente interesado en ella, rumor que se corrio como polvora entre los vecinos pues la habían visto charlar con Mr Warwick con mucha frecuencia y se decía que este se aburrio de ella y por eso se marcho, también que la joven le ofrecio su cuerpo y, apenas este lo consiguió, la dejo botada marchándose de viaje. Rosalie sabía que todo eso eran mentiras aunque no tenía evidencia de que él estaba en viaje de trabajo, llego a pensar que quizás había muerto y por eso no volvía.

Por eso no había respondido ninguna de sus cartas durante todo ese tiempo.

Al ver al pretendiente nuevo que tenía, Mr Murray, su mente se iba lejos pensando que, la tarde que paso en Warwick Manor fue de las más felices de su vida, pensaba que quizás ahí hubiera sido bueno perder la decencia, el decoro, la modestia y la cordura con el hombre del que se había enamorado, que importaba lo que pensaran los demás si la terminarian casando con alguien como el Lord que tenía enfrente. Se mantenía ecuánime lo más que podia pero, luego de que su madre le destruyera su telescopio, ya no le quedaba nada a qué aferrarse.

Comía poco y, a veces, nada. No tenía apetito la mayor parte del tiempo y este disminuyó apenas contrajo matrimonio pocas semanas antes de cumplir 21 años. Apenas si sonreía y solía llorar por horas cuando nadie la veía ya que ahora vivía en Londres y su esposo solía ausentarse gran parte del día, cosa que agradecía.

Justo un año después se encontro con Warwick y su amigo Kielland en la opera de Londres. Deseando decirle tantas cosas, de preguntarle donde había estado pero la presencia tanto del noruego como de su marido lo habían estropeado todo.

Radamanthys trató de seguir con el día a día luego de la visita al teatro de la opera, aunque el recuerdo de Rosalie estaba en su mente sin dejarlo en paz. Se le vía tan hermosa en su vestido elegante aunque algo en su rostro le decía que no estaba del todo bien, demasiado demacrado pues su losanidad había desaparecido por algun motivo desconocido.

—¿Cómo estás? —Minos entro en la sala de trabajo mirando a su compañero con condescendencia.

—Bien, supongo. Minos, ¿notaste algo extraño en Rosalie esa noche?

—¿Algo extraño?

—Si, su rostro se le veía desmejorado, ella se veía infeliz.

—Está claro que no deseaba casarse con Mr Murray —dijo—, se ve que no tuvo opciones y no quedó más que acatar los deseos de su madre.

—Cierto...

—Lo que necesitas es un día de trabajo duro para sacar eso de tu mente.

—No vayamos de nuevo a la ciudad, ¿de acuerdo? —lo miro duramente sin animos de negociar. No volvería ahí y punto.

—No, la siguiente vez que te invite a la opera será en otro sitio.

.

10 meses después

.

Minos revisaba los registros de juicios llevados a cabo por Lune desde hacía un mes más o menos encontrándose con un dato extraño. Nadie más había revisado ese libro en particular, por lo visto, y estaba sin habla ante aquello. Debía localizar a su colega cuanto antes, sin embargo no encontraba a Radamanthys por ningún lado desde el día anterior así que, ya sabiendo donde podría estar fue que subió a Warwick Manor para buscarlo.

Ya habían pasado casi dos años desde su ultima visita, debía reconocer que este había hecho un esfuerzo sobrehumano así que tomo aire y fue a la residencia. Al llegar noto que el mayordomo lo recibió mostrando un semblante preocupado.

—¿Dónde esta tu amo? —trató de ocultar su consternación ante lo evidente.

—En la biblioteca Mr Kielland, ha estado bebiendo desde ayer por la noche y se le ve excepcionalmente mal.

—Gracias.

Lo guió hasta la biblioteca donde encontró todo en penumbra y a Warwick recostado sobre la mesa, a su lado tenía dos botellas vacías, un vaso boca abajo y una carta en el suelo. Ya lo sabía, al parecer...

—¿Estás bien? —se acercó a el tocandolo en el hombro— Warwick, despierta.

El hombre apenas si reacciono mirando a Minos con los ojos rojos.

—¿Qué pasa?

—Lee esto —dijo en un hilo de voz mostrandole la carta que estaba en el suelo.

Minos la recogió leyendo lo siguiente.

—"Por medio de esta carta le notificamos del lamentable fallecimiento de la Señora Rosalie Murray quien perdiera la vida el día..." por todos los dioses —no consiguió llegar a tiempo para decírselo personalmente; sin poder hacer más, solo acercó una silla al lado de su colega quien apenas si levanto la cabeza— Amigo, lo siento mucho. De verdad que lo siento mucho.

—¡Ella falleció Minos! —Radamanthys no pudo contenerse y se dejo caer sobre el hombro de este—¡Se ha ido mi Rosalie, mi Rosalie! —en ese momento dejo salir todas las lágrimas que tenía contenidas desde que la dejo poco antes de que ella llegara a los 20 años— Rosalie, mi estrella...

—Lo siento amigo, no sabes cuanto... —Minos dejo escapar algunas lágrimas tambien uniéndose a la dolorosa pena de su colega.

Warwick lloro sobre el hombro de su superior durante varias horas como nunca lo había hecho. La tristeza y la culpa lo consumían por dentro.

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Continuará...

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