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Capítulo 1

El wyvern y la estrella

1

Minos y Radamanthys se encontraban en uno de los grandes salones de Guidecca cada uno se ocupaba de sus propios asuntos, cada uno estaba inmerso en sus actividades anotando nombres en sus grandes registros tan solo acompañados por el suave tic toc del unico reloj de pared que estaba por ahí cerca y las luces de la amplia araña que colgaba del techo. El salón se trataba de un sitio muy amplio lleno de estantes repletos colocados en las cuatro paredes cuyo empapelado de damasco oscuro lo hacía ver todo muy lúgubre, en el centro estaba puesta una amplia mesa circular negra con tres sillas, ambos jueces estaban sentados uno frente a otro con sendos libros de registros frente a ellos y ocupando el espacio vacío.

—Estoy algo fastidiado y cansado por tanto trabajo —Minos rompió el silencio haciendo que Radamanthys alzara la cabeza.

—Siempre dices lo mismo y, después de quejarte por un largo rato, terminas retomando lo que hacías.

—No en esta ocasión —respondió determinante—, ¿no quieres hacer algo divertido? Salgamos un rato a distraernos.

—No, ve tú solo. No tengo ánimos de salir.

—No seas aguafiestas, anda. ¡Vayamos un rato a la ciudad!

—Te he dicho que no —volvió a negar con la cabeza mirándolo iracundo. Ya conocía las diversiones de Minos y no deseaba tomar parte en ello.

—Cambiate y vayamos a la ciudad, soy tu superior y es una orden.

Radamanathys terminó accediendo tras suspirar de cansancio, odiaba cuando Minos adoptaba esa actitud pesada pero sería peor si continuaba negándose. Sin más dejo lo que hacía sobre la mesa para ir a su templo, Caína, a cambiarse de ropa. Aquello era el pronóstico de una larga y tortuosa noche junto a su necio colega.

.

Londres, Inglaterra

1898

Radamanthys ya se olía las negras y crueles intenciones de Minos, no era la primera vez que le hacía jugarretas como esas: lo llevaría a escuchar ópera. Bien sabía que su superior era aficionado a esas voces gritonas y molestas pues cada que se aburría de sus propias obligaciones y, a falta de mejor compañía, acudía al único colega a la mano, osea él para que lo acompañara a alguno de esos tortuosos conciertos.

—Sabía que me traerías aqui —replicó molesto cuando ambos llegaron al edificio del Royal Opera House ubicado en Covent Garden.

—¿Que hay más divertido que salir del inframundo y escuchar música hermosa por un rato?

—Solo espero que hayas conseguido asientos lo más lejos del escenario —se dijo en voz baja mirando a su alrededor pues, además de todo, eligió la peor ciudad de Europa para salir a pasear.

El programa para esa noche, según Minos leyó sería, "Norma" una de las más famosas óperas de Vicenzo Bellini que Radamanathys particularmente detestaba pues el aria de "Casta Diva" era un tormento a sus oídos y sus esperanzas de que la noche no fuera tan mala se esfumaron apenas vio que Minos eligió un palco del primer piso lo más cerca posible del escenario. Al ver el interior del teatro recordó los días en los que su colega elegía un puesto mucho más alejado y, conforme iban pasando los años, se acercaban más y más al frente. Se preguntó seriamente si Minos no se estaría quedando sordo de ahí que su elección fuera esa.

—En unos años más me llevarás a ver la función detrás del escenario —dijo con molestia e ironía en la voz.

—No seas absurdo —replicó Minos ignorando la molestia de su colega sacando sus gemelos—, estos son los mejores lugares para poder apreciar el espectáculo. Siempre te quejabas porque no se veía bien la función y ahora que consigo puestos más cerca te sigues quejando.

—Eso es porque el ruido es insoportable.

No había cosa que detestara más de la ópera que las voces de los intérpretes y, más aún, cuando estos alcanzaban tonos cada vez más y más altos; Radamanathys sentía que conforme la voz de los cantantes iba para arriba las notas taladraban sus oídos inmisericordiosamente.

—Trata de divertirte quieres y deja que me divierta también. Solo quiero escuchar ópera tranquilamente —sentenció Minos lanzándole una mirada iracunda debajo de sus ojos avellanados—. ¡Ya deja de quejarte y guarda silencio!

—Bien... —no dijo más quitandose la gabardina, los guantes y el sombrero para dejarlos a un lado, en el asiento vacío, mientras la música daba comienzo.

Respiro hondo pues le esperaban casi dos horas y media de tormento.

La pieza que más odiaba "Casta Diva" estaba siendo interpretada magistralmente por la soprano al frente conmoviendo a todos los asistentes menos al temperamental juez, quien sentía que la voz de la mujer le entraba al oído machacando su tímpano. De verdad que no había manera en modular el volumen tanto de la orquesta como de la intérprete y esa era su mayor queja. Sin poderlo soportar más decidió tomar el abrigo y lo demás para salir a beber algo al bar del teatro dejando que Minos siguiera escuchando la música, apenas cruzó la puerta del palco se tocó el interior de la oreja, ahora solo percibía un zumbido en su oído izquierdo.

—¡Qué molestia! —pensó enfadado— Por todos los dioses.

El bar estaba en total calma, de hecho había algunas personas que charlaban amenamente aquí y allá, así que tomé asiento delante de la barra pidiendo un whisky esperando que el molesto zumbido desapareciera ya que le dificultaba escuchar claramente. Solo tomaría un par de copas y volvería al interior aunque sabía que había más de un aria en la ópera de "Norma" que sonaba igual de estruendosa que "Casta Diva", en fin ya saldría a beber apenas escuchara otra pieza igual de ruidosa.

—¿Mr. Warwick? —una voz femenina inconfundible habló detrás de él dejándolo helado por un momento haciendo que su corazón diera un respingo— ¿Es Usted? Que sorpresa.

Radamanthys giró con rapidez mirando a la joven delante de él quien lo observaba sorprendida con sus grandes ojos verdes.

—Miss Debenham... la sorpresa es mía. Jamás imaginé encontrarla aquí.

—Es algo inesperado completamente, pensé que detestaba Londres y helo aquí visitando este gran teatro —la joven tomó asiento a su lado sin dejar de mirarlo y sin salir de su impresión.

—Mi apreciación por esta ciudad no ha cambiado, en absoluto. De hecho, estoy tan sorprendido como Usted de verla aquí, vistiendo tan elegante.

La miraba y la miraba sin poderle quitar los ojos de encima, de admirarla como lo hizo tantas veces en el pasado: Miss Debenham había cambiado tanto en esos dos años que no supo de ella, muy lejos había quedado aquella jovencita vivaz pues ahora tenía delante de él a toda una mujer seria que usaba un vestido de muselina azul claro, llevando su cabello recogido y ostentaba fina joyería; sus guantes blancos se veían impecables y agitaba con lentitud delante de ella un fino abanico de tela y encaje. Radamanthys observó sus movimientos con el abanico tratando de descifrar lo que ella intentaba decirle sin palabras.

—¿Vino acompañado?

—Si, mi acompañante está dentro escuchando la música —indicó con calma mirándola con aprehensión dejando el whisky de lado—¿y usted?

—También he venido acompañada —la joven bajó la mirada pensando detenidamente qué decir y sin dejar de agitar el abanico despacio delante de su rostro hasta que, finalmente, no pudo contener el reclamo que yacía en su pecho—. ¿Dónde estuvo estos dos años? Le escribí intensamente dirigiendo mis cartas a Warwick Manor sin recibir respuesta.

—Miss Debenham yo... —no sabía qué decir mientras ella lo miraba con reproche esperando una respuesta— Yo recibí sus cartas y las leí palabra por palabra sin embargo, no pude responder debido a que me encontraba lejos —mintió ligeramente pues las últimas tres no pudo leerlas, no quiso siquiera recibirlas.

—Aun estando lejos bien pudo haberme dedicado una línea o dos, ¿no cree?

Minos salió un momento a despejarse durante el intermedio, reía por lo bajo ya que sabía cuando odiaba Radamanthys esos espectáculos y le divertía torturarlo aunque ya había tardado demasiado, seguramente estaría en el bar bebiendo como si no hubiera mañana y tendría que sacarlo de ahí cual viejo mueble. Camino sin prisas buscando a su colega entre la multitud que iba saliendo a refrescarse por un rato cuando se detuvo en seco.

Vio a este sentado en el bar acompañado por una joven a quien reconoció enseguida abriendo mucho los ojos, alarmado, porque Radamanthys estuviera hablando con ella, acelerando el paso ya que presentía que ese encuentro terminaría muy mal.

—Al fin te encontré Warwick, ¿donde te habías metido? —trato de parecer casual delante de este quien, de inmediato, le dio la espalda deseando desaparecer de ahí— ¡Miss Debenham, que sorpresa verla luego de tanto tiempo!

—Lo mismo digo Mr. Kielland —respondió formal y sonriente—, que agradable que nos esté visitando desde su lejana Noruega.

—Si, decidí pasarme por Londres unos días. Warwick y yo emprenderemos otro viaje de negocios dentro de poco —mintió esperando que ella no cuestionara nada.

—Ya veo. También noto que él no le mencionó las últimas novedades.

—¿Qué novedades?

Radamanthys levantó la mirada tratando de observar a la joven de frente sabiendo que estaba a punto de decir algo que le dolería hasta el fondo del alma.

—Ya no soy Miss Debenham pues contraje matrimonio hace un año, ahora soy Mrs Murray.

—Ya veo... —Minos supo que su colegia no habría recibido bien ese anuncio así que intentó fingir que todo estaba en orden y que estaba auténticamente feliz por la recién casada— Me alegro mucho por Usted, bueno nos alegramos por ambos ¿no es así Warwick?

—Por supuesto, esperamos que sea muy feliz en ese matrimonio —Radamanthys se puso de pie con expresión neutra estrechando la mano de la joven quien no sabía qué decir mirándolo con tristeza.

Minos deseaba tomarlo del brazo y huir cuanto antes, estaba por hacerlo cuando un hombre más bajo que ellos pero mucho mayor apareció por detrás de la joven tomándola de la cintura.

—¿Dónde te habías metido, querida? —sin embargo al ver a los dos hombres su expresión cambió totalmente a una de fingida sorpresa— ¡Vaya pero si son los Señores Warwick y Kielland, que grato verlos en la ópera esta noche! —les estrechó la mano mientras Minos pensaba en cómo salir de ahí cuanto antes pues Radamanthys se veía demasiado consternado como para pensar claramente.

—¡Es un gusto verlo luego de tanto tiempo Mr Murray y que sorpresa que haya desposado a la Señorita Rosalie!

—Si, nos casamos hace un año exactamente...

Conforme hablaba sobre la ceremonia Minos intercalaba la mirada entre Rosalie y Radamanthys quienes estaban visiblemente incómodos en esa situación, se veía que hacía un rato trataban de resolver algún asunto pendiente pero ahora debían poner buena cara con los indeseados recién llegados: Minos y Mr Murray.

—¿Por qué no van a nuestra casa a cenar mañana? —la joven miro con reproche a su marido pero este la dejo de lado ignorándola por completo—. Vivimos muy cerca de aquí y será una grata visita la de ambos, serán bien recibidos.

Minos observó a Radamanthys por un momento alejándose de la pareja.

—¿Cómo te encuentras para cenar con los Murray mañana? —susurró.

—Ni de broma pondré un pie en casa de Rosalie, si quieres ir tu adelante pero no cuentes conmigo —respondió molesto desviando la mirada.

—Nos encantaría asistir Mr Murray pero no es posible ya que, le decía a Mrs Murray, que partiremos a otro largo viaje de negocios y debemos descansar. Viajaremos en el ferry a Francia mañana muy temprano —mintió.

—Oh, es una pena escuchar eso pero en otra ocasión será.

—Exactamente.

Todos se estrecharon las manos efusivamente antes de despedirse, Radamanthys no había dicho nada hasta ese momento así que solo estrechó la mano de la pareja y camino directo a la salida ya que no deseaba seguir escuchando ópera, y Minos iba detrás de él pues estaba demasiado avergonzado por todo. En ese momento noto como Rosalie se quedaba donde estaba mirándolos, analizando al juez rubio quien apenas llegó a la escalera estaba por reclamar algo a su superior cuando sus ojos se encontraron con los de ella. Minos observó claramente como ambos intercambiaban miradas, como ambos deseaban ir uno al lado del otro pero estaban ahí inmóviles sin quitarse los ojos de encima.

El juez claramente noto como Rosalie miraba a Radamanthys con profunda tristeza manteniéndose indecisa entre seguir a su esposo o ir detrás de ambos, estando a punto de moverse fue que Mr Murray apareció para llevársela de ahí, no obstante ella seguía mirando a Warwick hasta que lo perdió de vista. El juez hizo lo propio yendo escaleras abajo ignorando todo a su lado. Aquella había sido la peor noche en muchos años, sino la peor noche de su vida.

—¡Oye espera! —Minos iba varios pasos detrás de él tratando de no chocar con la gente— ¡Te debo una disculpa!

—¿Disculpa? —respondió irónico deteniéndose en seco para mirar a Minos de frente.

—Se que odias la ópera y te traje para fastidiarte un poco pero, jamás, creeme que jamás hubiera imaginado que ella estaría aquí. De haberlo anticipado siquiera hubiéramos ido a cualquier otro sitio.

De verdad era honesto pues bien se conocía toda la historia entre el juez y Rosalie, lo que había apreciado esa noche en el pasillo del teatro fue genuino, una muestra de que la joven aun sentia algo por este y lo tenía a flor de piel luego de recalcar lo que estaba en alguna última carta que, evidentemente, Radamanthys no quiso leer, no después de haber tratado en vano de dejarla atrás.

—Lo sé... —respondió al fin, sus ojos estaban vidriosos sin poderlo evitar— Sé que no fue tu culpa. A ella jamás le interesó la música o las artes en general, sé que no asistió por voluntad propia. Fue Murray quien la trajo. No importa, vamos de regreso.

—Vamos de regreso.

.

Fue en una comida entre vecinos, cuatro años atrás, organizada por los Debenham en su casa de campo en Winchester, a la que Minos se coló con Radamanthys, pues este había sido invitado en repetidas ocasiones sin jamás asistir. En esa comida fue que los Debenham presentaron a su hija menor: Rosalie quien contaba con solo 18 años en aquel entonces. Y, estaba más que claro, que ambos padres deseaban buscar al mejor prospecto para la joven. Una chica de rostro lozano, mejillas sonrosadas, cabellos un poco ondulados, castaños y ojos verdes cuya sonrisa carecía de timidez.

—Esta es una de esas horribles fiestas "atrapa esposos", ¿como permití que me convencieras? —susurró Radamanthys molesto a Minos quien solo observaba todo a su alrededor francamente muy divertido.

—Tus vecinos siempre se acuerdan de invitarte así que, ¿por qué no asistir a alguno de estos eventos?

—¿Y sabes por qué me invitan, verdad? —remarcó enfadado.

—Claro que lo sé, esta gente quiere presentarte a la futura Señora Radamanthys —respondió con picardía mientras su colega lanzaba una mirada iracunda— Vamos, relájate. Solo sonríe y se educado, en cuanto se descuiden nos marchamos oportunamente y ya está.

—Mr Warwick, que sorpresa verlo aquí —la Señora Debenham apareció de repente mirándolo con gran interés—. Debemos ser la familia más importante de Winchester ya que Usted jamás se deja ver en reuniones sociales cómo está.

—Bueno, reconozco que soy muy selectivo con los eventos a los que me presento y hoy vino conmigo mi amigo Mr Kielland. Viajo desde Noruega para visitarme.

—¡Un noble de Noruega entre nuestros invitados! —Minos sonrío ampliamente al escuchar como aquella mujer se refería a él como "noble" sin siquiera serlo.

La Señora Debenham hablaba visiblemente complacida mientras Rosalie estaba a su lado silenciosa observando la penosa escena montada por su madre. Radamanthys, Warwick en el mundo mortal, la miró por un momento entendiendo claramente lo apenada que estaba ya que Minos, Kielland en el mundo mortal, solía avergonzarlo con mucha frecuencia así que simpatizaba con ese sentimiento.

—Veo que su amigo y mi madre han congeniado bien —ella no esperó a que le hablaran sino que tomo la palabra—. Le pido la disculpe por su imprudencia.

—No se preocupe, mi amigo no es mejor que su madre.

Ambos los observaban charlar amenamente, ahí Warwick noto que Rosalie era una chica muy alta, pues su cabeza le rebasaba ligeramente el hombro, y era entretenido observar como su madre empezaba a exasperarla pues en su rostro se observaba un semblante de impaciencia.

—Madre, creo que estos Señores están ocupados.

—Es cierto, los dejaremos por un momento, esperamos que se diviertan y se queden hasta la hora del té.

—Por supuesto —respondió Minos galante—, nos quedaremos sin duda.

—Creo que acaban de presentarte a la futura Señora Minos —Warwick lo miró con ironía apenas las dos mujeres se retiraban para importunar a otros jóvenes.

—Esa chiquilla es lo que definiría como: "genis gratus, corpore glabellus et fortuna upulentus"*. Si yo fuera mortal claro que sería muy conveniente, y por supuesto que la desposaría, pero con una madre así... asustara a todos los pretendientes. Vamos, anímate, es una niña linda.

—Que tonterías dices...

—Obviamente es broma. Comamos algo y marchemos de aquí.

Regresaron al inframundo luego de la trágica noche en la ópera, ninguno dijo palabra en el camino y apenas si se miraron.

—Estaré en mi templo, te veré después. No tengo cabeza para reanudar el trabajo por esta noche —indicó Radamanthys en voz baja y sin cruzar miradas con él.

—Está bien... ve a descansar.

Que más podría decirle luego de haberlo arrastrado a esa penosa velada, Minos se quedó un momento más en el gran salón de trabajo. Se sacó la chaqueta dejándola sobre el alto respaldo de una silla cercana. Y pensar que la historia con Rosalie empezó como broma y esa broma iba tomando tintes serios conforme pasaron las semanas y los meses. Una tarde, por aquellas fechas, Minos subió a Warwick Manor en búsqueda de su colega para divertirse un rato encontrándose con que no estaba en casa.

—El amo Warwick debe haber salido un momento, siempre está en la biblioteca bebiendo y seguro salió por algo de aire fresco.

—Lo sé, esperaré algunos minutos —indicó Minos señalando el pequeño salón al lado de la entrada.

El mayordomo le ofreció algo de beber mientras esperaba, ¿dónde se habría metido el temperamental juez? Este apareció de repente por otro lado, entró por la parte posterior de la casa sin duda.

—¿Dónde estabas? —pregunto sonriente pues notaba a su colega de buen humor.

—Salí a caminar un momento y encontré a Rosalie Debenham por el sendero que va detrás de la casa.

—¿Qué hacía ella ahí? No imaginaba que ya sueles entablar charlas con aquella niña —preguntó con voz melosa y una sonrisa picara.

—Anoche había buen clima, extrañamente, así que salí a fumar un rato y estirar las piernas pues casi no salgo de día. El asunto es que el sendero que va por detrás de la casa es bastante largo.

—¿De verdad? —lo miro con intriga pues no eran normales esas apreciaciones en él.

—Si, cruza por varias casas —tomo asiento delante de él sin dejar de hablar—, yo creo serían cerca de las once o medianoche quizás, y ella estaba en el pequeño kiosko de su propiedad mirando las estrellas con un telescopio.

—¿Telescopio?

—Si, me pidió que no la delatara con sus padres y me dijo varias cosas respecto a esa afición que tiene.

—Oh vaya asi que simpatizaste con la doncella casadera, muy bien —lanzo un suspiro antes de continuar—. Recuerda nuestras reglas, no están permitidos este tipo de encuentros en estas visitas al mundo mortal.

—Yo no simpatice con ella, solo la encontré mirando a través del aparatejo ese y me hablo un poco de su vida. Eso fue todo. Hoy la encontré por el camino pues es domingo y la gente de por aqui asiste a la iglesia.

—No te preguntaré porque estabas fuera de casa si tu no asistes a la iglesia —respondió riendo un poco.

—Bueno, si quieres saberlo...

—¡Bah! No importa, mejor consigue una ida a cenar a casa de los Debenham, comer gratis de vez en vez no hace mal a nadie.

—Típico de ti buscar la conveniencia. Ya tengo una invitación y nos esperan hoy mismo por la noche.

—¡Perfecto!

La noche que Radamanthys se encontró con Rosalie Debenham fue coincidencia pues una joven de su edad debería estar en cama descansando, pero no Rosalie, quien prefería pasar ciertas noches a la semana mirando las estrellas con su telescopio. El haberse encontrado con Mr Warwick fue toda una sorpresa y temio que este la delatara.

—Le pido que no mencione nada, por favor. A mis padres no les gusta que salga por las noches con el telescopio.

—Bueno... no se pueden ver las estrellas de día así que no veo lo extraño —respondio recargandose en el enrejado sin dejar de fumar.

—Mi madre detesta que tenga aficiones así, le molesta todo lo que tenga que ver con las estrellas o las ciencias en general —comenzó a decir dejando el telescopio por un momento.

—¿De verdad?

—Si. Todas las institutrices que trajo para mi y mis hermanos eran muy parecidas: todas querían enseñarme latín o francés, dibujo o pintura, piano o violín —había algo en su tono de reproche con el que hablaba que el juez encontraba algo divertido—. Ninguna enseñaba algo realmente importante. Las cosas interesantes siempre han estado en la casa del abuelo en la ciudad de E... que tiene una biblioteca enorme llena de libros sobre ciencias, matemáticas, física y astronomía. Él me regaló el telescopio cuando estuve en cuarentena por viruela.

No sabía qué decir así que espero a que ella continuara.

—Lo siento... ya es tarde y mejor me voy a la cama o mi madre aparecerá para reprenderme.

—Me parece una idea razonable.

—Buenas noches Mr Warwick —ella se despidió cortesmente dejando el telescopio en su sitio para entrar por la puerta posterior.

La encontró al día siguiente por el camino ya que tuvo que ir al correo personalmente a dejar una carta para un pariente que vivía hasta P..., su mayordomo estaba bastante atareado con algo y como no quería esperar la fue a dejar personalmente. Rosalie iba por el sendero, no era normal o común ver a una chica sola por ahí pero, algo le decía, que ella no era nada ordinaria.

—Miss Debenham —la llamo por detrás haciendo que ella lo mirara de reojo sonriendo—, ¿por qué camina sola por aqui?

—Si Usted tuviera una madre como la mia creame que querría pasar horas y horas a solas aunque sea andando por un sendero como este.

—Veo que no se lleva bien con ella, ¿me equivoco?

—No, está empeñada en buscarme un marido. Le he pedido que espere un par de años al menos pero no, solo me echa en cara que digo tonterías y nunca escucha —respondió algo enfadada—. Lo siento, todo el tiempo hablo de mis cosas.

—No hay que disculpar —la miro un momento notando un semblante triste en la jovencita—, ¿está todo bien?

—No, mi hermano se marchara a la Universidad en unos días.

—¿La universidad? —Warwick sacó su cigarrera y procedió a fumar mientras caminaban y hablaban.

—Si.

—¿Y usted no quiere que se vaya?

—Más bien yo quisiera... —se quedo callada por un momento deteniéndose sin saber como expresar lo que sentía— Olvídelo, pensara que estoy loca.

—De ninguna manera, Usted habla con mucha coherencia y razon.

—He discutido con mis padres muchas veces y sé que tienen razón pero ojalá hubiera algún modo en el que yo pudiera asistir a la universidad —dijo con gran pesar.

—¿Usted quisiera asistir? —abrio mucho los ojos pues no se esperaba una respuesta así de una Señorita de sociedad como ella— ¿y qué estudiaría si pudiera matricularse?

—¡Lo que fuera! Matemáticas, física, historia, leyes o lo que sea. Me pondría ropa de hombre de ser necesario. He pasado las últimas semanas resolviendo los ejercicios de un libro de aritmética sin que nadie lo sepa, mi madre piensa que estoy estudiando poesía. Soy mucho mejor que mi hermano en varias disciplinas. No entiendo por qué no puedo asistir...

Llegaron a Blooms Hall, hogar de los Debenham, al cabo de pocos minutos mientras Rosalie se acercaba al enrejado que da a la puerta trasera de su casa.

—Gracias por escucharme Mr Warwick, le prometo que la siguiente vez que lo encuentre por el camino, lo dejaré hablar.

—No hace falta que...

—¡Rosalie! —la furiosa Señora Debenham salió personalmente de su casa mirando a su hija con ojos iracundos— ¡¿Dónde estabas?!, ¡oh veo que te acompaña Mr Warwick! Es un placer verlo esta mañana.

—El placer es mío —respondió lo mejor que pudo a punto de huir ante la bochornosa escena.

—Muchas gracias por traer a mi hija a casa, la pobrecita no aprende que no debe andar sola por ahí —Rosalie solo se limito a lanzar una mirada furiosa sin decir nada—. Por favor déjeme agradecerle invitándolo a cenar, a Usted y a su amigo, acepte la invitación por favor.

—Si... lo tendré en mente. ¿Sería esta noche?

—Claro que sí, esta noche.

—De acuerdo, muchas gracias. Las veré más tarde.

Rosalie solo se quedó ahí tratando de no molestarse mientras su madre le decía a la oreja dos que tres cosas que la enfadaban.

—Hay que pedirle que venga a la casa con frecuencia para encontrarse contigo. Es un buen prospecto, sino él su amigo el noble de Noruega.

—Madre... —intervino exasperada.

—Ve adentro, haz algo bien e intenta lucir encantadora esta noche, dejame hablar a mi cuando lleguen porque no eres capaz de tener una conversación normal y solo hablas disparates.

—Eso no es...

—¡Basta Rosalie, vamos adentro!

Warwick escuchó una parte de esa conversación mientras caminaba, ahora sabia bien porque esa chiquilla prefería caminar a solas por el sendero detrás de las residencias, bien Minos lo dijo, la señora Debenham era repelente de pretendientes.

.

Los dos jueces llegaron a Blooms Hall casi al caer la noche. Radamanthys carecía de entusiasmo mientras Minos se veía más jovial pues era quien hablaba y estrechaba las manos a los pocos habitantes de la casa que los recibían con fingido entusiasmo, en especial la Señora Debenham quien exageraba en cada frase o gesto que decía o hacía.

—¡Nos alegra tanto que hayan venido esta noche! —expresó con tanto entusiasmo que más bien parecía ella la que buscaba marido nuevo.

La familia estaba conformada por Mr Debenham y su esposa, además de sus tres hijos: Margaret, quien ya estaba casada y viviendo en otro sitio, su hijo Charles y Rosalie la más joven. Ms Debenham decía y hacía lo posible para impresionar a sus dos invitados, Minos estaba francamente encantado con todo el espectáculo mientras Radamanthys observaba con pena aquel lamentable cuadro: Mr Debenham apenas si decía palabra alguna pues su esposa lo interrumpía todo el tiempo, Charles solo hablaba sobre su ingreso a la universidad y próximo traslado hasta Bristol que sería en cosa ya de pocos días; y al final de todo estaba Rosalie callada y totalmente avergonzada, de vez en vez intercambiaba alguna mirada con el juez seguido de una leve sonrisa.

—Creo que esta noche no es lo que Usted esperaba, ¿no es así? —la encontró en otro salón apenas iluminado por un par de candelabros de dos brazos durante la hora del café.

—Es muy bochornoso todo esto. Mi madre solo habla y habla sin parar, siempre es así. Papá apenas si dice alguna palabra.

—Mi amigo es igual —confesó tomando asiento en la butaca más cercana—, si Usted observa, yo tampoco he dicho palabra alguna, él acapara todas las charlas.

—¿No le molesta eso?

—La verdad no, no soy bueno para conversar así que lo dejo hablar y hablar sin parar.

—Usted tiene tanta suerte Mr Warwick, no está casado, no tiene padres vergonzosos como los mios; es libre. Puede hacer lo que quiera sin ser juzgado por nadie —tomo asiento con actitud desesperanzada—. Ojalá yo pudiera ser como Usted.

—¿Qué?

Warwick quería contradecirla pues todo lo que decía era falso, él no era libre. Libertad era lo que menos tenía, pero cómo podría saberlo alguien como Rosalie, alguien que solo deseaba volar y meterse en lo suyo sin molestar a nadie, así como él. Solo se limitó a sonreír levemente sin decir nada más.

—Por la mañana usted mencionó varias ciencias que le interesan —comenzó a decir tratando de distraer su tristeza—, ¿cuál de todas esas es la que más le gusta?

—La astronomía —respondió sonriente—, tengo gran afición a los trabajos de Galileo. Cuando miro las estrellas por las noches intento buscar las mismas que encontró él —sonrio levemente como si aquello la avergonzara—. A veces pienso que podré ver alguna de las estrellas galileanas**. Incluso he pensado en estudiar italiano solo para poder leer sus obras en el idioma original. Cuando miro al cielo por las noches me he preguntado si alguna vez será posible llegar hasta las estrellas —dijo sin pensar.

—¿Qué piensa de eso?

—No sé... es muy fantasioso.

—Pues —comenzo a decir el juez mirandola—, hace mucho tiempo se creía que cruzar el país en algo que se moviera más rápido que un caballo era absurdo y, hoy, tenemos el tren. Imagino que cientos de años atrás la gente pensaba que surcar los mares sin caer al vacío era impensable y, hoy sabemos que la tierra es redonda. Supongo que, en muchos años, podría ser posible llegar hasta las estrellas y ver que hay más allá. Per aspera ad astra —Ella sonrío al escuchar esa frase.

—A las estrellas a través de la adversidad —añadió sonriente—, es raro encontrar a un libre pensador que crea que cosas así son posibles sin juzgarlas de ridículas.

—Me parece que todos los grandes inventores y viajeros de la historia fueron tomados por ridículos en su momento.

—¿Le gustan las ciencias Mr Warwick?

—No tengo preferencias, pero ciertamente no soy aficionado a ciertas cosas como la música.

—Le diré algo: a mi no me agrada la ópera, nunca entiendo que dicen o de que van esas historias y soy muy mala para la teoría musical —comenzó a decir en voz baja.

—A mi me disgustan las voces, cantan demasiado alto y he terminado casi sordo —le expresó confidencialmente muy serio.

—¿En serio?

—Si.

Ambos reían y lo estaban pasando realmente bien ahora que podían estar a solas por un momento sin las molestas voces de nadie más.

—¡Rosalie que...! —la cálida atmósfera fue interrumpida por la molesta Ms Debenham quien entró de improviso haciendo que ambos dieran un respingo— ¡aquí está Mr Warwick, venga a tomar café con nosotros! —lo jalo fuera del salón sin siquiera prestar atención a Rosalie dejando a la chica enojada pues ella estaba hablando con él.

El que lo paso mejor esa noche fue Minos quien reía y reía a lo que se decía en la mesa, Radamanthys no podia juzgar que era peor: la exagerada actuación de su colega o las falsas adulaciones de los Debenham. A lo lejos, muy cerca de la entrada principal, noto que Rosalie iba escaleras arriba evitando unirse al desagradable circo.

.

Continuará...

.

Notas:

*"The secret history", Donna Tarrt, 1994

**Las estrellas Galileanas son: Calixto, Europa, Ganimedes e Io. Los cuatro satélites de Júpiter descubiertos por Galileo Galilei.

Gracias por leer este relato que escribí en 2021 pero no me había animado a publicar en ninguna plataforma. Este otro enfoque de los personajes sobre los que ya he escrito así como la introducción oficial de Minos a la línea de tiempo que he venido manejando.

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