LÉA COLIN

—¿Pero que carajo, Denise? —interrogó aún sin despegar la mirada de ella.

Denise se pasea alrededor de la rubia y le quita la capucha dejando que me vea, no había visto a Liliana desde hace un año, la última vez que la vi fue cuando descubrí que estaba en todo ese lío.

—Vez rubia te dije que ella estaría contenta de verte —dice Denise acariciando su mejilla, le quita la pañoleta que cubre su boca. —Habla maldita rata —ella niega viendo hacia el suelo, Denise le da una cachetada y hace que me mire. —Ten los putos ovarios para hablarle a la reina de la mafia, así como tuviste los ovarios suficientes para entregarla a ese hijo de puta —la suelta bruscamente haciendo que su cabello caiga frente a su rostro.

—Léa perdóname por favor —susurra sollozando.

Cruzo mis brazos y ella eleva su vista cuando no recibe respuesta. —Diviértete con ella Denise, sé que las rubias son tu tipo y asegúrate que aprenda la lección en no meterse con una mujer poderosa como yo —digo.

Denise me sonríe mientras salgo de ese lugar, escuchó como Liliana pide piedad y me limito a salir corriendo sin que me vea, lágrimas corren por mi mejilla, su traición duele.

Choco con alguien y veo que es Carlos. —Oye morena ¿qué te pasa? —dice cuando me examina.

Niego secando mis lágrimas. —Nada Carlos, no te daré el gusto que te burles de mi, no hoy, no ahora —digo pasando a un lado de él.

Pero me sujeta del brazo. —Léa no me voy a burlarme de ti —susurra muy cerca de mi rostro.

Mi barbilla tiembla y mis lágrimas caen otra vez, Carlos me apega a su pecho y lloro como una niña. —No lo superó Carlos, me hace falta mi bebé, lo sentí una maldita vez, lo sentí pocas veces, lo cargue una vez —lloro. —Dmitri no está, me hace falta, lo extraño, los chicos no pueden disimular que deben de estar al pendiente de mi porque en cualquier momento puedo hacer alguna locura, —mi respiración se acelera. —lo hubiera matado, Carlos y solo le disparé en la maldita pierna, lo odio, lo odio, maldito sea el día en que entro a mi vida —trato de calmarme. —y Denise, quien trajo a Liliana y esa perra me las debe la Mataré, la odio, por ella todo se ha ido a la mierda solo quiero estar tranquila —sosoño.

Carlos no dice nada, se limita a acariciar mi cabello levemente, mi respiración se calma y la presión que sentía ha desaparecido.

—¿Mejor? —interroga.

Asiento y él me entrega su pañuelo para limpiarme. —Gracias —susurro.

Él solo sonríe. —Sé que empezamos mal y se que puedo ser un reverendo idiota contigo pero quiero empezar de cero, Léa, permíteme entrar otra vez —súplica.

—Carlos yo…

—Léa por fin te… —la voz de Calvin se queda a medias cuando nos ve y frunce el ceño. —¿Qué le haz hecho idiota? —llega hacia mi apartándome de su hermano y examinandome.

—No hizo nada, amore tranquilo —susurro abrazándolo y escondiendo mi rostro en medio de su cuello.

Escucho como suspira.

—Hablamos después Léa —dice antes de irse.

—¿Qué pasa amor? —interroga.

—Solo quiero tenerlo de vuelta —susurro.

Él asiente. —Vamos, tu padre tiene un plan y nos está esperando —dice.

Caminamos por los pasillos en silencio, las manos de Calvin se sitúan en mi cintura acercándome a él.

—Sabes que podemos tener a otro chiquillo cuando quieras, amore, solo pídelo —aquello solo hace que mi corazón se contraiga.

Me alejo de él deteniendo el paso, lo miró sintiendo mis ojos pesados y ardiendo.

—No vuelvas a decirme eso en un buen tiempo Calvin, Dean me sigue doliendo y no estoy lista para sufrir lo mismo, —trato de contener mis lágrimas. —no cuando Dmitri esta en la cárcel y tenemos al idiota del señor D en la mira, —Calvin baja el rostro, me acerco a él y acaricio sus mejillas las cuales están mojadas. —Perdóname —susurro llorando. —Solo no quiero perder a nadie más —él me abraza tan fuerte que se que debo sentirme segura.

—Vamos —se limita a decir.

Al llegar mi padre está con un mapa en sus manos, levanta su mirada y sonríe. —Hija ven —ordena.

Voy a su lado. —¿Qué pasa, papá? —interrogó

—Verás, la mercadería de Dmitri se ha quedado situada en Rusia, todos los carteles, capos y mafiosos están desesperados, Dmitri controlaba a todos con un chasquido y como ahora está en la cárcel y no cualquiera si no con la DEA y pues… —alarga la palabra.

—Están viendo quién será el próximo rey —finalizo.

Mi padre asiente. —Lastimosamente a mi nadie me conoce, excepto mi gente de Italia y podría ayudar a pasar la mercadería con más agilidad, pero Dmitri controlaba las distribuidoras de todos los países y entregaba a todos —suspira. —Damien está muy destrozado para pararse ahí, a David y Dereck no les hacen caso, no digamos que alguno de tus dos maridos vaya tampoco les harán caso, no es lo mismo —dice.

Sonrío. —Bien —asiento. —¡Osher! —llamo. Este está de inmediato a mi lado. —Cambio de planes, nos vamos a Rusia.

…

—Vamos, meine Liebe el Jet nos espera —informa Devin entrando a nuestra recamara.

—En seguida debo de buscar los papeles de Dmitri —digo buscando en su repisa.

—Aquí están morena, el gorila así como lo vez ya nos tenía preparados a Calvin y a mi para esto no te preocupes, cariño —dice mostrándome una valija con papeles.

Asiento y Devin sujeta mi maleta. —Cariño, pase lo que pase, no te despegues de nosotros —dice.

—No te preocupes ahora tú, amor —sonrío. —Llevamos demasiada gente, los llevo a ustedes, a los chicos y a Osher —acaricio su rostro. —Nada malo va a pasar —digo dándole unos golpecitos en el pecho.

Camino a mi joyero y busco el collar con la foto de nosotros, veo mi mano y el anillo que prometí nunca quitármelo, yace en mi dedo anular.

—Pronto estaremos juntos otra vez, amor —susurro.

—Es hora Léa —dice Devin.

Asiento y salgo, Devin sujeta mi mano, Calvin aparece, de igual forma sujeta mi mano libre.

Sonrío ante su protección, mis chicos no son idiotas y saben que debemos sacar a Dmitri, todo va de mejor en mejor.

Vaya, vaya, estamos rompiendo muchas reglas y eso me encanta.

Vaya vaya la morena se puso los pantalones y va por la mafia!!!

Se que me tarde pero aquí esta otro capitulo.

Espero lo disfruten
Besos, Pam