Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1

Todo comenzó en Georgia. Vivía con mi familia en Waycross, entre Heritage Center y Winona Park. Nos mudamos a Estados Unidos desde Corea del Sur hace diez años. Nuestra casa era enorme, absurdamente enorme. Constaba de dos plantas y dos bellos jardines, uno al frente y uno atrás, tenía un estilo muy rústico y campirano; fue idea de mi madre, ya que le encantaba el efecto visual que daba. 

Mi familia, de apellido Min, no era muy numerosa. Éramos solo mi madre, mi padre, mis dos hermanas menores y yo.

Mi madre, Somin, era una dedicada ama de casa que siempre estaba al pendiente de su familia. Mi padre, Dongyoon, trabajaba como profesor de idiomas en Waycross Middle School y ganaba un salario que para mí era miserable, aunque él decía que estaba conforme. Mi hermana menor, Jahyun, tenía diez años y estudiaba en Wacona Elementary School. Mi otra hermana menor, Jennie, contaba ya con quince años y estudiaba en Ware Country Middle School.

Por último, estaba yo, el hijo mayor. Yoongi, de veinticinco años.

Solía asistir a Ware Country High School pero abandoné mis estudios tras la graduación que, por cierto, fue la celebración más absurda de la vida. ¿De qué servía celebrar a los graduados? Era sólo una forma en la que los profesores y directivos festejaban que no tenían que seguir soportando a esos estudiantes que tantos problemas les habían causado durante largos años.

Tras mi graduación fui aceptado en la Universidad de Georgia, pero yo rechacé esa oportunidad ya que mi única ambición en la vida era asistir a Juilliard. Eso se debe a que desde niño me interesó el arte. El teatro y la música. Especialmente la música. Pero mis estúpidos padres no me permitieron siquiera buscar una forma de ser aceptado en Juilliard pues no querían que me fuera solo a Nueva York.

Sin la oportunidad de cumplir con esa ambición de asistir a la mejor escuela de artes del país, tomé una decisión: renuncié terminantemente a la Universidad de Georgia y me rehusé a siquiera buscar otra universidad, aunque tuvieran un buen programa sobre artes.

Cuando mi padre se dio cuenta de que ni siquiera me interesaba darme a la tarea de conseguir un empleo, intentó llegar a un acuerdo conmigo. Desde los once años toco el violín, así que me consiguió trabajo en Waycross Middle School como profesor de música. Aunque ambos sabíamos que eso era únicamente una forma de mantenerme vigilado para que no escapara a Nueva York.

Si tengo que ser sincero, debo decir que odiaba mi trabajo con toda el alma. Mis estudiantes eran chiquillos inútiles que se inscribían a mi clase para pasar el rato, conseguir créditos extra sin tener que hacer más que asistir un par de horas a la semana, beber y fumar sin un profesor estricto que los llevara a la oficina del director. A mí no me importaba que lo hicieran, me hacía de la vista gorda y sólo tocaba el violín hasta que era hora de que mi padre me llevara a casa.

El camino en auto desde la escuela hasta la casa era una tortura.

Papá se quejaba constantemente de un alumno suyo, Ethan Johnson, que era el típico sujeto bravucón que fastidiaba a los marginados. Cada vez que lo escuchaba quejarse de ese tema, pensaba que a mi padre lo había fastidiado un sujeto como Ethan Johnson en sus tiempos de escuela.

Luego de un largo viaje de media hora, llegábamos a casa.

Mi padre aparcaba y nos recibía Jahyun, que gritaba y corría a abrazarlo para mostrarle cualquiera de sus tareas del colegio con la nota más alta de la clase, para decirle que había ayudado a hacer la cena, o simplemente para entregarle un dibujo hecho única y exclusivamente para él en la clase de arte donde a ella y a sus compañeros los hacían pintar con los dedos. Mi padre la tomaba en brazos, besaba sus mejillas, y le regalaba cinco dólares o un caramelo de limón, lo primero que pudiera encontrar en su bolsillo. Entrábamos a la casa y aparecía Jennie, siempre vestida con su uniforme de animadora exhibicionista, besaba las mejillas de mi padre y luego lo convencía de darle cincuenta dólares para comprar cualquier prenda de vestir para prostitutas que pudiera llamar la atención de Erick Miller, el imbécil mariscal de campo de Ware Country High School con el que mi hermana había estado enrollándose durante los últimos meses.

Pasaban dos minutos antes de que mi madre me obligara a preparar la mesa para la cena.

Nos sentábamos, bendecíamos los alimentos y comíamos.

En ese momento teníamos que soportar a Jennie cuando comenzaba a decir que Erick Miller era el novio más romántico y principesco del mundo. Y cuando Jennie estaba callada, cosa que ocurría en tan contadas ocasiones que cuando pasaba podías pedir un deseo, Jahyun nos hablaba sobre cómo había logrado la nota más alta en algún examen. Mi madre contaba también todo sobre su día haciendo jardinería. Luego, mi padre volvía a quejarse de Ethan Johnson.

Y yo...

Yo nunca tenía nada que contar.

Al terminar la cena Jennie y yo debíamos lavar los platos sucios. Estando ahí, debía soportarla cuando me hablaba aún más sobre Erick Miller. Ella solía decir que Erick era su príncipe salido de un cuento de hadas, pero la realidad era distinta. Yo sabía que la única razón por la que estaban juntos era porque Jennie dejaba que Erick le tocara los pechos cuando estaban solos en la habitación de ella, y por eso Jennie se vestía como una barata prostituta, para intentar llamar la atención de Erick y mostrarle que había más piel que tocar además de ese par de pechos de quinceañera.

Jennie nunca cerraba la boca.

Esa maldita rutina se repetía día con día, excepto los sábados y los domingos. Esos días sólo me dedicaba a tocar el violín.

Dejé de asistir a la iglesia hace cinco años. Nunca fui muy creyente ni me consideraba católico, pero mi familia sí. Vaya que sí. Mi madre se enfurecía conmigo cada domingo por la mañana cuando yo no quería levantarme para acompañarlos a esas celebraciones eucarísticas del demonio.

Yo odiaba a mi familia. A todos ellos. Y no me cuesta decirlo. Pero si tuviera que elegir a quién de todos ellos detestaba más, tendría que decir que era a Jennie.

Jennie era la favorita de mis padres y ellos no escatimaban en recursos para hacérmelo saber y recalcarlo a cada segundo.

Cuando yo tenía quince años nunca me dejaron salir con ninguna chica. Y si debo ser honesto, jamás quise enrollarme con ninguna. Pero a Jennie nunca le prohibían verse con Erick Miller, sin preocuparles siquiera si esa pequeña prostituta estaba usando métodos anticonceptivos o no.

Erick y Jennie ni siquiera podían considerarse como una pareja formal pues sólo seguían su rutina. Se besuqueaban y él le tocaba los pechos a mi hermana, luego discutían cuando Jennie se rehusaba a devolver el favor, Erick se subía la bragueta de los pantalones y se retiraba. Pero siempre volvía al día siguiente y repetían lo suyo. Mis padres no lo sabían y yo nunca se los dije, ¿qué caso tendría si ellos me habrían dicho que sólo estaba alucinando pues Jennie era incapaz de hacer semejante atrocidad?

Mi historia gris dio un tremendo giro cuando ellos llegaron a mi vida.

En una ocasión, mientras daba un paseo para alejarme de las constantes críticas de mi madre sobre mi evidente desinterés por ayudarle con la jardinería, me topé con un llamativo chico en Winona Park: Jeon Jungkook.

Él también era surcoreano y trabajaba de camarero en Pond View Fine Dining & Inn. ¿Que si su miserable empleo fue lo que me interesó? De eso, nada. Lo que llamó mi atención en Jungkook fue que, además de dedicarse a tomar las órdenes de los clientes, era cantante.

Realmente tenía una voz impresionante.

Cuando me mostró su habilidad con la flauta y yo hice lo mismo con mi violín, Jungkook y yo nos hicimos amigos de inmediato. Comencé a visitarlo en su trabajo todos los sábados. Y fue entonces que conocí a Amy Jannet Harvey.

Harvey, como ella prefería que la llamaran, era una atractiva chica y la mejor amiga de Jungkook. Se consideraban casi hermanos pues eran amigos desde niños. Ella también era música, como Jungkook, tocaba la guitarra y componía canciones que interpretaba con su propia voz. De nuevo recurrí a mi talento con el violín. Le mostré lo que yo sabía hacer como si estuviéramos jugando a te muestro lo mío si me muestras lo tuyo. Le fascinaron tres de mis composiciones y comenzamos a salir.

Jungkook y Harvey me presentaron a otras dos personas. Dos chicos surcoreanos más que completaban el círculo del que yo ya me había vuelto parte. Se trataba de Park Jimin y Kim Taehyung. Jimin tocaba el cello como un profesional aunque decía que era mero pasatiempo y Taehyung tocaba el saxofón.

Salía con mis nuevos amigos cada fin de semana, incluso cuando mis padres lo prohibían. Siempre me pareció estúpida esa actitud. Mis padres se quejaban de que pasaba mucho tiempo en casa, pero cuando comencé a salir más frecuentemente eso también les disgustó. Cosas de padres, supongo.

Harvey me visitaba cada noche. Como era de esperarse, mis padres no la aprobaron. Ellos decían que ella era una inadaptada por dedicarse a la música. Yo los escuchaba en silencio, aunque en el fondo siempre estuve convencido de que creían lo mismo de mí.

En una ocasión, durante la cena, Jennie intentó ser graciosa y dijo que quizá lo que yo necesitaba era que Harvey me hiciera el amor, me reí a carcajadas y le respondí que Erick Miller sólo quería salir con ella para tomar su virginidad. Jennie se levantó de su asiento, me abofeteó, y no volvió a hablarme por un tiempo. Y sucedió que, un par de días después, vi a Erick en la parada del autobús hablando con sus amigos sobre su nueva conquista. Estaba engañando a mi hermana con una animadora pre-universitaria que le hacía sexo oral en su auto. Sonreí con malicia, pues creí que Jennie merecía que él le rompiera el corazón.

Una tarde decidimos hacer un día de campo en Winona Park. Iba nuestro grupo completo: Jungkook, Harvey, Jimin, Taehyung y yo.

Estar sentados en una manta atiborrándonos de comida chatarra resultó ser de lo más aburrido, así que optamos por ir al sótano de Harvey. Compramos cervezas y cigarrillos, cosa que ya era común entre ellos desde mucho antes de que me admitieran en su círculo. Estando ahí, Jimin fue quien dio un tema de conversación. Nos explicó que su hermana mayor, Hwayeon, le había dicho que en su universidad harían audiciones para encontrar nuevos talentos para The Grand Opera House. Nos propuso, muy emocionado, que fuéramos. Supuse que aquello era por Taehyung ya que tenía una voz increíble.

Para llegar a las tan mencionadas audiciones había que viajar a Nueva York.

Acepté acompañarlos sin oponerme en ningún momento, pues en Nueva York estaba Juilliard.

Aquella noche, luego de que los demás se retiraran y Jungkook tuviera que llevar en brazos a Jimin pues la cantidad de alcohol que llevaba en la sangre era tan exagerada que ni siquiera podía ponerse en pie, Harvey y yo nos quedamos solos en su sótano. Bebimos hasta embriagarnos y tuvimos sexo. No sentí placer al tener por primera vez mi miembro en una mujer. Y por culpa de la maldita resaca, no tenía muchos recuerdos de esa experiencia.

Pero a pesar de ello, la rutina se repitió cada fin de semana. Beber y tener sexo.

Jamás, en ningún momento, logré sentir nada placentero.

Creo que se debe a que ni siquiera Harvey me importaba.

Cuando le comenté a mis padres todo sobre la audición, fue como anunciar que había dejado embarazada a una chica y que no me haría cargo de mi futuro hijo quien además había sido concebido en un sucio cubículo del baño de hombres de algún bar de mala muerte. Mi madre lloró y se lamentó por tener un hijo fracasado; mi padre, que siempre era bastante violento cuando se le provocaba, me abofeteó por haber tenido la fugaz idea de irme de casa; Jennie canturreó que sólo quería irme para que Harvey me practicara sexo oral en el auto mientras duraba el viaje; Jahyun entonces preguntó qué era el sexo oral. Yo le respondí que Jennie sabría explicarle con lujo de detalles.

Eso detonó una pelea.

Cuando llegó el día, una semana después, sólo salí de la casa cargando mi violín y mi equipaje. Nadie me despidió y yo tampoco hice el esfuerzo por decir adiós.

Caminé hasta la casa de Harvey y fue ahí cuando supe que viajaríamos con sus padres hasta el Aeropuerto Internacional de Atlanta en una vieja camioneta de color negro. Sus padres iban al frente; Jimin, Jungkook y Taehyung estaban en el medio; Harvey y yo íbamos en el asiento trasero.

Nos pusimos en marcha.

Estaba muy emocionado y sólo podía pensar que, si con ese viaje lograba mejorar al menos un poco mi vida, todo sería mejor. Obtendría el éxito que tanto deseaba como violinista profesional. Llenaría de orgullo a mis padres y Jennie dejaría de ser la hija favorita.

Pero algo ocurrió.

Cuando íbamos en la carretera escuché gritar a los padres de Harvey, a Jungkook y al resto. Sus gritos se mezclaron con el chirrido de los neumáticos, el sonido de los cristales rompiéndose...

Y sentí el impacto.

Mi cuerpo se dobló hacia atrás, y entonces, todo se apagó.











Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro