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▫️ Capítulo 52 - Vals Dormido -▫️

El ángel me lleva al centro del salón. La orquesta empieza a tocar y nosotros bailamos suave, con nuestros pechos tocándose. Su forma de bailar es intacta y no me toma tiempo adaptarme a ella.

La mano de Phaouls se mantiene firme a mi espalda al danzar. Ni la hermosa música clásica me puede despegar de esos ojos oscuros y sonrisa amigable. A unos segundos de terminarse el baile, mis ojos captan otros en la distancia. Dylan está aquí.

Ambos nos quedamos viendo. Él me sonríe y viene hacia aquí.

—¿No quieres bailar otra? —le propongo a Phaouls—tenemos toda la noche para... nosotros.

—¿Mm? —no me estaba prestando atención—perdón, ¿qué dijiste, amor mío?

—¿Quieres bailar otra? ¿otro vals?

—Ah, eso, ahora no. No me gustaría dejarte exhausta, quisiera que hiciéramos otras actividades, me podrías mostrar la casa, por ejemplo.

—Oh, gracias, por interesarte por mí, es una pena, creo que será en otro momento cuando bailemos hasta que nos duelan los pies.

—Sí, otro momento mejor. —me deja ver una sonrisa y yo le sonrío de vuelva, pienso que podríamos ser buenos amigos si así lo queremos.

—Disculpen, —una voz familiar. Volteo mi cuerpo a su dirección—¿me permite bailar con la reina?

—Sí, no hay problema. Con permiso.

Dylan me extiende la mano acompañado de una cálida sonrisa.

Él me lleva hacia el centro junto con otras parejas. La orquesta toca: Eugen Doga -Grammofon waltz.

Nuestras manos, una frente a la otra, hacen movimientos de olas de mar, sin tocarse. Damos cinco pasos en círculos, y luego con las otras manos hacemos lo mismo, movimientos de olas y cinco pasos en círculos del lado opuesto. Ya cuando el ritmo cambia, y los violines hacen aún más presencia, posiciono mi cuerpo al frente del suyo, él agarra mi mano alzada y entrega un dulce beso en el dorso de mi mano. Nos balanceamos juntos. Dylan me da una vuelta y pega nuestros cuerpos para bailar con las otras parejas, sin embargo, nuestro danzar se vuelve tan rápido y enérgico, que las parejas acceden a darnos espacio a nosotros. Paso adelante, paso atrás. Ojos en sus ojos, y sin perder el ritmo. La música de la orquesta suena pasiva por un momento. Dylan me da otra vuelta, yo me sostengo de su brazo y me hace bajar de forma delicada.

Los presentes nos aplauden y chiflan. Dylan me endereza y él hace una reverencia antes. Todos los presentes vuelven a sus asuntos y la orquesta toca otro tipo de música.

—Wao.  —doy un brinco al ver a Phaouls detrás de mí. Coloca una de sus manos en mi hombro—Me encantó como bailaron, todo fue tan...natural.

—Agradezco tu comentario, y, ¿quién eres tú?

—Él es... Phaouls. —digo por él.

—Ay, amor mío, no tenías que decirlo.

—¿Amor mío? —Dylan frunce el ceño.

—Oh. Allie será mi esposa en escasos días. —su mirada penetradora me entrega el mensaje que: Tengo que explicarle la situación cuánto antes. Observo como los ojos de Dylan lo matan con la mirada. Está tan serio que podría excusarse sin hacer alboroto ni levantar sospechas—Lo siento, ¿cuál es su nombre, caballero?

—Dylan Martin. Eres hijo de Semyazza ¿no?

—Sí ¿cómo lo sabía? ¿quién le dijo?

—Nadie lo hizo, tengo... —me estudia de arriba abajo—conocimientos, supongo.

—Eso es increíble, deberíamos conversar más al respecto... —Phaouls le extiende la mano y él se niega—entiendo, creo que no.

—No es eso, amigo mío, no necesitamos apretón de manos.

Giro mi vista a él y Phaouls lame sus labios.

—De acuerdo, sus deseos son órdenes, señor Martin.

—Eso lo aprecio, gracias.

La presencia de Adelard en el pasillo del fondo me dice que vaya. Me excuso con Dylan y Phaouls para ir a donde se encuentra él.

Camino, abro la puerta de un cuarto escondido de la multitud y me adentro al mismo. Me quito la máscara y él igual. Adelard me examina de cuerpo entero con un vaso de whiskey y sus alas negras a la vista, parado frente a la chimenea.

—¿Qué hace Dylan aquí, hermana?

—No es tu asunto lo que esté haciendo aquí.

—Guardia imbécil.

Toma de su whiskey, tira el vaso al fuego y el fuego crece. Adelard viene hacia mí, me levanta del suelo y pega a la pared.

—¡¿Por qué demonios vino?! ¡¿ah?!

—Pensaba que era obvio, vino por mí.

—Estoy harto de su romance ilícito o cómo sea. Lo quiero en fuego, fuego eterno para ser exactos ¡Que sufra!

—¿Entonces tú no quieres a tu hermana feliz?

Pega mi cuerpo contra la pared y hace gruñir.

—No.

—¡Bájame ahora! no voy a discutir contigo por estupideces ¡dije que me bajes, maldita sea!

Adelard accede y da vueltas en círculos. Su mente está bloqueada. Extiende su mano.

—Dame el anillo.

—No, no lo haré.

Se acerca más a mí. Mis pies dan apresurados pasos atrás con la respiración agitada.

—Allie, el anillo. Ahora.

—¡Basta, deja de pedirlo! es una reliquia, es mío.

Percibo una gran inhalación de su parte.

—¡El anillo ahora, Allie!

—¡No!  —camino hacia la puerta, pero la perilla no funciona. Adelard se coloca detrás de mí y me lo quita como puede. Lo deja en el suelo y con su zapato lo destroza—¡no! —grito. Él agarra los pedazos del anillo y lo tira a la chimenea.

Me coloco de rodillas y mi mirada se pierde entre las llamas.

Mis sollozos pasivos hacen aparición.

—Dylan me lo había dado por nuestro compromiso, sabía lo mucho que significaba para mí. Se suponía que ese anillo representaría un comienzo en mi vida junto a él, y tú lo destrozaste sin corazón. ¡No tenías derecho a destrozarlo!

Adelard me obstruye la vista del fuego.

—¿Sabes lo que pensaría Phaouls sobre eso? ¿sobre ese anillo?

—Adelard hazme un favor y vete al diablo.

—Levántate y ve con tu futuro esposo real.

Mis pies hacen caso a su petición. Me coloco la máscara y me dirijo al salón junto con las demás personas. Phaouls está en el mismo lugar, esperándome, pero Dylan se ha ido.

—¿Todo está en orden?

—Sí, todo en orden. Gracias por preguntar. —replico con confianza en las palabras, aunque, nada está bien—¿sabes adónde fue Dylan?

—Me informó que iría a hablar con más personas ¿por qué lo preguntas?

—Por...curiosidad.

Phaouls entrelaza mi mano con la suya.

—¿Quieres dar una vuelta atrás de la casa?

Le asiento sin dudar. Él me entrega el brazo y se la acepto con gusto. La caminata hasta el jardín y el laberinto no es larga. Mi vestido largo color azul noche con abertura en la pierna me da movilidad, y también los tacones plateados. Phaouls habla sobre su vida, y sus ambiciones: Se quiere convertir en el próximo líder de los vigilantes como su padre, Semyazza. Yo la escucho atenta sin pronunciar palabras, y dando leves asientos. La luna de esta noche da luminosidad a su traje negro y cabello rubio oscuro mezclado con castaño. Su forma de hablar es bastante educada. Es sublime. Encantador, tanto que me hace sonreír al instante. Su voz es cálida y grave, pero no tanto como la voz de Dylan. Puedo notar su rápida forma de romper silencios incómodos tratando cualquier tema y sin tanta profundidad.

Estamos dentro del laberinto, y él me dice que hable de mí, río por lo bajo, pero luego lo hago, ni tan largo ni tan corto y omito situaciones que no tienen nada que ver.

—Eres...alguien interesante ¿cómo es que no nos conocimos antes?

—Estábamos destinados a conocernos en este momento. Y gracias por el cumplido, futuro líder de los vigilantes.

—Me halagas, gracias. Espera, —paramos en seco. Phaouls gira verme—puedo preguntar, ¿qué pasó allá dentro?

—Oh, eso es algo que quisiera discutir en este momento.

Su frente se pega a la mía, susurra:

—Espero que eso no te haya puesto triste, amor mío.

—De hecho, lo hizo. No fue agradable.

Phaouls mira a los desertos, y oscuros, alrededores.

—¿Qué puedo hacer?

—Nada, Phaouls. Tranquilo, seguro mañana estaré mejor.

—Pero mañana cuando sea el crepúsculo será la boda. No quiero ver a mi futura esposa sintiéndose mal. Dime, Allie, puedo ayudarte.

El anillo no se puede arreglar.

—La cosa es que...no se puede arreglar.

Le doy un intento de sonrisa, pero es débil, y una lágrima se desliza por mi mejilla. Su pulgar me la limpia enseguida.

—Ey, no estás sola, quiero que lo sepas. —dice comprensivo.

Asiento múltiples veces, tratando de no seguir llorando.

—Gracias, eso me ayuda a sentirme mejor.

Acerca su rostro al mío y mi mano acaricia su mejilla. Mi respiración se agita, pero Phaouls dice en mi boca:

—Shh, no hagas ruido, amor mío.

Me toma firme las mejillas y nuestros labios se tocan. Sus labios son fríos en comparación con los míos. Me besa con determinación. Quiere ir más allá. No puedo permitirlo. Intento apartarlo, pero la mano de Phaouls es tan fuerte que pega nuestros cuerpos, y su mano libre pasa disimulada por mi cintura.

Nos despegamos del otro y respiramos con calma. Nuestras cabezas giran a la misma dirección, dando cuenta de la presencia de una persona:

Dylan.

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¡Hola! capítulo publicado.

Espero que les haya gustado mucho ❤️
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Los quiero, cuídense.

—Cynthia.

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