▫️ Capítulo 51 - El fruto de tu vientre -▫️
DYLAN
El mapa tendido sobre la mesa me da a entender que tenemos una sola oportunidad, y sí es así. Jordan, Isobel, junto con Sterling y mi madre, están analizando cada ruta y diciendo lo que podrían y no podrían hacer con cada una. Una cucharada de macarrones con queso se adentra a mi boca y mis oídos escuchan atentos a sus planes y demás comentarios. Emma se encuentra en acostada boca arriba en un mueble con sus manos encima de su estómago. Jordan me pregunta qué pienso sobre tomar la ruta al este, y lo que le digo ahí es que, cómo va a preguntarme si soy principiante en este campo en particular. Un gruñido de fastidio me hace parar de comer mi comida, y también los hace detenerse a ellos y mirarla a Emma.
—¿Podrían callarse por un momento? la criatura en mi vientre necesita silencio, al menos por tres o cinco minutos.
—Ay, querida, lo sentimos mucho. —expresa mamá mientras le entrega una sonrisa—¿quieres que te ayude con algo?
—Muchas gracias, señora Martin, pero me encuentro bien por el momento. Escuchen, ¿por qué no solo vamos allá y vemos que surge?
—Ella tiene razón, además, buscaremos a mi prometida, no es que nos quedaremos un mes allí.
—Dylan, es...un poco complicado que eso, no podemos ir y ya está. —me responde Isobel con su hija en brazos.
Miro al frente y encuentro a Emma con sus manos en su cabeza.
—No tienen que planificar todo ¿lo sabían? —dice ella sin vacilar.
—No es planificar, Emma —Sterling empieza a hablar: —, es analizar lo que nos conviene y lo que no.
—Sterling, por favor, no es que esté en contra solo digo que...
—Emma, hazle caso a tu novio ¿podrías? ya tenemos suficientes cosas en la cabeza como para que nos digas aquello.
—Discúlpame Jordan, pero no sabes con quién estás hablando. Sterling no ha estado en el infierno, pero yo sí. Si me dejaran...
Él pasa sus manos por su cabello rubio oscuro y sus ojos azul oscuro me miran, esperando quizás una opción para una respuesta. Su vista se vuelve a ella y hacen contacto visual.
—No, Emma, lo siento mucho, pero haremos esto de la manera en la que la sabemos hacer. En verdad, te lo agradecemos.
—De acuerdo, pero después no se quejen de que no saben lo que hacen.
Pasa junto a mamá. Yo me levanto y miro a Sterling que sigue pendiente en los mapas y en lo que Jordan e Isobel le dicen. Él no irá, al menos no ahora, entonces es mi turno.
Mientras mis pies agarran velocidad y paso junto mamá, ella me dice:
—Dylan, déjala ir ¿sí? necesita tiempo.
—¿Tiempo? no, mamá, yo pienso de forma igual, deberíamos intentar que tanto Jordan como tú la escuchen. Pienso que ella necesita a alguien con quién hablar, necesita que alguien la escuche sin decir ni una sola palabra, sé que va a estar cómoda conmigo.
—¿Piensas que estará cómoda contigo?
—Claro. Es mi mejor amiga, no tiene que escuchar sus comentarios del asunto sola porque ustedes no confían en lo que les dice, sabes, ni siquiera creo que confían en ella en el sentido de la palabra.
Mis pies apenas dan un paso. Ella me agarra fuerte del antebrazo. Me giro a mirarla, ella frunce el ceño y salgo de la sala, y voy a la cocina y lavo mi plato. Reviso la habitación de Allie, sin embargo, no está ahí para mí sorpresa. Emma a veces se va a su habitación porque esa solía ser la suya antes, hace mucho tiempo atrás. Giro a la habitación de Sterling, que también es la suya, y toco la puerta. Ella me dice que pase adelante. Cierro la puerta tras de mí. Ella está sentada en el centro de la cama con las rodillas pegadas a su pecho y sus manos abrazando las pantorrillas. Sorbe por la nariz y exhala por la boca, tratando de no derrumbarse.
Voy hasta ella y le rodeo con un brazo.
—No estoy triste, son las hormonas.
—Sí, seguro.
Emma gira su cabeza a mi dirección y me dedica su mirada.
—Dime algo, Dylan, no quieren escucharme ¿cierto? —no estoy seguro de que quieran escucharla. Se toma mi silencio como un "sí"—y tampoco me quieren aquí...
—¿De qué hablas? claro que te queremos aquí.
—¿Ah, en verdad? —pregunta con tono neutro en su voz, ninguna emoción.
—Nos hacías falta...
—¿A ellos o a ti? —agrega viéndome a los ojos y cruzando los brazos.
—En realidad, me hacías falta a mí. Emma, créeme cuando te digo que me siento derrumbado, solitario como nunca en mi vida.
—Bueno, para eso tienes a tu futura esposa, para sostenerte cuando te derrumbes.
—Digo, ella se convertirá en mi soporte, pero, no tiene nada que ver con Allie. No te permití que te fueras lejos porque te necesito. A veces eres la única persona que hace que mantener la calma y, que en realidad cree en mí además de Allie.
—¿Y tú madre? ¿hay un asunto con ella?
—No, solo que, no la conozco a profundidad. Confío en ella, pero tengo que darle tiempo a la relación madre e hijo.
Juega con sus manos.
—Entiendo lo que dices, hace siglos que no veo a mis padres.
—¿A tus padres? lo siento mucho, te juro que no recordaba...
—Está bien, tranquilo, yo también lo lamento. Ahora me convertiré en una madre, y no tengo idea de si lo haré bien para él, o ella.
—Seguro lo harás increíble, tienes ese don.
—Espero que tengas razón.
—Sugiero que vayamos a sala y le digas a ellos lo que tienes en mente. Es posible que cambien de opinión si la escuchan.
—Bien. Iremos cuando esté lista. Dame unos minutos ¿te parece?
—Sí, el tiempo que gustes, sin presiones. —me levanto de la cómoda cama y salgo. Al salir, mamá me encuentra, viene desde la sala y me agarra del brazo.
—Ven conmigo. —es lo que me ordena.
Su mano se mantiene firme cuando subimos. Mi oído se queda con el sonido de sus finos tacones negros a medida que avanzamos hasta su alcoba. Entro y ella cierra la puerta con seguro. Me hago a una esquina de brazos cruzados. Ella camina y se sienta en el borde de cama.
—¿Y bien? ¿a qué debo el placer, mamá?
—Tú sabes lo que es. —da una palmada a su lado, y yo voy hasta ella sin hablar. Entrelaza nuestras manos—Explícame tu...relación con ella, con Emma.
—Es una larga historia mamá.
—Tengo tiempo, siempre tengo tiempo para escucharte.
Se la explico sin prisa, y con todos los detalles que mi mente puede recuperar. A pesar de que han pasado dos siglos, aún recuerdo cómo estaba aquella noche. Temía, no sabía si confiar o no. Le cuento que con el pasar de los meses, me volvía más y más apegado a ella, como una droga. Incluso cuando papá me había hablado de varias mujeres ángeles, la que me importaba no lo era en absoluto, era una vampiresa. Con ella descubrí el inmenso amor que una persona puede sentir por otra pertenezca al mundo que pertenezca. La confianza, el respeto y la preocupación por ti, no te los entrega cualquier persona excepto, las que te aman de verdad. Y aunque Emma y yo no seamos correspondidos el uno con el otro, me alegra que haya encontrado su vínculo. Eso es lo que se merece, y mucho más. A mamá se le nubla la vista, y sus lágrimas sale sin temor de ser limpiadas por mi dedo. Le entrego un fuerte abrazo y ella calma sus emociones. Salimos de su alcoba y ella se va hasta la sala que me supongo que Jordan e Isobel siguen ahí. En cambio, yo me dirijo de nuevo a la habitación de Emma. Entro y veo a Sterling con su brazo alrededor de ella. Su mirada enfoca al piso.
—¿Qué le pasa? —pregunto—Emma, ¿qué ocurre?
—No me ha querido decir con exactitud.
—Nada, estoy bien, fue un pequeño dolor. —nos asegura.
Sterling acaricia su mejilla
—¿Estás segura, querida? estoy nervioso por nuestro hijo...y por ti.
—Sí, amor, estoy segura que todo está bien. Gracias. —Emma le procede a entregar un beso en su mejilla—¿podrían dejarme sola? necesito una siesta.
Él me mira y le agarra la mano a ella.
—Pensaba que te sentías bien ¿tienes fiebre? ¿te duele la cabeza? —el dorso de su mano le toca la frente. Ella lo mira extraño—lo siento es que, soy un novio preocupado.
Emma toma su mano y besa su dorso con amor
—Y eso te lo agradezco, y tranquilo es una siesta nada más, es parte del embarazo.
—Oh, bien. No dudes en llamar si tienes dolor, querida.
Asiente y él se levanta. Emma entrelaza sus dedos.
—¿Le podrías decir a Jordan e Isobel lo que te dije, por favor?
—Sí, claro, no hay problema. Se los diré enseguida.
—Y, Sterling, una cosa más, —dice de forma apresurada—no te...vayas tan lejos.
Observo como él le sonríe de un lado, va hasta ella y le besa la frente, y luego sus labios se tocan. Son tal para cual.
—Estaré cerca de ti. Sueña lindo, Emma, desearía estar en tus sueños ahora...
—No hay prisa, nos vemos más tarde. Te amo ¿sí?
Los ojos marrones de Emma brillan al dedicarle aquellas poderosas palabras.
—Yo te amo más.
Levanta las sábanas de la cama y acuesta en el centro de la misma. Salgo de la habitación y Sterling le apaga la luz. Los pasos de Sterling son rectos hacia la sala. Me quedo divagando unos segundos y ya que en mi cabeza solo se centra en pensar en una persona en particular, me dirijo a mi habitación. Al entrar doy cuenta de la alegría que me producía estar aquí junto a Allie. Memorias compartidas. Revelaciones. Risas. Tristezas. Llantos. Metas por alcanzar, pero, sobre todo, amor inigualable. Nos tuvimos que separar por una semana y otra, y otra. No fue nada fácil, sin embargo, lo logramos, porque lo que tiene que ser, será. Estábamos hechos el uno para el otro desde el principio.
Aclaro mis pensamientos en la ducha y justo antes de bajar a cenar junto a todos. Hablamos sobre Élise, compartimos nuestras memorias. Élise nunca será olvidada. Le sirvo a Emma agua, sus labios no están resecos, pero, podrían estar peor. Ella sabe lo mucho que me preocupo por su bienestar, solo que no lo digo a menudo. Se queja de un dolor de vientre, le pregunto si está bien, a lo que ella me responde que sí, que todo está bien. Le asiento, sin embargo, eso no está bien. Hay algo más. Todos salen del comedor. Me sostengo de la barandilla de la escalera y miro a Sterling hablar con Emma en su puerta. Decido no darle vueltas al asunto. Lo que no hablamos en la mañana, lo hablamos en la tarde, a punto de que el sol se despida, y a punto de irnos al infierno. Coloco la daga en mi cinturón y giro a verla. Emma está lista también. Mamá, Emma y yo vamos al auto y nos despedimos de todos. Anochece. Pasamos horas en el auto hasta que por fin llegamos al lugar anticipado. Emma, junto con sus poderes de bruja, nos hace tener más visible la entrada. Caminamos por el desolado infierno, y Mamá nos guía hasta una casa alta que sin problema podría pasarse como castillo.
Una mujer de vestido elegante rojo, hasta el piso tengo que recalcar, a conjunto con una diadema plateada sobre su cabeza. Nos deja pasar.
—Hermano, qué gusto volver a verte.
—El gusto es mío, Irem.
Me sonríe y nos deja pasar a su hogar. Nos ofrece asiento y tazas de té. La faceta de la casa es estilo gótico, fría y oscura, y tonos rojizos en ciertos objetos como sillas, paredes e incluso los estantes. Le brinda un toque elegante.
—Wao, ya eres todo un hombre. —menciona tomando de su té—Parece que fue ayer que éramos niños, ¿lo recuerdas?
—Cómo si hubiese sido ayer. Y tú ya eres toda una mujer.
—Una mujer casada de hecho, mi marido no está aquí, tuvo que ir a ver almas en pena, y… torturar más.
Los tres guardamos silencio. Ella se ríe y dice que es una broma lo de la tortura. Al menos tiene sentido del humor.
—¿Quieren cenar? tenemos comida.
Irem nos lleva al comedor donde todos los platos están servidos. Ella se sienta en la cabecera de la mesa, mamá va a su lado, y luego Emma y yo.
—Entonces... ¿qué hacen aquí?
—Tenemos a alguien a quién buscar. —dice mamá mientras se lleva un pedazo de carne a la boca.
Irem lame sus labios, y acomoda su cabello castaño.
—¿Puedo saber o es confidencial? saben que puedo ser de ayuda, si quieren.
—¿Sabes cuál es la mejor ruta para llegar al norte sin problemas?
Ella suspira profundo, coloca los brazos cruzados en el borde de la mesa y me penetra con sus ojos.
—¿Por qué quieres saber eso? un momento... ¿ruta al norte? ¿quieren ir a ver a Lucifer?
—Sí. —decimos Emma y yo al unísono.
Se queda conmocionada y toma de su vaso de agua.
—Bien. Cuando salgan de mi casa, sigan recto hasta llegar a una encrucijada, ahí tomarán la ruta norte y verán un puente a lo lejos. Pero, ¿se irán así cómo están?
—Así...es ¿algún problema?
—No irán así. Habrá un baile de máscaras para festejar a la futura reina mañana en la noche.
—Oh. No teníamos idea. -hace saber mamá.
—Está bien. No se preocupen, mi esposo y yo tenemos trajes de gala para prestarles.
—Que linda Irem, gracias. —mamá le entrega una sonrisa y ella le asiente con la cabeza. Emma gruñe de dolor y me toma fuerte de la muñeca.
—Emma ¿qué sucede? —le pregunto con mi mano posada en su mejilla. Sus ojos reflejan dolor.
—Cariño ¿estás bien? —el tono de Irem es preocupado—¿te traigo un vaso de agua?
—No, Irem, muchas gracias. —pronuncia Emma débil—¿dónde está el baño?
—Sales de aquí, sube, primera puerta a la derecha.
Emma se levanta de golpe y corre a la salida. Tomo de mi vaso de agua. Despego mi vista de la comida y coloco los brazos en la mesa. Me quedo cinco minutos más terminando mi cena. Tomo un sorbo de agua y levanto de la mesa. No entrego explicaciones porque saben a dónde voy. Recuerdo las instrucciones de Irem: Salgo de aquí, subo, primera puerta a la derecha. Escucho gritos desesperados, y abro la puerta sin preguntar antes. Me agacho al lado de Emma. Está acostada en una bañera con las piernas abiertas. El agua con un tinte rojizo. Puedo notar su cansancio y la huella de sus lágrimas. Le toco el cabello rubio y ella deja ver sus ojos cristalizados.
—Lo perdí. —parpadeo un par de veces y beso su frente—¿te lo podrías llevar, por favor? deshazte de él.
Le asiento sin pensarlo. Busco tela gruesa y envuelvo en ella. Salgo de la habitación con el feto en mis brazos. Voy al patio trasero, hago un hueco y lo entierro. Lavo mis manos y vuelvo al cuarto. La sangre se va por el desagüe. Emma está en la misma posición, con la mirada perdida. El agua tibia le purifica el cuerpo. La ayudo a levantarse y cubro con una toalla y caminamos hasta las camas individuales. Ella se desnuda y deja el camisón blanco mojado en el suelo. Me concentro en sus ojos oscuros todavía cristalizados. Antes de cubrirse el cuerpo, Emma me abraza y solloza en mi pecho. Le beso en la cabeza y paso mi mano por su espalda descubierta.
—Dylan...
—¿Sí, Emma?
—¿Por qué me ocurre esto? todo iba bien, y... se fue, estoy muy dolida, no sé cómo lo soportaré. —su voz se quiebra.
—Por supuesto que estás dolida, -digo en tono comprensivo-acabas de perder a tu bendición. Quizás no comprenda por completo como te sientes, pero aquí me tienes por si quieres llorar y también me tienes de apoyo.
Ella despega la cabeza de mi pecho. Le acuno las mejillas y sonrío de lado.
—Todo va a estar bien, tendrás otro.
Su mano se posa encima de la mía.
—Siempre sabes que decir, gracias, Dylan. —se coloca de puntillas y pega su frente a la mía. Agarro la toalla, se la intento envolver en el cuerpo con sus brazos inmóviles.
—Perdón, no quise...tocar tu...
—¿Mi seno? sí, lo sé, tranquilo, se te resbaló la mano...
—No se me resbaló la mano...
—Lo sé, es un decir. Sé que no fue tu intención, pero... ¿crees que te hubiera dejado verme así si no te tuviera confianza? —Emma se da la vuelta y busca un camisón nuevo y se lo coloca. Camino a la puerta—¿no vas a dormir?
—Ahora no, pero vendré más tarde.
—Sí, está bien. -dice de brazos cruzados.
—Duerme bien, Emma.
Asiente y va hacia su cama.
—Nos vemos mañana.
Le hago un gesto con la cabeza y salgo de la habitación. Bajo las escaleras y voy directo al comedor, pero ni ella ni mamá se encuentran ahí, sin embargo, una sirvienta me pregunta lo que ocurre y a quién estoy buscando, a lo que yo le respondo que busco a Irem y a mi madre. Ella me sonríe amigable y me lleva adónde se supone que se encuentran. La señorita tiene el cabello pelirrojo y viste vestido azul claro y zapatos bajos con tacón. Salimos del comedor y pasamos por un pasillo. Abre ambas puertas y me adentro a su zona estudio y pequeña biblioteca. Entro. Ella no parece notar mi presencia hasta que me siento en un sofá rojo vino, igual que al que ella está sentada, un poco alejada, a unos pasos de distancia. Su mirada y ojos azules me estudia.
—Oh, Dylan, pensaba que irías a dormir, es un poco tarde.
—No estoy cansado, iré a dormir luego. ¿mamá se fue a dormir?
—Sí, se fue a dormir en cuanto fuiste a ver si Emma estaba bien, por cierto, hablando de Emma, ¿está todo en orden con ella? ¿la comida le cayó mal o algo parecido?
—No fue la comida, la comida estuvo excelente. Pasó algo más delicado...Ella tuvo un aborto espontáneo.
—Demonios. Siento mucho eso, no debe ser nada fácil, pero..., ¿no era tuyo, o sí?
—Era de un amigo mío.
—Entiendo. Tranquilo, lo superará, es cuestión de tiempo, estoy segura de que es fuerte. —toma de su bebida—Es extraño que después de tanto tiempo, nos hemos reencontrado. Siempre es un placer ver a mi hermano menor.
—Sí, es extraño, pero se siente bien poder hablar con mi hermana mayor. —Ella me entrega un vaso con agua que acepto con gusto—¿qué tal es tu vida aquí?
Se coloca firme y aclara su garganta. Su mano sostiene el vaso de vidrio con elegancia.
—No es nada tan interesante como creí al principio, pero lo bueno es que la servidumbre me ha tenido más y más respeto desde que llegué. Al principio me hacían sentir menos mujer por ser ángel de alas blancas y también porque era en aquel entonces la novia de Thomas que ahora es mi esposo. No daban validez a mis opiniones y siempre estaba en una sombra. Al menos eso ya cambió porque me casé y ahora soy la señora de esta casa, ¿cómo es tu vida en tierra de mortales?
Toma un largo sorbo de su agua.
—Es linda, hay peligros, pero es bastante buena. Mamá está de vuelta lo cual me hace feliz, y papá... Papá está en Bulgaria en este momento. Ya que hablamos, me dirías, ¿por qué te fuiste de casa?
—¿En realidad quieres la historia? qué exigente.
—¿Por qué crees que te lo pregunto entonces?
—Está bien. —se toca el cabello castaño y reposa su espalda en el sofá. Suspira—Papá me estaba exigiendo mucho en ese tiempo, era bastante presión en mis hombros. Y cuando hacía algo incorrecto me gritaba y pegaba, según él, era para formarme mejor para mi futuro esposo, y sí, había buscado pretendientes, pero no ninguno me interesaba lo suficiente. Me exigía bastante al tocar el piano, no era un instrumento que me apasionaba, y cómo bien sabes, si no te gusta o apasiona, lo haces mal y no le das vueltas al asunto. Entonces decidí escapar de la casa y construir mi vida por mi cuenta. Al menos encontré a Iván que me ayudó en el proceso para que no fuera un golpe tan fuerte para mí. No me malentiendas, claro que te extrañaba, y a mamá, sin embargo, hice lo mejor para mi paz y salud mental.
—¿Entonces no me odiabas o algo parecido?
—¿Por qué te odiaría? quería cuidarte, Dylan. No quería que pasarás por lo que yo, aunque no creo que él fuera tan exigente contigo por ser hombre.
—De hecho, tienes razón. No era tan exigente conmigo, pero sí me hizo aprender piano entre otras cosas. Cuando te fuiste, todos estábamos preocupados y tristes, yo siendo el principal afectado... quería vivir mi niñez contigo a mi lado.
Ella se levanta de su sofá y se sienta en el mío que es espacioso para ambos. Entrelaza nuestras manos, y yo me escondo en su pecho.
—Siento mucho haberte dejado, Dylan, yo también quería vivir mi adolescencia contigo.
—Descuida, te fuiste por tu felicidad, y eso es lo que tienes que perseguir. —sus brazos rodean mi cuerpo—No piensas volver ¿cierto? —le pregunto.
—No tengo deseos de volver, pero podría visitarte. —Irem besa mi cabello—Siempre estaré dispuesta a ir a ver a mi hermano, y también cuando vengas a visitarme podré cuidarte como buena hermana que soy. Te quiero.
—Y yo te quiero a ti.
Al día siguiente al caer la noche, Emma y yo nos preparamos para la gala. Yo uso una camisa blanca con corbata del mismo color, chaleco crema junto con una chaqueta azul marino con pantalones crema y zapatos formales.
—Dylan ¿estás listo?
—Sí, ya... —me giro a verla. Ella viste un vestido verde elegante oscuro y largo, guantes blancos hasta el codo y luciendo su cabello rubio a un lado y tacones blancos—wao... —me acerco hasta ella y tomo de las manos—Te ves hermosa.
Me sonríe y agarra firme mi mano.
—Oh, gracias, es mi vestido para la venganza…tú también estás…guapo. Vamos, hay que irnos, lleva tu máscara.
Nos despedimos de mamá e Irem. Ella nos repite la ruta a seguir. Vemos un puente a lo lejos. Nos acercamos a la multitud. Emma tose a propósito y me extiende su mano.
—Dylan, el brazo.
Arrugo la frente y sacudo la cabeza mientras veo el brillo de sus ojos ligeramente visibles por la máscara blanca.
—Espera... ¿qué cosa?
—Entiendo, no lo recuerdas, está bien. Ahora, el brazo.
Le entrego el brazo, y caminamos detrás de una pareja, sin embargo, un guardia arcángel nos detiene.
—Alto ahí. Identificaciones.
—¿Traes las identificaciones? —le pregunto.
—Oh, no es necesario. —mira al guardia—Lo siento, se nos olvidó decir que esta es la propiedad de familiares cercanos. Venimos gratis.
—No les creo una palabra. Invitaciones, ahora.
Observo como la mano de Emma hace movimientos circulares y lentos.
—Estamos en la lista. —ella le asegura por segunda vez—Revise con detenimiento, seguro lo pasó por alto.
El guardia evalúa su lista y a nosotros.
—Son... Dylan Martin con Emma Gádornyi ¿no?
—Es correcto, lo somos. Muchas gracias.
—Por supuesto. Disfruten de la gala.
Emma le agradece con una reverencia al igual que yo. Él cierra la puerta tras de nosotros. Un mayordomo nos entrega vino tinto y con gusto aceptamos.
—Nos vemos en un rato...
Agarro su antebrazo y la hago dar pasos atrás.
—No conocen nuestros nombres aquí ¿cierto, Emma?
—Oh no, estamos a salvo. —ella mira un segundo a la multitud haciendo espacio en el centro—¿esa no es Allie bajando? y... ¿va a bailar?
—Sí, es ella.
—¿Y qué estás esperando? ve por ella.
—Va a bailar con alguien más, no puedo ir al centro sin... —ella me mira, esperando a que termine.
—¿Sin qué?
—Sin una pareja de baile. Como antes lo hacíamos. —le extiendo la mano
—¿Quieres que sea yo?
—¿Y quién más sería, mi querida Emma?
—Hay bastantes mujeres aquí que desearían una pieza contigo.
—¿Y tú deseas una pieza conmigo? no quiero cualquier mujer, te quiero a ti como mi compañera de baile.
Suspira y la veo sonrojarse.
—Me halagas, Dylan, soy una excelente bailarina...
—Tienes razón. —la interrumpo—Te dejas llevar por la música fácil.
La orquesta empieza a tocar. Violines y pianos. Es suave. Vals. Shotavoski - Waltz 2.
Mi mano sigue extendida.
—¿Me permitirías este vals, Emma?
Ella sonríe y me entrega su mano de forma delicada.
—Sería un gran honor.
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¡Hola! ¿cómo están?
¡Nuevo capítulo! espero les guste. No olviden votar, comentar y si quieres compartir puedes hacerlo.
Los quiero, gracias por leerme.
¡Nos vemos!
—Cynthia.
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