▫️ Capítulo 39 - Locura absoluta -▫️
Las hojas en el piso, tierra, cielo azul y árboles, me recuerda al sueño que todavía no he podido descifrar el significado. —si es que tiene alguno—El bosque que da dirección a su casa parece no tener fin.
—¿Cuánto falta para llegar? —pregunta Dylan.
—Unos pasos más y estaremos ahí. —dice el señor que no ha dicho su nombre. Theo parece estar comiéndome con la mirada, pero a mí suerte yo me aferro al lado de Dylan y él se encarga de entregarle una mirada asesina. Gracias al cielo ya se acabó el paseito al bosque, quiero una cama y quiero dormir. Vemos la casa de un piso de madera fuerte-Sean bienvenidos a nuestro hogar. -nos da un espacio para entrar. El señor nos indica que nos sentemos a la mesa, a comer. Revisa el horno y saca una bandeja, luego la coloca en la mesa y todos se quedan suspirando del increíble olor. Lasaña de carne y queso derretido por arriba. Me sirvo un vaso con agua fría y todos los demás comen del delicioso platillo, incluso Dylan, es su favorito—¿cómo se llama la dama?
Dejo el vaso en la mesa y me acomodo en la silla.
«¿Debería decirle mi nombre real o usar uno falso? al demonio los nombres falsos», me digo a mí misma.
—Me llamo Allie.
—Deberías comer un poco, Allie, sino te sentirás mal por la mañana. —me aconseja.
—Le agradezco su consejo, pero es que yo... —Dylan me mira mientras come un trozo—no tengo hambre. De hecho, no es molestia si... ¿podría irme a dormir? no quiero menospreciar su comida, señor, pero en verdad no tengo apetito.
—No lo está menospreciando, descuida, Allie, ve a dormir.
—Oh, qué buena noticia, gracias por entender. —me levanto del asiento y trago saliva—Buenas noches, con permiso.
Dylan me agarra de la muñeca.
—¿Qué pasa, cielo? —le pregunto, no hay respuesta por su parte entonces continúo—escucha, iré a dormir, nos veremos más tarde, puedes quedarte a charlar con ellos.
—¿Podemos hablar en el cuarto a solas, cielo? por favor.
Le hago señas para que se levante y el señor agrega:
—Su habitación está justo frente ustedes.
Ambos asentimos y nos adentramos. Dylan cierra la puerta detrás de él. Nos sentamos en la suave cama, él me acaricia la mejilla.
—Me pareció extraño que no quisieras comer ¿está todo en orden?
—Si, todo bien, no tenía hambre y estoy agotada. Tú puedes quedarte a comer si quieres, pero yo pienso ir charlar.
—¿Estás segura de que no involucra...? ¿te has estado sintiendo mal?
—Ay, no puede ser, ya sé lo que estás pensando. —mis yemas corren por mi cabello—Dylan hemos usado protección, no hay manera de que en mi vientre se esté formando un bebé.
—Oh, Dios. Está bien, perfecto, pero sabes que se nos pasó una vez ¿cierto?
—Sí lo recuerdo, amor, pero no ocurrió nada, descuida.
—Si alguna vez tienes un susto de embarazo lo más inteligente sería que me eches la culpa.
—No lo haría nunca ¿por qué te echaría la culpa? no mereces la culpa, —lo beso inesperado en los labios, me subo a sus piernas y beso su oreja—si eso pasaría ambos la tendríamos.
—No, yo soy el que merece la culpa, —lo miro y acaricio su cabello—Allie seamos realistas, yo soy el que tiene la magia.
—Lo sé, pero no te echaré la culpa, eso no pasará; —le hago cariños en su cabello—porque sé que si pasa yo estaría de acuerdo también, será decisión de ambos tener un hijo.
—¿Qué pasa si nosotros no quedamos juntos hasta el final?
—Dylan, hemos llegado tan lejos ¿por qué preguntas eso?
—No lo sé, supongo que tengo miedo por nuestro futuro.
—Ay, mi amor. —digo suspirando—No tienes que temer por aquello, vamos a superar cualquier cosa que se nos atraviese en el camino, vamos a hacerlo juntos. No olvides que estaré…
—A tu lado y sujetaré tu mano. Siempre. —termina la frase.
—Ya veo que recuerdas esa noche con claridad. —le sonrío.
—La recuerdo cómo si fuera ayer. —me pide que me baje de sus piernas él se levanta y va hacia la puerta— Espera aquí, buscaré un trozo de lasaña. —aprovecho el tiempo para cambiarme: uso un vestido blanco corto que encuentro en el closet y dejo mi cabello suelto sobre mi espalda y hombros. Minutos más tarde regresa con el trozo en un plato y el tenedor, caigo en cuenta que es para mí.
—Es...para mí, Dylan, te dije que no tengo hambre.
—No dejaré que te acuestes sin comer. —me lo entrega, y yo empiezo a comerlo sin dejar de mirarlo. Me limpio la boca y dejo medio plato lleno en la mesa junto a la cama.
—No era necesario, pero gracias. —sus labios se pegan a los míos, dejándome sin aliento, sin embargo, freno nuestras ganas de besarnos. Me acuesto a un lado de la cama—Imagino que regresarás al comedor, así que, buenas noches.
—Descansa, amor. Nos vemos más tarde.
Le asiento, él me besa en la frente y sale del cuarto. Me cuesta dormirme por un largo tiempo, pero después de tanto insistirle a mi cuerpo que se quede quieto, lo hace.
Su mano en la curva de los muslos y su respiración tranquilizante en mi hombro, ya no los siento. Me acurruco, suelto un bostezo y estiro para luego sentarme en la cama. Dylan está sin camiseta y mirando las sábanas, o puede ser, mirando a la nada.
—¿Qué haces despierta? —sus ojos están cansados al igual que su cuerpo, su respiración lenta, sin energía. Se ve exhausto, más de lo que lo he visto en mucho tiempo.
—¿Qué sucede? —le pregunto y lo rodeo con un brazo.
—No estoy nada bien, tengo insomnio algunas noches ya sea por estrés o algo por estilo.
Presiono con suavidad mis labios en su mejilla.
—Entiendo. Iré a la cocina ¿quieres algo?
—Un vaso de agua, gracias. —me arreglo el vestido blanco corto y mis pies me conducen a la cocina. Agarro la jarra de agua y le sirvo.
—¿No se supone que deberías de estar en la cama disfrutando con tu novio, Allie? —Theo. Ruedo los ojos y tomo el vaso en mi mano.
—Lo que pasa detrás de esa puerta no es de tu incumbencia, Theo. —regreso sobre mis pasos al cuarto, pero se me atraviesa en medio camino y hace retroceder unos tres pasos—¿qué te pasa? Theo no tengo tiempo para esto, hazte a un lado, por favor.
Doy un paso hacia delante, sin embargo, él me agarra fuerte de la muñeca, una uña se entierra y suelto un grito ahogado, el vaso se me cae al suelo y forma un escándalo innecesario.
—No puede ser, esto es magnífico, —Theo comienza a reírse—acabo de descubrir una amenaza. Dime, Allie, así que disfrutas el calor de su angelical cuerpo todas las noches ¿no?
—¿Cuál es tu problema? ¿qué quieres de mí? ¿de qué hablas?
—¡Allie! —Dylan sale del cuarto con jeans y me mira. Theo me deja en libertad—¿estás herida?
—Theodoro ¿cuál es el escándalo? —pregunta el señor, Clarisse también sale de su habitación.
Dylan viene a mi lado y examina el daño en mi muñeca; la sangre se derrama por causa del corte vertical de la uña afilada de Theodoro, la sangre sigue bajando.
—¡Dios mío, Allie! —sus ojos pasan de mí a fijarse en Theo, noto como traga saliva—estás demente ¿cómo se te ocurrió hacerle esto? ella no lo merece.
Él toma mi muñeca y trata de succionar las gotas de sangre, como un vampiro lo hace con su pareja. Me ayuda a salir de los restos de vidrio porque yo sólo uso unos calcetines.
—¿Puedes explicar lo que está pasando? —le pregunta su hermana—interrumpiste mi sueño, más te vale que sea bueno.
—Lo que pasa, hermana, es que descubrí que Allie tiene tacto neutro, una ángel caído que está con un ángel puro. —su mano va detrás del sofá. Agarro la espada pegada a la pared y ambos metales se tocan.
—Basta, Theo. —sus ojos amarillos no dejan los míos—deja la espada en el suelo.
Ambos la dejamos en el suelo y retrocedemos un paso. Me volteo un segundo, y al otro Theo tiene la espada puesta en la garganta de Dylan.
—No, no. Por favor, déjalo ¡dije que lo dejes! —grito y él ríe.
—Por Dios, qué drama. Propongo que festejemos por la hermosa pareja que nunca debió juntarse ¿quién me apoya? —el filo da un corte en miniatura en la garganta de Dylan que me hace sacar el grito y el miedo más terrorífico. Él se lo lleva y lo pone de rodillas rápido.
—Él tiene razón. —dice su padre—Lo siento, queridos, primero van las leyes, que se vayan al infierno ambos por la atrocidad de sus pecados que hoy han cometido.
—¡Son unos monstruos! ¡déjalo, por favor! ¡no le hagas daño! —su hermana me agarra fuerte y yo no dejo de gemir de dolor, esto duele, arde—¡no, basta! ¡no le hagan más daño, por favor! —grito al borde de las lágrimas. Él le da puñetazos con las manos amarradas atrás—¡él no hizo nada, sólo fui yo, siempre fui yo! ¡Dylan no lo merece! ¡golpéame a mí en su lugar!
—Allie, no hagas esto... —está intentando hablar. Él se gira y viene a mí—Allie, no…por favor no lo hagas.
—¡Lo hago porque no quiero perderte! —le digo a él—no habría pedido a alguien más para obtener el vínculo. Te amo y no voy a cansarme de decirte lo mucho que te amo, porque es así, te amo desde el primer momento.
—Eso fue tan poético que me enferma. —me da un puñetazo y otro, me sujeta por los lados de los brazos y mi mal equilibrio me hace resbalar y caer directo al suelo.
—¡No, Allie!
Unos brazos agarran los míos y me arrastra, me obligo a abrir los ojos y tomar la espada a mi lado. Me libero como puedo de su agarre y levanto adolorida, Theo me ataca con la otra espada y logro manejar mis movimientos, camino y paso a dejar su espada en el suelo, al igual que él, está impresionado y con miedo, y Clarisse, ni se diga, es una niña asustadiza. Levanto el arma en alto en señal de amenaza.
—No vuelvas a poner tus sucias manos sobre él ¿me entendiste?
—De acuerdo, de acuerdo. —dice él con voz temblorosa. Todos tienen miedo. Dejo el arma en el suelo.
Me volteo y agacho al lado de un Dylan sin fuerzas y con un puñetazo en el rostro.
—Allie, ya no puedo mantenerme despierto. —posa su cabeza en mi hombro. Paso mi mano por su abdomen y él gruñe de dolor en mi cuello.
—Lo siento, lo siento, resiste un poco ¿puedes hacerlo por mí?
—Lo intentaré, hay que esperar los refuerzos.
—¿Refuerzos? —pregunto susurrando y confundida.
—Isobel y mi madre, les escribí un mensaje pidiendo que vinieran por cualquier situación que pasara.
Le toco la mejilla y beso el cabello.
—Era mi turno de protegerte a ti.
—No tenías que hacerlo, pero te agradezco. Eres alguien increíble. —susurra en la curva de mi cuello.
Nos quedamos minutos en la misma posición. El señor se ha ido, queda Theo con nosotros, pero no está haciendo nada. Una azotada de puerta nos asusta.
—Manos arriba, idiota, —ordena Briana con la ballesta en su hombro y lo apunta—es a mí familia la que tienes. Ahora, te agradecería que no hables. Allie, desátalo.
—El nudo es complejo... —empieza a decir Theo.
—No quiero que tus manos toquen a mi hijo, es todo lo que pido. Lárgate. —él no se mueve de dónde está—¡lárgate!
Lo hace, Theo se va a su habitación. Yo coloco a Dylan de pie y lo sostengo intentando no tocar lo que le duele.
—Dylan, Dios mío. —su madre le da un beso en la mejilla—Siento mucho que hayas tenido que pasar por eso.
—No estoy del todo bien, pero mejoraré mamá, tranquila.
—Los tenemos, vivos, hay que irnos. —anuncia Isobel. Salimos de la casa y atravesamos el bosque—Yo iré primero Briana, asegúrate de seguirme.
—Eso haré. Allie y Dylan pueden irse contigo.
Ella asiente. Briana se va al otro auto, Isobel enciende el auto, salimos del lugar a la carretera. Sentados en el asiento trasero, Dylan se acomoda para dormir en mis piernas.
—Allie ¿Dylan está bien?
—Está exhausto, no ha podido dormir, el insomnio no lo dejaba. —le explico y el dorso de mi mano le acaricia la mejilla.
—Se va recuperar, siempre se recupera de estas cosas.
Y ese comentario sólo me hace sentir mejor. Ella tiene razón, todo mejorará y no será así siempre.
Llegamos a casa y entramos en silencio. Son como las once y media y Briana anuncia que se va a la cama.
—Isobel ¿puedo hablar contigo un segundo? es importante. —Dylan pide.
—Eh, sí, pero después te irás a dormir, te ves muy mal.
—Trato hecho. —él le agarra la mano y ambos se van a la sala. Escucho tras la puerta.
—¿Qué es tan importante?
—Anoche estuve la tarde entera buscando la copia del libro de 'las leyes de ángeles, ángeles caídos y demás criaturasʼ pensaba que mi búsqueda iba a fallar, pero lo encontré. Leí las doscientas leyes y algo más y me encontré esto.
El sonido del papel pasa de las manos de Dylan a las de Isobel. Ella se aclara la garganta antes de hablar:
—Ley número doscientos sesenta:
“Las criaturas de diferentes tactos no se relacionarán. No podemos permitir que esto ocurra. De ser así, se obligará un distanciamiento por parte de ambos enamorados hasta que se... olviden del otro.”
—Mira la firma y el nombre. —le indica Dylan.
—Ley hecha y firmada por el ángel Gabriel Martin.
Mis ojos se abren al escuchar las palabras pronunciadas por Isobel, decido irme a mi habitación y dormir hasta que sea mañana.
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¡Hola! ¿cómo están?
Feliz navidad a todos.
Quería darles un regalo hoy a mis lectores, así que qué mejor regalo que este ¿no?
Espero que lo hayan gustado y que lo hayan disfrutado, no olviden votar, comentar, y si quieres compartir puedes hacerlo, la autora te da permiso.
Digan NO al plagio. Saludos, cuídense y hasta la próxima actualización.
—Cynthia.
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