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▫️ Capítulo 36 - En la oscuridad -▫️

Los tíos de Sarah me acogen como si fuera familia de sangre, son atentos y no les molesta para nada mi presencia en su hogar. Su tía, Margaret, que es parecida a ella, sin embargo, su tono de cabello rojizo y su estatura baja hacen la diferencia entre ambas. Ella me lleva de paseo con Sarah a los lugares más cercanos de la residencia y su tío Jack se encuentra en casa trabajando en su nuevo proyecto para su negocio, él me comenta que quiere que Sarah y yo la distraigamos hasta la noche para invitarla a salir y decirle la gran noticia, que estemos el mayor tiempo afuera posible depende de mí ya que Sarah le diría a su tía en un dos por tres, y no puedo permitirlo. Al llegar a casa con el cansancio apoderando nuestro cuerpo, Margaret toma una siesta y me dispongo a hornear galletas para la noche. Una hora más tarde, sus tíos salen a la velada y Sarah se ofrece a comprar una pizza mediana mientras vemos una película de comedia para sacar alguna risa o alegría que, en mi caso, ha estado en la oscuridad y que trato de no darle énfasis desde hace cinco días atrás para después no pensar: "oh ¡cuánto te extraño, mi amor!" no quiero pensarlo, pero ¿cómo no pensarlo si abarca mi mente las doce de veinticuatro horas de mi día? es imposible.

Ingiero una de mis galletas de chocolate y pienso…y pienso…

«¿Será que vendrá? ¿o será que me lo estoy inventando? ¡por favor, Allie, deja esos pensamientos! es mejor y sano que no hagas expectativas que Dylan va a venir a buscarte, pero…yo sé que vendrá, lo siento en mi corazón y lo veo como si fuera el futuro, presiento sobre en mis manos la suya y recorriendo mi columna con la discreción de sus dedos me veo suspirar. Es paz, es el sonido de su singular voz, son sus brazos quienes me resguardan de mis pensamientos intrusivos, pensamientos que Adelard me atribuye cada noche que tiene el placer de hacerlo, pero es él que me ayuda.» pienso y no dejo de fijarme en la pantalla, en segundos determino que la hora de salir de mi mente es, en este instante.

—¿Cómo está Dylan? —dice mordiendo un pedazo de pizza.

«Recuerdo que no me he atrevido a responder su mensaje y eso me hace sentir la peor persona en la tierra, espero me perdone.»

—No nos hemos comunicado.

—¿Y eso por qué? ¿hay algo malo en su relación? —le pone pausa a la película y su atención pasa a estar del todo en mí, desea información, está preocupada por mí—Allie, escucha, mi experiencia con los hombres te puede servir de algo, pero depende si quiere contarme y no tienes que contarme a detalle, no te presionaré a hacerlo nunca, pero necesito que hablemos, no te he visto prestarle atención a la película desde que empezaste a comer.

—Te lo diré rápido: el padre de Dylan no quiere que estemos juntos entonces estamos separados por un tiempo para que crean que rompimos y luego de un tiempo volveremos a estar juntos como antes, pero no puedo estar allá hasta que su padre se vaya. Y…Dylan me guardó un secreto, sé que no está bien, pero entiendo su posición de no poderlo decir antes. —explico de forma breve tomado otra galleta y llevándola a mi boca, estas son suaves y exquisitas, las mejores galletas que he hecho en toda mi existencia.

—¿No quiere que estés con él porque Dylan es ángel y tú eres una mortal? vamos, debe haber algo con mayor peso que eso ¿no?

—Dijo que yo pertenezco a los ángeles también, soy una de ellos.

—¿Qué tú qué? y eso quiere decir que tienes alas al igual que Dylan. Esto es… ¡magnifico! pero no me gusta nada que él te guarde secretos, no estoy nada de acuerdo, digo, mira cómo te deja: comiendo pizza con tu mejor amiga, triste y galletas para concentrar tu mente en otra cosa menos que pensar en esta situación que estas viviendo. Allie, es inaceptable. Dime ¿vas a llorar para hacer más galletas o qué harás?

—Quisiera tener al menos una señal de que va a venir, no quiero que la relación acabe por esto y tampoco quiero estar triste o en otro mundo y comer galletas como consuelo.

—Perfecto, pero ¿te sientes cómoda en la relación?

—Oh, que pregunta tan seria. Claro que me siento cómoda en la relación ¿por qué la pregunta? ¿no piensas que somos buenos el uno con el otro, que necesitamos separarnos?

—No, nunca. Solo quería saber si te sientes cómoda o no.

—De acuerdo y, lo siento.

—Descuida. En mi opinión personal no sé si sea bueno volver con él, porque como dijiste, te mintió entonces no sé cómo será próximamente y no quiero que te haga ese daño de nuevo...

—Pero Sarah ¿quién dice que pasará de nuevo?

—Allie, muchos hombres lo hacen. No creo que sea bueno para ti.

«Entiendo que me quiera proteger, pero siento que esto es demasiado.»

—Hombres y mujeres lo hacen, bien, entendido, pero no son todos. Muchos cambian a mejor y sabes que tengo razón ¿puedes simplemente no hablar cómo si lo supieras todo de los hombres o de lo que hizo Dylan?

—Si tan solo lo recapacitas con la cabeza fría...

—¿Recapacitar? -me levanto furiosa y me voy a la cocina—te pediré por favor que dejes de hablar de esto, dejemos la conversación aquí y yo decidiré lo que haré sin tú intervención ¿está claro?

—¡Wou, sí, claro como el agua, cálmate! —dice subiendo las manos.

—Si algo es para mí, encontrará la forma de estar conmigo, y no hables así de él más, gracias. Hasta mañana.

Sin decir más, camino a mi habitación y trago la furia, no quiero formar un mayor escándalo con ella, pero algo que no saco de cabeza incluso cuando me termino de duchar es: ¿cuál era la necesidad de hacerme sentir de aquel modo? no siento que esté haciendo algo mal esperándolo ya que acordamos un tiempo y no me hace sentir tan mal, pero de igual manera es terrorífico pensar que nada es seguro, y en eso aplica nuestra relación.

Me acuesto en la cama con los sentimientos ligeros y los ojos menos hinchados, y espero poder conciliar el sueño esta noche.

Vuelvo al sueño de su cumpleaños: después de sonar la melodía de "danza húngara" y la melodía de Vivaldi, '"invierno" de las cuatro estaciones, el pianista se toma un descanso y las personas se van del salón de baile. Decido esconderme en un closet. Sigo con el camisón de la otra vez. Ahí está él, con su traje y Emma, con un vestido dorado bastante amplio y con los hombros a la vista:

«—A continuación, una pieza especial por su cumpleaños. —dijo un señor mayor, debe estar en sus sesenta años, es bajo y usa un traje elegante color azul marino.

—Lo agradezco, pero, no tiene que hacerlo.

—¡Tonterías, señor Martin! y para esto, necesitará una pareja.

—Oh, claro. —Dylan dejó su copa de champaña en una mesa y le extendió la mano a Emma—¿me concederías el honor?

Ella le posó su mano sobre la palma de él, que le ofrecía pase a lo que sería un baile.

—Un poco inesperado, pero, por supuesto.

Lo miré sonreír y la llevó al centro, acercando sus cuerpos. Él le da una señal a que empiece, suenan truenos, pero eso no le impide a la música, a los violines, seguir su curso.

Sus pasos eran suaves y con gracia. Dylan hizo girar a Emma que con ese vestido que su cabello rubio recogido hizo un conjunto increíble con lo que vestía. Bailan al son del vals, el sonido me pareció a un vals de vampiros antiguos. Ella posó su cabeza en su hombro y él en su cabeza. No se detuvieron e intuí que casi es el final. Dylan se agachó ante ella y le dio un beso en su dorso; tan elegante, él se levantó del suelo. Observé como sus frentes se tocaron, ella suspiró su nombre y sus labios estaban cerca de tocarse. Emma inhaló aire al sentir sus labios presionados a los de ella.

—Feliz cumpleaños. —le susurró, y lo pude escuchar.

—Mis disculpas. —suspiró él. Emma le entendió la expresión del rostro, estaba confundido y podría decir que preocupado, pero si mi teoría coincidía ¿por qué lo estaría?

—¿Te divertiste? —sentí un cosquilleo en mi oído, era Adelard. Me habló en susurros y se metió a mi mente, todo lo sentí pesado de repente, me sentí asfixiada. Debía salir, salir y correr.

—Dylan, por favor. —le suplicó tomando sus manos.

—Te pido que no desesperes, Emma. Nos veremos al rato, necesito un momento para... pensar en lo que hice.

Cuando ella estaba a punto de protestar, él salió del salón de baile, y yo eché a correr hacia fuera de la casa, donde nadie me vería.

Mi corazón se agitó al despertarme del sueño y siguió siendo de noche. Froté mis ojos y una mano me subió el vestido negro de seda y acarició mi estómago.

—¿Qué pasa, Allie? —susurró una voz conocida y presionó sus labios a mi mejilla. Era Dylan.

—¿Mi vida? —me incorporé a verlo tendido a mi lado, sus dedos corrían por mi ondulado cabello y besó en los labios.

—Sí, hola ¿tuviste un lindo sueño?

—No sé lo que fue. —me miró entrecerrando los ojos—Volví a tener el sueño de tu cumpleaños.

—Inesperado de hecho, aunque, has tenido muchos sueños sobre esa fecha, así que…no lo es tanto creo. —Dylan me pegó a la cabecera de la cama, comenzó a besar y susurró al oído: —¿te gustaría soñar conmigo hoy?

No tuve que responderle. Lo besé de vuelta y él me dejó acostada en la cama. Alzó mi vestido y dejó mi ropa interior en el suelo.

—Dylan, detente por favor, no estoy de ánimos.

—Oh...sí, no hay problema. —Dylan se acomodó de nuevo en su lugar.

—Perdona. De verdad, disculpa. ¿seguro que estás bien?

—Sí, estoy bien, todo está bien, no quiero presionarte. Solo...durmamos, mañana será otro día.»

Y ahí termina el sueño. Es un sueño nada más.

Me siento en la cama, con mis rodillas presionadas a mi pecho. Resoplo. Solo fue un sueño. Paso la mano por mi cara y veo la cortina moverse.

No recuerdo haber dejado la ventana abierta. Voy y la cierro con seguro. Me aliso el vestido de seda negro. Bajo, y en cuanto abro la nevera, el brillo me ciega. Coloco la jarra de agua en el mesón y me sirvo el vaso. Camino y veo a alguien sentado en la sala, con las manos juntas y la mirada fija en el suelo. Alza el mentón y sus ojos me atrapan. Enciende la lámpara a su lado.

Me siento en el mueble, él está en el sofá, con los brazos en el regazo. Trae puesto una camiseta lisa color blanco, botas y pantalón negro con cinturón. Hace una media sonrisa, yo juego con mis manos. En realidad, está aquí.

—Dylan…—lo miro a los ojos y él me sonríe de un lado.

—No pensé que los portales me llevarían hasta ti después de, tantos intentos fallidos, pero como sea...hola, mi amor. Una leve sorpresa para verte en medio de la noche... no es aterrador ¿verdad?

—Por supuesto que no, mi amor. Y ya que estamos solos —me siento más cerca de él—¿por qué no me cuentas para qué viniste?

—¿Qué hago aquí? —repite—¿te olvidaste de mí tan rápido? —por supuesto que no, sin embargo, no le respondo. Él suspira y pasa las manos por su cabello—y yo que creí que eras inmune a mis encantos, mi error.

Aclaro mi garganta y veo el panorama completo.

—Espera un momento ¿qué haces despierta?

—Vine por un vaso de agua. En verdad, la pregunta es: ¿qué haces tú aquí? —acomoda su cuerpo y lame sus labios. Me mira sin descanso y yo me cruzo de brazos—¿y bien? ¿me dirás por qué estás aquí?

—Pensé que lo sabías, no es que sea tan difícil saberlo ¿puedo tomar el agua?

—Por supuesto que puedes tomar.

—Bien, gracias —se toma el agua y yo muerdo mis labios. Deja el vaso vacío en la mesa frente a nosotros.

—Ahora, responde ¿qué haces aquí? ¿es algún asunto que debas resolver?

—No, no, —niega con la cabeza—no es trabajo ni nada... vine a verte, quería saber cómo estabas ¿por qué la necesidad de hacerme correr, dime?

—Nada en absoluto, discúlpame.

—Disculpa aceptada. Vine aquí para ver que todo estuviera en orden, y porque quiero cuidarte.

—Dylan, los ángeles con los que tratas dicen que nuestra relación es ilícita ¿no es así?

Él toma mi mano y se la acerca al regazo.

—Ay, mi vida, me importa un carajo lo que digan de nosotros.

Él sigue después de tomar otro sorbo del agua:

—Escucha, seguro están con la persona correspondiente por muchos factores, pero no con la persona con la que de verdad quieren estar. No muchos podemos pelear por lo que queremos ya sea porque... la misma familia no quiere arriesgar su línea de sangre. No es ilícita.

Me veo obligada a estar cabizbaja un rato y decir en voz baja:

—Discúlpame.

—No pasa nada. Sé que algunas veces no necesitas que te proteja de los demonios que viven entre nosotros, pero yo estaré para lo que necesites y quieras. Lo único que quería era una segunda revisión de tu estado. Ya sabes que puedes hacer si te sientes en peligro, llama al número de emergencia.

—Eso lo sé y lo aprecio. Gracias, Dylan.

—Sí, bueno…es lo que hago, protejo a los que no pueden protegerse a sí mismos, y... ¿cómo has estado?

—Sarah y yo hemos pasado un increíble tiempo juntas los últimos días ¿hace cuánto estás aquí sentado en la oscuridad?

—Hace cinco minutos antes de que bajaras. A veces disfruto de mi soledad. Tener un momento para ti mismo es indispensable ¿sabes?

—Sí que lo es. —baja su cabeza de inmediato—¿qué pasa, estás bien? —le acaricio el hombro—¿tienes mareos?

—Puede ser. —pone una mano sobre su cabeza y suspira—No estoy acostumbrado a viajar entre los malditos portales. —exhala—Estaré bien, es un simple mareo que vino en el peor momento.

—¿Estás seguro de que no prefieres una pastilla? puedo buscarte una.

No dice nada, se queda en silencio. Su mano tira de mi vestido de seda de pijama, luego de unos segundos se detiene. Apoya su cabeza en mi pierna. Le introduzco los dedos en el cabello y comienzo a masajearle.

—O quizás prefieras acostarte. Podemos ir arriba y descansar —no dice nada, como si se hubiera dormido—¿Dylan? —pregunto con un poco de miedo a lo que pase.

Suspira y toca mi pierna, su mano asciende a mi cadera. Él se sienta de vuelta en sofá. Dylan me hace una señal para sentarme en su regazo, y lo hago. Poso mi cabeza en su hombro. Me acaricia el cabello y pega nuestras frentes.

—Vuelve a casa conmigo. Si Dios quería que experimentara estar sin ti, es justo lo que hice, y estuvo horrible, yo quería que estuvieras ahí, en casa, juntos.

Levanto mi cabeza de su hombro y quedamos en una distancia prudente.

—¿Quieres volver a casa ahora?

—No pareces con entusiasmo de ir a casa, ¿no quieres ir? Allie ¿me amas, no es así?

—Sí, por supuesto que te amo, te amo más que el día de ayer. Es que no me lo esperaba, es todo.

—¿Amas el sentimiento de estar enamorada, o, en verdad lo estás?

Su pregunta me toma por sorpresa. Estamos cerca de los labios del otro, podría besarlo, sin embargo, si lo hago, me repetiría la pregunta.

—Te amo a ti, con tus virtudes y defectos y los tantos errores que has hecho. Para mí, eres perfecto.

—¿Estás diciendo la verdad?

—¿Por qué mentiría sobre amarte? es absurdo y ¿por qué me haces esta pregunta?

—Porque extrañaba oír tu voz, y extrañaba tu cercanía. Y porque te vuelves más atractiva cuando te expresas de esa forma.

Sus manos me atraen a su cuerpo, tocan por encima de la tela y alzan el vestido a mi cadera y toca los muslos, su tacto me hace sentir cómoda. Apaga la lámpara y nos quedamos a oscuras. Su respiración vuelve a su ritmo normal. Nuestros labios quieren tocarse, pero la falta de energía me impide bajar hasta ellos.

—¿Estás bien? —su tono de voz es ronco y susurrante—estábamos a punto de...

—Besarnos, sí. Lo siento, es mi culpa. Siento que estoy haciendo todo mal hoy. —me levanto de su regazo y camino en círculos frotando mis ojos.

—¿Allie? —me volteo de brazos cruzados, no porque esté furiosa sino porque el piso helado me está llegando hasta las arterias de mi cuerpo. No sé qué hacer.

—Son las dos de la madrugada y tengo frío y sueño y no pienso con claridad. Perdón si tu transportación hasta aquí fue...en vano.

Dylan camina a mí, desliza las manos por mis hombros y me mece en sus brazos.

—Tranquila, respira, cuenta hasta cinco conmigo, inhala y exhala —mis pulmones se llenan de aire y lo expulso a través de mi boca, repito el proceso la cantidad necesaria—No te culpes más, el día no siempre sale como desearíamos, pero mañana es otro día y todo estará mejor en cuanto nos vayamos a dormir y descansar y esperar hasta que el sol reaparezca como es habitual, no todo está ´perdido, amor, y con respecto a la transportación… no fue en vano.

—Gracias por hacerme sentir mejor, pero esa no es mi mayor preocupación, esa es una ligera en comparación a lo que diré. No quiero que te atrapen o hagan daño por estar conmigo, me aterra que...si te encuentran, te matarán. —encuentro en mi mente una de las líneas del romance trágico de la conocida obra de William Shakespeare “Romeo y Julieta”.

Dylan me sube la cabeza desde la barbilla para apreciar mis ojos cansados de mirar a mi alrededor.

Más homicidas son tus ojos, diosa mía, que las espadas de veinte parientes tuyos. Mírame sin enojos, y mi cuerpo se hará invulnerable. —sigue con el diálogo ya que es fanático de la novela. Apoya con los labios sobre el puente de mi nariz, siento el aliento que baja sobre mi rostro, y hace latir mi descontrolado corazón.

Yo daría un mundo porque no te descubrieran.

De ellos me defiende el velo tenebroso de la noche. Más quiero morir a sus manos, amándome tú, que esquivarlos y salvarme de ellos, cuando me falte tu amor.

El ruido de sus labios presionados en el centro de mi frente me da escalofríos a mi cuerpo, y un alivio a mi espíritu. Se siente tan bien volver a estar juntos.

Respiro hondo y también su aroma, y acaricio su antebrazo con mis yemas.

«Nada malo pasa, tranquila, ya puedes respirar en paz.» me digo a mí misma.

Respiro hondo y también su aroma, y acaricio su piel.

—Por favor... —le pido suave y mis ojos van a los suyos—llévame a casa.

Veo su mano hacer un movimiento y un portal se hace frente a mis ojos, con tonos púrpuras y azules, y con una luz blanca fascinante. Entrelaza nuestras manos.

—¿Lista?

Su sonrisa es brillante, no lo pienso una segunda vez.

«Mantenernos juntos nos hará fuertes.»

—Contigo siempre estoy lista.

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¡Holaa! ¿cómo están?

Capítulo publicado. No olviden votar, comentar y compartir si lo desean.

Muchas gracias por apoyarme. Nos vemos.

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