▫️Capítulo 3 - La cascada llena de sentimientos -▫️
El molesto sonido de la alarma destruye mis ganas de querer levantarme de su cama, tanto así que de mi boca sale maldiciendo el mismo despertar.
-Este era apenas el comienzo de mi sueño y tu alarma lo arruinó. -digo con voz pasiva. Exhalo de comodidad cuando cesa el ruido y su mano frota mi antebrazo. Ni siquiera volteo a verlo.
-Hora de despertarse, Allie. Hoy será un gran día, tú misma lo dijiste.
-Mm, lo recuerdo a la perfección, pero creo que no iré hoy. Diviértete.
-A ver, abre la boca. -hace silencio y durante ese tiempo busca el termómetro y mide mi temperatura-La fiebre disminuyó considerablemente... no creo que haya problema si vienes.
-Bien, dame diez minutos más y me alisto, ¿quieres?
No siento otro peso en la cama más que el mío y cuando acomodo mi cuerpo para la breve siesta, él tira de mis talones.
-¡Ey! te pregunté que si podías darme diez minutos.
-Vístete, no tenemos mucho tiempo.
Él se voltea en dirección al vestidor. Y yo aún con ganas de la breve siesta, me levanto de mala gana, salgo de su cuarto y camino hasta el mío.
-Hola ¿qué tal dormiste?
Paro en seco y mis ojos viajan de arriba abajo, para mi sorpresa, Sarah ya está vestida: usa shorts con calzado deportivo, una camiseta blanca. No era habitual que se vistiera tan rápido en la mañana.
-¿Soy yo o dormir en el cuarto de Dylan afectó tus cinco sentidos?
-No, sólo que creo que él no amaneció de lo mejor.
Su rostro muestra una expresión que puede interpretarse con misterio y asombro.
-No pienses mal. -selecciono ropa cómoda y fresca, y cambio en nuestro clóset.
-No, por supuesto que no, mejor olvida lo que dije y ya está.
Ruedo los ojos. Tomo el bolso con mis cosas y ambas salimos del residencial. Dylan, Sarah y yo nos quedamos esperando hasta que una camioneta de viaje nos toca el claxon.
-¡Mis amigos! ¿listos para morir y volverse locos hoy? -Josh está al volante.
-¡Uf, no puedo esperar! -le responde Sarah con entusiasmo.
-Un momento... -Stefan me mira confundido y baja sus gafas de sol-Allie, ¿te caíste de la cama?
-Mm, cierra la boca antes de que te golpee. -lo amenazo y cierro los ojos un segundo por fastidio.
-Uy, que miedo. -bromea.
-Stefan, no la molestes -dice Dylan.
-¡Gracias! -digo mirándolo.
-Porque está gruñona, no querrás hacerla enojar, ya sabes cómo son las mujeres.
-Cállate tú también, Martin. Claro está que no estoy de ánimo para ninguno de los dos.
-Tal vez quieras una almohada, cariño. Stefan, ¿tienes almohadas contigo?
«¿Cariño? ¿desde cuándo adoptó ese apodo para mí.»
Stefan con amabilidad se las pasa a él, y él a mí.
-Por si quieres dormir, dijiste que querías al menos diez minutos más.
Que... considerado, pero:
-Yo creí que estabas enojado cuando me dijiste...
-¿Qué? -pregunta riéndose-claro que no.
«¿No? tiene que ser una broma.»
-Dije eso para que te vistieras rápido. -le entrego la almohada y abro la puerta de los asientos traseros-Espera ¿no la quieres?
-Puedes tenerla, pero fue un lindo gesto.
-Bien, todo el mundo adentro. -dice Stefan.
Yo soy la primera en entrar con mi equipaje y lo sitúo en el asiento delantero.
-Hola ¿qué tal? -dice Sarah mientras se sienta a mi lado decidida a quedarse conmigo, se le ve agradecida de tener al menos un momento a solas conmigo.
-Bien ¿qué tal tú?
Se acerca a mí y baja el tono de su voz.
-Parece que tu amigo, bueno, tu hombre, está tomando en serio esto de estar contigo.
-¿Mi hombre? -río breve-, no somos pareja, es mi amigo.
-Sí ajá, lo que tú digas, cariño. Pidió una almohada para ti porque te veías cansada...
-Sí, la trajo, pero...
-Pero ¿qué?
-¿Y si no ocurre nada?
Ella entrecerró los ojos.
-¿A qué te refieres con qué "y si no ocurre nada"?
-¿Y si sólo lo que hizo fue un gesto de caballerosidad y lo hace con las demás, y soy una de las demás?
-No pienses de esa forma de ti misma, hazme el favor. Escucha, no creo que les preste atención a las otras chicas, si es que tiene. No le puedes dedicar la misma atención a tantas.
-¿Quién dice que no? puede tener tantas como le parezca y darles a todas contra la pared de la ducha.
-¡Allie Jensen shhh! -me calla mientras se me acerca más-¿pared de la ducha? ¿piensas que Dylan es el hombre que tiene sexo con todas?
-Bueno...no, pero ya sabes es un muchacho lindo.
«Es más que lindo.»
-Ser lindo no es sinónimo de "voy a darles a todas contra la pared de la ducha"
Intento protestar, pero ella tiene razón. No porque seas lindo significa que todo el mundo está a tus pies, incluso, puede que nadie se fije en ti siendo una persona extraordinaria, parece que a algunas personas les parece mejor que jueguen con ellas como títeres a qué les traten con dulzura y amor genuino.
-Pero...
Sarah toca mi hombro.
-Cariño, si te dedicó la mejor atención, ¿por qué crees que no lo haría de nuevo?
Tiene razón, de nuevo. Intento sacar algo coherente de mi boca, pero no pasa y sólo me sonrojo.
-Necesito dormir.
-Sí...con él.
-Vete ya, no tengo tiempo para esto. -digo entre dientes-Necesito recuperar mis diez minutos. -al menos, ella va sonriente a su puesto.
Cierro mis ojos mientras giro mi cabeza con suavidad a la ventana. Un ruido a mi lado me hace ver con enfado a la persona.
-El puesto estaba vacío.
-Puedes irte a otro asiento para que pueda descansar, ¿por favor?
Dylan deja la almohada en su puesto y atiende a mi petición-Claro, duerme bien.
Ya que lo veo junto a Stefan, acomodo el almohadón en su lugar y trato de conciliar el sueño.
No puedo.
Demonios.
Le hago una seña para que se acerque y tengamos más intimidad.
-¿Me extrañaste?
-No te creas tan importante.
-¡Qué encantador de tu parte! ¿es nuevo el sentido de humor que tienes, o ya lo había visto y no me di cuenta de lo irritante que era?
No tengo palabras, ¿cómo que yo...?
Comienzo a ver a mi alrededor, a mis manos, no sabiendo que hacer. Eso se refleja en mi cuerpo, nervioso y quieto.
Dylan se sienta por voluntad propia.
-Dios, era un chiste, no eres irritante. -se le desvanece la sonrisa-¿Allie? estás pálida...
Escucho decir por lo bajo:
-Maldita sea ¿qué hice? -rebusca en su mochila desesperado. Mi cuerpo se balancea de forma involuntaria-¡cuidado! no te mueras, no te hagas daño. Bien, quieta. -Él me mantiene acostada en el espaldar. Parte un pedazo y me lo intenta meter a la boca-Cómetelo, es chocolate.
Y así lo hago hasta que la energía en mí crece. Dylan busca saca un bolso azul marino y de él un equipo médico, un equipo medidor de presión arterial, uno manual.
Me agarra el brazo con confianza y enrolla el brazalete ajustable en mi brazo, se coloca el estetoscopio como un profesional.
-Bien, respira, tranquilízate y mantente callada. Tomará menos de dos minutos, ¿lista?
-Sí, lista. -le digo con seguridad.
Mi brazo se siente apretado de a poco. Me concentro en mi respiración, sin embargo, llega un segundo mortal que me obliga a tomarle con fuerza -casi a enterrarle las uñas-a su brazo.
Él termina y quita su aparato de los oídos.
-Tu presión arterial está baja, noventa sobre cincuenta, ¿sufres de hipotensión?
-No que yo sepa.
Guarda las cosas y se gira de nuevo a mí-Deberías fijarte en eso. En fin, falta una hora para llegar, puedes dormir en mis piernas, si quieres.
-Sí, gracias. Y gracias por ayudarme.
-Para eso estoy ¿no?
Le sonrío antes de dormirme encima de él.
Cuando me despierto, aún seguimos en movimiento. Está tan tranquilo que sólo se escucha la naturaleza desde fuera y los neumáticos.
-¿Tú no dormiste? -le pregunto mientras me alzo y froto mis ojos.
-Lo hice, desperté antes que tú. Tú sí que te veías agotada. Lo único que faltaba era una cobija caliente, supongo.
«Y unos abrazos no vendrían mal, ni caricias a propósito.»
«Supones bien, Martin, supones bien.»
Sujeta su equipaje y me ayuda con el mío, pero vamos, yo misma lo puedo llevar, el problema es que cuando lo intento tomar, él insiste en tenerlo.
Caminamos por el sendero con las carpas y mochilas hasta llegar al lugar propuesto en un principio. Dejamos nuestras cosas en un lugar seguro con tres carpas ya armadas. Es hora de ir al otro sendero, ese otro sendero nos lleva a la cima de unas rocas. Es una cascada con una vista fascinante.
Stefan es el primero en quedarse en traje de baño y en tirarse al agua.
-Después de ti. -dice Josh haciéndose un paso atrás.
Sarah se despoja de su ropa, y Josh va detrás de ella. Dylan y yo hacemos lo mismo.
Podría hacerlo, pero se me enfría la sangre de mirar abajo. Siento su mano agarrando la mía, calmando mis nervios.
-Mantén la calma, no es el fin del mundo ¿lo sabes?
-Cierto, se me olvidó mencionar que le tengo pavor a las alturas.
-Oh sí, creo que lo olvidaste -quita su mano y trata de empujarme, el universo está a mi favor ya que él no lo logra.
-¡Dylan! -exclamo histérica-. No, basta. -Él suelta una dulce carcajada-¿por qué te ríes? no es divertido.
-Ay, perdón. -aclara su garganta-Bueno ya, saltaremos juntos... Dame tu mano. No mires abajo. A la cuenta de tres: una.
-... Dos.
-¡Tres!
Suelto unos cuantos gritos, y cuando menos lo espero estamos en el agua. Exhalo y toso muy fuerte cuando me encuentro en la superficie. Me sostengo de una roca para revisar si en realidad estoy viva. Me lanzo hacia él y mi impacto nos lleva abajo. Cuando ascendemos, quedamos a escasos metros de distancia, casi puedo tocar su piel.
Dejo espacio entre nosotros y le echo agua en la cara.
-De acuerdo, eso no es divertido.
-Sí que lo es. -digo divirtiéndome. Nos tiramos agua entre nosotros como niños, suelto risas mientras me acerco al lado en el que está, es más profundo que el anterior. Y de impulso, coloco mis brazos a su alrededor y él rodea mi cintura con sus manos.
-Ey, tranquila.
Nuestros pies se tocan. Sus ojos no dejan de mirarme, él no deja de mirarme, con una sonrisa en su rostro.
-¡Ay! Em, esto es... sabes soy pequeña y está hondo.
-¿Esa es tu excusa para abrazarme?
-No, no, yo... -suspiro y desvío la vista-disculpa.
-Nada de disculpas, olvida eso. -Dylan toma mi barbilla y me hace mirarlo de nuevo. Dios, se ve tan... celestial.
Nuestros ojos entran en contacto y al parecer no pueden dejar de estarlo. Me limpia la mejilla con su pulgar, con suma sensualidad, a la vez siento su respiración, tranquila y lenta.
-Allie... -suspira.
«¿Qué demonios me ocurre? ¿qué está ocurriendo entre los dos?»
-¿Sí?
-Yo...
Acércate a él. Muy tarde. Él lo hizo primero. Mis manos pasan de estar en su pecho a su cuello, nuestras narices entran en contacto, por poco puedo sentir sus labios en los míos, mientras que él agarra mi cintura con firmeza, pero una voz nos interrumpe.
-Oigan, ustedes, tortolitos, dejen de hacer lo que hacen y vengan acá.
Ambos nos acercamos a ellos. Pasan horas y hasta el anochecer, prendimos una fogata y cenamos. Josh cuenta anécdotas de sus días pasados aquí y cada uno parece inmerso en la plática, y luego todo el mundo va a su respectiva carpa. Voy a la de Dylan.
-¿Puedo pasar?
-Sí, adelante.
Entro y lo encuentro viendo su celular, lo deja a un lado.
-Escucha... lo de la cascada, lo que pasó...
-No tienes que decirlo. -se levanta y camina hacia donde estoy.
-No, pero, yo no quise hacerlo y perdón... Si te incomodé, nunca fue mi intención y...
-Allie...
Toma mi cara entre sus manos.
-¿Qué? -suspiro.
-No me incomodaste. Fue un momento nada más. Esas cosas pasan y no significan nada.
-Sí, tienes razón, no debí haber hecho un escándalo, fue ridículo.
-Descuida ¿quieres quedarte un rato?
-De acuerdo, un rato. -le hago énfasis.
Nos vamos a donde está lo que podría ser su cama. Me quedo a su lado. Él saca de su bolso dos vasos de plástico y los llena.
-¿Champaña? -me extiende la mano-, escucha sé que ni tú ni yo tenemos la edad correspondiente, pero ¿a quién carajos le importa?
Accedo-Ten por seguro que a mí no. -tomo del vaso desechable.
-No pensaba que serías ese tipo de mujer, sin ofender.
-¿El tipo de mujer a la que le gusta el alcohol y rompe las reglas del país?
-Exacto. -me sonríe amistoso-Creo que me gusta.
Suelto una risa-Me siento halagada. -me llena el vaso y se sirve él también. Chocamos los vasos desechables y tomamos. Ya cuando termino lo dejo a un lado- ¿tienes tu agenda llena?
-No lo sé ¿por? -su mano agarra ambos vasos y los coloca a un lado en donde no estorben.
-Curiosidad.
-Ay por Dios que misteriosa. -Sonríe y saca un chocolate blanco-¿quieres un poco?
-No, gracias, puedes comerlo tú.
Frunce el ceño-¿Estás segura de esa decisión? -come un trozo y no deja de mirarme.
-Me estás tentando.
-¿Qué? por favor, nunca haría eso.
Come otro trozo. Me muerdo el labio y miro al suelo, sus ojos me buscan, y encuentran. Baja el envoltorio del chocolate y me lo extiende.
-Abre la boca.
Niego y él inclina la cabeza, insistiendo.
-Te digo que no tienes que compartir nada. No hace falta.
-Tus palabras pueden decir una cosa y tu boca otra. No creo que quieras rechazar la oferta. Ahora, acércate y abre la boca.
-Bien. -me acerco a él y muerdo el pedazo sin dejar de mirarlo. Me hago un paso atrás-Está muy bueno, gracias.
Sonríe y me limpia la comisura de la boca.
-¿Chocolate?
Dylan acuna mis mejillas y su aliento se pasa al interior de mi boca. El silencio incómodo queda en el aire hasta que él pronuncia las palabras:
-No.
Nos besamos. O, mejor dicho, él me besa a mí.
El beso es exquisito, y con tantas curvas que sería difícil de explicar. Nuestros labios se saborean, hambrientos. Mi cuerpo se abalanza al suyo, mis manos le tocan su pecho y le tiran del cabello. Él gruñe. Me da un lugar en sus piernas y sus manos levantan mi ropa y tocan mi piel, mi cintura. Me entra un escalofrío y mi respiración se acelera cuando sus dedos tocan mi columna vertebral.
-Ey. -le susurro contra sus labios.
-¿Sí?
Pego nuestras frentes y exhalo el aire contenido en mis pulmones.
-Dylan yo...
Veo la botella a punto de caerse, por suerte, él la agarra y coloca a una prudente distancia de nosotros. Nos miramos de nuevo y toma mis manos.
-¿Qué ibas a decirme?
-Lo siento, tengo que irme a dormir. Nos levantaremos temprano mañana. -mentirosa.
-Oh -se aclara la garganta-, ¿no puedes quedarte a dormir?
-Lo siento, no puedo.
-Sabes que nada te lo impide ¿cierto?
-Eso lo tengo claro, pero no puedo. -lo beso una vez más y acaricio la mejilla-Te veo mañana, duerme bien.
Me levanto de su regazo. Él me agarra la mano, le sonrío y me suelto de su agarre. Voy hasta la salida.
-¿Al menos te gustó el beso?
Lo miro de reojo y digo:
-¿Crees que te hubiera dado uno de vuelta si no me hubiera gustado?
Sin respuesta de su parte, salgo de su carpa y vuelvo a la mía, esperando esta vez dormir mejor.
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