Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

▫️Capítulo 26 - El demonio en el cementerio▫️

Damos una vuelta por los alrededores de Brookville mientras hablamos temas variados. Paramos en una cafetería. El frío está que nos llega hasta los huesos, en realidad no pienso que ellos sufran con respecto a las temperaturas, pero yo sí y Élise puede que un pequeño porcentaje. Llevo puesto jeans, botas y una camiseta manga larga negra, sin embargo, no me satisface del todo.

Me compro un café con leche con saborizante a caramelo y crema batida arriba, junto con una porción de pastel de zanahoria. Ya cuando lo tengo en mis manos me siento con ellos en la mesa.

-¿No creen que hace frío? -les pregunto.

-Los nuestros pueden soportar cualquier temperatura. -expresa Jordan-Pensé que estar aquí te ayudaría a entrar en calor.

-Y lo hace, gracias. -mis dedos intentan obtener calor mientras bebo de mi café-No creí que habría tanto frío. En Boston también hace frío es claro, pero siento que esta vez es más de lo que puedo sobrellevar.

Dejo el café en la mesa. Élise me acaricia una mano y sonríe de un lado.

-Tranquila, también me ocurre a veces.

Dylan me agarra la mano libre y frota con las suyas.

-Sí, estás fría. -se quita la chaqueta negra y yo me la coloco-¿mejor?

-Sí, gracias. -Dylan me roba un trozo de pastel-Te gusta robar ¿eh?

-Mm, lo que comes en especial, está delicioso. -deja la cuchara sobre el plato con lo que queda del pastel. Me termino el postre y la bebida, por suerte aquello me mantendrá sin hambre por unas horas hasta la cena, incluso me calma el frío.

-¿Quieren algo de diversión antes de hacer la cena de hoy? -pregunta Jordan con un entusiasmo que se visualiza a simple vista.

Salimos del calor de la cafetería y nos subimos al auto, la carretera está despejada por hoy, parece que todos se desean quedar en casa con un clima tan frío como éste. Jordan aparca el auto al lado de una acera, lo que puedo llegar a observar una gran reja negra. Los cuatro nos bajamos y caminamos hacia el misterioso lugar: un cementerio.

Jordan abre la puerta y nos deja pasar. Nos adentrarnos en el cementerio, y nuestros pasos hacen ruido por las hojas en el suelo. Mi aliento sale frío de mi boca y los pájaros hacen sonidos y cantados. Bajamos las escaleras de piedra, miro una blanca capilla y las tumbas del otro lado.

-Dijiste si queríamos diversión. -repite Élise cruzando los brazos sobre sus pechos.

Él resopla y sus brazos caen a sus laterales.

-Así es ¿no te diviertes?

-Suponíamos que sería un lugar feliz, sin ofender. -continúa ella alzando las manos en señal de disculpa, pero en realidad, no tiene que disculparse, de hecho, yo pienso lo mismo también.

-Es nostálgico, deprimente. -agrega Dylan.

Pasa la mano por su cabello rubio oscuro.

-Bien, no tenía otra idea lo admito, pero en realidad he estado lleno de trabajo estos días y necesitaba un descanso de la gente. Este lugar me trae paz. -el viento se siente más intenso-Élise ¿qué te parece si caminamos y discutimos un asunto?

-No me molesta, andando. -se gira en torno a él y se alejan de nosotros.

Dylan me agarra la mano y nos vamos a la capilla. Para nuestra sorpresa, la puerta está abierta.

La capilla tiene una magnífica iluminación. Miro los vidriares, el altar, los detalles en oro, el piso color blanco como las paredes y los oratorios en una esquina. Me siento en uno de los asientos y el escándaloso ruido que la puerta emite gracias a Dylan me hace reírme de su mal cálculo mientras él moja sus dedos con agua bendita y hace la señal de la cruz.

Procedo a restaurar mi compostura y el respeto. Mis dedos encuentran un punto fijo y capto el segundo ven que Dylan se sienta a mi lado.

-Somos tan fuertes, pero tan frágiles también... ¿crees que tenemos un punto medio para sobrellevar cada prueba de la vida?

-Creo que con cada prueba te demuestras la dureza que tienes dentro de tu ser hasta el punto en donde ya no necesitas ninguna más porque superaste todas.

-Fue una pregunta filosófica, en eso estamos de acuerdo.

Dylan juega con mi cabello y su mano, que se posa en mi mejilla, dirige mi rostro a su dirección exacta.

-Veo cuánto te duele amor, pero Stefan ya está en un mejor sitio. Llora y grita para que tu alma se recupere ¿sí? -me aconseja con la voz suave-y si quieres gritarme en el oído para aliviarte y hacerte sentir mejor, aquí estaré. -suelto una risa al recordar aquel momento-¿cómo te sientes?

-Siento...paz. Tu discurso me ayudó, gracias.

-Lo único que quiero es ayudarte como pueda. -le agradezco y él me da un beso largo en los labios.

-Este no es lugar para hacer lo que hacen, jóvenes. -miramos a una monja mayor vestida de negro, con las manos juntas y sosteniendo un rosario. Camina un poco hacia nosotros, pero guardando distancia. Sus ojos grises nos examinan despacio a ambos. Por eso la puerta estaba abierta.

-No, no, nosotros no pretendíamos... -dice Dylan, ella se fija en él-discúlpenos, no volverá a pasar.

-Descuiden, son cosas que pasarán en algún momento con la persona con la que estés. Hace frío afuera, las otras monjas están atrás y siempre tenemos otro cuarto disponible por si gustan quedarse.

-Gracias, en serio, pero estamos bien.

Ella asiente, se da la vuelta y camina hacia una puerta lateral. Nosotros salimos de la capilla, Jordan y Élise se aproximan.

-Oigan ¿qué es eso? -pregunta Élise. Un humo negro. Dylan saca su espada escondida.

-Un demonio. -dice Jordan. Una criatura alta, de piel super oscura, musculosa, con cuernos, sonrisa tenebrosa y ojos casi negros. Suelta un grito como hiena y todos nos cubrimos los oídos. Su mano saca una espada.

El demonio dice unas palabras que no logro entender. Levanta la espada y acerca a nosotros, pero la espada de Dylan nos protege.

-Jordan tienes que llevarlas a casa. -veo sus músculos temblar, el demonio tiene mucha más fuerza que él.

-¿Quieres que te dejemos? -pregunta Élise.

-¡Sí! ¡es lo conveniente!

-Si crees que...

-No digas nada, Jordan. Tienes que llevarlas. Tienen que obedecer mis órdenes ¡váyanse ahora!

Él nos lleva a las dos a la salida del cementerio. Ella se sienta en el asiento del copiloto y Jordan acelera.

-Jordan da la vuelta. -le digo.

Sus ojos azul oscuro me dan una mirada por el espejo y vuelve a mirar la carretera.

-Allie, él me dijo que siguiera sus órdenes y eso haré. Sabe lo que hace.

-¡Da la maldita vuelta!

-Sé lo mucho que te preocupas por él. -interviene Élise viéndome-Todos estamos preocupados, pero Dylan estará bien.

Llegamos a casa. Isobel, Ashley y su padre están en la sala.

-¿Dónde está Dylan? -pregunta Isobel, con el pelo castaño trenzado, parada y con su hija. Nadie responde.

-Dylan está...

-Gracias Élise, pero le preguntaba a mi esposo ¿y bien? ¿dónde está Dylan?

Él suspira y se queda frente a ella.

-Dylan está en el cementerio, peleando con un demonio.

Isobel inhala. Su padre cruza los brazos.

-¿Y por qué no se quedaron con él? -inquiere él, está sentado en la silla con unos ojos furiosos y confusos a la vez.

-Él nos dijo que nos fuéramos y que teníamos que obedecer sus órdenes -expresa Jordan-. Gaveil, Dylan estará bien. Sabe que hacer, tenemos que mantener la calma y esperar.

Me quedo en una esquina, apartada y todavía con su chaqueta puesta. Pasa el atardecer y llega la noche y nadie se ha ido de la sala. Tocan el timbre y todos vamos corriendo. Abro la puerta y lo encuentro pálido y su camiseta rasgada. Dylan exhala y cae en mis brazos con debilidad. Todos contribuyen a llevarlo al sofá.

-Vayan a cambiarse todos. Tendremos una cena especial esta noche.

-No, no es así. Dylan, no estás bien y no haremos la cena sin ti.

No puedo refutarle ni mucho menos obligarlo a quedarse quieto, porque no depende de mí. Isobel me presta uno de sus tantos vestidos y en menos de una hora todos, excepto el señor Martin y Ashley, se sientan en la mesa cómo si nada hubiera sucedido. El segundo comedor tiene una abertura en el techo que deja a visibilidad la azul noche y la radiante luna. La mesa está adornada con copas de vidrio, los cubiertos resplandeciendo su brillo de plata y los platos de forma similar.

Jordan usa su traje rojo y camisa negra; Isobel usa un vestido del mismo color con las mangas de sus antebrazos hasta sus muñecas en tela roja transparente, junto con una diadema que parece corona y un collar reluciente en su cuello; Élise lleva puesto un vestido rojo sangre con corte de corazón y le llega hasta los talones; Dylan decide romper el patrón de rojo, usando un azul marino con una cadena plateada colgando en su cuello y aunque sea majestuoso, yo visto de rojo como los demás.

Nunca he llegado a tener un silencio tan incómodo hasta esta noche ¡qué impresión!

-Ya está empezando. Jordan, apaga las luces.

-¿Qué? ¿por qué haría eso? no hemos acabado con la cena.

Las manos de Dylan se formaron en puños, se alzaron e impactaron con fuerza la mesa.

-¡Apaga las luces ya! -grita con angustia-y que empiece el juego.

Su agresividad hace que deje los cubiertos en la mesa y me levante de inmediato.

-Tienen cinco minutos y comienzan ahora.

Jordan apaga las luces y con lo poco que mi vista logra enfocar, salgo escandalizada en mi interior. Isobel nos lleva a todos a la cocina donde nos da a cada uno un candelabro con la vela encendida ¿será que lo tenían todo previsto? cada uno toma rumbos diferentes en la casa, pero Élise se ofrece a ser mi acompañante. Caminamos juntas por el centro de la casa, nuestros tacones hacen música por el piso y ambas nos escondemos en las columnas adelante de las escaleras. Obstruyo la luz que me puede delatar con la palma de mi mano y espero a que Dylan se aproxime. Comienzo a escuchar su voz, a llamarme a mí, el asunto es conmigo y nadie más que yo.

Él llega hasta nosotras. Dejo el candelabro en el suelo. Dylan sonríe de forma malévola y sin querer me hace un rasguño en mi brazo; mi sangre sale a la luz. Él me agarra de los brazos, sin llegarle a importar mi quejido de dolor. Veo su mano teñida con mi sangre. Su mano se desplaza por mi mejilla y mi corazón se acelera por ese simple movimiento.

-¿Tienes miedo de mí en este momento? -me pregunta con voz seductora.

-¿Por qué tendría miedo de ti?

-Porque no sé de lo que soy capaz esta noche. No puedo controlarme. -me susurra en nuestra cercanía, en mí oído, pero siento los húmedos labios rozando mi cuello, una forma exquisita e inteligente para dejar salir mi sensualidad.

-Te amo, Dylan. -le suspiro-Hoy y siempre y no importa nada más, tenlo presente.

-Lo tengo presente. -responde y se me queda mirando-Estás preciosa. -Dylan tira la tela de mi vestido y por supuesto le resulta inútil. Me acuna las mejillas y ambos nos acercamos, pero antes de poder besarnos, él gruñe por el dolor que siente, lo intento ayudar, pero un segundo después él se desploma encima de mí. El hechizo de Élise. Ella me ayuda a llevarlo a mi cuarto.

Al cabo de una hora, Dylan se mueve y exhala. Se toca ambos ojos. Su piel sigue pálida. Se intenta sentar en la cama. Le acaricio el antebrazo.

-No deberías esforzarte tanto.

-¿Y ese vendaje? ¿te hice daño? -no lo recuerda.

-Fue un rasguño, no te preocupes. Tienes que descansar.

-¡Discúlpame por el rasguño, no fue mi intención! y... gracias por atenderme.

-No es nada. -le agarro la mano. Dylan me abraza y besa suave-¿te duele mucho el cuerpo?

-Un poco, ya se me pasará, es temporal.

Asiento y me levanto de la cama.

-Te veo mañana. Duerme bien.

Él me hace una inclinación de cabeza y voy a su habitación. Le doy a mi cuerpo una ducha caliente y que me haga relajarme. Me visto con una de sus camisetas. Miro una mujer; una intrusa de tez blanca, un poco pálida, pero no pálida enfermiza, ojos marrón oscuro, el cabello rubio suelto, camiseta, jeans y botas de tacón negras.

-No pensé en verte a ti, sin ofender.

-¿Quién eres tú?

Frunce el ceño, confundida por la pregunta.

-La pregunta es ¿quién eres tú, querida?

-Soy Allie su novia.

-Ah... tú eres la mujer que estaba durmiendo a su lado, dah, que tonta, claro que eres su novia.

-Espera, tú me viste que estaba dormida con él ¿qué... ?

-Linda no tengo tiempo para explicar. -suspira-Yo soy Emma Gádornyi de Hungría, mejor amiga de Dylan.

Hungría. Hago memoria de todo lo que él me dijo la otra noche. Es ella.

-Tú eres la que bailó con él en su cumpleaños ¿no?

Emma se sienta en su cama.

-Qué lindo que te lo haya contado, es uno de mis mejores recuerdos junto a él. A propósito ¿dónde está?

-Durmiendo en otra habitación.

-Oh, bueno, en ese caso, necesito que le digas algo por mí.

No la conozco, pero igual asiento. Es su mejor amiga entonces no hay ningún problema.

-Bien ¿de qué se trata?

Ella se levanta y espera un tiempo para hablar.

-Dile que necesito que vaya a un campo apartado y que lleve consigo el objeto del que hablamos la otra noche, necesito que me lo entregue mañana cuando se ponga el sol. -hace una pausa-Tu tranquila, él sabe de lo que estoy hablando, y tú también lo sabrás cuando mañana estemos reunidos. No tienes que desesperarte, porque lo sabrás. Te lo prometo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro