▫️ Capítulo 25 - Mi refugio eres tú, eso no cambiará -▫️
Al llegar a la parte trasera de la casa me topo con una caja. Dylan me comenta que va a enseñarme a usar armas. Mi cara muestra confusión y alegría ¿será que los demás saben de esto? el, al ver mi expresión, dice que ellos saben y que si en algún día él no puede, Jordan lo va a sustituir. No sé por qué, pero, estar en la posición en la que estoy y hacerlo me hace en verdad sentir parte de aquí. Soy parte de la familia y nos protegemos unos a otros.
Muestra algunas y las coloca en el suelo. Una navaja, de tobillo y muñeca, espadas y agarra una pistola CZ-75 con sus municiones y me la entrega. Se coloca detrás de mí y siento su aliento en mi cuello, mientras sus manos me ayudan a controlar mis temblores. Me dice al oído que no tenga miedo de apretar el gatillo, que respire profundo, concentre mis ojos en un punto y dispare, solo eso, ylo hago. Luego disparo a otros lugares y seguimos con las otras armas. Tres horas de puro aprendizaje me dejan agotada, y eso que es de mediodía.
Sigo a Dylan a una sala nueva, esta tiene repisas con armas a la vista, como arcos y flecha de hierro, algunos frascos que si no falló son venenos especiales, espadas lustradas, dagas y equipo necesario de protección. Jordan e Isobel, con Ashley en los brazos, hablan en el centro de la habitación.
—¿Interrumpimos información importante?
—No Allie, para nada, siéntanse libres de... observar armas y probar equipamiento. —invita Isobel sonriente con Ashley con su dedo en la boca.
—No vinimos a observar armas, pero gracias. —Dylan se adelanta en hablar y guarda lo que utilizamos para practicar. Jordan y ella caminan a nosotros.
—El festejo quedará para mañana debido a un imprevisto que tengo que atender con los ángeles ¿estás de acuerdo, Dylan? —le explica Jordan.
—Claro, pero mantenme al tanto, no me gustaría mañana volverme loco ¿entienden? ¿no entendieron...el chiste?
—Dylan los chistes en ese contexto no tienen que ser chistes. —dice Isobel y en un segundo dirige su mirada a mí:—Mañana será una noche complicada, es luna llena, por suerte sabemos que hacer, no deberíamos de sufrirlo nosotros.
—De hecho, cariño estás equivocada, el sufrimiento varía de persona a persona, nunca se sabe hasta que pase. —interviene Jordan con lo mismo que dijo Dylan anoche.
Ashley se saca el dedo de la boca y una de sus diminutas manos queda en su antebrazo y la otra se posa en el seno de Isobel mientras gorjea y le da pequeñas palmadas.
—El monstruito tiene hambre ¿no es así criatura de papá? —Jordan le hace breves cosquillas a su hija y ella sonríe inocente.
—Sí, tiene hambre. Le daré de comer y la llevaré a su cuna para que duerma. —Isobel camina hacia las puertas y luego la perdemos de vista.
—Yo también tengo cosas que atender ¿ustedes se quedarán aquí? —nos pregunta él.
—Debo hacer algo primero. Nos vemos más tarde. —me despido de ambos y dirijo a mi habitación a darme un baño relajante.
Me visto con unos de tiro alto, botas y camiseta de color negro. Minutos después Dylan me escribe para que vaya a la entrada con él. Su ropa es color negro también y su colonia llega a mis fosas nasales, sin duda se duchó más rápido que yo. Nos subimos al auto y yo voy de copiloto.
—Entonces... ¿qué haremos con exactitud? —le pregunto a la vez que él enciende el auto.
—Me gusta llamarlo una misión. Iremos a casa de Adelard.
—¿Tú sabes dónde vive? —digo abriendo los ojos.
—Sería absurdo no saberlo. —veo las armas en la parte trasera del auto—Son por precaución.
—De acuerdo. —abrocho mi cinturón, pisa el acelerador y emprendemos camino.
Después de tres horas y media, llegamos. La casa es lo bastante grande para vivir quince personas. Es de dos pisos y de ladrillos marrones. Nos bajamos del auto. Él me entrega la pistola CZ-75, le coloco las municiones. Él agarra otra igual. Nos quedamos frente a la entrada.
—No pensarás en forzar la puerta ¿o sí?
—Claro que no. Eso sería... —Inclino la cabeza—bueno, me descubriste.
—O podríamos girar la manija.
—No seas aburrida. Esto sería una misión.
—No lo soy. Es una forma no tan escandalosa para entrar y que no sea obvio.
—Podemos entrar como policías que van a arrestar a alguien ¿sabes lo divertido que sería eso?
—¡Por supuesto que sí! solo que hoy... —abro la puerta hacia dentro—no pasará amor, lo siento.
—Por supuesto. Por supuesto el imbécil dejó la puerta abierta, fascinante.
Entra, resoplo y cierro la puerta. Observo lo espaciosa que es, la escalera de caracol da hacia la derecha.
—Revisa arriba. Yo lo haré aquí. —ordena.
Subo las escaleras y entro a todos los cuartos que hay. Falta uno.
Abro la puerta y rechina. A juzgar por el estado de la habitación, el que la cerró, lo hizo hace años. El armario en malas condiciones, además del colchón de cama en el suelo y su cabecera oxidada. Me acerco a la mesa de noche cubierta de polvo. Abro uno de los cajones y saco una caja.
—Todo está bien abajo —su vista se va a mis manos—¿dónde encontraste eso?
—En los cajones. —digo sin apartar la mirada—Hay un libro, cepillo para el cabello, anillo de compromiso y una foto de una mujer.
—Déjame ver la foto.
La examina y luego me la regresa, la llevo en mi bolsillo. Un destello sale al lado del armario y quitamos lo que cubre. Es una urna con:
—La espada. —dice él. La saca de la urna y la sujeta en su mano.
—¿Dylan, qué haces? deja eso en su lugar, ahora.
—Fue mía antes que suya, me la voy a llevar por un tiempo. Me lo merezco.
Alguien hace ruido. Escuchamos una puerta abrirse y luego cerrarse de manera brusca.
—Adelard está aquí, carajo.
Corremos hacia las escaleras y estamos cerca de la salida.
—Dios, aquí viene. —me dice susurrando, toma mi mano y echamos a correr a uno de los pasillos.
—¿A dónde vamos?
—Espero que a la sala. —Los dos respiramos entrecortado gracias al trote, escuchamos su voz mas cerca. Nos escondemos un lugar cercano a nosotros en donde no seamos visibles.
—Hola ¿estás aquí? ahh, al fin te encuentro. —veo a sus pies ir a otra habitación. Lo escucho suspirar y escucho que golpea la pared—¿dónde estabas?
—¿De qué hablas? siempre he estado aquí. —escucho una voz de mujer.
—¡No es cierto, mientes! ¡no puedes mentirme! —le espeta. Siento los brazos de Dylan detrás de mí.
—Adelard, por favor. —suplica—Sí, lo hice, —la escuchamos llorar—salí de casa, perdón.
—¿Perdón? —alza su mano y le da una cachetada.
—¡No puedes hacerme esto! —exclama la mujer entre sollozos. No puedo ver su rostro—solo quería salir, estoy encerrada en esta casa sola y necesitaba salir.
—Por las alas de Lucifer, debería castigarte —le da otra cachetada, ella gruñe. Él me tapa la boca para no hacer ningún ruido—Ve a la cama, ahora, es una orden.
Ella suelta una risita.
—No, no iré a la cama contigo ¡no haré nada contigo! por las alas de Lucifer, mi deseo es ardas en el infierno y que tus cenizas sean tiradas a un lago ¡te odio!
—Del odio al amor solo hay un paso, querida.
Lo veo a él agacharse, pero no logro verla a ella, nada. Las manos le cubren el rostro.
—Ay, mi amor, lo lamento, no quise gritarte tan fuerte. —le da un beso en la frente—Te amo ¿puedes perdonarme?
—No, Adelard, no.
Él se aparta de ella y le cierra las puertas. Dylan y yo lo vemos irse al otro pasillo.
Él quita su mano de mi boca.
—¿Estás bien?
—Él la estaba maltratando, ella no se lo merece. —respiro hondo—Estaré mejor cuando nos vayamos. —ambos nos levantamos y nos dirigimos a otra de sus tantas habitaciones.
—Um, hola a ustedes también. —no nos volteamos, pero sabemos quién es.
Nos quitan las vendas. Estamos atados y en un cuarto. Espalda contra espalda.
—Hola. Me alegra que hayan venido —camina en círculos—. Me alegra tanto. Y ahora que están aquí, no se irán.
—¡¿Es una broma?! —dice él.
—Esto será divertido. Estaremos aquí por un tiempo, así que buscaré algo para ustedes, mis invitados de honor.
Adelard llega de nuevo, esta vez con el vino tinto y tres copas.
—Es un vino excelente.
—No queremos de tu vino. Gracias —responde Dylan.
—Bien. Ustedes se lo pierden —toma un sorbo. No, un gran sorbo.
—¿Por qué están aquí, mhm? ¿tienen una razón? —ninguno de nosotros habla—como sea. Tengo que hablar con ustedes. Con Allie mejor dicho ¿sabes quién soy yo? ¿alguna idea?
—No, lo único que quiero es largarme de este lugar.
—Te lo diré. Mi padre es LuzBel ¿sabes quién es?
—Sí, lo sé.
—Déjame contar una historia, resulta que, LuzBel se casó con... ¿cómo era?
—Me parece que estás bebiendo demasiado vino y a causa de eso tienes alucinaciones.
«El vino le está causando daño, quizás un daño irreparable.»
—No digas tonterías, Allie. —ruedo los ojos—No lo recuerdo, pero, te dejaron en una puerta y ahí... lo siento, mi memoria está maldita hoy.
—Eso es tan, pero tan, estúpido. Creo que nunca había escuchado algo tan sin sentido en mi vida. Se nota que lo sacaste de tu imaginación justo ahora. —dice Dylan riéndose.
—Concuerdo, es ridículo.
—Como sea. —toma una pausa. Se levanta y tambalea de un lado a otro—Vuelvo en un segundo.
—¿Qué hay de esa mujer? ¿le harás daño?
—Por favor ¿cómo puedes pensar algo así de mí? estamos peleados, no seas imbécil.
Él nos deja a ambos. Dejamos que esté lo más lejos de nosotros.
—Desátame. Tengo un plan.
Lo hace y después lo ayudo a él. Agarro la botella y él la espada.
—Espera mi señal —le indico. Cada uno va a la esquina. Se aproxima y le golpeo con la botella. Cae al suelo.
—¡Vamos, corre! —grita.
Pasamos los numerosos pasillos y salimos de la casa. Subo al asiento del conductor y acelero.
La vacía carretera me deja que vaya más rápido.
—Dylan ¿lo perdimos?
—Sí, eso creo. —él sigue mirando—No es cierto. Debemos deshacernos de él. Espero que tengas algún otro plan.
—Lo tengo en la mira. —desvío el camino y me entro a un bosque. Ambos nos adentramos y ya se va poner el sol. Corremos y corremos. Detenemos el paso al ver una cascada.
—Tenemos que saltar.
—¿Cómo? no voy a saltar.
Adelard se aproxima se baja de su auto.
—Yujuuu ¿alguien aquí? puedo escuchar sus agitadas respiraciones, no están lejos.
—Es ahora o nunca... como la última vez. —le agarro la mano, contamos hasta tres y nos lanzamos. Quedamos ahí un poco más hasta que vemos que en serio se fue. Y vamos a la superficie y nadamos. Nos sentamos y esperamos a secarnos. Nos sentamos en la orilla, viendo caer la noche—¿Allie? Allie.
Tengo mis manos en las rodillas y mis ojos ven hacia él.
—Estoy bien. Volvamos a casa.
Nos secamos lo mejor que podemos. Él me lleva volando hacia el auto, y vamos a casa. Todo es silencio durante el trayecto. Entramos a la casa. Isobel nos tiene preparada la cena en la cocina. Al terminar de cenar, Dylan me lleva a su habitación.
—¿Dónde tienes la espada? —le pregunto.
—Está guardada en una caja fuerte al igual que las armas.
Asiento y suspiro, me siento en la cama y saco la foto de mi bolsillo.
—Emma. Ese es su nombre. La conocí hace mucho tiempo atrás. —dejo la foto en la mesa de noche.
—¿Nunca me contaste como sabías el nombre de Adelard?
—Adelard fue parte de mi historia. —se sienta conmigo.
Muerdo mi labio inferior y lo abrazo. Le acaricio el cabello.
—Una ducha te ayudará despejar la mente ¿no quieres?
—Ahora no, pero, si quieres puedes ir. Te hará bien a ti también.
—Bien, no tardo. —el agua tibia, pero no del todo, cae lentamente por todo mi cuerpo. Mis músculos estaban tensos, hay humo alrededor, es imposible ver, escucho la puerta abrirse. Cierro la llave del agua, abro la puerta un poco y salgo con la toalla en mi cuerpo.
—Creo que te excediste con el uso de agua más caliente que fría.
—Bueno el agua caliente te relaja entonces no está nada mal ¿no te gusta el agua caliente?
—No es que no me guste. Me gusta. —replica, me cepillo los dientes y luego el cabello.
—Con permiso —me niega con la cabeza y besa—Dylan, necesito cambiarme —pone sus manos en mi cintura, me besa un poco más. Despega sus labios de los míos y dice:
—Amor, a nadie le importa. Además, no te he besado desde que nos fuimos, es mi oportunidad.
—Hablo en serio. Podemos hacer esto luego ¿por favor?
—Está bien, como quieras.
—Iré a mi cuarto y vendré a usar una de tus camisetas.
Me hace un gesto con la mano antes de irse a duchar.
DYLAN
Me voy al vestidor y uso el bóxer y los shorts de algodón. Voy hacia la cama y no la veo ahí. La encuentro dormida con un libro en mano acurrucada en un hueco bajo la ventana. Me acuesto a su lado y le entrego un pequeño beso en la coronilla de la cabeza.
Escucho unos ruidos, debe ser mi cabeza, pero ahí están una y otra vez.
—¿Allie? —ella posa sus ojos en mí.
—Dylan, vuelve a dormir —dice con voz cansada.
—No puedo dormir sin saber que estás bien.
Sus manos se encuentran frías. Ella se incorpora.
—No sé qué está mal conmigo. Creo que algo en mí me está afectando.
—Ven —toma mi mano y la llevo hasta la cama. Ella se acuesta del lado derecho y yo del izquierdo.
—Te quiero cerca. —pide con voz dulce y me acerco a ella—No es suficiente, acércate más.
Pego nuestros cuerpos.
—Perfecto.
Pone su cabeza en mi pecho, nuestros pies se tocan.
—No olvides que estaré a tu lado y sujetaré tu mano. Siempre.
Me sonríe de oreja a oreja.
—Eso es hermoso, gracias.
Se aproxima y me besa lento. Agarro su cintura y la obligo a colocarse encima de mí.
—Ey... —la luz de la luna le ilumina el rostro. Su mano va a mi nuca, y se detiene en mi mejilla. Allie se acerca de nuevo y me besa en la comisura de mis labios—estamos agotados, necesitamos dormir.
Me abraza. Ella se acomoda y coloca su cabeza en mi pecho. Sus ojos cansados se cierran, y cae rendida, al igual que yo.
Contemplo a Allie durmiendo a mi lado. Escucho una voz desde lo lejos y encuentro de donde provienen.
Bajo las escaleras y abro la puerta. Mis ojos se abren al ver esos ojos marrones oscuro y el cabello rubio.
—Emma.
—¿Puedo pasar? olvida eso —sonríe—, ya me invitaron.
Emma se queda frente a mí, me entrega un beso en la mejilla y abraza. Suspira aliviada.
—Hola, mi angelito. —me entrega un beso en el cabello—¿cómo has estado?
—¿Qué quieres? —camino hacia las escaleras, ella me sigue y no abre la boca. Nos detenemos un tiempo antes de entrar al cuarto.
—Adelard me dijo una cosita hoy que por un lado no creí —se acerca—, pero por otro lado pensé que tú tendrías la respuesta y me fue imposible no tener, sabes, curiosidad.
—Wao, la información llega rápido. Pierdes tu tiempo, ve a coquetear con otro chico.
—Dylan somos mejores amigos desde hace mucho tiempo y crees que aún te coqueteo, es absurdo.
—Sí, es que eso es lo que hacen ustedes, coquetean con las personas.
Ella levanta una ceja y suelta una risa breve.
—¿Tú crees que por ser una vampira o vampiresa, como prefieras llamarme, lo hago? ¿crees que te coqueteo?
—Sí, me coqueteabas y tú lo sabías.
Ella rueda los ojos.
—Quedó en el pasado, Dylan. Y lo hacia contigo porque -se acerca hasta tocar nuestras narices-, tenemos una buena relación de amigos y sabes bien que, te quiero tanto. —su mano sube y baja de mi brazo—Te has vuelto bastante fuerte...
Doy un paso atrás y entramos al cuarto.
—¿De qué se trata todo esto?
—Dijo que tenías la espada ¿es eso cierto?
—No. —miento.
—Detecto cuando mientes, no tienes que mentirme, nos tenemos confianza. —se acerca y me besa dulce. Se remoja los labios—Recuerdo cuando tú y yo, —empieza y pone su mano en mi mejilla—éramos un equipo y hacíamos todo tipo de cosas juntos. Podríamos volver ahí de nuevo, era divertido.
—Eso fue hace mucho tiempo.
—Sí, fue hace mucho, pero los recuerdos no desaparecen. Al contrario, se quedan contigo para toda la vida.
Me besa apasionado en los labios.
—Emma, detente. —la detengo con mis manos en sus hombros.
—¿Por qué eres así conmigo? yo no te he... hecho nada. —dice con la voz quebrada y sus lágrimas caen en silencio. Se sienta en el piso y apoya su espalda en la pared—Siempre tengo en mente que puedo confiar en ti, que eres mi mejor amigo, que puedo venir a ti y me ayudarás en lo que esté pasando. Siempre he sentido que eres... un refugio para mí. Dylan mi refugio eres tú, eso no cambiará.
Le hago una seña. Ella se levanta y la abrazo. Paso mis yemas por su rubio cabello y ella suelta un suspiro de tranquilidad.
—Tú eres mi refugio, Emma. Siento mucho que Adelard te gritara e hiciera esas cosas hoy.
—Sí yo igual, espera ¿estuviste ahí? ¿los dos estuvieron en la casa de Adelard hoy?
—Así es, escuchamos todo, te escuchamos a ti. —tomo su rostro, corro sus lágrimas con mi pulgar—¿me perdonas por lo que dije?
Ella muestra su media sonrisa de lado.
—Sí, tranquilo. Todo está bien.
El silencio de la habitación se queda por segundos hasta que ella pregunta:
—¿Mejores amigos?
—Hasta la eternidad.
Nos damos otro abrazo y yo la aprieto más fuerte contra mi cuerpo. Tenerla de vuelta es...asombroso.
—Estaremos el uno para el otro, eso no lo dudes. —susurro.
Me entrega un beso en el brazo, tengo a la mejor amiga del universo.
—Nunca. Te extrañé Dylan, en serio lo hice.
—Yo también te extrañé.
—Necesitaba estar de vuelta. —me encuentro con sus ojos, yo me le acerco y planto un beso en su frente—Sé que mientes al respecto de la espada, soy mitad bruja, pero como sea, ya no interesa.
Asiento. Se aleja de mí, camina en dirección a Allie y toca su cabello. Luego va hacia la puerta.
—Bien, Adelard me espera. Te veo pronto.
—Sí, nos vemos, Emma.
Asiente y se va. Yo me quedo viendo la puerta recordando cada uno de mis momentos junto a ella. A pesar de que la vi aquella noche, sigue alegrándome tenerla de vuelta.
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No pude esperar 🤭
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