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▫️ Capítulo 23 - Tú estabas ahí -▫️

"Me froto los ojos, y miro alrededor. Es de noche y estoy en un... bosque. Mi cama está aquí. Estoy con un vestido blanco que casi parece transparente. Viene la lluvia.

Empiezo a caminar. Cada que doy un paso, las hojas tiradas en el suelo hacen un ruido que me provoca una sensación que, a decir verdad, no quiero sentir en este instante. Quizá esto le ponga el vello de punta a muchas personas, sin embargo, ese no es mi caso. De hecho, soy valiente para este tipo de situaciones y eso puede llegar a sorprender. Gryffindor por siempre.

La lluvia me empapa hasta que logro ver mi ropa interior blanca. Escucho aullidos. Malditos aullidos. A unos pasos más encuentro un granero. No tan grande, me acerco y quedo allí hasta que pasa gran parte de la lluvia.

Hay eco y mucho polvo. Mientras camino, escucho voces tranquilas hablar. Esto no es un granero, es un lugar de recuerdos, como si sus recuerdos fueran transmitidos a mí.

—Mami, mira esto ¿te gusta?

En definitiva son recuerdos. Es Dylan de muy pequeño, le calculo unos seis años y tiene un avión de papel en sus manos.

—Dylan, es hermoso. —su madre lo toma de la cintura y el pequeño Dylan cae en su regazo, le entrega el avión de papel—¿para mí?

—Am, sí, para ti mami. —inclina su cabeza y le sonríe—¿tengo tus mismos ojos mami?

—No lo sé, tu padre y yo tenemos los ojos parecidos, Dylan. —ella juega con su cabello y le da besos en la mejilla. Son tan adorables.

—Pero... yo no quiero los ojos de papi, quiero los tuyos mami.

—Así tengas los ojos de tu padre o los míos, eres hermoso. —ella le hace cosquillas y juntos se ríen y desaparecen en un humo gris. Otro recuerdo se aproxima en el mismo humo. Le da un brazalete.

—¿Por qué me das esto? —le pregunta.

—Quiero que lo conserves para alguien especial.

—Pero... es tuyo, no puedo quedármelo.

—Eso cambió. Ahora te pertenece y quiero que se lo des a la indicada, que lo cuides como tu propia vida ¿me lo prometes?

—Claro que lo haré. Gracias, te lo agradezco mucho, mamá.

Se desvanece en otra nube de humo y me presentan otro recuerdo.

—¡No! ¡basta! —le intenta tomar la mano, pero el demonio se la lleva rápido—¡no!

Casi no respiro, este se desvanece igual. Y viene otro. Lo veo a él. Solo. Sentado en la cama, viendo todos los detalles del brazalete y se tumba en la cama. Esto es demasiado para procesar.

Salgo rápido y la lluvia sigue. Mientras camino veo una sombra negra. Paro de caminar y la piel se me eriza. Dylan está ahí.

No responde, más bien corre a las profundidades del bosque.

—¡Dylan! espera. —voy hacia él—Creí que estaba sola.

Él corre de prisa y desaparece de mi vista. Veo hacia atrás y veo a un hombre, tiene alas y viene hacia mí. Muevo mis piernas lo más rápido que puedo, a unos árboles.

—Allie —suspira en voz baja. Está muy cerca, y...

Grito. Mis pies se detienen por un tiempo y tiemblan, el frío es un completo infierno.

—Allie. —suspira de nuevo. Me tropiezo y ruedo hasta abajo. Un tronco golpea mi vientre.

—¡Ay, auch! —Mi cabeza descansa un árbol. Veo mis pies sucios, me siento mojada y mi ropa se transparenta. Hago un esfuerzo en alzar la cabeza, él sigue ahí y baja la colina—¡no, por favor, no! —suplico—¡no!

El muchacho no muestra su rostro. Solo se ven las alas.

—¿Qué hiciste con él? —Ninguna palabra sale de su boca-¡respóndeme imbécil! —tapo mi rostro con las manos y lloro por dolor en mi cuerpo más que otra cosa. Se agacha y me remueve las manos del rostro.

—Esas no son palabras para una dama.

—Aún no me dices que hiciste con él.

—Se esfumó. —se levanta y me da la espalda. Yo agarro la fuerza para enderezarme.

—¿Qué...? ¿es una broma?

—No era real. No preguntes por él, déjalo así. —dice con voz grave.

—¿Quieres que lo dejé así? está bien, lo dejaré así ¿quién eres y por qué me haces esto?

Me logro levantar sosteniéndome del árbol. Él no responde, le pregunto otra vez y él se queda frente a mí

—Es mejor que no lo sepas.

Me pega fuerte contra el árbol, caigo al suelo, y quedo inconsciente.

Inhalo aire. Me despierto, y me toco la frente. Todo fue un sueño.

—Allie —dice Dylan, sentándose a mi lado. Se frota los ojos y sujeta mi mano—¿te encuentras bien?

Lo abrazo con todas mis fuerzas mientras coloco mi cabeza en su pecho desnudo.

—Dylan, me alegra tanto que estés aquí.

Me separo de él y analizo con cuidado.

—Espera ¿cómo llegaste?

—Me dijiste que viniera.

—Pero... yo no dije nada yo... tú no eres real, debo estar soñando, sí, eso tiene mucho más sentido.

—No, Allie, soy real ¿qué te molesta?

—Nada, es que, nunca te dije que durmieras conmigo. Esto es...

Desvío mi mirada y veo la puerta entreabierta.

—Amor ¿estás segura de que estás bien?

—No lo sé, fue un mal sueño.

No dice nada, solo me agarra la mejilla. Nos miramos. Sus labios me besan suave y lento. Pero además de eso, su lengua se introduce en mi boca.

—Mhm, espera. —susurro y pongo mis manos en su pecho.

—¿Qué?

—La puerta está abierta. Yo nunca la abrí porque no me gustan las puertas abiertas en las noches.

—Lo sé, pero eso no importa. —sí que importa. Me levanto y aproximo a la puerta. Salgo del cuarto y siento su mano buscando la mía.

—Allie, volvamos a la cama.

—Volveré a la cama contigo luego, primero tengo algo que revisar.

Asiente. Veo una sombra, es él. Pone su mano en mi garganta y no me deja respirar.

—¡Allie!

Me logra separar y alza del suelo conmigo en brazos, recupero el aire poco a poco. Se fue. Volvemos al cuarto y me acuesta en la cama con él.

—Está pasando... —suspiro con poco aire.

—Shh-shh. —susurra mientras sus dedos me acarician el cabello—Se ha ido, Allie, estarás bien. "

Me despierto, inhalo y exhalo con mi mano sobre la frente. No dudo en levantarme de la cama e ir a la habitación de Dylan. Mientras subo las escaleras, me doy cuenta que llevo mi camiseta negra y shorts de terciopelo color gris. Abre la puerta, y solo lleva su short negro. Me deja pasar y cierra la puerta. Estamos frente a frente.

—Yo no podía despertar y tú estabas ahí. Tú estabas ahí —le repito en un tono bajo.

—Allie, estás temblando ¿quieres sentarte? —antes de que termine acomodo mi cuerpo en sus brazos.

—Dylan, tú estabas ahí, lo extraño es que nunca te dije que fueras. —repito de nuevo, está claro que sigo conmocionada.

—Shh, tranquila, corazón. —veo su rostro y me acomoda un mechón—¿quieres hablar de ello?

—Ahora no. —le toco el cuello—Perdón, no debí mencionarlo.

—¿Qué te dije? siempre estaré para escucharte, no te disculpes por mencionarlo. —ambos nos vamos a la cama, yo me acuesto y tapo mi cuerpo con las sábanas azul oscuro. Él se acomoda a mi lado.

—¿Tampoco has podido dormir? —miro de reojo.

—No, ha sido una noche difícil. —su mano juega con mis dedos y descansa en la curva de mi cintura. Suelto un suspiro de paz interior y duermo con la delicada sensación de su tacto contra mi piel.

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