▫️ Capítulo 22 - Herida - ▫️
DYLAN
No he podido dormir desde hace horas. Aparte de la espontaneidad de la parálisis del sueño que debo soportar, también tengo que cargar con el insomnio. -que tampoco me sucede todas las noches, pero igual me resulta molesto-. Entiendo que tenga los niveles de estrés altos por el trabajo, sin embargo, el hecho de que el insomnio haya venido a tocarme la ventana estos días no me ha favorecido de nada, mis amigos me han notado decaído y piden que acueste y descanse y les respondo que no ya que el trabajo viene primero -incluso si eso desafía mi energía baja- Allie lo ha notado, y aunque lo he intentado esconder de ella para que no se preocupara de más -porque no me gusta preocuparla para nada- creo que ya lo sabe.
—Dylan, ayúdame… —oigo a lo lejos una voz femenina.
—¿Allie? —me levanto y camino hacia donde la voz me indica. Dentro del closet usando un vestido corto negro.
—Hola... Dylan. —No veo su rostro. Agarra a alguien desde el cuello, no logro ver más que sus ojos, pero el hombre la está asfixiando.
—¡Allie, no! —grito a todo pulmón.
—A-ayúdame. —respira con dificultad e intenta quitar la mano de su cuello. Antes de que pudiera brindarle mi ayuda, el hombre me gruñe y dice:
—No, tú no la toques. No le brindes tu ayuda.
—Escucha quién seas esto no es gracioso. Ya déjala, te lo pido.
—Déjame pensar... no —de él sale una risa maquiavélica. Muevo mi mano a la derecha y tomando firme el mango de mi daga, le apunto el filo en su garganta.
—Déjala ir o te digo que esto estará en tu garganta ¿qué prefieres?
La deja caer al suelo. Ella toma aire y se recupera. Alza la cabeza. De pronto me doy cuenta de quién es la mujer y camino hacia atrás.
—Bien. Tengo que ir a otro lugar, así que… mi trabajo aquí está hecho —desaparece con su sombra. Miro abajo mientras la chica se levanta y aproxima. Puedo mirarla con claridad.
—Es un gusto verte de nuevo, querido mío.
—Por un momento creí que eras ella. Si alguna vez la lastimas...
—Dylan, no lastimaré a tu chica o tu amante, o como sea. Pensé que sería divertido venir a saludar después de meses sin verte.
—De acuerdo, pero hablando en serio ¿qué quieres, Emma?
Sonríe de un lado, desde que la conozco la sensualidad ha sido su fuerte, un encanto inevitable que cautivaría a cualquier hombre.
—Me gusta cuando dices mi nombre. —se acerca y sus labios me besan. Agarro sus hombros y la aparto casi de golpe.
—Siento ser tan brusco y no te gustará lo que te diré, pero, basta.
Toca mi labio inferior y sonríe de nuevo.
—Olvidaba lo encantador que eres. Pensé que sería una buena llegada sabiendo lo que será mañana, oh más bien hoy. A propósito —se acerca y susurra—, felices doscientos diecinueve años, angelito mío.
Pega sus labios a los míos y luego me lame el lóbulo de la oreja, tengo que admitir que me saca un suspiro no pensado.
—Apuesto a que eso te fascinó.
—Te lo preguntaré una segunda vez ¿qué quieres?
—Verás, he estado algo muy —camina a mi alrededor—, muy aburrida estos últimos años y meses y estoy hallando que hacer con mi vida como inmortal. No encuentro nada. No tengo nada, ni nadie. —Se pone en frente. Sus dedos trazan líneas en mi mejilla. Su mano baja hasta tocar mi abdomen.
—¿Podrías no dar tantas vueltas y llegar al punto?
—¿Te comenté alguna vez lo mucho que adoro nuestra dinámica, nuestra relación? en verdad es distintiva de las demás. Bien, ya que insistes, y no me soportas, yo quiero que vengas conmigo. Necesito a un compañero con el cual estar, un amigo.
—Eso no es cierto, Emma. Tú no necesitas un "compañero" —digo haciendo comillas en el aire.
—No pienses en la excitación ahora, no es hora.
«¿Excitación?»
Sacudo mi cabeza, y ella pone sus manos en mis mejillas
—Ay, Dylan ¿sabes? retiro lo dicho, te hace falta.
Sus dedos juguetean con mi short. Ella se agacha y echa su cabello hacia atrás. Le digo que se detenga.
—Sé lo que estás pensando, descuida. Relájate ¿sí?
—No, Emma. Estoy bien...
—No. Estás tenso y como tu mejor amiga, te voy a ayudar.
—Agradezco tu caridad, pero dije que estoy bien. —le ofrezco la mano. Emma la acepta y se queda frente a mí.
—Tú sabes que hago lo que sea para hacerte sentir mejor.
—Lo sé. —me acerco a su cuello, veo sus ojos oscuros y acaricio su cabello rubio—tienes huellas de dedos en tu cuello, te lastimó.
—No, estoy bien. No me duele.
—Emma me preocupo por ti. —acuno sus mejillas, ella exhala—Quiero lo mejor para ti. Te quiero y siempre te querré.
—Siento lo mismo... ¿recibiste mi carta?
—No que yo recuerde.
Asiente, se va a la mesa de noche y me la entrega.
—Aguarda ¿cómo es que eso estaba ahí? ¿cuándo entraste? —le pregunto.
—Entré cuando nos estabas, esperaba que la leyeras, pero ya que me dices que no, traje una extra por si esto ocurría.
la cama, abro la carta y comienzo a leerla en mi mente:
"Será mejor que te escriba esto antes de que sea tarde. Entiendo lo frustrante que es buscar a alguien que en verdad quieres y en algún momento pensar que ya no la verás nunca. Si mi huida te causa frustración, en serio lo siento, sé que tú y Stefan hacen lo mejor que pueden para encontrarme, y aunque a veces diga que no quiero que me encuentren, en verdad quiero. Si lees esto alguna vez, te pido que me encuentres, por favor Dylan, encuéntrame. No creo que te haya dicho esto alguna vez, pero, da igual, te lo diré: eres de las personas en las que más confío. Si ya me encontraste, te doy las gracias, pero si no... solo queda seguir adelante.
—Con amor, tu mejor amiga, Emma."
Me tapo con sus ojos, estoy asombrado por el hecho de que ella pensaba que Stefan y yo no la encontraríamos. Ella inclina la cabeza con los brazos cruzados.
—Perdí clases por... ir a buscarte. No me arrepiento y me alegra mucho verte, pero que sepas que no iré a ningún lado.
—De acuerdo, no es que importe en este momento. No lo necesito. —me mira y me besa en la mejilla—. Acuéstate y descansa.
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