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▫️ Capítulo 17 - Brujas y maldiciones -▫️

—Pero ¿qué es lo que harás? —pregunto de brazos cruzados. Dylan deja de beber su vaso de agua y lo deja con furia en la mesa, pero sin llegar a quebrarlo.

—Allie, por favor, no más preguntas.

—Maldita sea es que no puedo creer que… ¿sabes qué? no lo diré.

—No, por favor continúa, amaría que lo digas y no quedarme como un tonto tratando de resolver el rompecabezas luego.

—Ey, no se hablen así ¿qué les pasa? —cuestiona Élise terminando el café para los tres. Nos lo deja en la mesa y los dos tomamos al unísono—Está fuera de tema, pero, se ven graciosos tomando café a la misma vez ¿es algo de su dinámica? de acuerdo, me callo, lo siento, pero, no se hablen mal, eso sí no lo puedo tolerar.

Dylan y yo nos miramos por unos segundos y comprendo la razón de sus palabras, es secreto. Él camina, se queda frente a mí y besa mi frente.

—Te veo luego, amor. —escucho su voz decir.

—¿A-Ahora? —suelto un suspiro involuntario a la vez que me da la espalda.

—Sí, ya es mi hora de salida. —se gira leve hasta que le logro ver los ojos azul cerúleo de nuevo. Sus dedos toquetean la tela de su camiseta en mi cuerpo, sube la mirada—Te amo.

Él sale de la cocina. Mis pies van a la entrada de la casa y ya no lo encuentran.

—¡Allie! —llama Élise yendo tras de mí—Allie, cariño, ya se fue ¿qué intentas hacer?

La miro y le digo con la mirada: ir tras él. Ella me lee la memoria ya que dice:

—Tranquila, hace esto con frecuencia, vendrá, no te preocupes. Entiendo que no te agrade mucho, en verdad lo entiendo, te puedes sentir hasta perdida en el mundo, pero aquí me tienes

Asiento y la abrazo, es un abrazo en el que de verdad me siento sujetada por alguien. Élise sugiere que volvamos adentro para terminar de desayunar, en eso Stefan llega a la cocina.

—¿Se dieron cuenta que Dylan se fue? ni siquiera me dijo: "Stefan me iré y te veré en cuanto llegue" Dylan no es de irse nada más —Élise se muerde el labio y desvía la mirada al mesón, sin decir ni una palabra, y yo tomo de mi café haciendo caso omiso a lo que Stefan dijo— ¿por qué tan callada, Allie? ¿Dylan te dejó sin fuerzas?

Le doy un codazo en las costillas, él se retuerce de dolor.

—¿Tienes que decir ese tipo de cosas por las mañanas?

—¡Uf! ¿qué te sucede, por qué me miras como si me quisieras matar? ¿se te metió el demonio? —a vista que no le respondo, él se gira a su novia—Amor ¿me lo puedes explicar?

—No hay que explicar nada excepto Dylan se comportó extraño hoy, más callado de lo usual. —explica Élise por mí.

—Ese ya es tema nuestro, les pido que no involucren, lo vamos a resolver. Stefan ¿qué harás hoy?

—No es que tenga un plan, pero seguro estaré un poco ocupado ¿por qué preguntas?

—No sé cuánto durará Dylan en el lugar en dónde está. Pensé que podíamos hacer algo divertido, después del almuerzo o si estarás ocupado estas horas, podría ser al anochecer.

—Hoy es luna llena, no es que sea peligroso, pero hay que saber lo que se hará en la noche porque hay algunos rituales que se hacen cada cierto tiempo. —interviene Élise.

Luna llena, entonces hoy de seguro pasará algo. Termino de desayunar mis tostadas y voy a mi habitación a bañarme y cambiarme de ropa. Pasan las horas, hora del almuerzo y Dylan no llega. Intento enviarle un texto, pero es inútil.

—¿Allie, todo está bien? —pregunta Stefan dejando los cubiertos al lado del plato de carne con pasta y ensalada.

—Sí, todo está bien. —bebo del agua. Espero que lo haya convencido.

—Tengo una idea —Élise y se dirige a mí—¿te gustaría venir conmigo al bosque con mis amigas brujas?

—¿Levarás a Allie con tus amigas las brujas? ¿eso no está... prohibido?

—No Stefan, no está prohibido —le replica—¿te gustaría venir?

—Tengo mi agenda casi completa, ir contigo sería una estupenda experiencia, conocería lo que haces y amo participar en lo nuevo.

Ella muestra satisfacción en su sonrisa y sus ojos verdes destellan la emoción de su alma.

—¡Qué emoción! te dejaré en tu habitación la ropa que usarás. Tienes la tarde para lo que te plazca, nos vamos en la noche.

El lado bueno de que Dylan no esté aquí es obtengo tiempo para estar conmigo misma y sacarle provecho a mis pasatiempos. Al anochecer me visto con la ropa que Élise deja sobre mi cama: un vestido tool rojo plano y fino, no parece tener muchas capas de tool, pero cubre lo esencial. Ella está igual. Ambas nos vamos con el auto de Stefan. Ella maneja y yo veo la oscura carretera. Le pregunto lo que hacen cada año, ella me dice que hacen un aquelarre, o simplemente le dan una ofrenda a sus ancestros. Llegamos al lugar, con ofrendas de paz en el piso: comida y objetos de valor y plantas medicinales. Vemos a otras mujeres con una fogata encendida alrededor de ellas y usando el mismo conjunto, la luna está pintada de rojo hoy, de acuerdo, esto me está comenzando a emocionar o a dar escalofríos, una de dos.

Una mujer de mediana edad le coloca un collar a cada una en el cuello, este es un círculo con una estrella dentro y es dorado.

—¿Para qué es el collar? ¿qué les brindará a ustedes?

—Es un amuleto de protección. Representa varias figuras geométricas: un pentágono, pentalfa o pentagrama. Es usado en rituales de magia blanca y así todas nos protegemos. ¡Oh! ¡ya va a empezar!

Se va con ellas y se agarran las manos rodeando la fogata en un círculo. Me hago a un lado y observo. La luna empieza a aparecer. Ellas pronuncian una serie de hechizos, el aire se hace frío y escucho los truenos. Mi cabeza duele y me estoy mareando, pero ¿por qué me duele?

Veo alrededor, todo oscuro por la poca iluminación, pero sus voces siguen conmigo. Me rasgan la ropa, tres garras, me asusto y retrocedo. Las voces siguen, una y otra vez. Susurros. Risas horrendas. Me rasgan el brazo y grito por la agresividad del ente. La sangre me corre y me tapo la herida con mi otra mano. Aparece un rasguño diagonal en mi vestido, claro, el espíritu tiene que arruinarlo ¡gracias por eso, eres estupendo! me balanceo, estoy perdiendo mis fuerzas. Les grito que paren, sin embargo, no me escuchan, debo gritar con potencia y fuerza, pero sin quedarme sin voz.

—¡Deténganse! —Ella ve de inmediato mi estado—¡paren, por favor!

Ella le dice a la pelirroja que lo detengan.

—¿Qué paremos? ¿por qué? por si no te diste cuenta estamos en medio de un ritual, Élise.

—L-Lo sé —tartamudea nerviosa—, pero mi amiga está mal, por favor, tienes que pararlo.

La mujer pelirroja me mira y asiente, hace que pare con otro hechizo. Todas se sueltan de las manos y vienen a ver mi estado.

—La bruja se confundió y pensó que eras una ofrenda para ellas. —dice la pelirroja y me toma el brazo, se gira a Élise—¿cómo pudiste traerla?

—Quería que viera lo que nosotras hacemos en noches como esta y...

—¡Maldita sea es peligroso, Élise! nuestra magia es delicada, ¡el espíritu de la bruja pudo haberla matado y hubiese sido tu culpa! —la interrumpe con regaños—, cosas como las que pasaron hoy pueden seguir pasando si no protegemos a los que vienen con nosotras, aunque sean visitantes, que no se vuelva a repetir, evitemos conflictos ¿sí?

—Sí, lo siento mucho, la llevaré a casa. —Élise me ayuda a caminar hasta el auto. Ella acelera. El camino se me hace largo y eso que no lo es tanto. Dobla a la entrada y estacionamos. Stefan sale apresurado. Me salgo del auto y la puerta es mi soporte para equilibrarme.

—Stefan... —él me atrapa con la rapidez que posee.

—Wou, calma. —me agarra de brazos—¿qué pasó, Élise?

—Fue un error y yo, siento mucho haberla puesto en esa situación.

Lo quedo viendo a él, y él mira mi herida.

—Allie, estás sangrando. —veo como pasamos todo de prisa. Nos vamos a la cocina y me sienta en una silla. Me entrega un vaso de agua—Bebe, tus labios están pálidos.

Lo tomo en mis manos temblorosas y bebo lento. Poso el vaso en la mesa.

—Llamaré a Jordan y a Dylan. Ya regreso. —se va de la sala corriendo hasta el pasillo principal.

—Claro. —se gira y agacha ante mí. Miro a un punto fijo—¿Allie? Allie. —me da palmadas en las mejillas, pero no logro reaccionar del todo. Me agita de los hombros—respóndeme.

—Casi muero. Casi muero, Stefan ¿es cierto? yo sentía que iba a morir, me estaba desgarrando el alma o... el cuerpo no sé, es confuso, ya casi ni lo puedo retroceder ¿eso es normal?

—Teniendo en cuenta el acto sucedido, la mente prefiere no proyectar de nuevo momentos en que casi la vida es arrebatada. Pienso que es normal.

—Stefan, pero ¿qué tal si...? —digo susurrando.

—Es mejor que no hables por un rato. Mierda, sabía que ir allá era una mala idea ¿quieres que me quede conmigo en la noche?

—No creo que lo requiera, pero si cambio de opinión te lo diré. ¿y si comemos? estoy hambrienta.

Me lleva al comedor y todos comemos de la pizza que Stefan ordena. Élise y él me ayudan a ir a mi cuarto. Buscan el kit de primeros auxilios. Stefan me limpia la herida.

—¡Auch! —me quejo ante el ardor-ten cuidado.

—Tranquila, lo tengo. —me venda el brazo y coloca una cinta clínica para que se quede en su lugar—¿ya te duchaste?

—Lo hice, tengo que cambiarme ¿me ayudarías, por favor?

—De acuerdo. —él me dice que va a buscar algo en su habitación. Lo espero dentro del baño mientras me quito el maquillaje y limpio el rostro. Él entra. Me ayuda a quitarme los pantalones, los deja un lado y prosigue a quitarme la camiseta por arriba. Tiene una de sus camisetas en mano, una negra y lo bastante larga. Me la coloca. Pasa sus manos por mi cabello suelto. Luego yo me quito el sostén. Salimos y yo guardo mis cosas, muevo un poco el antebrazo por equivocación lo que me ocasiona quejarme.

Me acuesto boca arriba y él se queda sentado al lado. Élise entra.

—Tengo noticias, Jordan e Isobel llegaron.

—¿Y Dylan? —Stefan me mira—¿no hay noticias de él?

—La única información que tengo es que hay que esperar un poco más por ellos, quizás unos minutos, pero lo tengo en claro todavía.

Suspiro. Ellos entran apresurados. Isobel me entrega un abrazo.

—¿Cómo te sientes? —pone sus manos en mis hombros, una roza mi herida. Hago una mueca de dolor—Lo siento, lo siento.

—No debí haberte llevado. Hice mal, lo admito. Tengo toda la culpa.

—¿Dylan estaba con ustedes, Isobel?

—Ehh... —Isobel le da una mirada a Jordan, él alza los hombros—no, Allie, no estaba con nosotros. No sabemos dónde fue.

—Vendrá en cualquier momento, es su lugar de descanso. Yo puedo esperarlo, ustedes vayan a descansar.

Isobel sale primero con Ashley dormida en sus brazos, Élise va detrás de ella siguiendo con Stefan. Jordan me toca el hombro sano.

—Es probable que Dylan llegue en una hora o dos, mientras tanto descansa tu mente y cuerpo.

—Lo haré, dales las gracias a todos por su ayuda por mí, Jordan.

—Siempre es un placer. —me sonríe Jordan y camina a la salida del cuarto, y apaga la luz por mí. Suspiro y me deslizo hacia abajo con cuidado hasta que mi espalda toque el cómodo colchón y acomodo, y con la mirada en el techo cuento de retroceso.

El no tan agudo sonido de zapatos hace que me incorpore a verlo. Él mira al otro lado antes de mirarme a mí, y da dos pasos al frente. Me detengo a ver lo que lleva puesto, todo es negro: La camiseta con dos botones desabrochados, pantalones y zapatos formales.

—Pretendía no hacer ruido para no interrumpir tu sueño, pero ya estás despierta.

—No llegaste a la cena, amor, entonces decidí estar aquí y esperar a que llegaras. Para la próxima me gustaría que me mandaras un mensaje.

—Sí, la próxima vez lo haré. Hice mal, Allie, no merezco que durmamos juntos hoy.

—No digas eso...

—No puedo dejar que duermas al lado de alguien que hoy hizo algo mal.

Puedo ver en su expresión la culpabilidad, pero no tiene que sentirse así, ya que cosas como estas le ocurren cualquier persona en el mundo.

—Amor, pero, no podías saberlo...

—Lo supe, pero no lo hice. Es diferente. —reconoce. Él da un paso atrás y coloca sus manos en la cabeza, como si estuviera tirándose del cabello—Sigue hablando, disculpa, te interrumpí, que idiota.

—En realidad, no iba a decir nada más. A menos por ahora. —me alzo con dificultad en la cama e intento mover mi pierna, pero me quejo de dolor y la dejo en su sitio.

—¿Te duele la pierna? —la pierna y el antebrazo, pero yo niego con la cabeza, no quiero preocuparlo. Dylan viene a mi lado—¿qué te pasó? ¿quién te hizo esto, amor?

—Te sonará extraño, pero, estuve con Élise y ... como no tenía protección la bruja pensó que era una ofrenda para ella y las demás. Casi me arrebata la vida. —le susurro.

Él me abraza fuerte y besa en los labios, no solo uno, dos, tres besos, intensos y suaves a la vez.

—Siento mucho tus heridas, y siento mucho no haber venido más temprano, en serio lo siento, Allie. Es mi culpa.

—Por favor no te culpes a ti mismo, no es tu culpa, ya pasó, y sí me duele la pierna y el antebrazo, pero, al menos estoy viva. No me contaste a dónde te fuiste en la mañana.

—Asuntos de ángeles, reuniones. —sus ojos se clavan en mí.

—¿Asuntos de ángeles? —repito de forma inútil—eso no me dice nada. Dylan, soy tu novia puedes decirme cualquier cosa.

—Lo sé. —sonrío, pero esa sonrisa no dura mucho—Pero amor, no puedo decirte lo que hacemos. Son asuntos nuestros y es confidencial.

—¿Con-con...? —no puedo terminar la palabra, mi rabia se empieza a notar—Dylan, tus asuntos, son mis asuntos.

—Allie yo no creo que puedas entenderlo. —dice con sinceridad.

Exhalo y aparto mis manos de las suyas. Me levanto de mi cama y camino por la habitación. Ya no me afecta, voy mejorando.

—Allie. Allie por favor. No tendrías que estar en movimiento.

—¡Agh! ¡aah! —exclamo por mi mala posición, me acomodo mejor sosteniéndome de mi peinadora y lo miro de reojo—estoy bien, estoy bien, gracias.

—Amor, ven a la cama, no quiero que te hagas más daño, tienes que reposar. —me aconseja él tendiéndome la mano.

—Dije que estoy bien, voy mejorando con la caminata. —él deja caer su mano en derrota—Con que no crees que pueda entenderlo, entonces enséñame. —le propongo—Puedo intentarlo si me enseñas, quiero saber más de ese lado tuyo. Si quieres que yo...

—No —me interrumpe.

—¿Qué? estoy confundida, pero, pensé que te gustaría esta idea para pasar tiempo juntos. —se me rompe la voz.

—Lo lamento. No te expondré ante los inmortales, no quiero pensar en las cosas que podrían ocurrir contigo ahí.

—Pero estaré contigo. Les diremos que soy un ángel también y así no habrá preguntas de más.

—Pero no lo eres. —casi lo dice gritando—Además, ¿qué tal si te piden que muestres las alas? ¿qué harías?

No tengo palabras. Tiene razón, no puedo. Es un enorme riesgo.

—Lo siento, casi te...grito. Mi día no ha sido lo que esperaba —lo veo por el espejo, me cubro los ojos con las palmas de las manos—. No tenía intención de arruinar el tuyo, amor.

—No. —exhalo y me retiro las manos—. Es mejor dejar el tema.

Voy hasta él y Dylan me sostiene de la cintura. Cuando deja que mi mano le toque el cuello, él saca un suspiro de alivio, un suspiro de perdón. Le pido que me bese y sin preguntar, Dylan atiende a mis súplicas, y lo hace de forma tan cariñosa que se me puede escuchar cuando tomo el aliento, y también cuando de forma no verbal le pido más. Nuestros corazones se aceleran y sacan gemidos al unísono.

—Te amo así te hayas equivocado hoy.

Él lame sus labios a centímetros de distancia de mí.

—No te merezco para nada.

—Sí, si me mereces. Te amo así te hayas equivocado hoy, —le repito—y te seguiré amando porque yo tampoco soy perfecta.

—De igual forma con esas hermosas palabras, no puedo dormir contigo, me siento mal conmigo mismo. Ahora, ve a dormir, y hablaremos mañana ¿te parece?

—Si así quieres, no me opondré a lo que quieras.

Dylan besa mi frente y me acaricia de arriba hacia abajo la mejilla.

—Te amo... demasiado. Creo que no te lo he dicho, pero, eres una maravilla de novia y una estupenda mujer, estoy orgulloso de ti.

—Y tú eres un hombre excepcional, y ... yo te amo más a ti.

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