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▫️ Capítulo 15 - ¿Eres tú? -▫️

Dylan gira la manija. Entramos y dejamos las maletas a un lado. Me asombro a ver el gran espacio que hay: una amplia escalera que parece como de palacio y tres puertas, dos a la derecha y una a la izquierda.

—Deberías estar pendiente cuando le pones cerradura a la puerta y cuando no, Jordan.

Giro a la derecha y veo a un hombre con cabello rubio oscuro, piel un poco bronceada y ojos azul oscuro. El hombre posa el vino blanco en sus labios.

—Sí, supongo que tienes razón —deja la copa en una pequeña mesa redonda y de vidrio—. No me dijiste que vendría alguien contigo. Me disculpo ¿dónde están mis modales? —estrecha su mano con la mía—. Soy Jordan Morrel, mejor amigo de Dylan, gusto en conocerte.

—Allie Jensen, gusto en conocerte también y soy su novia.

—¿Novia? —él asiente—. Tengo que decir que te ganaste a un diamante, compadre —le da golpes amistosos en la espalda. Nos invita a la sala que es espaciosa: con estanterías, muebles y una chimenea. Jordan nos comienza a preguntar sobre el viaje. En el rostro de Dylan puedo notar lo feliz que está de estar en su segundo hogar, que si las cosas van bien, podría convertirse también en el mío.

—Ey ¿por qué escucho tantas voces... ? —una mujer entra a la sala: ojos verdosos, piel blanca que le resalta su cabello negro que está trenzado a un lado—no puede ser... ¿¡Dylan!?

—Siempre es bueno tenerte de vuelta. —ella le dice con emoción en la voz y lo abraza sin pensar de más.

—Sí, se siente muy bien estar de vuelta.

Ella se aparta de él y viene hacia mí con una emoción en su rostro—. Tú debes ser Allie Jensen ¿no es cierto?

—Ser reconocida en un lugar nuevo y sin haberlo pedirlo es agradable... y sí, soy yo, un placer.

—Soy Élise Evelith —dice con una mano sobre el pecho, extiende su mano y la agito—. Dylan me ha contado mucho sobre ti.

—Esperen, esperen un minuto, ya sé lo que ocurre aquí —dice Jordan, se dirige a Dylan—¿le dijiste a Élise sobre tu novia mucho antes que a mí? ¿qué a tu compadre?

Él coloca una mano sobre su hombro.

—Sí —admite—, lo hice porque quería hacerlo en persona y estabas de viaje. Pero sin duda te lo hubiera dicho a ti primero.

—Bueno, me alegro de haber aclarado la duda.

—Oigan ¿por qué tanto escándalo? —se acerca de afuera de la sala una mujer de cabello castaño, piel blanca y ojos avellana con un bebé en brazos, el bebé tiene el cabello de Jordan y el tono de piel y ojos de ella—. Jordan, cariño, no me dijiste que tendríamos visitas.

—Ups, mi culpa. Dylan está de vuelta, con su novia.

—¿Novia? —dice sonriendo de un lado y levantando la ceja.

Camino a ella y me presento.

—Un placer conocerte, Allie. Soy Isobel Carter, y ella es mi hija Ashley.

—El placer es mío, Isobel.

Su sonrisa me brinda confianza y calidez. La bebé mueve su diminuta mano hacia mí.

—Parece que alguien quiere conocerte.

—¿Puedo cargarla? —Asiente y me la entrega. Sus ojos avellana miran a todos lados, y luego cuando me encuentra su rostro es de felicidad. Es hermosa—¿cuántos meses tiene?

—Cuatro meses y medio.

Dylan viene detrás de mí y posa su mano en mi cintura—Es una ternura.

Ashley gorjea y bosteza. Se duerme sin ningún problema en mis brazos.

—Es en serio, Ashley, te despertaste hace menos de diez minutos y ya te duermes. Será mejor que te lleve a tu cuna —se la entrego con cuidado—. Jordan ¿podrías llevar a la cama a la bebé? tengo muchas cosas por hacer.

—Estoy ocupado, pero cariño, tú lo que debes hacer es descansar.

—Bien, iré a descansar. Pero ¿quién llevará a Ashley a su cama? digo tú estás ocupado.

—Dylan y Allie pueden hacerlo.

—Por supuesto. No hay molestia. —acepta Dylan antes de que pudiera abrir la boca.

Ella me la entrega y sale de la sala. Ashley bosteza con su cabeza en mi hombro.

—Y bien ¿dónde está el cuarto? —me giro y Jordan.

—Arriba, la primera puerta a la derecha.

Asiento. Dylan me abre la puerta y caminamos al centro de la casa. Mis pies suben los escalones y él me sigue el paso.

—¿Quieres que la lleve yo? —me pregunta con las manos dentro de los bolsillos.

—Estoy segura que puedo, gracias.

La llevamos a su habitación, se despierta y llora. La logro calmar, agarro su chupón en la cuna y vuelve a dormir. La pongo con cuidado en su cuna y la cubro con su manta.

—Impresionante.

Suelto una risita—Trabajé de niñera por un tiempo, sé lo básico.

Dylan me toma de la mano—Es hora de mostrarte el lugar.

Me lleva a la puerta en dirección diagonal a la de Ashley. Su habitación. Luego bajamos al comedor y mucho más. Me enseña el patio trasero: Piedras en el suelo haciendo un camino, flores de todo tipo, césped de un color verde increíble y una fuente. Llega el almuerzo y la cena. Charlamos y nos conocemos mejor hasta que todos parten a sus respectivas habitaciones.

En mi cabeza pasa la idea que ir a dormir con Dylan en su cuarto, pero esa idea desaparecer cuando él me lleva a una puerta y dice que es mi habitación.

Las paredes pintadas de un color claro, suave, la cama pegada a la pared de manera vertical, un mueble alto color marrón oscuro, un tocador junto a mí. Me acerco a una puerta de vidrio en una esquina, con una cortina fina blanca. Abro ambas puertas y encuentro un pequeño balcón. Regreso dentro, hace mucho frío.

—Primero era el cuarto de huéspedes, pero les dije que lo arreglaran para ti. Seguro no era lo que pensabas...

—Me encanta. —las palabras salieron antes de que pudiera procesarlas, sin embargo, no hay falsedad en ellas. Lo abrazo y beso en el hombro—. Gracias, muchas gracias.

Dylan se da un baño mientras que yo lo espero. Lleva puesto la ropa interior. Se mete a las sábanas blancas. Me pego a él

y sus yemas me dan la necesidad de dormir. Siento su aliento en mi oído.

—¿Quieres hacer algo en específico? —susurra.

Veo sus ojos, me muerdo el labio y mi cabeza hace un gesto de negación.

—Nada además de dormir.

—Descansa. —él me besa y apaga la luz por el otro interruptor cerca de la cabecera.

Mi respiración es irregular. Gruño. Solo fue un mal sueño, Allie, solo eso. No pasa nada. Dylan se levanta y su mano me soba la espalda.

—Ey. Allie —susurra bajo. Levanto mi cabeza lento. Sus ojos me estudian a profundidad.

—Fue un mal sueño. Lo que vi no fue claro, nada lo fue, lo único que hice fue concentrarme en oír lo que decían.

—¿Decían? ¿quiénes te hablaron?

—Hablaban como si fueran de otra época, se escuchó música y después de un tiempo la quitaron. Salí del lugar con un camisón puesto, nadie parecía verme, como si fuera un fantasma. Me alejé, veía a la gente festejar y bailar y lo último que vi fue un hombre alto con...

—¿Con qué? —me le acerco a su oído y le susurro:

—Con alas, y él…creo que me estaba vigilando.

Me quedo frente a él. Dylan me mira de nuevo y pasa una mano por su pelo. Suspira.

—Y ¿qué pasó luego? ¿viste los alrededores también?

—No sabría decírtelo. —y es cierto, los paisajes los tengo frescos, pero aun así no quiero darle información incompleta o equivocada.

—¿No sabrías cómo decírmelo? —repite y se sienta a mi lado—¿qué sucedió, Allie? si no recuerdas bien los detalles, ve despacio, no te voy a apresurar a decirme lo que viste, pero por favor, dime.

Inhalo y exhalo—No lo sé. Dylan, no sé lo que pasó. —me froto las sienes—No me presiones ahora, no puedo decirte nada que tenga sentido porque tengo que hacer la retrospectiva entonces, no me pidas nada por hoy por favor, sólo… basta, no puedo pensar.

Me mira y coloca un mechón detrás de mi oreja—Discúlpame si creías que te quería sacar las palabras de golpe, no era mi intención. Escucha, tengo el deber de proteger a los que no pueden protegerse a sí mismos, y aunque sé que puedes, quisiera protegerte hoy si me dejas. Déjame ayudarte, amor.

Accedo a dejarme ayudar, le agradezco y me acuesto con él.

Me alisto para el desayuno. Salgo y saludo a todos. Hago mi desayuno y luego todos nos sentamos en la mesa. Mis ojos se interesan en Élise, que parece tener la mirada perdida en la mesa. No ha tocado la comida, ni un simple bocado.

—Élise ¿estás bien? —Pregunta Isobel.

Ella alza la vista hacia Isobel.

—No lo sé, es que... estoy preocupada por él. Le escribí un mensaje anoche y no responde, dijo que vendría —se fija de nuevo al mismo punto.

—Quizás se retrasó —dice Jordan tomando un sorbo de su café—. Y si no es así, lo llamaré, no debes preocuparte, sabe cuidarse solo.

Élise asiente, leve. Podía ver la preocupación por su novio, quién quiera que sea. Ella se va a la sala en cuanto termina con su desayuno. Pasa el almuerzo y ella sigue en la sala. Dylan y yo vamos fuera y nos acostamos en el césped del jardín, viendo las nubes.

—¡No inventes, la besaste! —digo sorprendida.

—¿Qué más podía hacer? era mi amiga y estaba adolorida, quería hacerla sentir mejor y funcionó.

—En ese caso fue una buena táctica. y ¿a dónde fue?

—Me dijo que estaba aquí, pero ha pasado tiempo y no he sabido de ella.

—Lo lamento mucho, algún día volverán a verse. Cambiando de tema, ya que tú eres ángel ¿tus amigos también lo son?

—Sí, de hecho. Pero Élise es mitad mortal mitad bruja.

No tengo ni tiempo de reaccionar de la forma adecuada porque Élise llega casi que brincando de alegría.

—¡Llegó! —anuncia.

«¿Quién llegó?»

Dylan frunce el ceño. Vamos rápido a la entrada. El muchacho deja sus cosas en una esquina y saluda a todos. ¿cómo es posible que él esté aquí?

—¡Élise! dios, te extrañé.

—Yo más a ti. —lo besa intenso.

Quedo sorprendida. Nuestros ojos se encuentran. Yo...yo sé quién es. Lo conozco. Esa mirada, el cabello negro, esos ojos verdes, entonces es...

—¿Stefan?

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