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▫️ Capítulo 11 - La noche es nuestra -▫️

Después de la semana de exámenes. Josh entrega invitaciones sobre una fiesta a algunos de sus amigos de la casa que tiene alquilada por una noche, encuentro me la da, me dice que le diga a Dylan. Y sin pensarlo mucho, me voy a su habitación. Lo encuentro en su escritorio.

—Toc toc. —mira de reojo y sonríe. Lo abrazo por detrás y entrego un beso—¿qué tal estás?

—Estoy bien ¿y mi maravillosa novia, ¿cómo está?

—Excelente ya que estoy aquí. —me siento en sus piernas y su expresión facial dice: Uf, de acuerdo, junto con una risa inocente y juguetona—Verás Josh me entregó una invitación esta mañana diciendo que estamos invitados a su fiesta.

Él la arrebata de mi mano sin yo darme cuenta. Aprieta los labios—A Josh le encanta ser el anfitrión, es el mejor en ese puesto, y tú quieres ir, por supuesto.

—Sí yo sí quiero ¿vendrás conmigo o tienes algún plan?

—De hecho, tenía un plan para justo esta noche con Brandon, Neithan y Marc, iríamos a los bolos, pero, puede ser otro día.

—No, no, no. No tienes que cambiar tus planes para estar conmigo, ya tendremos suficiente tiempo para nosotros.

—Allie, ellos lo entenderán. —suena su teléfono. Una notificación—Es Brandon. Dice que le llegó el mensaje de invitación al igual que a los otros. Los planes se cancelan. —Lo deja en el escritorio—Iré contigo.

—¿Estás seguro que no tienes otros planes, como jugar videojuegos, leer o hacer ejercicio? porque no tengo problema en ir sola.

—No, no tengo otros planes, iré contigo ¿te busco a las nueve?

—Sí perfecto. Hasta la noche. —me levanto de su regazo y salgo de su cuarto.

Me decido a ponerme una falda de cuero negro hasta las rodillas, blusa blanca con mangas hasta el codo, algo de joyería como anillos plateados y un collar, combinado con unos tacones negros. El cabello suelto, y maquillaje simple, sin uso de sombras ni labial, en cambio a eso, me puse bálsamo de labios. Me dirijo a su habitación, me abre la puerta y lo veo, se ve espectacular, jeans negros con cinturón y camiseta con cuello color rojo, lleva su chaqueta negra en la mano y un reloj adorna su muñeca.

Caminamos directo a su auto. A sólo treinta minutos, llegamos a la casa pintada de amarillo, dispone de dos pisos y con un gran jardín detrás por lo que puedo llegar a ver, y muchas, pero muchas, personas en las afueras y alrededor de la misma. Dylan toca el timbre y Josh nos da la bienvenida como buen anfitrión que es.

—Josh dijiste que eran algunos amigos, no todo el campus. —le comento.

—Son amigos de la secundaria, no creas que soy tan extrovertido. —vamos al segundo piso, ahí están algunos amigos míos y otras personas.

Todos nos saludamos y conversamos por un rato, algunos se emborracharon, tarde o temprano, y algunos estaban medianamente sobrios.

—Amigos y si ¿jugamos ataque de preguntas? —pregunta Brandon, un chico alto con cabello rubio y ojos verdes con una mezcla de café; usa jeans y una camisa blanca sencilla junto a un reloj y botas negras.

—¿Eso es un juego, existe siquiera?

—Lo es. —me responde Brandon—Pero hay una cosa —levanta el dedo índice—. La persona que no responda, tendrá una pequeña penitencia, o tomará un shot o dos. Dependiendo de la intensidad de la pregunta.

—Bien, yo empiezo —dice Josh—. Marianne ¿quién te parece lindo de este círculo? —sus oscuros ojos le brillan por un momento, se acomoda el cabello negro y la camiseta negra hace que su collar plateado resalte. La chica toma su tiempo para responder.

—Creo que voy a beber —se agarra un shot de tequila, hace una mueca.

—Diablos, mujer. —dice Neithan muchacho alto, de piel mestiza y ojos oscuros, podría ser italiano por su acento, pantalones beige y camiseta negra con dos botones desabrochados.

Marianne le hace una mueca.

—Brandon, tu turno —dice Marianne, chica de piel blanca, pelo hasta los hombros rubio sujetado por detrás, vestido blanco de flores y botas negras.

—Bien. Allie... —Brandon deja en suspenso a toda la sala—¿prefieres la luz prendida o apagada?

—¿Qué clase de pregunta es esa?

—No digas que no la entiendes ¿sabes algo? Pasemos a otra cosa. Te tengo una penitencia. Bésame, suave, y luego con lengua.

Escucho silbidos de la gente de fondo.

—Brandon yo...

—Ay vamos linda, no tengo toda la noche.

Me levanto y quedamos frente a frente, sus manos me provocan un escalofrío cuando se posan en mi cintura, exhalo y miro sus ojos con y luego... lo beso, justo como él dijo. Remojo mis labios al separarme de él.

—Eso estuvo ardiente ¿no crees? —me dice al oído, veo que su mano sigue en mi cintura, la agarro y dejo en su lugar.

No le contesto, en cambio, regreso a mi puesto y entrelazo mi mano con la de Dylan.

—Wou, Dylan ¡tu chica está que arde! —exclama Neithan, él se gira hacia Olivia—¿lista, Olivia?

—Dispara. —tiene el cabello recogido en un moño y con mechones sueltos y sus ojos son los más oscuros que he visto, ah no, Josh le gana en eso. En cuanto a la ropa, usa una falda de cuero, tacones negros y blusa con hombros descubiertos vino tinto.

—Como quieras. ¿es cierto que quieres llevarte a Josh a tu alcoba?

—Ah, por Dios, eres un idiota Neithan. —replica ella y toma tequila.

—No lo negaste, entonces es cierto.

—Escucha, yo no quiero llevarme a Josh a la alcoba. —ella ve a Josh—Josh no es nada contra ti eres un amor. En cambio, creo que no quieres que sea él, sino tú.

Neithan ríe por lo bajo—Da igual.

—Te tengo una penitencia, mi querida amiga. —sigue Josh— Acércate a Dylan, bésalo un par de veces y después... quiero que lo toques.

—Eso es pan comido. —Olivia se levanta de su silla. Ella lo besa y su mano empieza a rozar su cuerpo, bueno más bien, el área de sus pantalones. Todos hacen un escándalo.

—¿Te gustaría otro?

—No vengas con eso. Ya tuviste lo que querías, un pequeño placer.

—Fue un gusto, Dylan —se va a su puesto.

Pasa otra ronda llena de preguntas personales.

—Bueno —dice Rafael, muchacho con chaqueta de cuero, de piel blanca, pelo castaño rubio desordenado, jeans, camiseta blanca y botas. Ahora que recuerdo, Rafael y yo habíamos intercambiado un par de pequeñas palabras en el año—, Allie, la pregunta es para ti.

Toma su tiempo para formular la pregunta.

—¿Has tenido sexo con Dylan? —paso una mano por mi falda y muerdo mi labio.

—¿De qué hablas? tenemos sexo todos los días.

—Oh demonios ¡¿Dylan eso es cierto?! ¿cómo es eso?

Bebo dos tragos de tequila.

—Ay por Dios, son unos... saben, no voy a decirlo.

—No ese tipo de sexo al que me refiero. —le aclaro.

—¿Entonces cuántos tipos de sexo hay? digo hay sexo oral...

—El sexo es más que penetración, son besos, caricias, es dar amor.

Rafael se ríe, y yo no puedo evitar sentirme horrendo. Me levanto de donde estoy, bajo las escaleras y salgo de la casa. El aire frío sale de mi boca y me intento dar un poco de calor mientras cruzo la carretera.

—¡Allie! —paro y volteo. Dylan se quita la chaqueta y me la pone sobre los hombros.

—Ellos no lo entienden ¿cierto? da igual, pueden pensar lo que quieran.

—No, no lo entienden ¿pero a quién le importa? son unos idiotas si no piensan más allá.

Aprieto los labios. Me coloco cabizbaja. Él me pone sus manos sobre mis hombros, e intenta encontrar mis ojos hasta que decido verlo.

—¿Tú lo entiendes?

—Sí, yo te entiendo, amor.

—Pero, soy una idiota ¿no? no creo que debí decirlo —él parpadea múltiples veces. Me abraza fuerte, y besa en la cabeza.

—Ellos son los idiotas no tú, eso no lo dudes. —dice en mi oído y besa mi oreja—¿viste? estamos teniendo sexo justo ahora.

Me río por lo bajo y dejamos espacio entre ambos. Le sonrío.

—Mira esa sonrisa. Es justo lo que quería hacer. No tienes que decirle a nadie nada. Ellos no merecen tu tiempo, el nuestro mejor dicho.

—Tienes razón. Escucha, estoy ebria, no es grave, pero lo estoy.

—¿Cuántos tragos de tequila?

Hago memoria y cuento con los dedos.

—Siete... —asiento, pero después sacudo mi cabeza—primero...

—¿Primero qué?

—Primero viene el amor y luego viene el tener relaciones ¿no?

—¿Qué...?

—Sólo responde la pregunta. —Inhalo y exhalo—Primero viene el amor y luego viene el tener relaciones ¿no?

—Bueno eso depende de cada persona porque todos tenemos opiniones distintas, pero, en mi opinión, por supuesto que sí.

—Bien... ¿quieres dar una vuelta por el bosque? —le señalo.

—¿Has ido a un bosque alguna vez?

—Solo una vez. Stefan, Sarah, su ex novio y yo nos quedamos en una cabaña, lo último que recuerdo es que fui a ver dónde se encontraba Stefan y luego... luego todo es borroso. —le tiendo mi mano—¿vienes?

Él la agarra con gusto y nos adentramos. Las hojas de los árboles se mueven con la brisa del viento, nuestros zapatos hacen el mínimo de los sonidos, Dylan me rodea el hombro con su brazo. Escuchamos búhos y vemos luciérnagas volando alrededor del bosque. Las estrellas iluminando el cielo, acompañando a la luna casi visible, falta poco para la luna llena.

—¿Con cuántas mujeres has estado?

—Me tomaste por sorpresa ¿te sorprenderías si te dijo que con dos antes de ti? una de ellas es Olivia.

—Es increíble que las mujeres de esa época no consideraran tener algo contigo.

—Es difícil encontrar a alguien que te acepte tal y como eres. —me mira a los ojos—Mi padre quería que yo estuviera con un ángel y estuve buscando por años, pero no encontré o al menos no me interesaban lo suficiente como para tener una relación formal. No estoy apresurado a encontrar una pareja para toda la eternidad. Y no quiero imaginar ahora presentarte a él y que me diga que cómo puede ser que esté con una...

—Mortal. —termino por él—Entiendo.

Paramos y él me toma de las manos—No, no. Allie no quería que sonara mal.

—Tranquilo, no es cosa tuya, pero puede que a algunos ángeles no les agrademos por diferentes motivos.

—Lo que eres no es algo malo, —acaricia mi mejilla con su dorso-lo que eres está lleno de una vida y hermosura que quizás nunca llegaré a comprender.

Lo abrazo, él me da calor. Juego con su cabello. Su calor entra a mi cuerpo y me siento mejor. Me aparto y veo sus alas extendidas, blancas y las toco como la primera vez. Él me acuna el rostro en sus manos y besa suave. Me pega contra un árbol y nos besamos con intensidad. Mis manos descansan en su cinturón. Escuchamos aullidos y un gruñido. Nos separamos. Él recoge sus alas y las mismas comienzan a desaparecer.

—Los animales salvajes saldrán, hay que irnos.

Salimos del bosque y vamos a la casa. Ya es medianoche. Entramos y nos dirigimos al segundo piso. Todos están dormidos como pueden: unos en los sofás o en las sillas, los más borrachos más que todo. Me giro a la primera habitación a la izquierda, al final del pasillo.

—Ven conmigo —le digo con tono imperativo y suave.

—¿A dónde?

—Ya lo verás. —lo llevo a un cuarto. Nos besamos apenas entramos, cierro la puerta, y nos separamos—¿qué hacemos aquí?

Me quito los tacones. Nuestros labios se hunden en los del otro, formado un aliento de licores diferentes.

—Dylan ya... estoy lista. —intento desabrochar sus pantalones.

—Allie... no. —toma mis manos y las aparta.

—¿Por qué no?

—Estás ebria. No sería correcto.

—Eso no me va a impedir hacerlo. —me quito la ropa interior.

—Allie...

Lo miro de arriba abajo. Le quito la camisa y beso sus hombros desnudos e intento desabrochar sus pantalones, otra vez. Sus manos buscan tener las mías.

—Relájate. Yo me encargo.

Logro quitárselo, y cae al suelo. Ambos estamos en la cama, él encima de mí. Él suspira.

—¿Por qué esa cara? ¿estás asustado por tus alas que pueden llegar a salir o porque temes herirme?

—No lo sé bien —inclino la cabeza—. No es la noche indicada.

—Dylan, no juegues. Sabes perfectamente que quieres hacerlo.

—No estoy jugando. Es la verdad.

Se levanta de encima y coloca los pantalones de vuelta junto con el cinturón.

—Espera —me pongo la ropa interior y siento en la cama—¿qué tratas de decirme?

—No quiero sexo, no contigo en este estado.

—¿No quieres hacerlo conmigo? no me quieres lo suficiente. Lo sabía. —me levanto y le paso por un lado con ambos tacones sostenidos por mi dedo pulgar y medio, y con más cercanía a la puerta y posibilidad de irme corriendo si sucedía un imprevisto o algo que me hiciera irme de repente.

—No, lo entendiste mal.

—No, lo entendí a la perfección, soy una estúpida. Todo iba de maravilla y vienes y me dices que no quieres.

—Allie, yo no quería... —da pasos hacia mí.

—¡No! ¡ya no te acerques más! —exclamo— ya lo hiciste ¿satisfecho?

—Sólo pienso que necesitamos tiempo.

—¿Tiempo? Dylan yo no lo creo, pero cómo desees yo...

—No voy a discutir contigo, no quiero. Lo lamento, Allie.

—No lo lamentes, no hace falta. —me abrazo a mí misma—. Sal del cuarto, por favor.

Esta vez, él me pasa por al lado y ni siquiera logro mirarlo, pero ¿de verdad no puedo?

Ruedo mis ojos y cuando lo veo está a punto de irse, con los dedos en la manija casi girada.

Uso los tacones negros de nuevo y doy pasos lentos. Él recibe mi abrazo con cariño, me abraza más fuerte y aspira mi aroma.

—Lo siento, amor. No quería ser mala, y no debí insistir.

—Está bien, descuida. No quiero irrespetarte es todo.

—Tienes toda la razón, entiendo lo que dices ¿estamos bien?

—Sí, estamos bien. Quería que entendieras mi punto.

Me pongo de puntillas y lo beso en la nuca y susurro en su piel:

—No quiero estar sola, necesito mi ayuda profesional.

Dylan toca mi rostro confundido por lo que le acabo de susurrar:

—¿Ayuda profesional? ¿quién es?

—Necesito a Stefan. Búscalo.

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