Personaje - Kant Cruz
Kant Cruz nació en el seno de una familia realmente pobre, su padre Alejandro Cruz se dedicaba a robar en las calles del reino, una vez se notaban las primeras señales del alba por encima de las montañas.
Su principal objetivo eran las mujeres, ya que eran las que menos resistencia ponían y las que casi siempre cargaban consigo dinero, lo suficiente para comprar algunas verduras y carne en la tienda del pueblo; a estas horas del día casi nadie se daba cuenta de lo que había ocurrido y las pocas personas que sí lo habían hecho realmente no les importaba en absoluto, cada quién debía velar por su seguridad y supervivencia en esos días... Ya con su botín, el padre de Kant regresaba a su hogar, usualmente a altas horas de la noche a veces sobrio y a veces borracho, a veces con comida y a veces sin comida, por lo que no era de esperar que tanto Kant como su madre hayan tenido que pasar hambre varios días seguidos.
Había días en los que su padre regresaba realmente lastimado y frustrado, esos días regresaba más temprano de lo usual, este decía que lo habían descubierto por lo que le dieron una paliza a plena luz del día. Incluso hubo una vez en el que el padre de Kant había regresado con un brazo roto, siendo su madre la que se hizo cargo de cuidarlo, debido a su estado este ya no podía salir a robar por un tiempo... Esos días fueron realmente complicados, sin dinero o comida, toda la familia de Kant paso hambre, su madre racionalizaba todo lo que podía los últimos recursos que le sobraba.
El llamado "Especial de mamá" nombrado irónicamente por Kant consistía en una sopa hecha solo con repollo y un poco de cebolla, siendo en su mayoría agua, no tenía sabor, ya que no tenía especias, pero era lo único que aguantaba hasta finales del mes.
Aun que su madre siempre se preocupó por su padre en ocasiones cuando este llegaba realmente enojado y ebrio, buscaba a su madre por toda la casa y una vez la encontraba la golpeaba hasta el punto de causarle varios moretones por todo el cuerpo. Durante estos momentos Kant sabía muy bien que debía esconderse lo mejor que pudiera, incluso si escuchaba cosas romperse o a su madre llorando y gritando... para él esos días eran los peores.
Cuando Kant tenía tan solo 10 años su padre lo introdujo en el inmundo oficio de robar a la gente, al principio el chico se opuso a esta decisión, pero solo bastaron unos cuantos golpes para obligarlo a hacerlo. Su padre empezó por lo básico, como robar a la gente aparentando un choque de hombros o una caída, como quitarles el dinero metiendo la mano en el bolsillo cuando estaba demasiado distraídos mirando a una dirección o simplemente caminando, incluso le enseño como escabullirse y darse a la fuga en caso de ser descubierto... la última lección le costó varios golpes y un hombro dislocado, era la única forma de aprender, mediante la práctica y la experiencia.
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Basto solamente unos cuantos años para que Kant ejerciera su ahora oficio como todo un profesional, era mejor incluso que el alcohólico de su padre, tanto así que este lo reclutaba para robos mucho más grandes, llegando a robar a nobles o ministros que llegaban por las carreteras enlodadas al reino. Una noche, luego de haber obtenido información sobre la llegada de alguien realmente influyente al reino y con un gran cargamento de joyas para vender, tanto Kant como su padre idearon un plan para su atraco más ambicioso hasta ahora. Este consistía en interceptar a la caravana antes de que llegue a las puertas del reino para no ser vistos y neutralizar a los guardas mediante el uso de hondas con pequeñas piedras, que los dejarían inconscientes por un buen rato.
Una vez callo la noche, los dos se encontraban en posición listos para ejecutar su plan, para la distracción optaron por poner el tronco de un árbol ya descompuesto en medio de la carretera, esto obligaría al conductor y a los guardias a salir del carruaje y mirar que estaba pasando, una vez esto ocurrió, el dúo aprovecho para incapacitar a todos los presentes, con una gran habilidad y precisión, para luego entrar a la caravana y amenazar al vendedor de joyas para que les de todo lo que tenía. Luego de un rato de rellenar varias bolsas con anillos, collares, pulseras, aretes, etc., todos de oro macizo, decidieron irse, pero cuando estaban a punto de hacerlo uno de los guardias que anteriormente se encontraba inconsciente, ahora estaba apuntando al padre de Kant con un arma.
Este no dudo ni un segundo y viendo su oportunidad jalo del gatillo de su arma, atravesando el cráneo de Alejandro, matándolo al instante, Kant quien presencio todo lo ocurrido se acercó rápidamente al guarda para apuñalarlo con un cuchillo que siempre llevaba consigo. El guardia no tuvo tiempo de recargar su arma, debido a la antigüedad de la misma y lo difíciles que eran recargar las armas en ese tiempo, por lo que una vez su cuello fue cortado por un tajo limpio cayó al suelo mientras se hacía un charco de sangre a su alrededor, haciendo presión con sus manos alrededor de la herida con la esperanza de sobrevivir, cosa que no ocurrió.
Kant, que aún se encontraba en shock dejo caer la bolsa llena de joyas, para luego correr por medio del bosque desapareciendo en la oscuridad hasta llegar a su hogar. Cuando entro su ya anciana madre asomo ligeramente su cabeza por la puerta que daba a la cocina, viendo a su hijo jadeando mientras en su mano derecha sostenía su cuchillo lleno de sangre... pero no pudo ver a su esposo, llena de angustia esta se acercó lentamente hasta quedar frente a frente a Kant, quién en un intento de no revelar lo que había ocurrido con las expresiones de su rostro solo apartaba la mirada, haciéndolo aún más sospechoso. Su madre ya tenía una sospecha de lo que había pasado, pero aun así decidió preguntarle a su hijo.
~ ¿Kant?... ¿hijo? ¿Dónde está tu padre? ~lo dijo casi como un susurro. Kant no quiso responderle, pero fue su silencio quien convenció a su madre de lo que había pasado, a lo que esta con gran pesar se puso a llorar mientras abrazaba a su hijo.
Kant sabía que a pesar de todo lo que le había hecho su padre a su madre esta no le guardaba ni una pisca de rencor al mismo, ella lo amaba incondicionalmente y siempre estuvo presente para él, por lo que su muerte la había destrozado por dentro <<sabía que esto algún día pasaría, pero aún no estaba lista para aceptarlo. >> eso fue lo último que dijo su madre esa noche.
Días después su madre cayó realmente enferma, la muerte de su esposo la había dañado no solo mental, sino también físicamente. Kant, entró en desesperación, no tenía el dinero suficiente para cuidar a su mamá y comprar sus medicamentos y cada día solo se ponía peor... él lo notaba en su mirada, la misma que se iba apagando poco a poco, hasta que un día cuando Kant estaba a punto de salir de su casa, su madre lo detuvo sujetándolo de la mano levemente.
~Hijo... ven acércate por favor tengo algo que decirte. ~ Kant obedeció a su madre y se arrodillo cerca del borde de la cama. ~Hijo... no me queda mucho tiempo y los dos lo sabemos ~ Kant sabía muy bien eso, pero no quería escucharlo ni siquiera llegar a pensarlo por sí mismo, pero en este caso era su madre la que traía el tema a florecer ~cuando muera tendrás que cuidarte solo, aún eres joven, me aterra la idea de dejarte solo en este mundo tan cruel... así que prométeme que buscarás a alguien que te cuide y se preocupe por ti, incluso más de lo que yo siempre lo hice. ~ en este momento Kant ya estaba llorando y sujetaba la mano de su madre con más fuerza.
~No digas eso mamá, te prometo que te recuperaras y así no tendrás que preocuparte por mí, seremos solamente los dos contra el mundo, como siempre lo hemos hecho ~ la madre de Kant se río levemente ~ por favor hijo... los dos sabemos que eso es mentira, en poco tiempo me reuniré con tu padre y ya no estaré contigo. Así que, por favor, te lo suplico, prométeme que encontraras a alguien que te ame, tanto como yo ~ Kant solo agacho su cabeza, intentando hablar varias veces, saliendo simplemente un grito ahogado de dolor en su lugar, hasta que luego de un rato y a modo de susurro pudo decirlo. ~ Lo prometo ~ Ante esto su madre solo se limitó a sonreírle a su hijo, y a cerrar sus ojos para de esta manera por fin poder descansar.
Esa misma tarde, Kant llevo el cuerpo de su madre hasta la cima de una colina (la favorita de su madre), la cual se encontraba a tan solo 10 minutos de su hogar, en este espacio crecían una gran variedad de flores de distintos colores y curiosamente también era el mismo lugar por donde se podía ver claramente como se ocultaba el sol por el horizonte, pintando todo el cielo y las nubes de un hermoso color naranja, tirando casi a amarillo. Con mucho pesar Kant, empezó a cavar un agujero cerca de un árbol a modo de tumba, donde enterraría a su madre, mientras lo hacía no pudo evitar llorar y pensar en lo duro que sería su vida ahora que se encontraba solo... mentiría si dijera que no estaba aterrado, pero dentro de su mente simplemente se limitaba a repetir – todo irá bien, todo irá bien, ya lo veras. – Kant nunca había sido religioso antes pero incluso en ese momento hubiese deseado que alguien, aunque sea Dios, se acerque para darle un abrazo y reconfortarlo... pero eso nunca llego.
Un hijo nunca debería enterrar a su madre... no de esa manera.
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¡Hola aquí Andrew X! con un nuevo capítulo introductorio y el último de un nuevo personaje, este en comparación con Noah es mucho más fuerte y triste, y de igual forma mucho más extenso, así que espero que lo hayan disfrutado.
Nos vemos en el próximo capítulo, por que la imaginación es el único límite al leer.
¡Gracias por leer!
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