Capítulo 3 La trampa.
En la silenciosa habitación blanca de una fortaleza vaniana en Croac un cristal de color turquesa se hallaba suspendido en el aire. Este solía contener el alma de uno de los seres más poderosos del universo, pero este tenía el poder de tergiversar la mente de los que lo rodeaban a su antojo.
Su verdadero espíritu no estaba encerrado dentro de ese cristal, tan sólo una parte lo hacía.
El nombre de ese ser era Ki-Mico y el poder que poseía era tan poderoso que era capaz de invalidar los poderes de cualquier otro, incluso producir su aniquilación. Pero ella jamás quiso hacer daño a nadie, tan sólo escapar de sus captores.
Su alma se hallaba en la oscuridad de una cueva mirando hacia su cuerpo inerte que estaba suspendido sobre el aire por un sinfín de lazos de oscuridad que la mantenían a salvo, mientras su propio poder usado en su contra la retenía lejos de su verdadero ser.
Si tan sólo pudiese llegar a su recipiente, si fuese un poco más poderosa, si su propia especie no la hubiese atacado y vuelto vulnerable... probablemente podría volver a su hogar.
Alargó la mano como si tratase de alcanzar su cuerpo, pero antes de haber dejado escapar sus lágrimas de lamento algo llamó su atención.
Los pasos de otro ser resonaron por el pasillo de aquel complejo y la puerta se abrió. Temió con todo su ser la llegada de sus captores, pero entonces, apareció el ser que menos había esperado volver a ver. Su nombre era Oku-Kay Zort y hubo un tiempo, hacía ya mucho, que confió en él. Eso fue antes de que la traicionase y usase su poder para derrotar a Bako.
Estaba a salvo en uno de los planos de la realidad en la que la mayoría de los ojos no podían verla, pero... eso no detuvo al capitán Zort.
Se acercó al cuerpo inerte de la joven y atravesó la barrera de Ki como si nada. El poder no le hacía ningún daño, pues él no poseía un súper poder que inhabilitar. Tan sólo era un vaniano corriente. Sus ojos se pusieron en seguida sobre el rostro dormido de Mico y por primera vez en su existencia, se atrevió a tocar a otro ser. Deslizó sus dedos robóticos por la cálida piel de la joven y sintió un escalofrío que se esparció por cada poro de su cuerpo, haciendo que se le erizasen los bellos de la nuca.
–Bako está buscándote – susurró, sorprendiéndola, pues no había esperado que él pronunciase algo como aquello. – Pronto vendrá a liberarte y entonces... lo capturarán. Tú eres la trampa que he decidido poner para salvar a esa ekhuniana.
Mico dio un paso hacia él. Quería salir al plano real y preguntarle tantas cosas, pero ... había cometido demasiados errores al confiar en otros y Zort ya la engañó una vez.
–Quizás algún día, cuando todo esto acabe, puedas perdonarme.
Ella negó con la cabeza, pues sabía cuál sería su destino. Sus lágrimas cayeron, porque pese a todo, no podía impedir lo que estaba por llegar.
–Si tanto te arrepientes por lo que hiciste, libérame – dijo, haciendo que él diese un paso hacia atrás al verse descubierto y se alejase del cuerpo de la joven. Ni siquiera la miró, no podía. – No puedes hacerlo, ¿verdad?
–Nuestros caminos nunca se han unido, Mico. Sólo se han entrelazado por un momento.
Las lágrimas de Mico brotaron irrumpiendo en sus mejillas.
–Eres un cobarde. ¿Por qué no te atreves a enfrentarte a él? ¿tanto temes el odio de tu padre?
–No soy alguien valiente como él o como tú.
–Sólo te pediré un único favor. Cuando capturéis a la ekhuniana... no le hagáis daño.
Kay se dio la vuelta para mirar a Mico y en seguida se arrepintió de ello. Estaba mayor de lo que recordaba, pero seguía siendo ella. Cada parte que lo atraía, cada recuerdo... lo golpeó haciendo que desease la muerte.
–¿No me has escuchado? Te usaré a ti para atraerle a él. La ekhuniana está a salvo.
–No te recriminaré por el pasado, tan sólo... sálvale la vida a la ekhuniana.
–¿Qué interés tienes en ella?
–Necesito que viva para lo que estar por venir.
–¿También la usarás para tus fines?
–¿Y tú? ¿a cuántos de nosotros usarás de nuevo para destacar frente a tu padre?
–No puedo prometerte nada, no depende de mí. Pero... haré todo lo posible por mantenerla a salvo. ¿Qué tan importante es ella para Bako?
–A él no le importa nada. Sólo la está protegiendo por mí – mintió, en un intento desesperado de evitar lo que estaba por llegar. Necesitaba mantener con vida a esa humana, pues temía el rumbo que tomaría el universo si sus premoniciones se cumplían.
¿Qué sería de ella si en la tercera bifurcación de la línea temporal verdadera moría el ser que la había engendrado?
El capitán Zort abandonó la estancia y ella se acercó a su cuerpo, mirando hacia el lugar que él había acariciado. Derramó una silenciosa lágrima y pensó en ese final con el que solía soñar a veces. Quizás, en algún lugar, en alguna de las bifurcaciones del universo, Kay no la traicionaría. Sonrió ante esa sola idea.
Los pasos de alguien más resonaron en los oscuros pasillos de aquel complejo, en una de las realidades ocultas del ojo vaniano. Y ella supo que había llegado el momento, pues tan sólo había un ser lo bastante poderoso como para hacer algo así.
Me detuve frente al altar de piedra en donde suspendido en el aire se encontraba el cristal. Pero ella no se encontraba en su interior, lo supe con tan sólo una mirada y sonreí al verla aparecer a mi lado.
–No deberías haber venido – se quejó. Lucía temerosa por algo y no dejó de mirar a su alrededor como si temiese que algo llegase para interrumpirlos – este no es un lugar seguro. Ni siquiera entiendes cómo funcionan las cosas aquí.
–¿Qué es lo que tanto te asusta? – ella negó con la cabeza.
–No podemos hablar de ellos. No sabemos quién podrá estar escuchando.
La escena tembló como si se tratase de una imagen de ordenador y eso me preocupó.
–Márchate antes de que te encuentren – suplicó antes de desaparecer.
–Vaya, vaya, vaya... – escuché la voz del Mayor Zort antes de que su espíritu apareciese por arte de magia – parece que Kay está equivocado y tu debilidad no es esa torpe humana. Sigues siendo demasiado descuido cuando se trata de Mico. Podría llamar a los centinelas para que viniesen con bombas de Ki con las que capturarte. ¿No es divertido? Es tu propio poder traído de otra realidad lo que te hace débil, Bako.
–No deberíais jugar con algo que no entendéis.
–No. Eres tú el que no deberías haber venido aquí. Una fortaleza en Croac donde los mayores somos espíritus que podemos atravesar cada una de las realidades de las que se compone el mundo, para pararte los pies. – Las puertas de la habitación se abrieron y en menos de un minuto todas las salidas estaban siendo vigiladas. Todos poseían en su poder bombas con las que capturarle. – No puedes pasearte libremente por el mundo abstracto sin que haya consecuencias.
–El poder de Ki-Mico y el mío son el mismo – desplegué la oscuridad que vivía en mí y en seguida despertó a la que estaba oculta en el alma de Mico, haciendo que empezase a emerger de su piedra. – ¿Qué cree que hará el poder de Ki cuando impacte con su propia oscuridad? – Pregunté mientras el humo negro de Mico me rodeaba, protegiéndome de cualquier ataque del enemigo. – ¡No volveréis a usar mi propio poder para debilitarme! – Grité, mientras los rayos turquesas invadían mis ojos y fulminaban a todo aquel que se interpusiese en mi camino. La sangre vaniana de los centinelas salpicó a los que aún nos encontrábamos con vida y atravesó a aquellos que tan sólo eran un espíritu. Era una pena haber acabado con tantas vidas sólo por defender aquello en lo que creía. – Estas muertes fueron en defensa propia.
Mi ser se antepuso a lo que estaba a punto de suceder, pues escuchaba el pensamiento de cada centinela que se dirigía hacia aquella habitación. No era un buen momento para una batalla épica, aún tenía algunas cosas que hacer. Así que, hice aparecer un agujero negro bajo mis pies y me marché por él, sin que mis enemigos pudiesen hacer nada por detenerme.
El capitán Zort llegó a la habitación con la respiración agitada y la peinó con la mirada. Un grito de rabia salió por su garganta al darse cuenta de que ya me había marchado y de una mirada culpó a su padre.
–¿Qué ha pasado?
–Ha aprendido a inmunizarse frente al Ki – Kay abrió los ojos con sorpresa, al darse cuenta de que había perdido la única baza con la que poder capturarme. – Parece que no me queda más remedio que aceptar tu plan sobre usar a esa endeble humana para capturarle.
Los peores temores de Mico estaban por cumplirse, tan sólo esperaba que Kay cumpliese sus promesas aquella vez.
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