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Capítulo 11 Fan de los cómics.


En la calma de una desierta playa dos vanianos que se encontraban en bandos contrarios se hallaban reunidos. Uno era el capitán Zort y la otra su más reciente confidente: la capitana Krang.

–No puedes hacerme venir como si fuese uno de tus esclavos – contestó ella con desgana. – Me diste la libertad, teníamos un trato.

–He pensado que te gustaría saber que el general ha regresado al planeta fantasma – eso la sorprendió demasiado, más que nada que él compartiese ese tipo de información con ella.

–¿Por qué me lo cuentas? – trató de barajar todas las posibilidades y entonces pensó en algo. – ¿Qué es esto, capitán Zort? ¿Acaso piensas que te haré el trabajo sucio?

–He conseguido que mi padre apruebe la misión de secuestrar a esa chica humana. Pero no podré hacerlo sin ayuda.

–No cuentes conmigo, ya te lo dije. Sólo ...

–No pretendo que participes en esta misión, tan sólo he pensado que quizás Bako y tú podríais ir a darle caza al general de mientras que la expedición va a capturar a esa chica.

–Ya entiendo. Queréis tener entretenido a mi hermano para que no se dé cuenta de vuestros planes.

Sobre una montaña de cuerpos destrozados de robots, la imponente figura del General Uk destacaba como el vencedor de aquella batalla entre siervos y amo.

Una sonrisa malvada escapó de su garganta mientras cogía del cuello al último de ellos. Lo acercó a él y de una sola aspiración consiguió capturar el poder de aquel ser en su interior.

–¿Por qué? – preguntó Tuk temiendo por su propia existencia que muy pronto pasaría a vivir en el interior de aquel monstruo. – ¿Acaso no hemos sido buenos siervos? Siempre os hemos contentado en todo, mi señor.

–No es nada personal – contestó antes de tragarse su alma que quedó encerrada en el interior de su cuerpo junto a las demás.

Cerró los ojos y escuchó el aire a lo lejos, las conversaciones que sus enemigos tenían sobre él inundaron sus oídos y el miedo lo albergó al percatarse de cuáles eran los planes de los que una vez fueron sus aliados. Los hermanos Krang no tardarían en darle caza y cuando ese día llegase ni siquiera alimentarse de todos sus siervos lo salvaría.

Sabía que Hannet estaba tramando algo con todo el tema de ir a darle caza al General Uk, pero no podía negarme a un plan que tanto se me apetecía. Una cosa era olvidarme de la venganza contra los azules y otra del hombre que me había usado con mentiras para doblegarme. Ax Brai Uk vería su final muy pronto y serían mis ojos lo último que vería antes de desaparecer del mundo. Tenía pensado despedazar su cuerpo miembro a miembro, incluso su propia alma, así jamás podría volver. Pero... antes de llevar a cabo aquella batalla, necesitaba disfrutar de tiempo de calidad junto a aquella chica de piel blanca que parecía tener semillas de Ihjmo en sus mejillas.

Acaricié despacio ese punto, sin poder creerme aún que un final feliz junto a aquella a la que amaba pudiese tener cabida para alguien como yo. ¿Durante cuánto tiempo más duraría aquel perfecto espejismo antes de perderlo?

Su nariz se arrugó como si le molestase el cosquilleo y después abrió los ojos, pillándome de lleno.

–¡Oh! ¿Te he despertado? – Sonrió. Sabía lo mucho que le gustaba mi compañía. – Sólo he venido a mirarte por unos minutos antes de marcharme.

–¿Dónde te marchas? ¿Iras a buscar a Mico?

–No. Esta vez es otro asunto. Hannet y yo iremos a enfrentarnos al general Uk. – Abrió los ojos de par en par. – Sé que te prometí que no iba a mancharme las manos con sangre, pero ... este tipo ... nos engañó a mi hermana y a mí para enrolarnos a su causa, mató a Hannet y me hizo creer durante mucho tiempo que lo hizo otra persona para quitarse de en medio a su propio hermano... y luego...

–¿El capitán Zort y el General son hermanos? – aquello la dejó patidifusa. – Eso quiere decir que el Uk y tú también sois parientes.

–No. Zort y él comparten al mismo padre. Por lo que yo no tengo nada que ver con él. Usaron el ADN de una mujer distinta para crear a Zort.

–Dime que tendrás cuidado.

Asentí. No quería preocuparla.

–Tendré mucho cuidado. Iré a matar al hombre malo y luego volveré a casa donde me espera mi chica – ensanchó la sonrisa, adoraba cuando hablaba sobre lo que yo significaba para mí. – Hace tiempo que quiero decirte algo importante, Anna. – Me abrazó y me dio un dulce beso en los labios.

–Mmmm, ¿qué es? – Se sentía a salvo en mis brazos mientras mi aroma la envolvía.

–Me gustas mucho.

Ya no quería seguir huyendo de mis sentimientos nunca más. Fue una decisión que tomé mucho tiempo atrás, cuando perdí la oportunidad de volver al futuro que dejé atrás.

–Tú también me gustas, Bako.

–Y gracias por enseñarme tanto sobre todos estos sentimientos.

–Yo también me siento agradecida contigo, ¿sabes?

–¿Conmigo? – Me señalé con el dedo haciéndola sonreír.

–Haces que cada día sea único e inigualable. Y ... siempre estás cuidando de mí de esa forma sobreprotectora que me abruma.

–Por supuesto. Y seguiré cuidando de ti como un novio humano sobreprotector cuando vuelva. Seré como tu oppá – ensanchó la sonrisa al darse cuenta de que había estado investigando sobre dramas coreanos por aquella broma rara que había entre nosotros, sobre compararme con un actor coreano muy apuesto o un cantante de K-pop.

Os confesaré algo más sobre aquellos días: adoraba leer comics sobre súper héroes. Me pasaba horas leyendo y haciendo comentarios que a ella le hacían mucha gracia. Sus favoritos eran: «¿Cómo puede ser que no le reconozcan sólo por llevar gafas? Venga, hombre. Se nota perfectamente que es un súper héroe»

Sabía que ella estaba preocupada, pues la última vez que le dije que iba a ausentarme por un tema relacionado con mi especie... tardé meses en volver.

La apreté contra mi pecho y la abracé con ansias. Quería hacerla sentir mejor.

La puerta de su habitación se abrió de sopetón haciendo que ambos nos pusiésemos en pie y ella mirase hacia la puerta. No era más que su amiga Abby, que empezó a gritar asustada tan pronto como me ella lo hizo primero.

–¡Idiota! – Su amiga le dio un manotazo. – ¡Me has dado un susto de muerte!

–¿Qué? ¿yo te he dado? – se señaló a sí misma mientras se tocaba el pecho. Tenía el corazón a mil por hora y le costaba respirar. – ¡Estaba teniendo un momento súper romántico, por si no lo sabías!

–¿¡Tú!? ¿¡Con quién!? – buscó a alguien más por la habitación, pero lo cierto es que yo no estaba realmente allí. Tan sólo era su espíritu escondido en una de las capas de la realidad.

–En mis sueños – se apresuró a decir.

–Anda sal. Derek ha venido conmigo.

Su amiga se marchó sola, esperando que ella lo hiciese detrás, pero Anna se fijó en mí, como si esperase que le diese permiso. Sabía que en el fondo se resistía a despedirse. Tenía miedo que fuese la última vez que nos viésemos. Yo también lo temía, pero no quería asustarla.

–Anda ve. Nos veremos a mi vuelta. Porque esta vez... pienso volver, Anna. – Una sonrisa tonta apareció en su rostro antes de que se marchase a recibir a su hermano pequeño.



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