Capítulo 2.
2
El Vizconde de G... estaba organizando una prometedora reunión en su castillo, a las afueras de la ciudad, comprometido en enviar las invitaciones correspondientes dentro de pocos días. La noticia le llegó a cierto grupo de amigos al que pertenecía Einar. Monsieur V... , un buen colega suyo, le comunicó la noticia en una reunión a la que asistía esa tarde. La ansiada velada en el hogar paterno del Vizconde tenía al grupo a la expectativa ya que este aún no había revelado la lista de invitados.
—El Vizconde lleva unas cuantas semanas tratando con un joven totalmente desconocido para todos, se trata de un petit maitre —comentó en voz baja, apenas audible.
—¿Un joven desconocido? —pregunto Einar con duda reacomodándose en la mesa al mismo tiempo que dejaba su baraja por un momento— ¿un petit maitre?
—Es lo que parece, deberías ver su rostro, parece como esculpido por el mismo Miguel Angel, como de mármol blanco con un par de ojos azules imposibles de creer. Cuando lo vi por primera vez en la ópera, pensé que se trataba de un muñeco de porcelana.
—Creo que también lo he visto en el teatro —confirmó el noruego meditabundo—. No lo reconocí, no sabía que era amigo del Vizconde.
—Apenas se conocen, me parece que lo invitará a su reunión.
Aquel petit maitre había salido de su mente por completo hasta esa tarde, como había pasado tan agradables sus últimos días, la curiosidad por aquel hermoso joven se disipó en su totalidad. No obstante, lo volvería a ver en aquel evento y mucho se preguntaba quién podría ser y por qué comenzaba a volverse un tema recurrente entre ciertos jóvenes de la sociedad parisina. ¿Que podría tener de fascinante? Pues este no se presentó en aquella fiesta en ningún momento.
La invitación llegó a la casa de la Condesa de B... en cosa de unos días más leyendo complacida que, tanto ella como sus dos hermanas y su acompañante extranjero, eran invitados a la reunión del Vizconde en su castillo, celebración que esperaba durara unos tres días aproximadamente. La razón detrás de dicha celebración era su cumpleaños y en el castillo había cupo para su petit comité sin problemas ya que era un grupo reducido de invitados quienes asistirían el día 28 de ese mismo mes.
—Me sorprende que haya elegido la casa de su padre para tal fiesta —comentó la Condesa observando a Einar por un momento—, normalmente nos invitaría a su hogar en la ciudad así que no sé por qué eligió el castillo.
—¿Estará tratando de impresionar a una amante?
—Debe ser una cortesana fascinante, de lo contrario, no organizaría todo esto.
—¿O quizás tratara de impresionar a cierto petit maitre? —pensó el joven meditabundo.
¿Serían verdad sus conjeturas?, ¿acaso el famoso Vizconde habría tomado al hermoso muchacho como acompañante y toda esa organización fuera para impresionarlo? No le sorprendería en lo absoluto pues, si él estuviera tratando de conquistarlo, echaría la casa por la ventana como haría el Vizconde seguramente.
—¿Qué clase de persona sería el muchachito aquel? —pensaba Einar distraído, sin atender a nada a su alrededor— ¿Valdría tanto la pena para semejantes molestias por parte de su anfitrión?
Aunque solo estaba sacando conjeturas sin fundamento ya que, bien podría el Vizconde tomarse tantas molestias por alguna otra cara bonita, no necesariamente por un petit maitre desconocido quien asistió una noche a la ópera sin ninguna razón aparente. Sin embargo, aquello alimentaba la curiosidad del noruego de cabellos plateados y ojos dorados, algo dentro de él deseaba conocer al petit maitre, de poder hablar con él y descubrir por qué era tan atrayente para sus amigos parisinos.
Esa noche volvió a la quinta que tenía rentada ya que tampoco podía descuidar aquella propiedad que no era suya, no fuera que su arrendatario se molestara por dejar la casa sola por tantos días. Al llegar e ir directo a sus habitaciones noto que había otra carta, tan solo bastó mirar el sello y la caligrafía del destinatario para saber quien la había mandado: su padre.
—No va a rendirse —se dijo lanzando un bufido del puro fastidio por haber recibido esa carta de su progenitor. No estaba seguro si leerla o dejarla para otro día.
Sin más tomo asiento en la silla más próxima para revisarla, la leyó rapidamente pues no deseaba pasar mucho tiempo con eso encontrándose con un texto redactado por su hermano Haakon:
"Hermano, el motivo de esta carta es para hacer de tu conocimiento el reciente fallecimiento de nuestro padre. Te escribo con premura, es cierto, sin embargo espero que puedas asistir a los funerales que se llevarán a cabo en su honor el día 28 de este mes. Así mismo para que podamos revisar con calma el tema de la sucesión en el negocio familiar.
Esperando contar con tu presencia..."
No leyó más quedándose sin saber qué decir o qué pensar por varios minutos, jamás se imaginó que su padre se iría tan repentinamente. Su relación con él jamás fue buena, no desde que su madre muriera varios años atrás pues Einar lo llevaba mejor con ella que con el cabeza de la familia. Lo mismo sucedía con Haakon, a pesar de ser su hermano, pocas veces había cruzado palabra con él, el jovencito le recordaba al viejo cabeza de la casa Kielland.
—El funeral será el dia 28... —se dijo como razonando la fecha— Es el mismo día de la fiesta del Vizconde y no deseo perderme semejante evento por asistir a un funeral —estaba enfadado por el molesto cruce de las fechas.
Si quería embarcarse a Christiania, su ciudad natal en Noruega, debía marcharse ya mismo puesto que había que buscar un coche que lo acercara a la ciudad costera más próxima y serían varios días en el mar primero hacia Inglaterra, para después, trasladarse a Dinamarca y abordar un barco directo a su ciudad. No estaría de regreso para la fiesta ni aunque hiciera el mejor clima del mundo. Solo había una cosa que hacer al respecto.
—Lo siento padre, tu muerte me aflige pero una ida a casa me tomaría más tiempo del que dispongo para atender tales asuntos —se dijo resuelto mientras buscaba un pergamino y la pluma ya que respondería esa carta a la brevedad.
No había respondido a ninguna esquela previa enviada por su padre, así que esa sería su primera misiva en meses.
"Querido hermano: mi corazón está herido por tan lamentable noticia; sin embargo, me veo en la necesidad de aplazar mi viaje a casa por algún tiempo. No me es posible asistir al funeral de nuestro padre, ya visitaré su tumba más adelante.
Se que el negocio familiar estará en buenas manos siendo tu el propietario, pues no tengo deseos de quitarte tal privilegio aunque el deber me lo imponga al ser tu hermano mayor.
Sé que harás un gran trabajo con la granja, bror Haakon, espero verte en el futuro ya convertido en un gran señor.
Por favor envía mis afectuosos saludos a Maritt".
Eso fue todo, esa carta partiría rumbo a su tierra a la brevedad y con eso quedaría zanjado ese asunto por ahora, no mentía al decir que no quería ocuparse del negocio familiar y gustoso lo cedía a su hermano menor; así mismo, era cierto cuando decía que este haría un gran trabajo ya que recordaba bien el espíritu emprendedor de Haakon, un joven de veinte años preparado para asumir tan importante puesto.
El joven de cabellos plateados se fue a la cama casi enseguida ya que deseaba poder conciliar el sueño, aunque se sentía solo y su cama estaba muy fría, no deseaba compañía esa noche. Estaba demasiado cansado para cualquier actividad amorosa pese a extrañar la presencia de su constante compañera, sus pesadillas eran un tema muy personal sobre el que no estaba preparado para hablar. Ella era muy perceptiva e intuía que algo no estaba bien con él aun así no pensaba revelar nada aún.
Sin más apagó la vela tratando de conciliar el sueño lo más rápido posible.
Esa noche volvió a verse a sí mismo en aquel interminable túnel presa de una angustia indescriptible, aunque esa noche vio algo diferente; la imagen frente a él era la de una criatura, una pequeña vista de espaldas apenas de la mitad de altura que él. Su cabeza estaba llena de unos gruesos rizos rubios e iba vestida de blanco.
—Necesitas esto para poder salir —le mostró la madeja de hilo de seda que llevaba en una de sus manos—, no podrás encontrar la salida si no te atas este cordón en la muñeca...
—¿Quién eres? —preguntó Einar.
—Tienes que colocarte el cordón en la muñeca —repitió la niña sin girarse para mirarlo de frente— ¡Rápido!
—¿El horror que habita en este túnel, está cerca?
—Si, es el hijo bastardo que mi madre tuvo con el buey sagrado.
—¿Qué dijiste? —preguntó Einar sin entender.
Aunque no tuvo tiempo de preguntar más ya que el rugido del monstruo del túnel se dejó oir detrás de él dejando caer la madeja. Estaba petrificado por el miedo impidiéndole moverse o hacer algo más, giro por unos instantes tratando de identificar al monstruo desconocido, aunque al volverse noto que la niña ya no estaba.
¿Qué significaba aquello? Tras escuchar el rugido una segunda vez fue que emprendió su carrera a través del túnel tratando de buscar la salida como hiciera cada noche.
.
Al día siguiente, él se presentó en la casa de la Condesa temprano por la mañana, a la hora convenida, ya que debían partir rumbo al castillo del Vizconde cuanto antes puesto que la residencia del noble no se encontraba tan cerca de la ciudad. En el coche iban tanto Einar, como la Condesa y las dos hermanas menores de esta. El ambiente en el interior era de lo más animado ya que la buena disposición y sentido de humor del joven noruego hacía que las jovencitas le tuvieran gran aprecio disfrutando mucho su constante compañía.
—Me alegra mucho lo agradable que te encuentran mis hermanas —dijo la Condesa esbozando una sonrisa—. Si mi madre viviera, seguramente serías de su total agrado.
—Lo sé —respondió Einar complacido—, me lo has dicho en alguna que otra ocasión y sé bien que le agradaría, y estaría de acuerdo, en nuestra futura unión.
La joven sonrió ampliamente al escuchar aquellas palabras ya que, en algún momento, llegó a creer que nadie más se interesaría en ella puesto que, la que fuera su suegra, le echó en cara el fallecimiento de su anterior esposo, asegurando que una "desdichada" como su joven nuera jamás encontraría marido entre los miembros más respetables de la sociedad francesa. La anciana mujer se encargaría de ello personalmente. A la heredera del título nobiliario poco le importaba aquello, sin embargo el haber escuchado tal sentencia con, apenas, diecisiete años fue un golpe duro.
La compañía del joven extranjero fue un extraordinario golpe de suerte.
El viaje duro apenas un par de horas, que se fueron volando rápidamente, donde cruzaron la zona sur de la ciudad dejando atrás residencias bellas, rodeadas por amplios terrenos de muchas hectáreas hasta llegar al castillo del Vizconde, el más lejano de toda el área. Fue que, a eso del mediodía, fueron recibidos en el castillo de su anfitrión por la servidumbre que los atendió maravillosamente llevándolos al salón donde se reunían ya el resto de los invitados que llegaron antes.
—¡Amigos míos, es un placer contar con su presencia! —el Vizconde se acercó al grupo de recién llegados saludandolos de la manera apropiada sonriendo ampliamente al tiempo que le era correspondido el saludo.
Se trataba de un hombre joven y alto vestido apropiadamente para recibir a sus invitados a lo largo de la tarde antes del inicio de la celebracion de la noche, llevaba recogido su cabello negro azabache acentuando sus finos rasgos y ojos oscuros. Era sumamente elocuente al hablar, como si esa emotividad fuese demasiado, casi fingida. Sin embargo, tanto Einar como sus acompañantes lo pasaron por alto, no estaban ahí para juzgar al Vizconde por sus modales sino por la fiesta que ofrecería esa noche.
—Esta noche ofreceré lo mejor de lo mejor, solo los más selectos de la sociedad de París estarán aqui.
—Esa es una grata noticia, nos agrada codearnos con personas interesantes —comento Einar observando por un momento a su anfitrión mientras su mirada analizaba todo el alrededor.
El interior del castillo del Vizconde era tan rico en decoración y muebles como la casa de cualquier otro noble francés a la que Einar haya sido invitado, así que la presencia de sillas de madera con bellos tapices, amplios biombos, cuadros altos así como hermosas alfombras, si bien eran de su agrado, no le parecían sobresalientes por lo que, decidió posar su mirada en los tantos invitados sentados aqui y allá en el amplio salón.
Fue así que sintió la presencia de una persona a la que no había visto, no así había deseado encontrarse con él antes de ese evento: el joven petit maitre se encontraba charlando con otras personas que sonreían a todo lo que este decía. Einar lo observó con calma mientras la Condesa de B charlaba amenamente con el Vizconde, sus ojos dorados se posaron en el hermoso hombre de cabellos rubios como el oro y ojos azules, grandes y vidriosos que no le revelaban nada del misterioso joven, todo ello adornado con su atuendo costoso lo volvían una bella visión.
Pareciera que el joven no había sentido la mirada de Einar pues en ningún momento se giro para encontrarse con sus ojos, sin embargo el noruego no le quitaba los ojos de encima pues, era la primera vez, que notaba lo hermoso que era el chico, sus rasgos finos y su piel blanca como la porcelana, definitivamente parecía un personaje creado por las hábiles manos de escultores como Miguel Angel.
Algo lo impulsaba a acercarse, un sentimiento extraño en su interior se atraía al hermoso joven sin poderlo evitar. Unos instantes después fue que el chico alzó la mirada, fue justo cuando sus ojos azules y cetrinos se encontraron con los de Einar durante unos segundos hasta que, la molesta intromisión de la Marquesa de C, interrumpió el momento de conexión entre ambos haciendo que Einar saliera de un especie de trance hipnótico en el que estaba desde que comenzó a mirar al petit maitre.
—Querido, ¿escuchaste? —la voz de su acompañante lo devolvió a la realidad haciendo que este la mirara con extrañeza por un segundo.
—No... —respondió extrañado— ¿qué decías?
—El Vizconde quiere invitarte a ir de cacería mañana, sería una excelente oportunidad para codearte con alguno de sus mejores amigos.
—Si... —dijo con rapidez— Creo que es una gran idea.
El resto de la tarde lo pasaron en compañía de otros invitados que iban llegando, mientras que Einar observaba al hermoso joven rubio de ojos azules, quien pareciera evitarlo a toda cosa, se notaba desde lejos que deseaba tener un encuentro con el joven noruego, pero sería hasta que el chico quisiera. Esa noche empezaría la celebración por el cumpleaños del Vizconde, apenas llegara al castillo el cantante de ópera que abriría la velada, así como la pequeña orquesta mientras los sirvientes del noble francés preparaban los alimentos que degustarían su petit comité.
Einar observaba como su Condesa y las hermanas de esta lucían sus hermosos vestidos de fiesta para esa noche, le producía gran placer el verla ayudada a vestirse por varias de sus asistentes, quienes peinaban sus largos bucles dorados adornándolos con flores. Cuando el grupo de mujeres estuvieron listas bajaron todos al gran salón de bailes del castillo, ubicado en la parte trasera del inmueble, justo frente a las escaleras del amplio jardín y el resto del terreno de la propiedad.
—¿Qué te parece? —dijo la joven a su amante extranjero observándolo con algo de picardía— Es la última moda en París.
—Todo en tu luce hermoso... —respondió sonriendo— Espero que esta noche sea tan espléndida como nos lo han vaticinado en la invitación.
—Todo parece indicar que si, la servidumbre habló durante todo mi toilette acerca de los preparativos para la fiesta.
—Bueno, tres días continuos de celebración es más que suficiente para hacer que toda la sociedad francesa hable de esta fiesta el resto del año —indicó Einar pensativo analizando la habitación en la que estaban.
—Es justo lo que el Vizconde espera —la Condesa observó el reflejo de Einar desde el alto y amplio espejo en la habitación—, desea que toda la socialité quiera ser invitada aqui el próximo año, ¡imagina decirle a todos que fuimos los primeros en ser invitados!
—No es para tanto, se trata del Vizconde, no del Rey de Francia.
Era darle demasiada importancia a un noble, sin embargo lo que más interesaba a Einar, no era la popularidad del Vizconde después de esa famosa celebración de tres días, sino, el hecho de que el enigmático petit maitre estaba ahí también y, en algún momento de esos días, esperaba poder acercarse a él y charlar un poco. Deseaba poder conocerlo mejor y, tal vez, descubrir que no se trataba más que de un joven hermoso y vacío como otros de su tipo que frecuentaban el teatro de ópera de París.
No se atrevía a reconocer que algo en aquel chico le atraía fuertemente, no estando seguro si era algo en su pulcra e impecable apariencia o en sus ojos azules, cristalinos y brillantes.
La noche abrió con un estupendo cantante que los tenía a todos gratamente deleitados, Einar estaba sentado al lado de su hermosa acompañante embelesado por la potente y bella voz aunque, de vez en vez, se distraía buscando aquel rostro masculino de fino perfil. El petit maitre se hallaba sentado al lado de su anfitrión quien, de igual forma, lo miraba con la misma fascinación que el propio Einar, buscando la mirada del chico de vez en vez.
El joven noruego no le quitó los ojos de encima los siguientes minutos, durante esos breves instantes, el cantante que tan embelesado lo tenía, pasó a un segundo plano así como su acompañante quien, sentada a su lado, apreciaba al intérprete aún más que a su amante. Einar no apartaba sus ojos dorados esperando un encuentro, que estos se cruzaran aunque fuera por un segundo con los azules y cristalinos del jovencito hermoso.
Y sucedió que este, por uno o dos segundos, posó sus ojos en él dejando de lado al Vizconde. No solo sus miradas se cruzaron sino que, al mismo tiempo, este le dedicaba una cándida sonrisa haciendo que Einar diera un respingo contemplando el rostro etéreo, casi atemporal, del hermoso joven: su piel blanca cual porcelana, sus ojos azules cristalinos como si estuvieran hechos del más fino cristal, sus rasgos finos y suaves además de su cabello entre rojizo y dorado perfectamente peinado.
El joven noruego se perdió por varios minutos en los que, tanto él, como el petit maitre no apartaron la mirada el uno del otro hasta que la ovación del quórum lo sacó de su meditación. Todos aplaudían de pie la interpretación del cantante mientras que Einar trataba de comportarse como si hubiera prestado atención durante la interpretación.
—Fue conmovedor —susurró la joven al oído de Einar.
—Si, tienes razón —mintió.
Tras concluir la sesión de música fue que pasaron al gran salón para bailar y cenar ya que los alimentos estaban dispuestos en largas mesas y una orquesta interpretaba animada en una de las orillas del salón circular. Las amplias arañas que colgaban del techo proyectaban una potente luz dejando ver claramente la decoración dorada con blanca de las paredes, los cortinajes y así como las columnas y el mosaico del suelo.
Einar no podía creer la cantidad de amigos del Vizconde que se acercaban a charlar con él para preguntarle sobre su tierra natal, sobre el idioma y otras cosas que él, siendo honestos, encontraba halagadoras. A esas personas en particular parecía no importarles la verdad detrás de sus palabras y excelente actitud: había huido de casa básicamente, renegado de la herencia de su padre rehusándose a darle el último adiós para dejarle a su hermano menor el título de "propietario" de la finca familiar.
Nada de eso le era importante a la sociedad francesa, para ellos Einar no era más que un extranjero llamativo y poco común. Así entre la cena, la charla y el baile, el joven noruego fue abordado por el petit maitre.
—Me gustaría una palabra con usted, de ser posible —Einar se giró rápidamente al escuchar una voz profunda detrás de él mirando sorprendido al bello joven.
—Si... claro, ¿ahora? —susurró.
—En unos quince minutos, en la entrada del salón si es tan amable —fue tan educado en su solicitud que el noruego no pudo negarse accediendo rápidamente.
Había deseado ese encuentro toda la tarde y ahí estaba la oportunidad finalmente.
.
Continuará...
.
*Notas: en los siguientes capítulos daré las explicaciones pertinentes. Gracias por leer. :)
*Christiania: es el nombre antiguo de "Oslo", la ciudad se llamaba así durante el siglo 18 y cambio su nombre alrededor de 1840.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro